En Australia, catastróficos incendios forestales habrían afectado más de 8 millones de hectáreas y han provocado decenas de muertes, pérdida de fauna y flora. ¿Cómo ve esta situación?
En 1851 hubo cinco millones de hectáreas quemadas. Ha ocurrido siempre, decenas de miles de años para atrás. Existen tres elementos que van intrínsecamente unidos que son el ser humano, la vegetación y el fuego. Donde uno de ellos falle se rompe la cadena.
Usted no incluye el tema del cambio climático…
No existe el cambio climático en esto. Lo único que existe es el lobby ecologista que se ha impuesto al poder político y al hacerlo imponen su voluntad. Pasa que el australiano no se queda en los apartamentos de la ciudad, va a su casita en las afueras con el verde. Entonces ocurre que los ecologistas no quieren que se haga como se hacía en la década del ‘50 y del ‘60, las quemas controladas en invierno. Mientras no limpien y hagan esas quemas controladas, los bomberos que son pocos pero altamente capacitados aunque voluntarios y sin relevo, ¿con qué enfrentan toda esa zona que es un polvorín?
El peor incendio por ahora más cercano fue el del 2009. En aquel año hubo un comité investigador a nivel oficial que dijo que si no se vuelve a la quema controlada y no se limpia la región, va a haber un incendio descontrolado. Dicho y hecho, es lo que está ocurriendo.
¿Por qué cree que el caso de los incendios en la Amazonia en 2019 tuvo mayor condena internacional que estos incendios en Australia?
Hay de todo un poco. Primero porque estaba Bolsonaro. Si hubiera estado Lula era una “fatalidad”. Después hay muchos intereses porque se quiere expandir la agricultura para exportar a EE. UU., sobre todo -aunque parezca ridículo- melones y frutas. Todo lo que es la península de Florida en EE. UU. es brasileña con los naranjales. Lula, por ejemplo, ha regalado millones de hectáreas a los terratenientes. También se mezclan intereses. Están los que manipulan al indigenismo, los que quieren avivarse y seguir quemando su entorno para seguir expandiéndose. Es muy difícil. Al politizarse el tema se va de control.
Existen muchas ONG a nivel internacional que se dedican a la concientización y la lucha contra el cambio climático. ¿Qué incidencia tienen estas organizaciones?
Las ONG se mueven por plata e intereses personales. No hay ningún ecologista que se encadene en la Amazonia, lo hacen al lado del Mc Donald’s. Acá es lo mismo. Con el cambio climático se ha hecho un tremendo curro por miles de millones de dólares donde están los bonos de carbono, las energías renovables como la solar o la eólica, los impuestos por contaminación. Se llegó a decir en México que el eructo de las vacas en Uruguay producía emisiones de metano que significaban un porcentaje interesante cuando en realidad decir eso es un atraso.
¿De qué se trata el asunto de los bonos de carbono?
Muy sencillo, el principal accionista de los bonos de carbono es Al Gore, que tiene su central en Londres. Hay un libro muy interesante que sacó la Universidad de Montevideo donde se explica qué son esos bonos. Aquellos países que son poderosos emisores de CO2 vienen a los países que tienen capacidad de emitir anhídrido carbónico al aire y no lo hacen y le compran su capacidad de emitirlo por millones de dólares. Como Uruguay no tiene industria solamente le echan la culpa a las vacas, entonces nos dan 500 millones de dólares y somos Pelé.
¿Qué opina sobre el Acuerdo de París?
Es todo lo mismo. A eso le sumamos ahora a los niños que manipulan tanto los padres como determinados empresarios.
Se refiere a Greta Thunberg…
Claro, una niña que dice ver el CO2 cuando el CO2 es un gas invisible. Una niña que no ha terminado el liceo y habla de cambio climático con una propiedad que realmente asusta. Lo que pasa es que si le dan manija, la empujan a que diga todo eso y la aplauden desde el secretario de ONU para abajo, la están utilizando.
Antes se hablaba de calentamiento global, luego aparece la preocupación sobre el cambio climático.
Como vieron que si había un tsunami no podían hablar de calentamiento, entonces el cambio climático abarca todo. Si nieva es cambio climático, si hay calor también. Entra todo.
Esto empezó con Margaret Thatcher en la década del ‘80 cuando los mineros de carbón le hicieron una huelga salvaje y entonces ella fue al Instituto Meteorológico de Londres y dijo que era hora de hablar que la temperatura por los combustibles fósiles se estaba elevando. Después en EE. UU. el Dr. James Hansen dijo algo parecido en el Congreso, que si no parábamos la mano la temperatura se iba a disparar. Sin embargo, en los últimos veinte años la temperatura se ha mantenido constante y el CO2 ha seguido subiendo. Incluso, históricamente, el CO2 no ha respondido directamente a la temperatura.
Muchos académicos, políticos y activistas consideran que existe un negacionismo acientífico del cambio climático, ¿qué opina?
No es así, hay miles de científicos que sostienen esto. El Dr. William Mason Gray, que era la máxima autoridad en huracanes de EE. UU. perdió su cátedra precisamente por decir que los huracanes no se habían incrementado ni siquiera en un 1%. Hay muchos que no pueden hablar porque tienen miedo de perder su trabajo o su cátedra en la facultad. Hasta la propia Fiscal General de EE. UU. llegó a decir que a los negacionistas los iba a poner presos.
No existe el cambio climático. Lo que existe es variabilidad climática. Tanto la NOA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU.) como la NASA han manipulado los valores de temperatura. Le buscan la forma para que parezca que la temperatura está subiendo. Eran institutos serios que ya cayeron en la política. Está el famoso “climagate”, la famosa comunicación entre la Universidad de East Anglia en la que científicos de la NASA decían que había que manipular los datos para que dieran.
Hay un hecho que rompe los ojos y es que un estudio hecho por el Departamento de Energía de EE. UU. muestra que el 99,7% de los gases de efecto invernadero son producidos naturalmente. Solamente el 0,3% es producido por el hombre y el CO2 tiene el 0,17% producido por el hombre, o sea que es nada. En vez de encaminarnos hacia un calentamiento global lo más probable es que nos encaminemos a un enfriamiento global.
El calentamiento global le sirve a la extrema derecha y a la extrema izquierda. Se sabe que los combustibles fósiles se van a acabar algún día y hay que buscar una opción que no sea tan traumática, pero yo no me imagino un avión Jumbo volando con paneles solares sobre las alas. Además, si hubiera un millón de autos eléctricos en Uruguay, la UTE se funde.
¿En Uruguay existe un debate sobre el fondo de estos temas?
No, no existe. Ni siquiera existe un buen servicio meteorológico que lamentablemente, día a día, lo están destruyendo. Esta última administración ha hecho lo posible. No tienen termómetros para medir máximas y mínimas, se está recurriendo a estaciones automáticas que son de diferente marca con individuos que vienen de afuera a mantenerla y repararla. Lo más importante que tiene el país son los observadores meteorológicos y los están echando.
¿A qué adjudica esto?
A una mala administración. Por ejemplo se cerró la Escuela de Meteorología que era el único centro a nivel nacional de formación de meteorólogos. Existe una facultad que saca tres licenciados cada cinco años y no van a trabajar a meteorología.
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