El alto costo de vida en Uruguay se ha vuelto una preocupación para los argentinos que emigraron al país en los últimos años. Aunque la mayor parte de los residentes suelen tener alto poder adquisitivo, existen familias que llegan dejando atrás su vida estable para empezar de cero.
En diciembre de 2020, una mujer con su esposo y tres hijos –dos adolescentes y un niño– partieron de Tigre, Argentina, para llegar a Punta del Este en busca de una mejor calidad de vida y, fundamentalmente, libertad. Lo cierto era que en su país de origen el manejo de la emergencia sanitaria los llevó a sentirse presos en su propia casa.
Una de las alternativas para salir de su territorio era Uruguay. La madre de ella era uruguaya y además tenía familia en este país. El matrimonio averiguó y supo que aquí los colegios estaban funcionando, por lo que hicieron el esfuerzo de salir de su zona de confort para demostrarles a sus hijos que había otras formas de vida.
Punta del Este es una ciudad que acostumbra a ser anfitriona de visitantes que llegan de todas partes del mundo, especialmente de argentinos, quienes en los últimos dos años encabezaron las cifras de pedidos de residencias.
Durante en 2022 fueron unas 17.400 personas las que iniciaron el trámite para residir en Uruguay; de esta cifra, 7.200 corresponden a argentinos, quienes mayormente eligen Montevideo, Ciudad de la Costa y Maldonado. Desde el 2020 fue muy notorio el incremento de solicitudes de residencia de personas del vecino país respecto a años anteriores.
Una de estas personas fue Alicia, quien está transcurriendo su tercer año viviendo en Punta del Este. “Hicimos un esfuerzo importante, pusimos en alquiler nuestra casa y con esa plata logramos cruzar para tener acá una casita muchísimo más precaria y que la fuimos equipando con lo que podíamos”, relató a La Mañana.
En Argentina, la familia vivía en un barrio cerrado en el que, durante los nueve meses que estuvieron en pandemia allí, los guardias del lugar no les permitían salir sin autorización. “En el municipio del Tigre nos ponían multa a todo el barrio si una personal salía de su casa sin estar autorizada, y esto ponía a los vecinos unos contra otros”, explicó Alicia.
Comentó que cuando salían sonaban alarmas, los perseguían la seguridad y los conminaban a entrar. “Hacía seis meses que estábamos encerrados y solo se podía dar una vuelta si se paseaba un perro, pero no teníamos. Los presos podían salir porque dentro de la cárcel se podían contagiar, sin embargo, nosotros no. Vivíamos en un estado de indignación”.
Estas fueron otras de las razones por las que la familia prefirió llegar a Uruguay con una mano atrás y otra adelante. “En diciembre de 2020 entregamos nuestra casa y partimos hacia Maldonado. Fue más que una mudanza; fue empezar a respirar y ser libres”, comentó la entrevistada.
“No todo lo que brilla es oro”
La familia llegó a la primera casa en la que se alojó y en cuestión de meses se mudaron en cinco oportunidades, ya que la temporada los obligaba a dejar los sitios libres por alquileres a turistas. “Fue una aventura que mis hijos acompañaron con mucha garra, pensando que todo sería para mejor”, dijo Alicia.
La entrevistada aseguró que la atención en Uruguay es ejemplar. “Para todos los trámites que teníamos que hacer nos trataron muy bien, nos ayudaron. Desde el consulado de allá hasta acá nos hicieron sentir bienvenidos y queridos. Nosotros no estamos acostumbrados al buen trato”, señaló.
En cuanto a las personas, indicó que el balneario esteño hay numerosas personas que están de paso, y que eso genera que lo locatarios tengan resistencia a abrirse, ya que, según Alicia, no quieren que sus hijos se amiguen con alguien que de un momento a otro se puede ir.
Sin embargo, la Iglesia los ha ayudado, “porque nos congrega y se tornó un lugar de encuentro con lo nuestro”.
Por ahora, para la familia, la balanza sigue inclinándose para quedarse en Uruguay, ya que Argentina los desalienta. “Hay una degradación social y mucha corrupción política. Hay un montón de cosas buenas, colegios, universidades, los afectos, pero se aumentan los precios y no se avisa, suben de a cuatro veces más, y sentís que te roban a cada rato”, explicó.
Los principales problemas
Los hijos de Alicia pasaron por cinco colegios y para ella hay un común denominador que es el económico. “Esa es una gran diferencia con Argentina. Acá si no pagás la cuota no sos nadie, no se contemplan contextos o circunstancias particulares”, apuntó.
Sin embargo, entiende que hay muy poca inflación, lo que les permite proyectarse mes a mes. “Si bien hay que rebuscarse, si lo lográs un mes, lo vas a poder hacer el siguiente. Los impuestos no son baratos, pero no varían ni se crean nuevos constantemente”, expuso.
