Desde chico sabía que su vocación estaba vinculada a la comunicación. Nunca soñó con ser futbolista, pero jugando con soldaditos y cartas imaginaba recreando partidos, hinchadas y traspasos estrella. Se forjó en los medios como productor y referente del periodismo deportivo, promovió la creación de Tenfield y presidió el Comité Central Israelita. En entrevista con La Mañana, Sergio Gorzy conversó sobre ‘la celeste’, la realidad del fútbol uruguayo y su visión de la política nacional.
Durante tu infancia pasaste muchas horas y vivencias en un hotel céntrico de Montevideo. ¿De qué se trata?
Yo vivía en Médanos y Maldonado, en la otra esquina de la empresa fúnebre Rogelio Martinelli, que es el lugar donde lamentablemente los grandes de la historia del Uruguay terminaban pasando. Recuerdo por ejemplo cuando falleció el presidente Gestido.
El Hotel California, ubicado en San José y Yí, era de mis padres, aunque en realidad mi abuelo lo había hecho con unos socios. En la década del 60 y principios de los 70 venía el Club del Clan con Palito Ortega a la cabeza, los Titanes en el Ring con Martín Karadagian… Me acuerdo que mis compañeros de clase me pedían que les averiguara la identidad secreta del Caballero Rojo o de La Momia y yo iba feliz a espiar una tabla de madera con las habitaciones, pero lo gracioso es que en lugar de decir los nombres reales estaban los de fantasía en el registro, no conseguí nada.
También pasaban algunos personajes del fútbol, como Enzo Ardigó, que fue un periodista y comentarista argentino muy importante, contratado por una radio de Uruguay. Mi padre le contó que yo quería ser periodista, me lo presentó y Ardigó, un poco por cortesía, me miró y dijo: ‘me parece que vas a ser un gran periodista’. Y yo me lo creí. Para mí fue todo un acontecimiento.
En tus comienzos como periodista llegaste a escribir sobre turismo, inclusive en La Mañana.
Sí, señor. Franklin Morales estaba en la página de deportes y un día yo fui a pedirle trabajo como periodista deportivo en La Mañana. En ese momento no necesitaban gente y él, sabiendo que mi familia tenía agencia de viajes, me sugirió que escribiera algo vinculado. Fui el encargado de la página de turismo durante unos años y hasta escribía editoriales. ¡No me acordaba de eso! Después hice lo mismo en el diario El País.
Sin embargo, tu trayectoria está marcada por el deporte y por el fútbol en particular. ¿Qué fue antes, la comunicación o el fútbol?
Lo primero fue el fútbol, pero lo que me acuerdo de chico es que me inventaba partidos con soldaditos que transformaba en jugadores. Hacía partidos ficticios, imaginarios y los relataba. También usaba cartas y con mis primos organizamos unos juegos muy completos que perfectamente eran un anticipo del Playstation. Mi sueño no era relatar, pero sí tenía que ver con la comunicación. Nunca me imaginé siendo jugador.
Comenzaste tu trabajo en el periodismo en un momento en que el fútbol uruguayo todavía lograba importantes títulos internacionales y simultáneamente se iba dando un cambio en el mundo hacia el fútbol como gran negocio. ¿Cómo analizás ese tiempo y esa transición?
Arranqué en el periodismo deportivo muy joven en el año 74 y ya en el 81 seguí de largo. La década del 70 en fútbol no fue buena, salvo algunos triunfos juveniles, pero en la del 80 fue muy buena, con cuatro Libertadores, tres títulos mundiales de clubes, dos copas América, se ganó la Copa de Oro… En esa época los medios de comunicación todavía eran parecidos a lo que eran antes, los diarios seguían siendo importantes. Me acuerdo cuando Últimas Noticias logró el pase de Atilio Garrido desde El Diario de la noche, donde él había empezado el primer suplemento diario. Luego fue cambiando el formato.
El tema del cambio en el modelo de negocios fue con los derechos de televisión, que comienzan a tener cierta importancia en los finales de los 80 y los principios de los 90. Nace en Argentina Torneos y Competencias y yo me vinculo a ellos comprándoles el fútbol argentino, que lo pasábamos en canal 5.
