A principios de diciembre veíamos como la situación económica de Argentina y el problema de los altos precios en Uruguay, entre otros factores, generaban incertidumbre sobre cómo se daría la temporada, ¿qué pasó finalmente?
Cuando arrancamos el verano veníamos preocupados por varios temas: el 2 de mayo de 2018 hubo una gran devaluación desde Argentina, el 19 de abril tuvimos el segundo impacto negativo devaluatorio luego de las PASO, y el 23 de diciembre tuvimos la “Ley de Emergencia” donde el costo país de Argentina nos dio un panorama negro para el verano. Sin embargo, del 28 de diciembre al 12 de enero, hubo una afluencia importante de visitantes en todo el país y sobre todo del país vecino.
Hubo un incremento de brasileños del 10% y los uruguayos se movilizaron de manera impresionante, cerrando una quincena muy similar a lo que fue el verano pasado. Es decir que los niveles fueron razonables en comparación a la temporada anterior que había sido menguada con una caída del 35%. Enero en general cerró con casi los mismos niveles de visitantes de 2019. Restan analizar los números de niveles de gastos, sospechamos que han bajado y eso es lo más importante, más que la cantidad de turistas.
Los promedios esconden realidades distintas, porque se puede hablar de un promedio donde se estuvo igual al año pasado pero, sin embargo, hay destinos turísticos que tuvieron una caída importante y algunos tipos de ofertas lo han sufrido también. El argentino que vino es de clase socioeconómica alta y destinos como Punta del Este, La Barra o José Ignacio han tenido una situación distinta a la de La Paloma, por ejemplo. El aeropuerto de Laguna del Sauce tuvo un incremento del 8% de los vuelos privados, pero en La Paloma algunos empresarios de ofertas familiares están complicados.
Los costos internos siguen subiendo y la rentabilidad de las empresas se ven disminuidas, eso hace que, si se mire el turismo como un todo, se diga que fue una temporada similar al año pasado, pero a nivel individual y de microempresas las situaciones son muy delicadas. Para las cifras hay que esperar al cierre y no tirarlas como promedio, hay que desmenuzar por zona, tipo de oferta, destino y nivel de gasto que dejó el turista.
¿Qué se espera del nuevo gobierno que asumirá este 1º de marzo?
Se debería dar un impulso, y para hacerlo debe analizarse el impuesto a la renta y darle un apoyo similar a otros sectores exportadores de servicios. Si queremos motivar el turismo interno tratemos de que los connacionales que quieran vacacionar en el país no sean gravados con impuestos, porque el uruguayo no tiene IVA durante todo el año, pero sí en el verano. Hay temas de ordenamiento de turismo interno, de aspectos fiscales que hay que estabilizar, otros que se deben analizar para instalar y motivar el sector; creo que si nos ocupamos debemos atenderlo como corresponde.
Me consta que el futuro presidente lo va entendiendo. A principio de año cuando quisimos ir a Argentina para atacar este tema, entendimos que el gobierno debería haber concurrido para defender el tema del impuesto con Uruguay, pero la respuesta de Tabaré Vázquez fue que no iría para no ofender a su colega argentino debido a la situación que estaban atravesando, en tanto la respuesta de Luis Lacalle Pou fue: “entendemos que el gobierno tiene que tomar cartas en el asunto”. Ya mostró un diferencial y es un tema que lo tiene arriba de la mesa.
¿Se ha tenido diálogo con las diferentes autoridades involucradas en el tema para la próxima administración?
Con los diferentes integrantes del futuro Ministerio de Turismo, Germán Cardozo y Remo Monzeglio, tenemos vinculación de manera personal y profesional, así como con Ignacio Curbelo que establecimos un vínculo interesante. Hemos realizado reuniones y presentado propuestas. No vamos a decir que lo que se hizo anteriormente no existe, por el contrario, lo que está bien hecho se reforzará y lo que haya que mejorar se hará. Queremos mayor participación en la formación de los planes y las promociones conjuntas entre públicos y privados dentro y fuera de Uruguay.
¿Qué tareas fundamentales se debería impulsar, entonces, de manera prioritaria?
Tenemos que analizar si el turismo como sector de actividad importa o no para la economía del país. Es un sector del que todo el mundo habla, pero hay que hacer. Es necesario ver si el gobierno está dispuesto a tomar las riendas y entender que es un rubro productivo que genera divisas significativas para el país y mucho trabajo, un 11% de la población activa se emplea en el rubro, incide en el PBI nacional por encima del 7%, por lo tanto debemos atenderlo en función a eso.
Los beneficios fiscales que implementó el gobierno no son motivaciones ni subsidios, porque toda exportación de bienes o servicios en Uruguay está exonerada de impuestos. Por ejemplo la exportación de bienes informáticos no tiene ni IVA ni impuesto a la renta. Si hablamos de servicios logísticos tampoco están gravados por IVA. Entonces no entendemos por qué los servicios turísticos sí lo tienen y se saca un decreto especial que cada seis.
