En Uruguay, la industria de componentes automotores enfrenta desafíos por la falta de competitividad y la salida de empresas importantes, aunque aún tiene una gran importancia para la economía del país, tanto a nivel de exportaciones como de empleos. En un escenario de constante cambio, la cámara que nuclea a los fabricantes de autopartes busca promover condiciones para atraer inversiones y frenar la crisis en el sector, tal como dijo su presidente, Marcelo Carvidón, en entrevista con La Mañana.
En un contexto de contracción y transformaciones hacia vehículos eléctricos e híbridos, la industria uruguaya de autopartes exporta US$ 200 millones anuales y emplea directamente a 2500 personas. Grandes empresas del rubro, como Faurecia, Aperam y Fanacif, han dejado el país, acentuando la vulnerabilidad que atraviesan por falta de contratos nuevos, lo que se suma a la pérdida de competitividad frente a países vecinos que han actualizado sus políticas de apoyo.
Dada esta compleja situación, la Cámara de Autopartes trabaja en promover condiciones competitivas y establecer vínculos con automotrices, además de colaborar con el gobierno para crear políticas que mejoren la competitividad, detengan la fuga de empresas y fomenten nuevas inversiones. También se exploran medidas para facilitar acuerdos comerciales, el desarrollo de software para el sector y una transición sostenible en conjunto con otros actores de relevancia en la materia, como el Ministerio de Ambiente.
Con la electrificación y la automatización en crecimiento, la industria enfrenta cambios significativos en sus productos y procesos. Sin embargo, Marcelo Carvidón explicó que existen oportunidades para las empresas uruguayas, dado que las nuevas tecnologías aún requieren autopartes y que la penetración de vehículos eléctricos en la región es limitada.
¿Cómo describiría la realidad actual de la industria de componentes automotores en nuestro país?
Si bien en los últimos años el sector se encuentra en contracción, actualmente exporta cerca de US$ 200 millones por año y emplea alrededor de 2500 personas en forma directa, más otras tantas de manera indirecta. Sin embargo, en una mirada más profunda, las exportaciones no son un fiel reflejo de la actualidad, sino que responden a compromisos asumidos en el pasado, a los cuales se debe dar cumplimento a pesar de los cambios en las condiciones en las que fueron adjudicados, aun perdiendo dinero. Considerando esto, estamos en un momento bastante particular ya que la situación del sector es compleja y riesgosa, pero al mismo tiempo podría ser prometedora. Compleja, porque en los últimos años se fueron del país tres empresas de gran porte y prestigio, lo que implicó un golpe muy grande para el sector y para el Uruguay todo. Eran empresas de primera línea como Faurecia (hoy Forvia), Aperam y más recientemente Fanacif (parte del grupo Randon). Con su salida perdimos muchos puestos de trabajo e ingreso de divisas al país. Riesgosa, por la falta de renovación de contratos y generación de nuevos negocios por parte de las empresas instaladas, que son la base para las exportaciones de los próximos años. Algunos años atrás el sector desarrolló varias herramientas que generaron competitividad y eso puso a Uruguay en la región como un polo de autopartes. Con el paso del tiempo algunas herramientas se eliminaron, otras se modificaron y otras no se actualizaron, por lo que dejaron de ser una ventaja competitiva frente a cambios en los países vecinos. Esto nos dejó, y aún nos deja, en una situación de mucha vulnerabilidad y expuestos a seguir perdiendo empresas. Prometedora, porque se están anunciando grandes inversiones de empresas automotrices en la región y esto sin dudas traerá consigo proyectos para las empresas autopartistas. Debemos intentar captar algunas de estas oportunidades de negocio, pero será muy difícil que esto ocurra si no generamos una política atractiva. Por lo tanto, si generamos los cambios necesarios, la situación podría pasar a ser prometedora. En caso contrario seguiremos atravesando una situación compleja y con riesgo de profundizar la crisis del sector.
¿La transición hacia vehículos eléctricos e híbridos está afectando a los fabricantes de componentes tradicionales?