Percibiste el cambio en ese momento…
Totalmente. Fui a Buenos Aires y le dije a Carlos Ávila que era dueño de TyC y al gerente general que era Cherquis Bialo, que sigue siendo mi amigo y que nació en Uruguay pero con una gran trayectoria allá, para que compren el fútbol uruguayo. Ávila era paraguayo y al principio me dijeron que no compraban de otros países. Pero había un paraguayo y un uruguayo en Argentina, ¡era todo lo mismo! Conseguí que se hiciera una reunión y se me ocurrió que la persona indicada para juntar voluntades y votos era Paco Casal. Ya sabían quién era, porque tenía muchos jugadores importantes. Y a mí tampoco es que me pusieron por amistad, yo en ese momento ya estaba entre los periodistas elegibles, trabajaba en el Polideportivo, tenía un programa que se llamaba Fútbol de Primera.
Estuviste en los orígenes de Tenfield, ¿es así?
Sí, al principio había una sociedad del Grupo Clarín con tres socios. Cinco años después de la experiencia en Uruguay, que fue conflictiva con los canales privados, Paco Casal logra negociar con los canales y nace Tenfield. Pero esos cinco años fueron la previa.
¿Qué balance hacés sobre la empresa en estos más de veinte años para el fútbol uruguayo?
No había más remedio, alguien tenía que hacerlo. El hecho de que haya exfutbolistas, aunque sea un negocio, hace que tenga algo de hinchas también. El fútbol en el mundo entero se maneja así. Acá Tenfield fue el primero, lo que pasa es que acá se confunde pagar con que sea suficiente. Nadie te paga por las cuatro estrellas en la camiseta o por las Libertadores que ganaron Peñarol y Nacional, ni aunque la ganaran hoy. Te pagan por cuántos hinchas tenés, cuántos abonados vamos a poder cobrar y cuántos consumidores hay para los sponsors de refresco o el producto que sea. Hasta que no salgamos de 3 millones y medio de habitantes, estamos en un problema.
¿Qué perspectiva ves entonces para el fútbol uruguayo?
Yo siempre creí que el fútbol uruguayo debería tener más interacción con el fútbol argentino. De hecho, con Torneos y Competencias se manejó en algún momento, y antes Fox Sports sacó en una revista la idea, que tiene décadas, de que Peñarol y Nacional jueguen el campeonato argentino. En el rugby pasa, en el hockey, en muchos deportes.
En Argentina la organización del fútbol es diferente, pero vayamos a Brasil. Somos el equivalente a un estado brasileño. Inter y Gremio en el campeonato gaúcho son Peñarol y Nacional. Para mí se debió hacer hace tiempo, primero porque mejoraría la competencia. Es una pavada eso de que no van a ganar nunca más, ¿cuántos campeonatos españoles gana Valencia o Sevilla? Es mucho más divertido para Peñarol y Nacional jugar todos los fines de semana con San Lorenzo o con River, etc. Cada tanto ganarán. Y sería un gran negocio.
¿Cuál es tu análisis sobre la llegada de las sociedades anónimas deportivas a Uruguay?
Tengo dudas, de a ratos me gusta y de a ratos me da preocupación. Creo que funciona muy bien para equipos sin hinchada. Montevideo City Torque puede tener un gerenciamiento porque puede ganar un torneo un año e irse a la B en el siguiente. Ha pasado con Plaza Colonia. Y nadie reclama. Es cierto que ese tipo de instituciones ya no son viables sin las SAD, hay un montón. Pero los grandes de Argentina o Uruguay también han tenido problemas económicos graves, aunque tienen que responderle a la gente y ganar clásicos y campeonatos. Capaz que se tiene que hacer algo mixto, porque la plata se necesita.
¿El ciclo de Tabárez se había terminado? Algunos sugieren que influyó la política partidaria en la decisión de sacarlo de la dirección técnica de la selección, otros que los últimos resultados negativos eran contundentes.
El último contrato se le firmó en 2018 con Pedro Bordaberry, es decir, alguien más afín a este gobierno y no al anterior. Yo pensé que Tabárez se iba después de 2014. Si analizo el ciclo 2015 a 2018, con las dos Copas Américas fueron horribles. La eliminatoria mejor y después con el mundial y ganándole al Portugal de Cristiano Ronaldo, no se le podía sacar. Parecía que tampoco se quería ir. Además, si lo sacabas cualquier cosa que hagas va a ser menos que eso, era una responsabilidad que ningún dirigente quería tomar.
