La Iglesia católica comenzó el domingo pasado con las celebraciones de Semana Santa. El Domingo de Ramos reunió decenas de personas que se acercaron a renovar su fe en Cristo. El cardenal Daniel Sturla llamó a que la misericordia y el perdón sean la nota de la semana y recordó que “el reino de Jesús es muy distinto del de los poderosos del mundo”.
Es domingo. En la Plaza Zabala, decenas de personas se reúnen en torno a su fe en un encuentro con Jesús. Levantan sus brazos y extienden los ramos –palma y olivo– que se alzan hacia el cielo para recibir la bendición. Los presentes cantan: era un día de fiesta en Jerusalén. En la Plaza Zabala, también lo es. Es Domingo de Ramos.
Luego, la bendición. El cardenal Daniel Sturla extiende el agua bendita, que es recibida por los fieles con esperanza y alegría. Alguien dice: “Vine desde Canelones, padre”, y en sus palabras se deja escuchar el esfuerzo realizado, pero también las ansias de que ese día llegue y el agradecimiento de que así sea. “Que Dios te bendiga”, le responde el cardenal. Alguien piensa en la entrega.
El Domingo de Ramos recuerda el ingreso de Jesús en Jerusalén. Un ingreso en el que, señala el Evangelio, la gente extendía sus mantos, ramas de olivo y palma, sobre su camino. Como aquellos hebreos de Jerusalén, los presentes quisieron recibir a un Jesús que llega aclamado. “Sabemos que es nuestro Rey, Él ha querido cumplir las profecías del Antiguo Testamento, que decía que cabalgaría sobre un asno y que así entraría en la Jerusalén que lo aclama con el canto de Hossana. Bendito el que viene en nombre del Señor”, indicó el cardenal.
En ese acompañamiento a Jesús, luego vendría su Pasión y su Cruz. “Queremos también allí acompañar al Señor, así como cuando experimentamos en nuestra pasión y en nuestra cruz, el Señor también está con nosotros”. Y luego, invitó a la muchedumbre que aclamó a Jesús a caminar cantando y glorificando a Dios unidos por un vínculo de paz.
En procesión detrás de una cruz en alto, seguida por ramos la gente fue cantando hasta la catedral: “Vienen con alegría, Señor, los que caminan con la vida”. Personas mayores, niños y jóvenes, caminaron con lento andar, entre cánticos y reflexión, las cuadras que los separaban de la Catedral. Era la iglesia peregrina.
Al llegar a la Iglesia Matriz, montos verdes de ramos se extienden en la vereda. En la tradición, los ramos, que pueden ser de palma y olivo, significan la renovación de la fe en Dios, la vida y la resurrección de Cristo. Néstor Acosta es uno de los que los dispone a voluntad. Viene todos los años, dice que antes de la pandemia era más la gente, pero que no se puede quejar. “Esto no se vende, pero la gente siempre colabora. Ayer nos preparamos con mi nieta, que es de Las Piedras, para venir hoy. Se quedó anoche en casa, porque soy de Montevideo”, relata a La Mañana. Agrega que consiguen las ramas que le ofrece un señor que tiene árboles en Aparicio Saravia y San Martín, y que eso ayuda.
En la Catedral
La eucaristía del Domingo de Ramos cuenta con dos momentos: por un lado, la bendición y procesión de las ramas con la lectura de la entrada a Jerusalén. Por otro la misa con la lectura de la Pasión de Jesús.
Dentro de la iglesia, las miradas expresan esperanza y misericordia. Los ramos se agitan tras el paso del obispo. La Catedral está iluminada, con todas sus luces encendidas. Se aclama a Jesús como Rey. “Queremos que Jesús sea nuestro Rey y Él se presenta así también”, dice Sturla.
Pero el reino de Jesús, señala, es bien distinto al reino de los poderosos de este mundo. “Jesús es príncipe de la paz, nunca de la guerra”, luego subraya algunos aspectos de la Crucifixión, en el que, en el diálogo con los malhechores, Jesús recoge el arrepentimiento del ladrón y le señala que llegará al paraíso ese mismo día. “El rey que aclamamos y que seguimos, es el rey que es Señor del Universo, que ha creado todas las cosas, es el rey de la misericordia y el perdón”, expresa el cardenal.
