Uruguay está avanzando en el marco de un contexto global en el que las finanzas tienden a ser cada vez más centralizadas hacia métodos de pagos electrónicos, yendo a la vez a una idea general de una cuenta única nacional por habitante. Esto está comprendido en el concepto de las CBDC (Central Bank Digital Currency) o moneda digital administrada por un banco central. En vez de imprimir billetes de papel o monedas metálicas, el banco central de un país emite su propio dinero en formato electrónico. Una de las ideas que ronda a nivel global es crear cuentas bancarias universales en los bancos centrales para todos los ciudadanos.
El centro de estudios Atlantic Council, con sede en Washington DC, ha indicado que 130 países exploran versiones digitales de sus monedas. Algunos países están más adelantados que otros. Por ejemplo, Bahamas (tiene 390 mil habitantes) ya lo implantó, la Unión Europea lo desarrolla, otros como Australia, Corea del Sur y Rusia están siguiendo una hoja de ruta. En Nigeria se intentó llevarlo adelante, pero fue un fracaso. Estados Unidos directamente ni lo analiza a pesar de un intento de la administración Biden de que se comenzara a estudiar el tema.
El centro CBDC Tracker destaca que este tipo de iniciativa ha sido cancelada en Ecuador y Kenia, mientras que muestra a Uruguay como uno de los países donde se llevará adelante la iniciativa.
Quienes apoyan este tipo de proyecto señalan que al haber una única cuenta por ciudadano disminuiría de manera importante el delito, ya que toda transacción estará registrada y se conocerá quién es el receptor y el emisor del pago. Los críticos indican que el poder de los bancos centrales sería absolutista: sabrían qué hace cada ciudadano con su dinero, en qué gasta cada centavo y con quiénes se relaciona. Un ejemplo del funcionamiento sería el siguiente. Si A le quiere dar a B 100 pesos, se lo transfiere a su cuenta del BCU. Esto lo podrá hacer por una aplicación. A su vez B lo podrá utilizar ese dinero, por ejemplo, en una compra o transferirlo a la cuenta de C. Lo que se elimina con esto es el dinero físico.
En Uruguay existe un proyecto de CBDC: el e-peso. Fue un experimento que comenzó en 2017. Ese año 10 mil personas participaron de una iniciativa del BCU: pagar con dinero que estaba almacenado en el Banco Central. Duró seis meses y después se canceló. En noviembre de 2022, el entonces presidente del BCU, Diego Labat, señalaba que “alguna condición ha cambiado como para empezar a mirar de nuevo el proyecto del e-peso seguramente junto con otras cuestiones. Mi principal apuesta, aunque no son absolutamente incompatible, es el Fast Payment System, el FPS”.
El FPS es la interconexión a todo nivel para los pagos en línea. Labat indicaba que no tenía sentido un e-peso si el FPS no funcionaba. Y de eso se tratan los pasos que se están dando: se comenzó con las transacciones mediante tarjetas de débito y bancarias, ahora se va hacia las finanzas abiertas y lo último será el e-peso, o como se lo denomine en su momento. Es acostumbrar, de a poco, a la gente a la utilización de medios electrónicos para todo pago.
Nueva hoja de ruta
El Banco Central presentó recientemente su hoja de ruta para las denominadas finanzas abiertas, que es el segundo paso después de la denominada “inclusión financiera”. Finanzas abiertas es básicamente la interconexión en una sola aplicación, con la autorización del usuario, de todas sus cuentas bancarias, sus tarjetas de crédito, y todos los servicios que estén a su nombre. Desde esa aplicación podrá entonces tener una especie de cuenta unificada y también autorizar a las entidades que participan de poder acceder a esos datos.
El BCU señala al respecto que “las finanzas abiertas son iniciativas implementadas en diferentes mercados para facilitar el acceso a datos bancarios, financieros y de pagos a través de interfaces de acceso automatizado (las apps), a participantes debidamente autorizados, siempre y cuando se cuente con el consentimiento de los usuarios”.