Pero llega la pandemia y el 2021 es un año espantoso. No había buenos rendimientos ni de Suárez, ni de Cavani ni de Godín, así era muy difícil. Y Tabárez no logró encontrarle la vuelta. No me parece lo más justo que se vaya por perder con Argentina y Brasil, pero sí que se entienda que la imagen que se dejó, la forma de jugar, de levantar a Messi cuando se cae, de pedirle la camiseta, no, no… Yo esas cosas no.
¿No quedó antigua esa apelación a la garra entonces?
Los únicos que creemos que cambió somos los uruguayos. En el mundo nos siguen viendo igual. Vieron en el 2010 y 2011 al Ruso Pérez con la cabeza vendada, en 2014 peleándose con el médico para no salir… el mundo vio garra, no un festival de fútbol. Hay otra cosa además de la garra que es la picardía, lo que pasó en el año 87 cuando Pintos Saldaña, Trasante y Domínguez lo miraban a Maradona y no le pedían un autógrafo, lo trataban mal. ¿Maradona se asustó? No, pero se desconcentró. Concentrado nos hacía siete goles, pero ese día ganamos 1 a 0. Fijate esta Argentina de Scaloni, que me encanta. Para mí Scaloni nació en Tacuarembó (risas). Logró hasta que Messi le dijera ‘bailá ahora’ al colombiano Mina. Eso es desenfocar al otro.
Lo cierto es que eso existe, y Uruguay estaba en una etapa, que tampoco era culpa de Tabárez, pero ya no se fijaba en eso y a los jugadores por sí mismos no les nacía. Ahora con Diego Alonso da la sensación de que esa actitud cambió para bien. Acá la gente, las familias, llenaron el estadio contra Venezuela el otro día porque habíamos ganado en Paraguay, si no había que hacer 3×1. El camino no es la recompensa, la única recompensa es la copa. Hasta que no cambien las reglas, es así.
La FIFA tiene una fuerte política de fair play y ha incorporado más tecnología como el VAR para buscar la máxima justicia. ¿Qué reflexión te merece?
Yo no discuto las buenas intenciones, creo que el VAR llegó para quedarse, pero no para solucionar absolutamente nada. De hecho, los problemas son escandalosos. Los árbitros ven una mano y discuten como si fuese La Hora de los Deportes y se lo pasan al juez. Lo único que cambió es el ojo de halcón, si entró o no entró la pelota. El VAR agrega presupuesto, gastos, reparto de cargos, pero no da garantías y en algunos casos hasta se pueden manipular resultados. No me parece que sirva y está matando al fútbol. Hasta los relatos se ensucian porque hay que esperar.
El problema de la violencia en el fútbol y las barras bravas. ¿Tiene solución en nuestro país? ¿De quién es la responsabilidad principal?
El fútbol está secuestrado por grupos que apuntan a otra cosa, desde el narcotráfico y otros negociados. Una copia de lo que pasa en Argentina, donde está mucho más profesionalizado. Es un tema del Estado que tiene que combatirlo, no es el fútbol, que no lo puede hacer. Por ejemplo, si vos cada vez que salís de la redacción del semanario te encontrás con alguien que no te deja salir hasta tu auto y la policía no te ayuda, porque no hay pruebas o no es suficiente, lo que vas a hacer seguramente cada vez que salgas es coimearlo para que te deje pasar. Ahí se instala el problema. Hay como un mensaje; si me porto mal consigo trabajo en el club, para calmarme. Como el Estado no lo castiga, en el club los ponen a acomodar los autos o incluso de seguridad. El 99% se porta bien sin necesidad de que los cuiden. El otro 1%, los que no tienen laburo tienen incentivo en portarse mal.
Hay gente que se ensaña con los dirigentes. Hace cuarenta años el fútbol uruguayo era más aburrido en la tribuna, no se cantaba y venían hinchas rivales y nos hacían de todo, o al viajar a La Plata o en Avellaneda. Entonces los dirigentes decidían contratar a dos o tres boxeadores para que ayuden en el túnel. Pero eso no fue lo que está pasando ahora, es otra cosa.
En política te definís como batllista, ¿por qué?
