Con una vasta trayectoria en la actividad pública y destacada experiencia en organismos internacionales, el Cr. José María Puppo analizó la realidad actual del país en materia económica. En conversación con La Mañana, el especialista lamentó que en Uruguay persistan los mismos problemas desde hace décadas y llamó a crear espacios técnicos y apolíticos donde se puedan generar soluciones efectivas y de largo plazo. Por otra parte, señaló que el país es “demasiado caro”, por lo que se requieren cambios tanto macro como microeconómicos.
Entre 1960 y 1967 funcionó la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), un organismo público interministerial de Uruguay del que usted formó parte junto con el Cr. Enrique Iglesias y otras destacadas figuras del ámbito político y económico. ¿Cómo recuerda esa experiencia?
En el plano laboral, la recuerdo como la experiencia más importante que he tenido, aunque por supuesto que en el momento no lo percibía. Iglesias logró nuclear lo mejor de los técnicos de la región en materia económica y social, en especial de Argentina y en menor medida de Chile. A eso hay que agregarle la participación de algunos ministros y técnicos del país de gran nivel como Pivel Devoto, Wilson Ferreira, Faroppa, Wonsever, entre otros. Fue un privilegio trabajar con todos ellos.
A la distancia, el trabajo de la CIDE resultó trascendente en materia de políticas públicas, siendo además el inicio de lo que podríamos llamar las estadísticas económicas. Se formulaban por primera vez las Cuentas Nacionales, materia prima fundamental hasta el presente. Fue como realizar un posgrado constante. Lo esencial fue la inclusión de diferentes ideas técnicas y políticas en función de su valor. Cada técnico imprimía su saber dando como consecuencia un trabajo colectivo que fue aceptado en primera instancia por el gobierno y también por gran parte del sector público y privado. Creo que no nos dábamos cuenta de lo que estábamos haciendo. Hasta había una sensación de fracaso por la lentitud con la que fueron posteriormente concretadas las propuestas planteadas.
¿Cuál fue el resultado de ese trabajo colectivo? ¿Cuáles fueron las propuestas planteadas y cómo llegaron a concretarse?
La CIDE realizó una tarea de diagnóstico y una tarea de propuestas que llamamos Plan de Desarrollo. Las propuestas fueron muchas. Por ejemplo, la creación del Banco Central concretada años después y propuestas específicas en cada sector, como la clasificación de aptitudes de producción del suelo que en ese momento fue clave en la política forestal que continúa en la actualidad. En materia de transporte, la navegación del río Uruguay, donde se incluía la esclusa de Salto Grande todavía no concretada; recomendaciones sobre puerto, ferrocarril y demás. Pero quizás lo más importante fue la manera en la que se hizo el trabajo, con la inclusión de técnicos de todos los partidos trabajaran donde trabajaran. Y eso con una muy pequeña ampliación del sector público ya que la mayoría provenía de la universidad o trabajaban en comisión de otras dependencias públicas.
Una vez que culminó la CIDE, usted pasó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y luego a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). ¿Qué nos puede contar al respecto? ¿Qué aprendizajes se llevó de ambos organismos?
En ese tiempo, principios de los 70, los organismos internacionales regionales poseían técnicos con mayor experiencia que los de los sectores públicos nacionales. Además, nos ofrecían la posibilidad de comparar con lo que pasaba en los otros países de la región. Me tocaron experiencias complicadas como la muerte de Allende en Chile y el largo período de Pinochet y luego experiencias similares en Argentina. En este último caso, pude colaborar desde la oficina de la Cepal en Buenos Aires con los equipos económicos del presidente Alfonsín con técnicos de la talla del ministro Sourrouille, Machiñena, Brodersohn. Allí aprendí lo importante que es que el ministro de Economía no sea amigo del presidente. Claro que era difícil no ser amigo del presidente Alfonsín. En todo caso, pude vivir la hiperinflación y la confección del Plan Austral.
En una entrevista con La Mañana en 2020, usted contó que previo a la crisis del 82 –que debió enfrentarla como presidente del BCU– “se juntaron varias circunstancias adversas, en primer lugar, una política fiscal que transcurría desacoplada a la política cambiaria”. Eso es algo parecido a lo que expresa el economista Javier de Haedo sobre la actualidad, que habla de que las políticas no son consistentes. ¿Coincide con esto, teniendo en cuenta su experiencia?
Son tiempos y situaciones muy diferentes. En el 82 se trataba de un gobierno políticamente debilitado por circunstancias muy adversas a las que se agregó la guerra de las Malvinas y una política cambiaria rígida como era la de la tablita. Por eso la única similitud podría ser la de utilizar políticas no consistentes entre sí, en eso puede haber una semejanza.
¿Qué opinión le merece la política monetaria llevada adelante por el BCU?