¿Cómo inciden los costos laborales en la actualidad teniendo en cuenta la zafralidad de los trabajadores del turismo?
Lamentablemente todavía el turismo en Uruguay es zafral, entonces lo primero que hay que arreglar es la situación del turismo en general. Hoy el único destino que ha sabido romper esa zafralidad es termas, otros destinos se mantienen estables con congresos y eventos, pero tenemos una gran zafralidad en el Este. En Colonia, entre semana cae abruptamente la cantidad de visitantes y tenemos que tratar de darle sostenibilidad, para que como producto sea rentable e impulsor de la economía.
Hay que generar propuestas, actividades y ofertas de manera permanente todo el año y en todos los destinos. No es un trabajo menor pero se puede generar, hay turismo de compras que no está bien explotado, ni el histórico-patrimonial, gastronómico y cultural, así como todo lo que refiere al turismo idiomático y de salud. Si le buscamos alguna otra actividad durante el año a los destinos que son sol y playa dependientes, creo que vamos a ir generando actividad más meses que el verano.
En función de eso vamos a tener mejor ocupación del personal; es un costo enorme tener que invertir en capacitación para que la persona a los tres meses tenga que irse porque termina la zafra, tanto para la empresa como para el trabajador. La idea es comenzar a trabajar más en turismo social, que sea de distribución y no de concentración y tratar de mantener la plantilla porque el recurso humano es el capital más grande que tenemos, y el cara a cara es fundamental para el servicio.
La Cámara está trabajando en el sectorial de turismo de Inefop, con el sindicato de trabajadores y con el gobierno de manera permanente para capacitar, ya lo hemos hecho con 6.500 trabajadores de todo el país y por ese camino seguiremos. Al mismo tiempo estamos capacitando empresarios para que entienda cómo es el negocio y pueda planificar y armar equipos de trabajo para ser más rentables.
¿Cómo incide en hotelería el costo de la seguridad que, en realidad, el Estado sería quien debería garantizarla?
Si entendemos que el turismo importa, el gobierno debe tomar precauciones en muchos temas, porque es un rubro muy transversal que afecta a cualquier otro sector. En 2005 cuando asumió Vázquez, nos invitó a la casa presidencial de Punta del Este y dijo que iba a trabajar “porque el Uruguay turístico es seguro o no existe”. Pero esas palabras se las llevó el viento y hoy la seguridad es un problema importante en comparación a lo que era hace 15 años atrás.
Lo que más ofrecemos al turista que viene es seguridad, paz, amabilidad y buen trato, si perdemos esos valores, de nada sirve. Por tanto, si el gobierno entiende que el turismo es importante, tanto la seguridad ciudadana, como la ambiental o sanitaria, tiene que ser muy cuidada. Seamos en serio un Uruguay Natural. Estos temas son pilares centrales que se deben poner foco para mantener el turismo y dejar al país en un nivel de calidad de vida atractivo para invertir.
¿Qué sucede con las plataformas de alquiler irregulares? ¿Se ha puesto sobre la mesa el asunto de que el mercado pueda adaptarse a ellas, pero en igualdad de condiciones?
Ha habido cambios en los hábitos del consumo de las personas, no solo en el turismo sino en la manera de comercializar y consumir. El mundo apuesta a la digitalización, no hay marcha atrás y creo que hay que aceptarlo. Tenemos que tratar que las leyes vayan con la rapidez que va el mundo, eso nos cuesta porque la burocracia nos frena. Hemos propuesto proyectos de ley de regulación de plataformas y la incorporación de una ley de vivienda turística vacacional, pero no hemos tenido éxito porque la comisión de turismo no ha trabajado bien en los últimos años, no consideró ninguno de los proyectos.
Por otro lado se han generado encuentros mundiales donde la idea es ver cómo los distintos países van regulando este tema para incorporar las plataformas de manera que haya una legislación y se ponga en igualdad.
Las plataformas son intermediarios, por lo tanto hay que cobrarle los impuestos que corresponde y asegurar que lo que ofrece es un producto confiable. El sector alojamiento tiene dos exigencias fundamentales, una es su registro dentro del ministerio para realizar las inspecciones correspondientes, y la segunda, que cualquier persona que ingrese a un alojamiento hotelera registrada, pase por un filtro de Interpol.
En estas plataformas hoy no existe nada de eso. Lo único que estamos buscando con ellas es que sepan que quienes publican allí están registrados y controlados así como quien la utiliza. En definitiva es poner en pie de igualdad a todos, pero sobre todo combatir el flagelo más grande que es la informalidad. Estamos trabajando en esto y tratando que lo que planteamos aparezca en la Ley de Urgente Consideración, porque entendemos que no se puede esperar más. En Punta del Este hoy hay 12.500 camas de alojamientos y 180.000 camas que están bajo el sistema informal. ¿De qué sirve controlar a las 12.500 si tenés 180.000 por fuera? Solo falta la voluntad política.
