Entre los datos más inquietantes para la economía estadounidense aparece la repentina pérdida de apetito de los inversores, tanto nacionales como extranjeros, por los bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo. A los inversores les preocupa cada vez más que el déficit fiscal se aproxime al 8% del PIB en un momento en que el país está cerca del pleno empleo. También les preocupa que es poco probable, dada la disfuncionalidad política en Washington, que este déficit presupuestario se reduzca a corto plazo. La pregunta que se hacen los inversores es: ¿quién financiará las necesidades de endeudamiento a largo plazo del Estado y a qué precio? Esta pregunta se hace aún más acuciante en un momento en que la Reserva Federal sigue reduciendo el tamaño de su balance en US$ 95.000 millones al mes dejando sin renovar los bonos del Tesoro y los valores respaldados por hipotecas que vencen. También es especialmente relevante en un momento en el que sabemos que tanto China como Japón reducen sus tenencias de bonos del Tesoro.
El resultado neto de este cambio en el sentimiento de los inversores es que, en el corto espacio de dos meses, el rendimiento de los bonos del Tesoro, que es la referencia para otras tasas de interés tanto en el país como en el extranjero, se ha disparado de menos del 4% a alrededor del 4,75%, su tasa más alta en dieciséis años. Este repunte ya ha provocado que las tasas de las hipotecas a treinta años se aproximen al 8%, lo que hace que la vivienda sea aún más inasequible para el hogar estadounidense medio. Queda por ver si el mercado de vivienda y de automóviles de Estados Unidos podrá soportar tasas de interés tan elevadas. Otro cambio importante en los hechos que la Reserva Federal haría bien en tener en cuenta son las fisuras que aparecen ahora en el sistema bancario. Ya a principios de año se produjeron la segunda y tercera mayores quiebras bancarias de la historia de Estados Unidos, cuando cayeron el Silicon Valley Bank y el First Republic Bank. Mientras tanto, Alemania lleva ya tres trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo, mientras se enfrenta al impacto combinado de una crisis energética inducida por Rusia y la ralentización de la economía china. Con el Banco Central Europeo subiendo las tasas de interés en un momento de debilidad económica, solo es cuestión de tiempo antes que el resto de la economía europea sucumba a una recesión.
Desmond Lachman, American Enterprise Institute
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