Soy muy respetuoso de la tarea de los gobernantes en materia económica y uno debe tener cuidado en opinar desde afuera. En términos conceptuales me parece estar de acuerdo con la política monetaria aplicada por el BCU, pero uno de los problemas habituales es sobrevalorar el instrumento sin pensar en que es solo eso: un instrumento. Una buena política, pero aplicada en un momento no totalmente adecuado, pasa a ser un inconveniente.
¿La reducción del gasto que realizó este gobierno fue en el camino correcto?
El tamaño de la economía del país no soporta la magnitud del actual sector público. No se trata de reducir el gasto porque sí. Quizás hasta se deberían abordar nuevos temas. El problema es que se agregan tareas sin eliminar ninguna otra. Ya hay cosas que serán prácticamente imposibles de disminuir. Es difícil explicar por qué un país tan chico tiene 19 departamentos. Ahora se han agregado municipios. No es que esté mal, pero se suma una nueva burocracia, con nuevos costos, sin haber disminuido el tamaño de las intendencias. ¿Es lógico que el Estado produzca Pórtland y alcohol? Pero, yendo más concretamente a su pregunta, la formulación del presupuesto se hace agregando tareas año tras año sin eliminar ninguna. Ya que usted recordaba a la CIDE, en un momento exploramos un método que se llamaba “presupuesto base cero”. Era empezar presupuestando qué se debería hacer en lugar de repetir lo que se hizo. La conclusión fue que varias dependencias estatales sobraban. En la actualidad me da emoción ver a Conrado Ramos (director de la Oficina Nacional del Servicio Civil) luchar y luchar por reformas en el Estado que tardan en concretarse.
¿Hacia dónde debería ir una reforma del Estado? ¿Cree que es viable dadas las circunstancias actuales?
Existe coincidencia sobre la baja productividad del país. Somos un país caro, demasiado caro. Las causas son variadas e implican cambios macroeconómicos y microeconómicos, pero la baja productividad del sector público es una de las más evidentes. A través del tiempo, se fueron agregando permanentemente nuevas responsabilidades. Mi padre me contaba que Ancap empezó a producir alcohol por razones sanitarias, para cuidar de la salud de la población por la baja calidad de la caña brasilera. No sé qué grado de veracidad tiene esa información, pero me suena válida. Hace poco nos enteramos de que también se producían perfumes. Además, no hay carreras públicas que estimulen el esfuerzo del funcionario público. Los mismos trabajos se remuneran distinto según las dependencias. Como expresara recién, el problema no es qué habría que modificar, sino tener la voluntad política de hacerlo sabiendo que, fatalmente, habrá perjudicados.
¿Qué se puede esperar en cuanto al déficit fiscal considerando que estamos cerca del año electoral?
Ojalá no suceda, pero toda la historia nos dice que es más que probable (que aumente).
¿Cómo ha visto el manejo económico del gobierno hasta el momento?
Es muy difícil evaluar un gobierno que aún no ha terminado. Creo que se necesita distancia para eso. No obstante, yo me siento conforme. Por supuesto, podría haberse hecho más, pero también es cierto que se ha encontrado con complicaciones impensables como la pandemia del covid-19 y la sequía, entre otras cosas. Creo que la política responde al clima general de la ciudadanía. No estamos mal, más bien nos sentimos en un grado de confort con el 2% de crecimiento per cápita anual. Si hacemos una comparación con el fútbol, estamos jugando en la divisional B y estamos a mitad de tabla. No vamos a descender. Podríamos estar en la A, pero eso exige esfuerzos que no culminan en un corto plazo. Creo que ha llegado el momento de despolitizar cuatro o cinco temas esenciales: reforma del Estado, política comercial, seguridad y educación. Para no aumentar la burocracia pienso que el ejemplo del GACH (Grupo Asesor Científico Honorario) que funcionó durante la pandemia podría repetirse. Y tenemos en todas las áreas técnicos que podrían realizar esa labor.
¿Hay condiciones de crear diversos ámbitos como el GACH para solucionar esos problemas que plantea? ¿Es la única forma de lograr avances reales?
Me refería a la experiencia del GACH porque me parece exitosa. Un grupo honorario, respetado y apolítico. Puede ser que no sea el modelo para aplicar en todos los casos, pero lo que no puede ser es que por décadas tengamos los mismos problemas. Somos un país cuya población no crece y tenemos un déficit habitacional que no podemos reducir. Hace mucho tiempo que organismos internacionales nos observan por la situación carcelaria y somos incapaces de reducir por lo menos la crisis. Tendríamos que abordar esos temas tratando de no aumentar el costo institucional. Tenemos problemas que abarcan a varios períodos de gobierno, que son difíciles, que no se terminaron de resolver porque nos acostumbramos o nos resignamos a veces con el pretexto de que los vecinos están peor.
