En el marco de la Misa Criolla, el primer domingo de la Expo Prado 2022, el cardenal Daniel Sturla anunció que la Iglesia uruguaya espera que en pocos meses se concrete la beatificación del primer obispo uruguayo, Monseñor Jacinto Vera.
La celebración de la Eucaristía es uno de los momentos tradicionales de la Exposición, que se realiza en dos oportunidades, el primer y segundo domingo. En la jornada del domingo 11 de septiembre fue celebrada por el cardenal Daniel Sturla en el Galpón de Eventos, donde se realizó el anuncio de la inminente beatificación de quien recibiera el apodo de «cura gaucho».
Hijo de padres que emigraron desde Islas Canarias hacia Sudamérica, Jacinto Vera y Durán nació en 1813 en una embarcación próximo a donde hoy se encuentra Florianópolis, para luego continuar hacia Uruguay, donde sintió su vocación para el sacerdocio. En 1878 fue proclamado como el primer obispo de Montevideo, y desde entonces ha sido recordado por la comunidad católica como padre de la iglesia en el Uruguay, que además de haber propiciado la llegada de diversas congregaciones religiosas al país y fundado el clero nacional, supo recorrer la campaña como pocos en su época.
La proximidad con el campo
Durante su homilía, Sturla indicó: “confiamos en que durante el mes de octubre el Santo Padre Francisco anuncie que tendremos un beato en la persona de monseñor Jacinto Vera”, y a continuación presentó un boletín de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), con fecha del 15 de mayo de 1881, anunciando el fallecimiento del “ilustre jefe de la iglesia nacional Don Jacinto Vera”.
El folleto anunciaba que el acontecimiento “tuvo lugar en la sierra de Pan de Azúcar, en el desempeño de las constantes y frecuentes misiones apostólicas que hacía por la campaña. Si bien es cierto que el señor Vera era muy querido en esta ciudad de Montevideo, también es cierto que la sencilla gente de los campos le tenían por uno de aquellos santos, que según el Génesis subían y bajaban por la escala de Jacob, bajando siempre según su criterio a encargarse de las necesidades de los pobres habitantes de campaña, y subiendo por medio de la oración para alcanzar el remedio a sus necesidades y el buen desempeño de sus peticiones”.
La ARU continuaba relatando que “sus palabras conmovían las conciencias más empedernidas, confundían con ellas a las gentes más impías y fácilmente fortalecía a los justos, alumbrando su entendimiento con la luz de los deberes sociales, y olvidado de su inmensa dignidad decía en los ranchos y en las enramadas la sublimidad de los mandamientos de la ley”.
Sturla destacó la descripción que hacía la Asociación Rural sobre el primer obispo uruguayo, “y esperemos próximo beato. Don Jacinto Vera explicaba en lenguaje sencillo y comprensible para la población rural las verdades de la fe”.
Finalizando, Sturla instó a “pedirle a Jacinto Vera por su intercesión, que nos conceda la gracia que más necesitamos. Pedimos por este mundo rural que él conoció como campesino. Necesitamos que al campo le vaya bien, para que a todos nos vaya bien”.
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