Un informe del Instituto Cuesta Duarte arrojó que en 2023 había 100.000 “veinticincomilpesistas” más que en 2019. La Mañana conversó al respecto con la economista de la institución Alejandra Picco, quien profundizó sobre los factores que explican esos datos. Además, enfatizó que la recuperación económica pospandemia fue desigual y señaló qué medidas deberían tomarse a futuro para revertir esta realidad.
¿Cuáles son los principales factores macroeconómicos que han influido en la evolución de los salarios sumergidos en Uruguay desde 2019?
Desde nuestro punto de vista, la trayectoria de los salarios sumergidos desde 2019 –y en particular la comparación de la foto de la situación de 2023 con la de 2019– se explica fundamentalmente por el proceso de recuperación económica que se desarrolló en los años pospandemia. Es decir, el crecimiento pospandemia (que llevó a que al finalizar 2023 el producto fuera mayor al que había en 2019 y, por lo tanto, estamos en el contexto de una economía más rica y que produce mayores ingresos), no benefició ni llegó a todos los sectores, hogares y personas por igual.
Y como reflejo de esto, vemos que, aunque el poder de compra del salario promedio ya retornó al nivel que tenía en 2019, en 2023 hay un mayor porcentaje de asalariados que percibe remuneraciones que consideramos sumergidas respecto a la situación de 2019, que son ingresos laborales que se ubican por debajo de los 25.000 pesos líquidos al mes por una jornada de trabajo de 40 horas semanales.
¿Cómo ha afectado la pandemia de covid-19 al mercado laboral uruguayo y a los ingresos de los trabajadores? En este sentido, ¿qué diferencias clave observa entre la situación laboral y de ingresos en 2019 y 2023?
La pandemia afectó duramente al mercado de trabajo y en 2020 se perdieron casi 60.000 puestos de trabajo. Los más afectados fueron los trabajadores informales o no registrados a la seguridad social, ya que fueron los más impactados por la pérdida de empleo (la mayor parte de los empleos perdidos fueron en el sector informal). Pero, además, estos trabajadores, al no estar registrados en la seguridad social, no tuvieron ninguna protección ni ante el desempleo ni ante la caída de sus ingresos; y tampoco se vieron abarcados en general por las medidas de ampliación de la protección social que se adoptaron.
En los años siguientes, el número de ocupados volvió a los niveles prepandemia, pero obviamente los puestos de trabajo que se perdieron no son los mismos que se crearon posteriormente. El propio movimiento (perder un empleo y conseguir otro) tiene un costo –a nivel individual– en materia de ingresos para los trabajadores; pero, además, se dio en la economía una especie de reestructura en el mercado de trabajo, al menos en lo que atañe a algunas actividades o tareas que redujeron su peso en la actividad y otras que lo incrementaron, que representan cambios en el mercado laboral.
En materia de ingresos, los salarios y el resto de los ingresos laborales cayeron durante 2020 y siguieron cayendo en 2021 y 2022; y recién en la segunda parte de 2023 el salario real volvió a los niveles prepandemia. Esto repercutió en los ingresos de los hogares –donde los ingresos por el trabajo tienen un peso relevante– y, en estos años, los ingresos de los hogares se ubicaron por debajo de sus niveles de 2019 y el consumo se vio afectado.
¿Qué factores explican el incremento de casi 100.000 trabajadores con ingresos inferiores a $ 25.000 desde 2019?
En 2023 encontramos un mayor porcentaje tanto de ocupados como de trabajadores asalariados (en relación de dependencia) que perciben ingresos sumergidos en relación a 2019, dejando el umbral de ingresos sumergidos fijo o constante en términos reales. Utilizando las tasas de empleo y población del Instituto Nacional de Estadística (INE), esto arroja un incremento de unos casi 100.000 ocupados con ingresos laborales inferiores al umbral de los 25.000 pesos líquidos al mes por 40 horas de trabajo semanales. Por lo tanto, hay un mayor número de ocupados en esta situación y, además, estos representan un mayor porcentaje dentro del total de ocupados.
Desde nuestro punto de vista, esto se explica básicamente por dos razones: primero, por los bajos ingresos de los puestos de trabajo que se crearon en la pospandemia, que en definitiva hablan de la calidad de estos empleos y, en segundo lugar, por la trayectoria desigual de los ingresos laborales, tanto en el período de caída como en la recuperación, y en particular de los ingresos salariales. Esto significa que aun cuando en 2023 el salario real alcanzó el nivel medio que tenía en 2019, no todos los salarios lo hicieron, y los resultados en cuanto a salarios sumergidos sugieren que seguramente los niveles de ingresos más bajos han tenido una trayectoria de caída más fuerte y una recuperación más lenta que el promedio.
¿Por qué los jóvenes, las mujeres y los residentes en el interior del país son más vulnerables a tener ingresos sumergidos?
Las mujeres y los jóvenes, particularmente, son dos colectivos que tienen mayores dificultades en el mercado de trabajo, tanto para insertarse en el mercado laboral (lo que se refleja en menores tasas de empleo que el promedio y mayores tasas de desempleo) como en el tipo de inserción a la que acceden, que suele ser de peor calidad, con empleos más precarios e inestables. Por lo tanto, lo que vemos a nivel de ingresos para estos colectivos es otra arista de estas dificultades de inserción en el mercado de trabajo. Lo mismo sucede en algunos territorios, particularmente del interior del país, que no es homogéneo, obviamente, pero que, al mirar el promedio, se verifica una diferencia de ingresos con la capital.
¿Cuál es la perspectiva a mediano y largo plazo para los salarios sumergidos en Uruguay si se mantienen las tendencias actuales?
Los salarios sumergidos constituyen una problemática de larga data: el porcentaje de trabajadores con ingresos laborales sumergidos tuvo una caída importante en el total de ocupados entre 2010 y 2015 y luego siguió disminuyendo, pero en menor medida. La crisis provocada por la pandemia en 2020 condujo a un incremento en estos porcentajes y, como comentaba al inicio, en el proceso de recuperación esta brecha no se redujo, sino que hoy tenemos un mayor peso de los trabajadores sumergidos en el total que el que había en 2019.
Para disminuir el peso de los salarios sumergidos en el total de ocupados es preciso llevar adelante políticas de incremento del salario mínimo nacional y de los salarios más bajos en el marco de la negociación colectiva, que sean más agresivas y potentes. También es necesario apuntar a reducir fuertemente la informalidad, ya que el no registro y los bajos ingresos laborales son dos problemas intrínsecamente relacionados. Y, obviamente, a mediano plazo hay que generar oportunidades de empleo de calidad y con mejores ingresos, a la vez que mejorar las condiciones de empleabilidad de la población, de manera que sustituyan los puestos de trabajo de baja calificación y productividad, y por los que por ende se pagan bajas remuneraciones.
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