Con respecto al problema de la sequía que estamos enfrentando, que lo mencionaba como una “complicación impensable” al igual que la pandemia, ¿cree que se pudo haber evitado la situación actual? ¿Se está haciendo lo correcto para paliar sus efectos?
No tengo los conocimientos para contestar esa pregunta. Quizás sea una excepción y no se pudo predecir su magnitud. Recuerdo al gerente general de OSE en la época de la CIDE, se llamaba Dalmases y siempre expresaba que trabajaba en la mejor oficina de América Latina sobre agua y saneamiento. Sí espero que cuando vengan las lluvias no sigamos discutiendo sobre los proyectos Neptuno o Paso Severino.
Y la reforma educativa que está implementando la actual administración, ¿qué opinión le merece?
No tengo la capacidad ni la información para evaluarlo. Intuyo que podría ser más profunda y que de alguna forma hemos desperdiciado el esfuerzo de Eduy21.
¿La reforma de la seguridad social fue la adecuada?
Conozco a Rodolfo Saldain (presidente de la Comisión de Expertos en Seguridad Social) desde hace tiempo y creo que fue la persona más adecuada para redactar la propuesta. Por supuesto, ya existían temas discutibles como por ejemplo la participación de las AFAP (Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional) o de las cajas como la Militar, Bancaria, Notarial, entre otras. O sea, no se empieza de cero, sino que se trata de adecuar lo que hay. Me parece que fue, al final, la mejor reforma posible. Pero el país deberá hacer periódicamente reformas de la seguridad social en función de los cambios demográficos, económicos y sociales.
En una entrevista reciente en el programa radial En Perspectiva, usted cuestionó las estadísticas de pobreza sobre los adultos mayores. ¿Cuál es la razón?
No cuestioné las estadísticas, que dan poco más del 2% de pobreza en los adultos mayores, sino las conclusiones de ese índice. Volviendo al CIDE, debió ser en el año 1967 cuando hicimos una encuesta presencial para saber a qué gasto iban a dedicar una suma adicional que en ese momento se estaba dando a los jubilados. Se cobraba haciendo colas en el edificio de la calle Mercedes y allí hicimos la encuesta. Casi todos los jubilados cobraban acompañados de un joven a su lado a quien el cajero finalmente le pagaba la jubilación. La encuesta dio que la mayoría iba a destinar la jubilación al pago de deudas, compras de remedios, pago de servicios a las personas que los acompañaban o urgencias familiares. Se trata de un sector vulnerable con más gastos que los de otras edades. El índice se mide por los ingresos. Las jubilaciones y las pensiones, si bien son bajas, los sacan de la pobreza, pero ¿alguien supone que el mayor jubilado dispone de sus ingresos? Normalmente es repartido, obsequiado o robado en su entorno. El tema del sobreendeudamiento que Cabildo Abierto ahora está planteando está inserto en este contexto. El entorno endeuda al mayor que no tiene posibilidades de defensa. Entramos en un tema crucial: el derecho de los mayores y que no está debidamente analizado.
Un trabajo al servicio de los adultos mayores
Hace alrededor de 14 años, el Cr. Enrique Iglesias creó una fundación con un grupo de amigos: la Fundación Astur. Dentro de sus objetivos estaban el mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, en especial, de escasos recursos. Bajo el liderazgo de Iglesias, la labor de Puppo es gerenciar Astur, cosa que le permite sentirse “de utilidad”, confesó en diálogo con La Mañana.
En ese ámbito comenzaron trabajando en capacitación y valorización de los cuidadores al servicio de los mayores con problemas de salud. Tiempo después empezaron a ocuparse de aquellos que llegaban a la vejez en buena situación física y mental a través de lo que se denominan tareas de envejecimiento activo. Ese trabajo se realizaba en los lugares donde habitaban las personas mayores, hogares de ancianos, complejos habitacionales del Banco de Previsión Social (BPS), residenciales y demás.
Luego, percibieron que la mayoría de los adultos mayores estaban invisibilizados en las ciudades. En muchos casos, en la más absoluta soledad. Fue así que con el BID hicieron un proyecto piloto llamado CREA (Centros de Referencia para el Envejecimiento Activo) que consiste en establecer espacios físicos adecuados para que el mayor concurra a hacer actividades programadas y reguladas. De acuerdo al entrevistado, a pesar de la pandemia el programa fue un éxito, y recientemente fue replicado a través de un acuerdo con el BPS en uno de sus complejos habitacionales ubicado en el barrio Reducto. “Nos está yendo muy bien, pero la fundación es pequeña y no es tan fácil multiplicar los CREA”, reflexionó.
TE PUEDE INTERESAR: