El diplomático español llegó a Uruguay en 2019 en pleno año electoral y ahora cumple su misión limitado por las dificultades que provoca la pandemia. Sus años de trabajo en Bruselas ocupado en asuntos europeos y su vasto conocimiento de América Latina le permiten volcar su experiencia en procura de cerrar el acuerdo de libre comercio entre Unión Europea y Mercosur. En entrevista con La Mañana, el embajador Gómez-Llera dialogó sobre su carrera, el proceso de la unidad europea, las relaciones entre España y Uruguay y la importancia del rey Felipe VI en las relaciones exteriores del país ibérico.
¿Cuál fue su lugar de nacimiento?
Nací en Madrid, en 1953, y mis padres también eran de allí. Mis abuelos de la cornisa norte de España, asturianos, vascos y de La Rioja. Mi padre era funcionario estatal y realizaba una labor jurídica, resolviendo recursos contra decisiones de la administración. Mi madre era una señora tradicional, era ama de casa.
¿Sus primeros estudios?
Estudié derecho pero fue una decisión muy de última hora. Yo en principio pensaba seguir arquitectura, porque mi madre quería tener un hijo arquitecto. Su padre había sido un arquitecto conocido en su tiempo y ella tenía ilusiones. Llegué a tomar clases de dibujo preparatorio, pero cambié de interés y pensé en estudiar filosofía y letras, aunque me decían que no tenía salida laboral. Entonces al final, por amigos y demás, ingresé a estudiar derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Lo que más me interesaba era la filosofía del derecho, el derecho natural, derecho constitucional, hacienda pública.
¿Cómo se inició en la carrera diplomática?
Ya como licenciado en Derecho empecé a preparar las oposiciones para ingresar a la escuela diplomática. Ahí entré mucho en el tema las comunidades europeas. Cuando yo ingresé todavía se estaba empezando a negociar con la Comisión Europea y al entrar en el ministerio todavía faltaban seis años de negociación hasta la aprobación de España en las comunidades europeas, en 1986.
En aquel entonces estaba la Comunidad Económica Europea, la Comunidad del Carbón y del Acero, que fue, además, la primera y el germen de lo que es ahora la Unión Europea. La CECA fue la propuesta de la Declaración Schuman, el ministro de exteriores francés, de crear una autoridad común para llevar una política sobre el carbón y acero. Luego se creó el Euratom para la energía atómica y la CEE como unión aduanera completa. Se fueron desarrollando unas normas de mercado comunes para formar un mercado único en el que todos los actores económicos europeos estuviesen en igualdad de condiciones para vender sus productos, contratar, etc. Había que homogeneizar todas las normas de mercado, eso fue un trabajo extraordinario y la gente no se da cuenta del valor que tiene.
¿Qué aportó España a esa integración europea?
El ingreso fue difícil, la negociación fue muy dura. Nos exigieron más que a ningún otro. Todavía estaba Giscard d’Estaing en la presidencia francesa y no le gustaba nada que España ingresase en las comunidades europeas. El problema eran los agricultores y nos pusieron un periodo de transición para que se nos aplique la política agraria común de 15 años. Luego eso se redujo porque se vio que las consecuencias no eran negativas en absoluto.
España lo que ha aportado a la UE yo creo que ha sido, primero, el trabajo muy positivo de apoyar todos los avances. España también apoyó mucho la creación de una política exterior y de seguridad común, avances en materia de colaboración en justicia e interior. Nuestro país siempre ha facilitado las cosas.
Otra cosa importante ha sido la solidaridad interna. La reunificación alemana requería que el gobierno de la república federal tuviese que invertir mucho en el este. Hasta entonces había fondos regionales con apoyo a zonas deprimidas o desindustrializadas. Con la reunificación Alemania podía absorber, prácticamente, la gran mayoría del dinero disponible. Y ahí Felipe González tuvo una muy buena relación con Helmut Kohl y llegó a convencerle de crear un fondo de cohesión para los países que estaban por debajo de un porcentaje medio de la unión. Después de una negociación eso se aprobó y se aplicó en Irlanda, Grecia, España y Portugal. En el caso de Irlanda se dio un cambio fenomenal, por ejemplo. Los demás países se benefician aunque no perciban nada de este fondo porque los mercados aumentan su demanda de bienes alemanes, suecos, etc.
Más allá de lo comercial, ¿qué importancia histórica tiene la unidad europea?
Esto ha sido para Europa un cambio radical. Para mí, en el siglo XX ha sido el hecho más significativo en el mundo occidental. En un continente donde hubo guerras continuamente durante siglos, resulta que se producen dos enormes catástrofes con la primera y segunda guerra mundial y se llega a una conclusión con extraordinario valor y es que eso no puede volver a ocurrir. La única manera de evitar esto es la integración. Las otras integraciones regionales hicieron sus avances, pero no tienen algo que es esencial para desarrollar realmente en profundidad y es la autoridad común. Es tener una institución que promueva avances y luego, también, que vigile su cumplimiento, con tribunales y sentencias que deben ser cumplidas.
Estuvo muchos años destinado como diplomático en Bruselas, ¿qué puede trasladar de esa experiencia a nuestro país, sede del Mercosur?
En Bruselas ocupé distintos asuntos, en los primeros cinco años, en la representación permanente de España y el último fue como consejero asistente del embajador representante. Iba a todas las cumbres y consejos de ministros. Uno de los temas que se estaba discutiendo mucho era el mandato de negociación a la comisión para entablar negociaciones con Mercosur, porque ya se había hecho un acuerdo con México. Todo esto lo promovió dentro de la comisión el comisario Manuel Marín, español, que fue encargado de las relaciones con el Mediterráneo y América Latina. Respecto al Mercosur se planteaban los problemas de competencia en materia agrícola y los agricultores son muy sensibles (risas).
Más adelante, se creó el cargo de Alto Representante de la UE para la política exterior y de seguridad común. Entonces estaba Javier Solana y necesitaba tener un equipo de internacionalistas. Formamos una unidad con un diplomático por cada país. El que presidía el grupo hizo una propuesta de organigrama con los Balcanes, Rusia, etc, ¡y se le olvidó América Latina! Le marqué la omisión y me ofrecí a ser el encargado de todos los temas latinoamericanos. Ahí conocí a todos los diplomáticos de esta región en Bruselas. Luego, cuando volví a Madrid me pidieron que me siga ocupando de estos mismos temas y recorrí varios países en viajes oficiales hasta completar a todos en posteriores misiones. Estando en misión en Centroamérica tuve que intervenir varias veces en las negociaciones de asociación con la UE con los empresarios que no querían el acuerdo del sector lácteo. Los conocimientos y experiencia que adquirí esos años fueron fundamentales.
El acuerdo UE-Mercosur, ¿también es más que comercio?
Claro, son acuerdos de asociación que tienen tres pilares: el económico-comercial, el de la cooperación y el político. Desde la política de la Comisión Europea se viene planteando que estos acuerdos de asociación fuesen también un instrumento para que se profundicen las integraciones regionales en otras partes del mundo. Apoyar la integración centroamericana con el SICA, a la Comunidad Andina y al Mercosur.
Recientemente el canciller uruguayo, Francisco Bustillo, dijo en el marco del III Foro de Inversión Europea en Uruguay que “el tiempo apremia” para concretar el acuerdo UE-Mercosur. ¿Coincide con esta idea?
Yo creo que sí, estoy de acuerdo con Bustillo. Esto si no lo logramos sacar adelante ahora se queda estancado para siempre. Este hubiera sido un semestre muy importante porque teníamos la presidencia pro témpore de dos países que son muy partidarios del acuerdo, Uruguay y Alemania.
Ha surgido esta cuestión de la deforestación y la idea nuestra es, no digo reformar el tratado porque ya está, pero sí poner en un documento que sea también vinculante a estas cuestiones referidas al medio ambiente. Sobre esto Mercosur todavía no está muy convencido porque señala que hay un capítulo dedicado a eso que se negoció veinte años. En Bruselas apoyamos al Mercosur, pero tratamos de decir a Brasil para ser conscientes del problema que hay.
El rey Felipe VI estuvo en la asunción del presidente Lacalle Pou en marzo y dijo que Uruguay era “un faro para la región”. ¿Qué balance se hace de esa visita y a qué apuntaba con ese concepto?
Fue recibido maravillosamente, con mucho cariño. Estuvimos primero con el presidente Lacalle y el rey fue invitado a su casa donde ellos comieron a solas. También se reunieron la ministra de Exteriores y el entonces ministro de aquí, formando un grupo de trabajo para ver en qué temas internacionales unir fuerzas podría tener un valor añadido en los distintos foros.
Uruguay es el país que marca la dirección correcta en la que debería ir América Latina. Es un país plenamente democrático, con una sociedad solidaria, seguridad jurídica. Luego, hay otras cosas que pueden frenar un poco la inversión como altos costos laborales o temas de imposición. Pero es el país más afín a la Unión Europea, yo me siento como en Europa, teniendo la ventaja que estamos en América que tiene una vegetación y una producción buenísimas agrícola y ganadera.
También el rey estuvo en Bolivia en la asunción del presidente Arce, ¿hay una intención de reflotar las relaciones iberoamericanas?
El rey es el máximo representante exterior de España y él ha ido como príncipe de Asturias a las tomas de posesión de presidentes latinoamericanos. Tiene una especial vinculación e interés en las relaciones con América Latina, que además está en nuestra Constitución.
Algunos medios hablan de un choque entre ciertos miembros del Gobierno de España y la monarquía. ¿Cómo se lleva esa relación?
Creo que el rey está haciendo una labor fenomenal, impecable. Algunos partidos son republicanos desde siempre, lo que sucede es que ahora uno de esos partidos está en el Gobierno y es una postura particular. Pero la Constitución es la Constitución y el jefe del Estado es el rey de España y eso no se cambia. Me preocupa que medios informativos estén tratando de erosionar la imagen de la Corona. El rey de España es un patrimonio histórico, como la reina para Inglaterra o el emperador para Japón. Estas antiguas monarquías que en su momento fueron imperios no son cualquier cosa.
¿Qué rol tiene en Uruguay la Cámara Oficial Española de Comercio, Industria y Navegación (Camacoes)?
Es una de las cámaras más antiguas. Tiene a todas las empresas españolas aquí y a muchas uruguayas. Recientemente, recibió en una actividad semipresencial al presidente del Banco Central. Es muy activa en relacionar a las empresas con las autoridades y con actores importantes. Desde que he llegado aquí hemos tenido intervenciones de todos los que fueron candidatos a la presidencia el año pasado. Luego también ministros, el secretario de presidencia y en diciembre vamos a recibir a la vicepresidenta.
Tuvimos una reunión con el inspector general de Trabajo, donde los empresarios de los distintos sectores expusieron los problemas que tenían. Pero lo importante a destacar es que aquí no tenemos contenciosos. Hay problemas, de vez en cuando, como ha pasado en el puerto de Montevideo, donde no queda espacio para que atraquen los pesqueros que vienen del Atlántico Sur y estamos arreglando el problema. Porque Montevideo para la flota española, logísticamente, es un punto muy importante. No hay un solo tema en que tengamos posturas opuestas y en conflicto, eso no existe.
“La integración europea ha sido el hecho más significativo de Occidente en el siglo XX”
Se han anunciado, además, nuevas inversiones provenientes de España…
Recientemente se anunció la llegada de una empresa del sector energético, que tiene su origen en las islas Canarias, y que es la cuarta empresa de España. Disa ha comprado a Petrobras todas las estaciones de servicio y sus tiendas. Luego en el Ferrocarril Central aparte de lo que es el trazado de la línea, una empresa muy importante es Sacyr, la que más participación tiene en el grupo que ha ganado el concurso. También habría que atraer más inversión turística, porque en España tenemos unas empresas que saben mucho de esto. El nuevo alcalde de Punta del Este es, además, el vicepresidente de la Federación de Instituciones Españolas en Uruguay.
Hay una influencia muy destacada de la comunidad española en Uruguay, por ejemplo, en la historia del mutualismo en el país. Hace algunos meses estuvo en Montevideo el presidente de la Xunta de Galicia, Nuñez Feijoo. ¿Cómo ve usted esta función social y esta relación comunitaria?
La Asociación Española es la principal, también está la Casa de Galicia. Luego está el Hogar Español que admite a ancianos que no tienen recursos, que no perciben una pensión y también a otros que reciben las atenciones necesarias. La administración española y las comunidades autónomas ayudan algunas iniciativas.
Aquí tenemos 70.000 personas inscriptas en el registro consular como españoles, muchos con doble nacionalidad. De ese número un 70 % son oriundos de Galicia. Están todos muy bien integrados aquí.
¿En el aspecto cultural qué se propone la embajada? ¿En el ámbito político?
Hemos realizado conmemoraciones por el quinto centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano. Tenemos también el Centro Cultural de España que en este momento está cerrado, pero lo que más hace son actividades virtuales, esperando a que se normalicen las cosas, porque es muy activo ese centro.
Para mí hay un desafío que es la actualización del tratado de Amistad y Cooperación con Uruguay. Queremos tener contactos políticos más regulares y profundos. Este tratado establece unas consultas políticas, pero sin periodicidad establecida. Ya se lo dijimos al excanciller Talvi y, precisamente, el actual canciller estaba entonces en Madrid como embajador.
La mediación de España en el conflicto por Botnia
“Participé a través de algunos oficios que solicitaron al rey Juan Carlos para tratar de resolver el conflicto Argentina-Uruguay por la planta de Botnia que estaba en construcción. En 2006, era la Cumbre Iberoamericana y ahí se aceptó esa misión por parte del rey. El embajador nuestro en Naciones Unidas fue el enviado especial y se decidió que yo le ayudase. Estuvimos haciendo viajes continuos entre Buenos Aires y Montevideo hablando con las autoridades. En Argentina los interlocutores eran Taiana y Alberto Fernández, aquí sobre todo Gonzalo Fernández, José Luis Cancela y Tabaré Vázquez”, indicó Gómez-Llera.
“Debería haber tenido resultados, habíamos preparado un borrador de acuerdo para desarrollar una mayor cooperación binacional en temas medioambientales en toda la cuenca del río Uruguay. Pero al final no salió porque en la Cumbre Iberoamericana siguiente, que fue en Santiago de Chile, Kirchner recibió a representantes del comité ambientalista de Gualeguaychú y eso a Uruguay no le pareció nada bien”, agregó.
“Quiero conocer mejor la música folclórica uruguaya”
Amante de lectura, desde muy pequeño también escuchó música clásica junto a su padre. Además, se declara un gran admirador de la música folclórica de esta región. El diplomático español cuenta que durante su infancia recibió algunas colecciones de folclore argentino de Ariel Ramírez, de los Fronterizos y de Eduardo Falú, entre otros artistas que tuvieron por aquellos años gran impacto en el país europeo. “Una de las cosas que yo quiero aquí es conocer mejor la música folclórica uruguaya. Tengo mucha afición a la cultura de esta parte del mundo”, confesó.
TE PUEDE INTERESAR