Sí, globalmente estamos viviendo uno de los cambios más grandes de la industria en su historia y esto genera cambios muy rápidos que luego se trasladan a la región. El uso de plataformas modulares y el uso común de piezas entre versiones del mismo vehículo han venido generando una concentración de la industria en grandes autopartistas. El salto al vehículo eléctrico implica un nuevo cambio porque la cantidad de componentes que requiere un vehículo eléctrico es considerablemente menor a la que requiere un vehículo de combustión tradicional. El sector está trabajando para cambiar hacia un modelo sustentable y esto abrió distintas rutas tecnológicas, formas de cómo alcanzar esa meta de descarbonización, mediante el desarrollo de nuevas tecnologías o actualización de las tecnologías existentes. También estamos viviendo otros cambios que están generando el nacimiento de nuevos autopartistas, como la creciente incidencia del software en el vehículo, donde se espera que el software sea el 40% del valor de un vehículo para el 2030. Particularmente en nuestro país, el cambio comienza a darse lentamente, sin grandes impactos por ahora a nivel de nuevos proyectos, pero con expectativas de que paulatinamente comience a sentirse con más fuerza.
¿Qué papel juega la cámara en la articulación entre los fabricantes de componentes y las automotrices?
Las organizaciones empresariales son muy importantes en la creación de condiciones, en el acercamiento, en dar visibilidad a los sectores y generar sinergias entre los actores. Históricamente la Cámara de Autopartes lleva adelante varias acciones para acercar las partes. En el caso de Uruguay, lo primero es generar condiciones, trabajando junto al gobierno para que las empresas sean competitivas produciendo en el país. Luego, saliendo a ferias comerciales en la región y realizando rondas comerciales, participación en ferias, visitas a las montadoras en la región y el mundo, para dar a conocer la oferta de Uruguay, para que más empresas se radiquen en nuestro país y puedan abastecer a las terminales. Participamos también del Foro de Mercoparts que es la unión de las cuatro cámaras de autopartes del Mercosur y allí también promovemos el sector, buscamos las mejores alternativas para nuestro país y dar a conocer lo que hacemos. La cámara es muchas veces el nexo entre el interés de las empresas autopartistas de abastecer a la terminal y de la terminal que aun queriendo comprar productos en Uruguay, no puede hacerlo por costos, y es ahí también donde trabajamos para trasladar esos problemas al gobierno y buscar soluciones que permitan generar negocios.
¿Desde la cámara se trabaja para fomentar la innovación y la adaptación de la industria a las nuevas tecnologías?
Esta es una industria que está permanentemente enfocada en la innovación y en las nuevas tecnologías; más que lo que haga la cámara, es lo que hacen intrínsecamente este tipo de empresas. La cámara apoyó en el pasado a las pymes nacionales para que se desarrollaran y crecieran, aprovechando el conocimiento de empresas de mayor porte instaladas en nuestro país. Actualmente estamos trabajando con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) en un documento que impulse una política automotriz y, en ese marco, comenzaremos a trabajar con el Ministerio de Ambiente en temas de medición de huella de carbono generada en el proceso productivo, con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) en el desarrollo de software para el sector y con la Dirección Nacional de Energía del MIEM en temas de movilidad, por nombrar algunos. Además, insistimos en que, para Uruguay, contar con empresas autopartistas de primer nivel y lideres a nivel mundial es una gran oportunidad de derramar ese conocimiento a las pymes, que se pueden ver muy beneficiadas en temas de gestión, eficiencia productiva, calidad, entrega, todas ellas herramientas de base para la industria automotriz.
¿Cuáles son los principales cometidos de la institución?
La Cámara de Autopartes nuclea a las empresas de este rubro instaladas en nuestro país y tiene como principal cometido representar los intereses del sector. Para ello debe conocer su situación y necesidades, generar ideas, medidas y aportes para trasladar al gobierno y lograr que se materialicen en políticas para el sector. Apoyamos también al gobierno en las negociaciones con terceros países para lograr mejor acceso a los mercados. Esto nos permite salir al mundo a atraer inversiones y colaborar para que su proyecto sea exitoso en nuestro país.
¿A cuántos negocios nuclea actualmente?
En cuanto a los socios, se destacan dos empresas multinacionales por su tamaño. Una de ellas es Yazaki, de origen japonés, que fabrica arneses eléctricos para Toyota Hilux en Argentina. Cuenta con más de 1000 empleados en sus plantas de Colonia y Las Piedras, siendo el 70% de los operarios mujeres. Y, por otro lado, Joyson Safety Systems, radicada en la ciudad de Libertad, con 800 empleados, siendo un 75% mujeres jefas de hogar. Allí fabrican bolsas de aire (airbags) para el mercado brasilero, con destino final en las plantas montadoras de GM, VW, Toyota, Stellantis, Honda y Renault. También integran la cámara la empresa Somil, que fabrica los asientos para los productos que se montan en Nordex, Montich, que fabrica los chasis que se montan en el producto Kia Bongo, así como Lamitex, Curi Hnos, Ijasa, Radesca, Sircal y Aluminios del Uruguay, entre otros.
¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentan hoy los fabricantes de componentes automotores?
Las empresas participan globalmente en cotizaciones, compitiendo generalmente con otras empresas del sector y con otras plantas de su propio grupo. Esto hace que en cierta forma el precio esté muy acotado, los estándares de calidad también, así como la mayoría de los proveedores de materia prima e insumos, las especificaciones técnicas e inclusive el tiempo de producción de cada pieza. Por lo tanto, la productividad interna y la competitividad del país son los grandes diferenciales. Sin duda hoy el principal desafío que enfrentamos es la competitividad, no solo por los costos internos, sino también porque los países de la región y extrazona han actualizado sus políticas de promoción del sector, dejando a Uruguay rezagado y en consecuencia sin posibilidad de renovar proyectos, incluso sin posibilidad de retener empresas que una vez que terminaron sus compromisos con las montadoras no lograron traer nuevos proyectos al país.
¿Qué tipo de políticas públicas cree que son necesarias para apoyar el crecimiento del sector?
Desde la cámara insistimos en que el primer objetivo es detener la salida de empresas de nuestro país y para eso hemos diseñado en conjunto con el MIEM y la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (Untmra) medidas de corte fiscal que generen un impacto inmediato en atraer nuevos proyectos, las cuales deberían entrar en vigor este año. La parte más atractiva es que estas medidas no implican una renuncia fiscal para el país, ya que tendrán impacto solamente en proyectos nuevos, que hoy no están en el país y que de otra forma no van a llegar a Uruguay. Además, insistimos en que las medidas deben tener efecto luego de la exportación, lo que implica que la empresa invierte, desarrolla sus productos, contrata personal, exporta y recién después ve el beneficio fiscal. Y, por el contrario, si no hay actividad, tampoco hay resignación del Estado, por lo que aseguramos que el Estado no tiene que invertir en el sector.
Como segunda gran medida está la de actualizar los acuerdos regionales, principalmente con Brasil, donde luego de una renegociación en 2016 el acuerdo perdió mucho de su atractivo y esto se vio reflejado directamente en las exportaciones hacia ese país.
Por último, generar una política con el Ministerio de Ambiente y con la ANII y trabajar con Cancillería en la renegociación de los acuerdos y en conjunto con Uruguay XXI para la promoción del país en el mundo, por citar algunos pasos a seguir.
¿Qué oportunidades vislumbra para los fabricantes de componentes automotores en un mundo que se dirige hacia la electrificación y la automatización del transporte?
Las oportunidades son muchas si pensamos que, ya sea para vehículos eléctricos o más automatizados, también se necesitan autopartes. Hay nuevas empresas de vehículos eléctricos instalándose en la región. Son muchos los cambios en un sector que va hacia la electrificación pero que también tiene otras rutas tecnológicas. Brasil es un mercado de tres millones de vehículos al año, donde el mercado de eléctricos no llega al 10% de penetración. Por lo tanto, como todo proceso, nos permite adaptarnos y nos genera oportunidades. Lo importante de esto es pensar qué lugar quiere ocupar Uruguay en esta nueva industria, cómo nos vamos a posicionar, cómo vamos a maximizar nuestras fortalezas. La clave es generar las condiciones necesarias para poner a Uruguay nuevamente en el mapa.
Un sector que genera mano de obra en el interior
En lo que respecta a la importancia que tiene este sector para la economía del país, Carvidón insistió en la necesidad de contar con medidas de aplicación inmediata este año, para, por un lado, detener la salida de empresas y, por el otro, generar nuevas fuentes de trabajo.
“En tiempos de campaña política, desde la cámara no nos cansamos de decir que este es un sector por el que vale la pena apostar”, declaró. En ese sentido, destacó que es muy intensivo en mano de obra, generalmente en el interior del país, y en su mayoría mujeres.
A su vez, actúa como una escuela para los operarios y para los empresarios de las pymes que pueden tomar herramientas de la industria automotriz para volverse más eficientes.
En definitiva, se trata de “un sector netamente exportador de los productos que fabrica, siendo el rubro más importante de exportación dentro de los productos industriales y uno de los productos no tradicionales exportados por Uruguay”, puntualizó.
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