Tengo una profunda admiración en general por los Batlle. Me fascina la historia de Lorenzo Batlle, de José Batlle y Ordóñez, Luis Batlle Berres y Jorge Batlle, aunque como siempre se dijo, Jorge era más Ibañez que Batlle, porque fue un batllismo un poco diferente, pero igual le tengo un respeto intelectual total. Creo que Batlle y Ordóñez inventó este país, Batlle Berres también fue importante. La mentalidad batllista es importante, aunque quizás se ha quedado sin líderes. Me considero batllista, también colorado, pero no participo de la grieta que hay. También veo que al batllismo nadie le cuestiona nada, si decís que sos batllista nadie se enoja.
Fuiste presidente del Comité Central Israelita, ¿cómo fue esa etapa y cuánto está integrada la comunidad judía en Uruguay?
Fui presidente dos años, uno me tocó con Mujica y otro con Tabaré Vázquez. La comunidad está integrada, aunque me tocó un momento muy duro, con el asesinato de un comerciante judío en Paysandú por una persona que estudiaba todo lo del Estado Islámico. En cualquier país del mundo hubiera configurado terrorismo, solo en Uruguay se lo dejó pasar. Incluso sigue la discusión de si era una persona mal de la cabeza, como si alguien que mata pudiera estar bien de la cabeza.
Hace más de cien años que estamos acá. Como dije una vez en un acto, la comunidad judía de mis abuelos y mis padres cada vez que podía agradecía a Uruguay que abrió las puertas, en este país donde, cosa interesante, no hay religión oficial y se puede ir a la iglesia, a la sinagoga, sin problemas. Pero creo que después de cien años no hay que agradecer más nada, no por mal, sino al revés. Como si los hijos o nietos de la nueva oleada de inmigrantes cubanos y venezolanos tuvieran que agradecer en el futuro. Ya son uno más de acá. Ahora lo importante es qué podemos hacer por el país.
¿La solución para Israel y Palestina son los dos Estados?
A la larga sí, no queda otra. El tema es que no se ponen de acuerdo por un pedacito y es un lío bárbaro. Tiene que haber dos Estados, pero se debería poder vivir de cualquier lado y del lado palestino no pueden vivir judíos. Es un dato de la realidad. Del otro lado, en Israel, de diez millones de habitantes hay dos millones que son árabes. El capitán de la selección de fútbol de Israel es musulmán, un miembro de la Corte Suprema de origen árabe, también una Miss Israel, senadores, diputados, ministros.
¿Cómo ves la polémica de estos días sobre el allanamiento a un medio de prensa y sobre la ética periodística?
Es muy complejo. El tema es que si hay una ley, hay una ley. Yo creo que los periodistas están para informar y tienen que tener todo lo que tengan a disposición, pero sin quebrantar la ley. Aparentemente en este caso tan sonado hay una ley que prohíbe difundir esos audios. Después están las distintas bibliotecas, si se identifican las personas, si sirve o no para entender lo que pasó sobre algo que puede llevar a gente presa. Tampoco conozco a fondo los detalles.
Lo que es seguro es que el periodismo no puede ser allanado. No se le puede pedir las fuentes, sobre todo cuando ya te dio lo principal, porque es obvio quién se lo dio y no cambia en nada. Para mí fue un acto intimidatorio gratuito y me imagino que ilegal. Insólito, no recuerdo un caso igual. Y muy peligroso, porque ahora están los que no les gusta este periodista por su línea editorial, pero que allanen a un periodista es muy complicado.
“Hay que reciclarse todo el tiempo”
Con humor muchos colegas periodistas suelen referirse a los múltiples ‘kioscos’ de Gorzy en los medios de comunicación uruguayos. Es que desde joven Sergio desarrolló varios emprendimientos como productor o coproductor, tanto en radio como en televisión, algunos con varias décadas al aire como “La hora de los deportes”, “Usted qué opina” en la Sport 890 o “Buscadores”. Actualmente también realiza conducción en el El Diario del Fútbol y Telenoche 4. “Hay que reciclarse todo el tiempo. Yo tenía máquinas de escribir Olivetti, ahora estoy vinculado a una empresa de podcasts”, cuenta sobre el proyecto FutVox que lo contrató de cara al mundial de Estados Unidos, Canadá y México de 2026.
Otra de sus facetas tiene que ver con su hobby como coleccionista. “Tengo Mundo Uruguayo desde el año 1920 hasta el 70, la revista Cine Radio Actualidad de 1935 al 69, El Gráfico del principio hasta los 90, pero también las de humor gráfico de Peloduro, Selecciones del Reader’s Digest, etc. También muchos libros. Me gusta la historia, aunque no soy especialista”, señala.
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