Por otro lado, recordó que al principio ir al supermercado “era como un museo para nosotros, no podíamos comprar nada”. Pero, de a poco, se puede encontrar la estabilidad económica en tanto encuentren personas que no se aprovechen de la necesidad.
“Me he sentido humillada. Venía de Argentina, de dirigir un espacio de chicos con desnutrición, y terminé trabajando en la limpieza de un local en el que me contrataron como encargada. Estaba en negro, cada vez me pedían más horas y terminé limpiando”, relató Alicia.
Su esposo, por otro lado, también tuvo problemas laborales a pesar de ser ingeniero industrial y MBA. “A él lo contrató una persona que no le pagaba el salario, y por un año solo recibió como pago algunos muebles para la casa”, indicó.
Un receptor de argentinos hace 25 años
Woodside School es un colegio ubicado en el barrio Cantegril de Punta del Este. La institución que este año cumple su 25 aniversario, es una de las elegidas por gran parte de los argentinos que residen en el departamento esteño. En relación a la gran llegada de personas del vecino país, Claudia Domínguez, directora del colegio, dijo a La Mañana que desde que se inauguró el centro, en 1998, tiene familias argentinas.
Señaló que hay momentos en los que, de acuerdoa la coyuntura del vecino país, más familias se vienen a vivir a Uruguay y que a veces luego vuelven a su país. Apuntó que es un proceso cíclico. “A partir de la pandemia, muchas familias decidieron pasar las cuarentenas en Punta del Este, algunas uruguayas y otras no. Decidieron quedarse a vivir porque vieron que es muy posible, debido a todo lo que ofrece la ciudad en materia de infraestructura y, por otro lado, si tienen que ir a Buenos Aires o Montevideo a trabajar, es muy accesible”, detalló la entrevistada.
Aseguró que han tenido un constante flujo de nuevas familias instalándose en Punta del Este, y que algo diferente de los últimos tiempos fue la cantidad de uruguayos que también lo hicieron.
“En cuanto a los argentinos notamos que, después de un tiempo, vuelven a su país, porque Uruguay es caro. Ellos ganan salarios argentinos y lo deben hacer rendir en nuestro país, lo que no es tan fácil como parece al principio. Si bien la ciudad ofrece todo y más, hay un tema de coyuntura”, agregó Domínguez.
Dijo que en Woodside han tenido muchos alumnos argentinos que ingresaron durante y después de la pandemia, y que se ha notado un crecimiento en la población de la ciudad en general, “se nota en la gastronomía, los servicios, entre otros. Generando que ya casi no haya diferencia entre el verano y el invierno –sacando los primeros 15 días de enero–“, relató la directora.
Las cifras actuales respecto a orígenes de los alumnos de la institución indican que el 75% de los estudiantes son uruguayos, hay un 20% de argentinos y luego de otras nacionalidades.
Integración cultural
“Siempre digo que, en Punta del Este, uruguayos y argentinos estamos totalmente integrados, las mínimas diferencias que tenemos nos enriquecen. Los argentinos tienen una idiosincrasia que nos levanta, son salidores, inquietos, tienen una energía que suma. Nosotros, por otro lado, somos más tranquilos, cautos y eso también suma. La conjunción de ambas da un buen resultado para la convivencia”, resumió la entrevistada.
Dentro del colegio se trabaja en gran medida con lo relativo a la cultura de nuestro país, tradiciones, naturaleza, cuidar el amor por la identidad uruguaya. Domínguez indicó que más allá de que se habla e integra lo rioplatense y latinoamericano, consideran que un niño que está creciendo en esta tierra “tiene que amarla, conocer sus tradiciones, su historia, su raíz y sentirse del lugar”.
En esa línea, la directora dijo que las personas uruguayas y argentinas son casi lo mismo, “pero nosotros tenemos nuestra música, pintura, literatura, historia, y hacemos mucho hincapié en fomentar que lo conozcan y amen a este lugar”. En cuanto al relacionamiento entre las familias de los chicos, aseguró que no hay nada que los divida y que realmente comparten todo.
Educar en valores
Woodside School es un colegio IB, miembro del International Schools Association, bilingüe, además de habilitado por ANEP. Trabaja en la formación en valores, lo que tiene que ver con la integración de la comunidad, y en proyectos que van de la mano de organizaciones como escuelas rurales, de contexto crítico, hogares de ancianos.
Se prioriza el valor de ser un ciudadano responsable dentro del colegio y, a su vez, “proyectarlo para que los chicos no tengan limites, que puedan emprender con sus ideas, trabajar en equipos, estudiar en nuestro país o en cualquier universidad del mundo”, aseguró Domínguez. Agregó que hay alumnos que estudian sus carreras enteras en otros países totalmente en inglés y son profesionales en distintas áreas. “Al mismo tiempo tenemos alumnos que se formaron en nuestro país que tienen sus propios emprendimientos aquí”.
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