Y de esta forma, invita a que en esta Semana Santa cada uno se pueda acercar a recibir el perdón de Dios en el sacramento de la reconciliación, y también a perdonarse unos a otros. “Todos tenemos a quien pedir perdón y todos también tenemos a quien perdonar. Quizá alguno no. Bendito sea Dios”, observa, y luego añade: “En la vida se nos van juntando rencores y broncas; cosas que nos han disgustado. Perdonemos, es lo que ha hecho nuestro rey hasta el final, incluso a aquellos que lo estaban matando”.
Luego, el cardenal expresa: “Este Uruguay que amamos podrá ser un Uruguay de hermanos cuando aceptemos que otros piensen y sientan diferente, pero no terminemos como enemigos. Somos hermanos, hijos de Dios y eso vale también para recibir a otros hermanos que han venido de otras naciones y que se encuentran en nuestra tierra. Ojalá se sientan bien recibidos por nosotros, hijos de Dios”.
Sturla exhorta a que la misericordia y el perdón sea la nota de esta Semana Santa, subrayando que son los dos sentimientos del corazón de Jesús.
Los asistentes del Domingo de Ramos celebraron las palabras del cardenal
La realización del Domingo de Ramos congregó un público importante de personas, de variedad de edades y orígenes. Fabio Roberto, se acercó con su esposa Rita y su pequeña hija Candelaria de siete años. “Estamos viviendo este Domingo de Ramos en familia. Somos de La Unión, normalmente vamos a misa a una iglesia que nos queda más cerca, pero los domingos es tradición venir a la Iglesia Matriz. Fuimos temprano a la Plaza Zabala a bendecir los ramos. Es un día de fiesta y de introspección, de pensar en lo que se vivió y en lo que viene”, compartió a La Mañana, y su esposa agregó que guardan el ramo en un florero durante todo el año.
Otra de las familias que se acercó fue la de Pablo, quien también asiste todos los Domingos de Ramos a la Catedral. “Compartimos la palabra y tratamos todo el año de ser la mejor persona posible, los mejores católicos”, confesó. Paz, su pequeña hija de cinco años, hermana de Noah, de tres años, comentó alegre a La Mañana: “Hoy sostuvimos los ramos. Lo que más me gustó fue cantar”.
Pero también hubo otras generaciones; como Ernesto García, quien señaló a La Mañana vivir el momento con satisfacción y alivio espiritual. “Es el encuentro con Cristo, que no queremos perder nunca. Es difícil transmitirlo con palabras, es algo que se siente. Cada vez que vengo, me vuelvo renovado”. O Roberto Raura, que indicó a nuestro medio que vive todo el año con fe, pero que el Domingo de Ramos lo vive “con la alegría de que sea para el bien de todos los uruguayos”.
Por su parte, Keila y Godnor, dos jóvenes venezolanos de 28 y 29 años que están hace cuatro años viviendo en nuestro país, contaron que vivieron “excelente” la jornada y expresaron la alegría de haber sido la primera vez que asistieron a esta festividad en Uruguay. “Lo hacíamos en Venezuela y nos gustaba mucho”, señalaron. Keila, por su parte, comentó: “Para mí fue muy importante porque amo a Dios”. Su pareja, en tanto, dijo haber vivido una oportunidad para reencontrarse y reflexionar. “Sentimos excelente las palabras del cardenal. Siempre lo hemos percibido aquí, y estamos muy agradecidos por ello”, indicaron.
Celebraciones de la semana
La Misa de Ramos dio comienzo a las principales celebraciones que por Semana Santa llevará la Iglesia católica. Mañana jueves 14 a las 10 horas, se celebrará la Misa Crismal realizada por el cardenal Sturla y dirigida especialmente a todos los sacerdotes de Montevideo, pero abierta al público. Ese mismo día, a las 20 horas, se celebrará la Cena del Señor, donde se conmemorará la última cena de Jesús con sus apóstoles.
El Viernes Santo, a las 16 horas, se celebrará la Pasión del Señor, donde se meditará sobre el camino de Jesús hacia la cruz en su entrega de su vida por amor. El sábado 16, a las 20 horas, será la Vigilia Pascual, momento en el cual se celebrará la Resurrección del Señor, haciendo un recorrido por toda la historia de Salvación en las escrituras. Por último, el domingo 17 a las 11 horas, se llevará a cabo la Misa de Pascua, la fiesta central de los cristianos, donde se conmemorará la Resurrección de Jesús al tercer día de ser crucificado, celebrando el triunfo de la vida sobre la muerte.
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