Su interés por el fútbol surgió de niño. Rodeado de amigos y familiares deportistas, dedicó su infancia a esa actividad. En su adolescencia ya tenía claro que quería ser un jugador profesional y no tardó en lograrlo. Cumplió su sueño de pasar de ser hincha de Nacional a jugar allí y, años más tarde, a consagrarse campeón de América y del mundo y también a tener un exitoso periplo como entrenador del club. Además, hace una década decidió salir a la arena política y llegó a ser candidato a vicepresidente por el Partido Colorado (PC). Hoy está radicado en Porto Alegre y el deporte sigue siendo fundamental en su vida.
Proviene de Rivera. ¿Cómo fue su infancia allí?
Nací en el centro de Rivera y tuve una infancia dedicada al deporte, porque ya de chico jugaba mucho fútbol y básquetbol. Mis hermanos mayores jugaban básquetbol, o sea que mi familia era deportista, mis amigos también, y estábamos viciados en el deporte, jugando todo el día.
¿Cuándo definió dedicarse al fútbol de manera profesional?
Yo ya estaba jugando en el equipo de Lavalleja, que era amateur, pero jugaba en primera división. Cuando estaba en tercero de liceo vinieron equipos de Montevideo a llevarme, pero como estaba estudiando, mi familia no me dejó ir. A partir de que opté por dedicarme al deporte, abandoné el estudio -hice hasta cuarto de liceo-, me surgió la oportunidad de ir a la preselección juvenil en Montevideo y ya no regresé más.
Llegué a Montevideo en una preselección juvenil de (Raúl) Bentancur y (Esteban) Gesto. Éramos 33 preseleccionados. Ellos habían salido al interior a hacer campamentos y a informarse con entrenadores sobre posibles jugadores. En esa recorrida, un técnico de Tacuarembó, que era mi adversario en la zona del noreste, donde jugábamos, me recomendó. Ahí tuve la felicidad de integrar aquella selección y quedarme en el grupo, y ya después iniciar mi carrera en Nacional.
Ha dicho más de una vez que Nacional, el club en el que empezó y terminó su carrera, es su casa. ¿Qué significa para usted ser de Nacional?
Es un sentimiento muy fuerte, primero como hincha, luego como un hincha que juega y más tarde como uno que dirige, y que ha defendido al club en cualquier situación, estando dentro o fuera. Así como uno defiende a la familia, en el deporte defiendo al impulsor de mi carrera deportiva.
Le tocó ser capitán del equipo muy joven.
Sí. El primer entrenador que me puso de capitán fue el argentino Pedro Dellacha, en el año 79. Era un orgullo que el entrenador pensara que yo podía ser su voz dentro de la cancha. O sea, el capitán es el que sabe y repite las variaciones que el entrenador quiere hacer y te da esa responsabilidad, entonces era un orgullo que ellos depositaran la confianza en la manera en que yo encaraba el juego y defendía los planteamientos y la estrategia que querían para cada partido.
¿Cómo llegó a Brasil y qué aprendizajes le dejó la experiencia en el fútbol brasileño?
Haberle ganado la Libertadores al Inter creo que fue el espaldarazo para que Gremio se fijara en mí. Esa victoria me abrió las puertas para que la hinchada, después de que un empresario argentino lanzara en la prensa la posibilidad, presionara mucho al club para que pudiera llegar; lo que finalmente sucedió.
Yo siempre digo que soy un jugador que se recibió de futbolista en Uruguay, pero que hizo un máster en fútbol en Brasil. Allí se juega, se siente y se vive diferente -todos los países tienen sus características-, y haber podido aprender y crecer dentro del fútbol brasileño y marcar mi nombre, me llena de orgullo, porque es el nombre de un uruguayo en un país tan importante como ese.
A lo largo de su carrera obtuvo muchos triunfos, incluso con la selección nacional. ¿Cuáles diría que fueron sus mayores logros o hechos que marcaron su trayectoria?
Tuve la felicidad de que en varias etapas logramos títulos importantes. Salimos campeones juveniles a los pocos meses de integrarme a la selección uruguaya, después en Nacional tuvimos varios triunfos, ganamos el Mundialito con Uruguay, también títulos con el Gremio. Años más tarde retorné a Nacional, donde tuvimos la racha de aquellos títulos internacionales que son los últimos del fútbol uruguayo. Todo eso me llena de orgullo, al igual que haber defendido a Uruguay en el Mundial.
¿Cómo vivió su rol como entrenador, que le permitió ganar con Nacional tres campeonatos uruguayos?
Yo me había pautado que quería dirigir unos años, no más de 10, porque sé lo que es el estrés que lleva esa profesión y el envejecimiento acelerado que eso provoca, y tuve la felicidad de dirigir a Nacional en momentos difíciles. Haber iniciado un ciclo de victorias en el club, haber recompuesto la historia de Nacional, marcar un antes y un después del 98 para acá, me dejó una enorme satisfacción.