Se parte de la premisa de que el usuario es el propietario de los datos que genera a través de sus transacciones, “y busca empoderarlo para que obtenga un mayor valor a partir de ellos, estableciendo canales seguros de intercambio de información bajo su consentimiento”. Para el Banco Central “esto permitirá nuevas opciones de productos financieros personalizados a las necesidades de los usuarios, y que sus transacciones sean más accesibles, seguras y eficientes, fomentando la inclusión financiera”. Esta hoja de ruta prevé para el año próximo la iniciación del proyecto que abarcaría todo 2025 y 2026.
Avance de los pagos electrónicos
Primero fue la bancarización, después vendrán las finanzas abiertas y el último paso sería el CBDC, o sea la moneda digital. El proceso de utilización de medios electrónicos de pago ha tenido avances en los últimos años. Los últimos datos del BCU muestran que en el segundo semestre del año 2023 el valor de los pagos minoristas medido en pesos uruguayos fue 6,5 veces el valor del producto interno bruto, continuando su tendencia al alza.
Los pagos minoristas son las operaciones realizadas a través de transferencias minoristas, débitos directos, cheques, tarjetas de pago y dinero electrónico. Las terminales de pago (POS) pasaron de 25.300 en 2013 a 116.700 a mediados de este año. Los dispensadores de dinero (las terminales que hay por ejemplo en las redes de pago) en 2018 eran 918 y a junio de 2024 son 8.00. Las denominadas redes de pagos y corresponsales (o sea redes que reciben depósitos o retiros para bancos) eran 973 en 2010 y hoy llegan a 1278.
Como lado negativo del proceso se observa una fuerte caída de sucursales bancarias: de 331 en 2010, hoy hay 244.
Los pagos con tarjetas de débito o crédito crecieron 76% entre 2010 y 2024. En la actualidad los pagos con dinero en efectivo representan alrededor de dos tercios de lo que eran en 2010, y en ese mismo período los retiros de efectivo cayeron 6% mientras que los pagos con cheques bajaron 30%. Para que se tenga una idea del impacto de este proceso, en 2010, los pagos con tarjetas de débito eran menos de 200 millones de pesos. Hoy llegan a casi 6000 millones de pesos. El uso de medios electrónicos para pagar (ya sea transferencias o uso de tarjetas de débito) creció 22 veces entre 2010 y 2023. Los montos transferidos (interbancarios) se duplicaron entre 2019 y 2023, siendo hoy 4,5 veces lo que eran en 2016.
Dentro del sistema bancario, en 2023 se realizaron alrededor de 156 millones de transferencias, 2,5 veces más que en 2018 y mientras que las entre bancos se multiplicaron por 5, las interbancarias se duplicaron. Este empleo más intensivo de las transferencias está acompañado de una reducción significativa en la “transferencia promedio”. En el primer semestre de 2024 fue de 99 mil pesos por operación y 6900 dólares.
Dentro de la hoja de ruta para este tipo de operaciones se fijaron nuevos límites de tiempo para las transferencias entre bancos. Son instantáneas hasta 20 mil pesos (los siete días de la semana) y si se ubican por menos de 1000 pesos no tienen costo. En agosto de este año hubo 2,3 millones de transferencias, de las cuales 820 mil fueron de menos de 1000 pesos. En dicho mes, el 45% de las transferencias interbancarias fueron instantáneas. Para que se tenga una comparación: hace dos años, en julio de 2022 llegaban al 3%.
La hoja de ruta del BCU para este tipo de pagos muestra en el futuro la interoperabilidad entre diferentes instrumentos de pago, reducir costos y aumento de umbrales de gratuidad, los pagos transfronterizos y pasar a la segunda etapa: las finanzas abiertas el año que viene. La desaparición del dinero físico y que cada uno tenga una cuenta en el BCU puede parecer de ciencia ficción, pero parece estar en un futuro no muy lejano.
TE PUEDE INTERESAR: