Oriundo de un pequeño pueblo de Asturias (España), arribó a suelo uruguayo con solo tres años pues su familia buscaba mejores oportunidades. Nacionalizado uruguayo, fue encontrando su vocación entre la economía y la banca privada y logró ocupar cargos de gran relevancia a nivel internacional. Su vasta trayectoria, la fundación que creó para atender a los adultos mayores y el presente y futuro del Uruguay fueron algunos de los temas sobre los que el Cr. Iglesias conversó con La Mañana.
¿Cómo se dio su llegada al Uruguay? ¿Por qué nuestro país?
Yo nací en Arancedo, un pequeño pueblo de Asturias, y llegué con mi madre con tres años en agosto de 1934. La gran mayoría de los jóvenes en esa España pobre, buscaban trabajo en la inmigración. Los gallegos y asturianos viajaban a Cuba y ese era el propósito de mi padre. Pero la crisis económica mundial del 30 cambió el rumbo en busca de lugares y ahí tuve la fortuna de que me trajeran a este país y pudiera hacerme uruguayo.
¿De qué forma se despertó su interés por la economía?
La verdad es que tenía varias opciones bastante diferentes en su momento. Finalmente, opté por Ciencias Económicas para trabajar en la vida empresarial. Llegado a la facultad, tuve dos profesores en Economía, Domínguez Noceto y Faroppa. Me reencontré con un área muy atractiva y todavía siendo estudiante me invitaron a trabajar en el recién creado Instituto de Economía que dirigía Faroppa. Luego entré a trabajar en una empresa suiza y después como contador en el Banco Territorial de entonces. Ahí empecé una doble vocación, la de la economía con la docencia y la investigación y la de la banca privada, de la cual vivía.
Entre 1960 y 1967 funcionó la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), un organismo público interministerial de Uruguay del que usted formó parte. ¿Qué recuerdos tiene de esa institución? ¿Qué importancia tuvo entonces?
La experiencia de la CIDE fue una de las actividades que más le agradezco a la vida, sobre todo, por poder contribuir al conocimiento del país y a sus potencialidades. El gobierno me dio amplias facultades y libertades para trabajar con gente de todas las ideologías y con los sectores privados y sindicales. Todos respondieron y un grupo fantástico de colaboradores, muchos de ellos transferidos de empleos públicos, dio lugar al primer conocimiento integral de la economía y la sociedad. De ese esfuerzo partió un censo de población luego de 50 años sin hacerlo, las primeras cuentas nacionales, el conocimiento de la realidad agropecuaria, industrial, entre otros. El informe de la CIDE fue elaborado por ese formidable equipo de colaboradores, muchos de ellos voluntarios, y un muy eficiente equipo de expertos internacionales. Sin la libertad que nos dio el gobierno no hubiera sido posible. Tengo una deuda inmensa con Wilson Ferreira, con Pivel Devoto y con el presidente Washington Beltrán, grandes apoyos de la CIDE. Fue una gran aventura en mi vida profesional y pública y un gran impacto en la opinión pública y la propia reforma constitucional.
Usted también fue presidente del Banco Central del Uruguay (BCU). ¿Cómo vivió esa experiencia?
Efectivamente. El BCU fue inspirado en una recomendación de la CIDE precedido por una larga historia de discusiones en el Parlamento y en la opinión pública. Un Banco República muy prestigioso lo hacía innecesario a juicio de muchos. Su creación fue una aventura desafiante, con momentos difíciles, pero hoy es una gran institución al servicio de los mejores intereses del país.
¿Cómo fueron sus vivencias en la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo)? ¿Qué aprendizajes se llevó de ambos organismos?
La Cepal fue una experiencia igualmente muy gratificante. Cepal es una de las cinco comisiones regionales creadas por las Naciones Unidas para el análisis de las economías y el apoyo a gobiernos e iniciativas de cooperación. Para mí era una inmensa oportunidad y al mismo tiempo un desafío de presencia política y de pensamiento económico. Pero al año de hacerme cargo, sobrevino el golpe de Estado en Chile y eso nos llevó a dedicar mucho tiempo y trabajo con la bandera de las Naciones Unidas. Vino un tiempo de esfuerzo y lucha por ayudar a sortear los problemas que trajo la dictadura a miles de chilenos y a muchos latinoamericanos residentes en Chile y que no podían volver a sus países. Estuve dos años colaborando con el Instituto de Planificación de la Cepal y luego 13 como secretario ejecutivo de Cepal compartiendo la dirección de la Comisión, pero sobre todo defendiendo el primer objetivo de las Naciones Unidas que era y es la defensa de los derechos humanos y el apoyo a gente perseguida y con miedo sin poder regresar a sus países bajo sistemas autoritarios.