“Yo siempre digo que soy un jugador que se recibió de futbolista en Uruguay, pero que hizo un máster en fútbol en Brasil”
Ser hincha, jugador, entrenador, y vivir la experiencia con los jugadores, con la hinchada, con todo el cuerpo técnico y los profesionales que te rodean, es algo que te queda en un recuerdo muy importante porque es una victoria de todos. Lógicamente, salen a la cancha y figuran los jugadores, pero para que se desenvuelvan hay una cantidad de gente que trabaja en el club.
¿Qué relación tiene con la gente hoy?
Tengo una muy buena relación con la gente porque he sido transparente siempre. Cada uno sabe cómo defendí a Nacional, nunca ofendí a nadie, me dediqué a buscar las victorias, aunque lo importante es haber dado el máximo desde el primer momento hasta el último y que el club se sienta satisfecho.
¿Cree que hace falta una política pública para equilibrar las finanzas en el fútbol?
Con los problemas económicos que tiene el Uruguay, con los pocos recursos que le quedan, sacar dinero de otros lados, en estos momentos, no sería lo adecuado. Si el país tuviera un equilibrio económico, habría que darle una mano al fútbol, que emplea a tanta gente, pero en la situación en la que está, con la deuda que agarró el gobierno, no hay de dónde sacar para eso.
Ojalá que con una buena política en el futuro se vayan equilibrando estos números, que se vuelva a tener una administración coherente y que respete los dineros públicos. Cuando las cuentas estén más equilibradas, espero que se pueda ver qué ayuda se les podría dar a todos los deportes, no solo al fútbol.
“En los últimos años hemos sufrido una caída estrepitosa de la educación y ese es el gran factor que repercute en estos niveles de agresividad y de violencia”
¿Cómo analiza la situación de los clubes, muchos de los cuales atraviesan una coyuntura económica compleja?
En un país pequeño como este, es imposible tener la cantidad de clubes que hay y equilibrar los números, ese es un déficit que seguimos teniendo. Algún día se tendrá que sincerar el fútbol y ver de qué manera equilibrarlo y que cada equipo pueda tener dentro de sus presupuestos los sueldos necesarios.
Ningún equipo tiene el presupuesto completo. Los que clasifican a copas dependen de si avanzan o no, o si no, dependen de la venta de jugadores, pero no saben en qué valor lo van a vender ni en qué momento les va a llegar la oferta. Solo estando dentro del fútbol te das cuenta de lo difícil que es sacar adelante cualquier club, porque todos tienen la misma dificultad.
¿Cómo ha visto la evolución del problema de la seguridad en el deporte desde que usted empezó hasta hoy, sobre todo en el fútbol, donde ha habido episodios graves de violencia entre hinchadas?
La violencia llegó al deporte porque aumentó en la vida cotidiana de los uruguayos. En los últimos años hemos sufrido una caída estrepitosa de la educación y ese es el gran factor que repercute en estos niveles de agresividad y de violencia. Cuanto más culto fue el Uruguay, menos problemas tuvo, cuanto más inculto se está volviendo, cuanta más gente no estudia, peores son los niveles de violencia, porque quien no se prepara para una vida productiva, vive de los asaltos, de la droga y de delinquir.
Dejando de lado el deporte, en 2009 usted participó en política. En un momento donde el PC venía en caída, decidió salir a defender el partido. ¿Qué lo impulsó a hacerlo?
Decidí salir a defender el partido porque me cansé de escuchar los agravios contra los partidos tradicionales y que la gente callada los escuche. Este ha sido un problema del Uruguay en general: ser muy omiso ante las situaciones y callado ante la mentira, y una mentira repetida mil veces se vuelve verdad. Lo que hice fue salir a defender la historia del partido, de los presidentes que tuvo el Uruguay.
“La coalición está muy bien encaminada y va a marcar un gran momento en la recuperación del Uruguay, porque en el pozo que nos dejó el Frente Amplio ya no había para dónde seguir”
Como hubo mucha aceptación de mi discurso, Pedro (Bordaberry) me invitó a ser candidato a vicepresidente. Yo nunca me lo había imaginado, no estaba en mi mente porque yo no soy político, pero me pidió que lo ayudara en la recta final. Tras haber hablado con mi familia -mis hermanos estaban a favor y mis hijas en contra-, decidí apoyarlo.
¿Cómo recuerda esa campaña?
Espectacular. Nos enorgullece haber recorrido dos veces el país y haber recuperado un poco de los índices de votación, que estaban muy bajos, y haber llegado a aquel 17,2 %, que fue considerado como una gran recuperación. Me dejó muy feliz haber hecho recapacitar a quienes se habían dejado convencer por los que hablaban mal del partido.
¿Siempre fue colorado?
Yo fui colorado toda la vida, pero nunca me habían preguntado a quién votaba. Como usaba mucha barba, los frenteamplistas y los comunistas pensaban que yo era frenteamplista y comunista. El día que dije que era colorado, ya no les cayó muy simpática mi barba ni lo que yo hacía, porque no saben vivir en una democracia donde hay opciones; si no estás de acuerdo con ellos en política, te agreden, te descalifican.