Se han visto varios cierres de hoteles de relevancia en el territorio, ¿puede ser que hagan falta más restricciones a la hora de permitir el desarrollo de un hotel para que no suceda esto?
Cuando se impulsó la ley de Promoción de Inversiones y cuando en turismo no aceptábamos la creación de la ley de Aplicación de Beneficios para los Condoteles, el Ministerio de Economía y Finanzas igual sacó un decreto que le otorga el mismo beneficio de los hoteles a los condoteles. Esto generó una situación delicada, en la que se permitía a los empresarios realizar una inversión inmobiliaria con una gestión hotelera, por lo menos con un plazo de 10 años. En esa situación ingresaron al mercado una cantidad de opciones de ofertas de alojamientos que compitieron con la hotelería instalada, la cual no se pudo reconvertir y fue cayendo.
Ahora a los condoteles se les acabó el periodo de gracia y fueron cerrando, se vendieron como apartamentos o los reconvertieron en algún otro tipo de oferta similar al inmueble. En síntesis, la idea de quienes lo instalaron era hacer un negocio inmobiliario, no una gestión hotelera. Desde el Mintur no hubo una planificación en cuanto a las condiciones y quiénes podrían levantar propuestas de alojamiento, entonces hay zonas del país que están saturadas de ofertas y hacen caer a otras que no pueden competir; pero también hay otras zonas con carencias de alojamientos.
Hay que tratar de planificar la oferta y el destino según la capacidad que tengamos, no dejar actuar libremente a inversores. Nos duele ver algunos hoteles históricos de relevancia que ya no están con nosotros debido a la falta de estímulo suficiente y real para fomentar la actividad hotelera, ya que se pensó más en el negocio inmobiliario.
La familia y la hotelería
Nació en Montevideo un 12 de mayo de 1959. Podría decirse que él no eligió al turismo, sino que el rubro lo eligió a él. Al nacer, su padre era dueño de un establecimiento hotelero de Córdoba, Argentina, eso lo llevó a trabajar en el sector prácticamente desde su nacimiento. Al cumplir ocho años, su familia obtuvo una instalación hotelera en Piriápolis, la cual desde 1984 es manejada por el entrevistado. Han pasado 35 años de que maneja un hotel, de que se casó y dentro del matrimonio tuvo dos hijos y un nieto.
En el año 2003, a poco de atravesar la gran crisis económica de 2002, decidió involucrarse en mayor medida con el destino y la sociedad del que forma parte su negocio. En conjunto con un grupo de amigos que además eran dirigentes de diferentes instituciones locales, trataron de llevar adelante un proyecto denominado “Piriápolis 2010”, lo que luego fue el primer plan estratégico de turismo que hubo en el país, bajo el ministerio de Pedro Bordaberry. Años después, en 2007 esto desembocó en la creación de la primera Asociación de Promoción Turística publico-privada.
Juan Martínez continuó escalando y comprometiéndose con el turismo nacional, hasta que, en 2015 presidió la Cámara Uruguaya de Turismo (Camtur), actividad que desempeña actualmente. Al mismo tiempo ejerce su profesión de Contador Público desde hace casi 40 años; y desde hace tres décadas trabaja en un grupo inversor. “El turismo impulsa al país y lo sostiene, y tenemos que entender que Uruguay, un país chico donde no hay muchas otras riquezas y la industria ha ido perdiendo pie, está llamado a ser un país de servicios logísticos, informáticos y turísticos”, reflexiona.
Proteger el turismo regional
El tipo de cambio en Argentina ha afectado en gran medida al turismo nacional. Recientemente, desde la Camtur se dirigieron al vecino país para dialogar con el ministro de Turismo Matías Lammens, para plantearle -entre otras cosas- que en el tratado de Asunción referido al Mercosur, se establece que ningún país puede tomar una medida macroeconómica que afecte la economía de los países del bloque. “Pero sin duda las grandes devaluaciones que hizo Argentina nos afecta a todos”, declaró Martínez.
“Cuando se habla de que se quiere promocionar una región entera e ir juntos, se nos hace difícil porque tenemos situaciones muy disímiles. Por lo tanto la idea es trabajar más en bloque y que los impactos sean absorbidos por algún sistema que proteja al turismo regional”, planteó el entrevistado.
A un destino que la devaluación le ha pegado muy duro es a las termas, primero porque del lado argentino ha habido un crecimiento de la oferta termal, y segundo que los precios que están teniendo generan que sea imposible cruzar a Uruguay. “Hay que analizar los costos internos país, ser más eficientes y competitivos principalmente para que las empresas puedan sostenerse. El consumo en Uruguay ha caído en productos y servicios, todo debido al desajuste cambiario que estamos teniendo con Argentina sobre todo”, puntualizó.