Luego de la Cepal, el presidente Sanguinetti me invitó a ser el canciller de la recuperación democrática del país. Wilson Ferreira jugó un gran papel en impulsarme y estoy verdaderamente agradecido a la vida por haber tenido la oportunidad de colaborar con el primer gobierno de la democracia y ayudar a un gran presidente a reubicar al país en el nivel de respeto internacional que ha venido logrando desde entonces.
Estando en la Cancillería apareció la oportunidad de la elección de un nuevo presidente del BID. Yo conocía el BID, había sido consultor por un par de años y luego ocupé la presidencia por casi 18 años. Fue una inmensa oportunidad de conocer América Latina, conocí las coyunturas económicas de esos países, especialmente en momentos difíciles; también pude acompañar a la región en foros internacionales, pero sobre todo ayudar financieramente a los países de la región en momentos difíciles. Fue una gran oportunidad que agradezco a la vida.
Usted fue uno de los fundadores de la Fundación Astur. ¿Cómo surgió esta idea?
En algún momento pensé qué podría dejar en el país que me había abierto tantas puertas y dado tanto apoyo. Me pareció que una fundación era una buena opción. Con un grupo de amigos entrañables empezamos a crear esa fundación que tuvo algunas incursiones en la política económica, pero finalmente optamos por ocuparnos de los mayores, tema con el que obviamente me siento muy cómodo.
¿Cuáles son los principales cometidos de la fundación?
Iniciamos nuestra concentración con los problemas de los mayores, apoyando la formación de los recursos humanos que cuidan a los mayores junto con otras instituciones que también lo hacen. Estamos contribuyendo a ese equipo de personas que colaboran con los mayores carenciados, pero continuamos buscando nuevas fronteras. Últimamente estamos comprometidos con centros de encuentros de día de personas mayores donde descubren la amistad, cosas concretas para hacer juntos, pero sobre todo reducir la soledad que a veces golpea fuerte a nuestra generación.
¿Qué importancia tiene para las personas de la tercera edad seguir en actividad?
Es una buena pregunta. Encontrar algo que hacer es finalmente un gran objetivo para acompañar los años maduros. No siempre es posible y a veces tampoco es deseable por las personas. Pero ciertamente es un objetivo muy respetable y debe abordarse. Un buen ejemplo lo encontré en los países nórdicos donde en algunas ciudades los sábados de mañana los vecinos cuidan las plazas del barrio. Pero hay muchas formas abiertas de crear ocupación y por tanto extender la vida activa que es salud.
¿Deberían existir otras oportunidades para el envejecimiento activo? ¿El país tiene un debe en la materia?
Este es un nuevo tema que vamos a tratar en la fundación, los problemas de la soledad no deseada que se dan a todas las edades, pero muy especialmente en los mayores. En algunos países el 40% de los mayores experimentan alguna forma de soledad no deseada. Es parte de la vida y algo se puede hacer para apoyarlos. Ya Astur está impulsando un programa llamado CREA (Centros de Referencia para el Envejecimiento Activo) en el cual procuramos crear ámbitos de encuentro para una buena parte de la tarde donde las personas mayores que lo deseen puedan encontrar información, ejercicios físicos y sobre todo compañía. Nos apoyan recursos del gobierno y de empresas privadas. Estamos muy entusiasmados por sus resultados. Es una respuesta a su pregunta, pero hay más cosas para hacer.
¿Qué nos puede contar acerca del seminario realizado sobre la soledad no deseada en personas de tercera edad?
El seminario fue muy bueno, con presentaciones de personas calificadas que trabajan con mayores en España y en Uruguay (ver recuadro). Creo que debemos profundizar el debate sobre el tema de la soledad no deseada en los mayores e iniciar apoyos por intermedio de la televisión o la radio y otros mecanismos. Seguiremos explorando y aprendiendo la experiencia de las cosas que se hacen en otras partes con éxito.
¿Cómo ve al país en la actualidad? ¿Cuáles son las principales dificultades que identifica en el Uruguay de hoy?
Creo que el país se compara muy bien con nuestros hermanos de la región en los órdenes político, económico y social. Se ve incluso más allá de las diferencias que existen y las democracias deben administrar democráticamente como lo hace este país. La clave es contar con partidos políticos sólidos y activos y en eso estamos en la primera fila de América Latina.
Dada su experiencia de tantos años en diversos ámbitos públicos y privados, ¿qué futuro le ve al Uruguay? ¿Hacia dónde debería encaminarse?