Yo salí con mi camioneta a recorrer el país, y como era del deporte y tenía prensa, me empezaron a invitar a lo largo del territorio uruguayo y me iba a los actos, hasta que después de tres meses de haber recorrido muchos lugares, Pedro me invitó para ayudarlo en la recta final.
¿Con qué valores del PC se identifica?
Mi familia fue colorada toda la vida. Alcanza con mirar por qué Uruguay ha sido próspero. Con solo leer la historia del país te darás cuenta de por qué la mayoría de la gente durante muchos años fue colorada y que más del 90 % de los cambios importantes que tuvo el Uruguay pasaron por políticos colorados.
Luego de esa experiencia como candidato a vice, ¿le hubiera gustado dedicarse más de lleno a la política o sabía que sería solo por una etapa?
Me invitaron a seguir, pero yo en mi vida tengo todo claro lo que voy a hacer y lo que me gusta, y sabía que aquello era una etapa. Si en otro momento tuviera tiempo, saldría nuevamente a defender a mi partido, pero no soy político ni quiero serlo. Tampoco quiero quedarme más callado y aceptar que digan las cosas con tanta liviandad y desfachatez sobre mi partido.
¿Cree que la coalición de gobierno está haciendo las cosas bien?
Sí, creo que está muy bien encaminada y va a marcar un gran momento en la recuperación del Uruguay, porque en el pozo que nos dejó el Frente Amplio ya no había para dónde seguir. No es ninguna novedad, en todos los países por los que pasaron estos populistas y el comunismo, dejaron destruidas las economías, un cinturón de pobres triplicado de lo que encontraron y denuncias de todo tipo, que en Uruguay empiezan a aparecer ahora.
Lo que une a la coalición es el bienestar de los uruguayos, que está dentro de los lineamientos de los cinco partidos. Tienen que luchar con una herencia maldita de un despilfarro de dinero y una malversación de fondos terrible, pero ellos ya lo sabían.
Hoy reside en Porto Alegre. ¿Qué motivos lo llevaron a vivir allá?
En enero del 2019 me vine para acá. Yo ya me había ido a vivir a Punta del Este. Fue una opción de vida salir de Montevideo, porque los que somos sesentones de edad sabemos cómo bajó la calidad de vida allí, cómo la inseguridad tomó fuerza en Montevideo, cómo la droga circula por cualquier lado. No sabés si vas a ser asaltado vos, tu hija, tu tío, porque los que se dedican a eso andan rastrillando la ciudad. Entonces opté por irme a vivir a Punta del Este y luego elegí tener una vida social más activa y deportiva, y me vine a Porto Alegre.
¿Allá cómo está la situación con la pandemia?
Hay momentos en los que baja y otros en los que hay algún rebrote. Ya tuvimos el pico más alto y esperemos que siga retrocediendo, que la gente se siga cuidando. Lo más difícil estuvo en San Pablo, en Río de Janeiro, en Manaos y en Fortaleza, porque son los lugares en los que entró más turismo. Porto Alegre es una ciudad como Montevideo y tiene sus dificultades también.
Del fútbol al beach tennis, su nueva afición
A sus 62 años, la actividad física sigue ocupando un lugar muy importante en su vida. En Punta del Este conoció el beach tennis, luego de que unos amigos suyos provenientes de Porto Alegre instalaran en el balneario de Maldonado una cancha. Allí empezó a jugar con ellos y ese deporte lo entusiasmó, al punto tal de que hoy lo juega todos los días -a no ser que llueva-.
Según contó a La Mañana, es muy común que en Porto Alegre haya canchas de beach tennis en las playas, plazas y clubes. Desde que arribó a la ciudad brasileña se integró a un grupo de jugadores con los que comparte varias horas por las mañanas y, a veces, también por las tardes. Hoy es un gran aficionado a ese deporte, lo que le dio, asimismo, una vida social fundamental.
Hugo es el menor de cinco varones y tiene dos hijas: Lorena (41), que es uruguaya, y Verónica (38), que nació en Porto Alegre. Ambas viven en Montevideo. La primera le dio dos nietos llamados Matilde y Joaquín, y la segunda otros dos, cuyos nombres son Julieta y Martina. Además, en Rivera siguen viviendo sus hermanos con sus respectivos hijos, nietos y sobrinos.
Prácticamente, el deporte ocupa su agenda diaria. Aparte de practicar, disfruta de mirar básquetbol y se confiesa fanático de la NBA. También le gusta mucho la playa, donde si bien antes solía pasarse tomando sol en una reposera, hoy vive jugando al beach tennis.
“Soy alguien que salió de Rivera, intentó hacer su camino, hizo lo que pudo y tiene como definición ser feliz. Soy feliz, eso es lo más importante”, culmina.
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