Yo tengo una visión optimista pero prudente. El país ha pasado por diversas experiencias y creo que ha aprendido a disentir democráticamente entre partidos organizados. Pero la gran incógnita la crea para mí el futuro del mundo. Estamos peligrosamente enfrentados ideológicamente y hay grandes desafíos sobre las fuerzas que generan las nuevas tecnologías. El tema es fundamentalmente político. Es importante convivir en la diversidad de visiones de las políticas y entre las grandes fuerzas dominantes tanto en lo político como en lo económico. Hay muchas nubes en el horizonte que escapan a nuestro control que generan crecientes dudas y ansiedades.
¿Qué opinión le merecen las reformas que ha llevado adelante este gobierno?
Creo que se han implementado políticas con buenos logros en materia de estabilidad y crecimiento. Ha habido cuestionamientos y desacuerdos, pero dentro de la institucionalidad democrática.
¿Qué percepción tiene del sistema político uruguayo? El país se ha diferenciado de la región por sus fortalezas institucionales y su democracia. ¿Esto puede estar en riesgo o diría que hay una solidez en ese aspecto?
Le insisto en que la gran fuerza de nuestra democracia es contar con partidos políticos sólidos, con décadas de experiencia en la gestión política, económica y social. Creo que la existencia de esos partidos es el gran activo del país para seguir regido por el diálogo y el gobierno democrático. Pero los partidos deben modernizarse al impulso de las nuevas realidades políticas, sociales y económicas.
¿La aparición de la tan mentada grieta política es una posibilidad en una sociedad como la nuestra? ¿Falta una búsqueda de coincidencias?
Siempre falta insistir en la modernización de los partidos. Pero nuestros partidos han sido gobierno y oposición. Eso ha sido una lección de realismo político muy importante para asegurar la visualidad y el realismo en las opciones de gobierno.
Una fundación dedicada a las personas mayores
La Fundación Astur es una organización no gubernamental sin fines de lucro que fue creada con el objetivo de consolidar una organización humana, sustentable y referente en los temas esenciales para los cuales fue constituida, apoyando políticas nacionales consensuadas y manteniendo los valores fundacionales que inspiraron su creación.
Su misión es establecer un ámbito de reflexión para promover y desarrollar proyectos y programas que contribuyan a mejorar los aspectos sociales, económicos, culturales y políticos del país, con especial énfasis en los sectores más vulnerables; promover la excelencia académica en sus áreas de experticia, así como establecer reconocimientos a personas u organizaciones que hayan realizado aportes relevantes a la sociedad.
Sus valores principales son armonía y consenso, compromiso y respeto, transparencia y humanización.
Hace más de 60 años que el Cr. Enrique Iglesias conoció a José María Puppo, hoy director general de Astur. Ambos trabajaron juntos en la Cepal y en el BID.
“Él siempre pensó en crear una fundación. Cuando terminó su tarea como funcionario internacional, decidió hacerlo, y el tema que eligió fue adultos mayores, sobre lo cual, salvo pertenecer a esa franja etaria, ni él ni yo sabíamos absolutamente nada”, había dicho Puppo a La Mañana en una entrevista en 2020.
Fue así como nació la Fundación Astur, que “trata de ayudar a llegar a adulto mayor de la mejor manera posible. Si necesitás ser cuidado, hacemos capacitación de cuidadores; si estás bien, hacemos envejecimiento activo para que sigas estando bien”, acotó en ese entonces.
Hoy el foco está puesto en los centros de encuentros de día de personas mayores, que apuntan a reducir la soledad y así mejorar la calidad de vida de esta población.
De la mano de la fundación, el pasado 31 de octubre en la Sala Picasso del Radisson Victoria Plaza se llevó adelante el “Seminario internacional: soledad no deseada, una mirada iberoamericana a la pandemia silenciosa”, cuyo propósito fue abordar el tema de la soledad no deseada con énfasis en las personas mayores.
De la jornada participaron Alfredo Cabrera, presidente del Banco de Previsión Social (BPS) –institución que trabaja con Astur en los CREA–; el presidente de la fundación, Enrique Iglesias; la primera mujer latinoamericana elegida para ejercer el cargo de secretaria general de la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social (OISS), Gina Magnolia; el director general del Centro Los Camilos en España, José Carlos Bermejo; las docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, Sandra Sande y Romina Mauros; y la presidenta del Observatorio Estatal de Soledad no deseada de España, Matilde Fernández.
Al finalizar el seminario, el Cr. Iglesias planteó que una de las prioridades de la fundación es trabajar para darle visibilidad a este tema de modo que se pueda reflexionar sobre cómo se puede dar solución a una de las “pandemias silenciosas” que afectan principalmente a las personas mayores.
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