El Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas trabaja de domingos a domingos, sus días de descanso son solo cinco al año. En tanto las cifras de ventas de publicaciones en papel está en constante caída, el motor que los empuja son los canillitas, esos vendedores que llueva o truene están en su esquina de siempre. Por esta razón es que reclaman que se atiendan las necesidades del sector para paliar una crisis definida como la peor de la historia.
A las 9:00 de la mañana la vorágine de la Ciudad Vieja es un clásico, ómnibus que van y vienen, personas que bajan más que subir, los pasos apurados para llegar al trabajo resuenan en las angostas veredas del barrio más antiguo de Montevideo.
Entre tanto barullo de la urbe se hace costoso imaginar cómo sería ese sitio en el 1900, sin embargo, las fotos históricas que alguna vez hemos visto y los relatos del guía turístico que hace su citytour con un grupo de brasileños hacia la peatonal Sarandí dan la pauta de que el ir y venir de las personas se asemejaba, de alguna manera, a lo que se vive esa mañana.
La esquina de Cerrito y Juncal, peligrosa para cruzar distraído, comienza su movimiento de personas a las 3:00 de la mañana, todos los días, de lunes a lunes, menos cinco días al año: 1° de enero; viernes santo; 1° de mayo; 26 de mayo y, desde hace tres años, el 25 de agosto. Es que ese día los diarios y revistas en papel no tienen servicio de distribución y venta de canillitas.
La historia comenzó el 20 de febrero de 1920, cuando Adrián Troitiño Alcorbe, español, anarquista y sindicalista, fundó el Sindicato de Canillitas del Uruguay. Esa agremiación ya tiene más de 102 años de historia, se organiza en una estructura piramidal que se conforma por jefes de ventas por cada publicación y 12 sucursaleros. Una de estas sucursales es la ubicada en Cerrito y Juncal, que se encarga de cubrir los puntos de venta diversos barrios de la zona.
Las sucursales son propiedad del sindicato y se le brinda comodidades al vendedor para que pueda retirar las publicaciones todos los días. Se cuenta con servicio de luz, agua, baño, teléfono. Esos gastos forman parte de los costos de la distribución, por ese motivo es que muchas veces se encarece. El sindicato paga los impuestos de las sucursales, que están estratégicamente ubicadas en diferentes puntos de Montevideo y cubre unos 400 puntos de venta, escaparates y paradas en barrios.
El despacho de los ejemplares comienza a las 3:30 de la mañana hasta las 10:00, todos los días. Llegan las publicaciones directo de imprenta y los vendedores se acercan a las plantas de distribución, levantan y comienza la jornada. “Nosotros no tenemos ruta, son los vendedores vienen a buscar sus diarios. Por ejemplo, en este caso llegan los de Centro, Ciudad Vieja”, indicó a La Mañana Antonio Benia, quien está vinculado al rubro hace 35 años.
Otros dos integrantes del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas que nos recibieron en la planta de distribución fueron Luis Enrique Espert y Mauro Espert, quienes hicieron eco de la palabra de Benia, y brindaron sus detalles acerca de la situación actual del rubro, la que definieron como “la peor de la historia”.
Lo que el celular se llevó
La experiencia de Benia le permitió dar un panorama bastante amplio de las últimas tres décadas en materia de venta de diarios. En ese sentido señaló que hubo dos golpes grandes para el área, uno fue la crisis del 2002 y el segundo el crecimiento exponencial de la digitalización que arrastró la pandemia.
Recordó que el primero se puso “de moda” que las empresas no consuman diarios, y en ese entonces se perdieron el 70% de las ventas que correspondían a las empresas públicas, casas de cambio, bancos. “Con el tiempo algunas se retomaron, pero con la pandemia se perdieron nuevamente”, añadió.
Un ejemplo en cifras es el del caso del Palacio Legislativo. En la biblioteca del lugar se dejaban 50 ejemplares solo para esa área, y cada senador y diputado contaba con una partida extra llamada partida de prensa de unos $20.000 mensuales, “pero comenzaron a comprar un diario por bancada, por ende, las compras bajaron mucho. Y en biblioteca en vez de dejar 50 pasamos a dejar cinco”, detalló Benia.
El entrevistado dijo que inevitablemente internet ha ido socavando el papel, porque está todo online, “y a eso se suma que la juventud ya casi no lee las noticias, prefiere informarse por videos y redes sociales”, entiende.
Por su parte, Luis Enrique relató que algo común que sucede entre los canillitas es que cuando fallece algún lector de los veteranos y conservaba la costumbre de comprar el papel, a ese cliente no se lo recupera con otro nuevo. “Por todos estos motivos el sindicato está viviendo uno de los peores momentos. Se hace un trabajo muy grande por mantener las sucursales, se les paga el piso a todos los quioscos, y al haberse ido achicando la entrada estamos en un momento que históricamente es el peor”, resumió.
Quioscos que se sostienen a pura voluntad
Benia explicó que con la caja de auxilio se le paga al vendedor de diarios el impuesto de piso que la Intendencia de Montevideo cobra en cada quiosco; el Fonasa; el 50% del valor del ticket de los medicamentos. A su vez se tiene una colonia de vacaciones, un hogar de ancianos, servicio fúnebre, todo en forma gratuita. “Y la realidad es que se nos está haciendo casi imposible continuar con esa tarea social”, sopesó.
Luis Enrique expuso que en lo que va del año se han dado unas cuatro canastas de alimentos a los canillitas, así como camperas para la lluvia. También, en cada comienzo de clases, se le regala útiles escolares y túnicas a los hijos y nietos de los vendedores. “Siempre se trata, en la medida de lo posible, de cubrir esas necesidades”, sostuvo.
Mauro agregó que antiguamente quien era vendedor de diarios y revistas lograba comprar su propia casa, y que incluso muchos de ellos hasta tienen una propiedad para vacacionar, ya que lograron sostenerse muy bien económicamente. “Pero hay otros que están muy mal, y que toda la vida trabajaron de canillita entonces no saben hacer otra cosa”, explicó. Indicó que ahora si alguien tiene un quiosco y se lo quiere dar a otra persona más, no lo toma.
“Mucha gente no sabe el funcionamiento de la distribución y venta, pero la gente está ahí todos los días, es una locura el sacrificio que hace, están todas las mañanas levantados, así llueva o truene”, añadió Luis Enrique.
Desamparo ante la ley
Los integrantes del sindicato expresaron que los vendedores están desamparados, en un punto, ya que no hay una ley que lo proteja. Si bien en 2019 el Poder Ejecutivo, por decreto, creó una comisión para proteger la venta y distribución de diarios y revistas en todo el país, la realidad es que no ha sido de mucho fruto.
La comisión está integrada por los ministerios de Educación y Cultura; Trabajo y Seguridad Social y representantes del Congreso de Intendentes, Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas y la Asociación de Diarios y Periódicos.
“En función del advenimiento de las nuevas tecnologías, la actividad ha sufrido cambios en los últimos años que generan incertidumbre en el mantenimiento de una actividad tradicional en nuestro país, por lo que resulta pertinente el abordaje integral en la temática, con el fin de contribuir en el proceso de adaptación necesaria para la protección de la actividad”, considera el texto legal.
Benia dijo que si bien ellos solicitan la exclusividad de venta cuando una empresa pide la distribución, si otra firma no quiere funcionar por intermedio del sindicato, lo hace. “Puede distribuir por fuera del sistema, y en estas latitudes es el único caso. Por ejemplo, en Argentina hay leyes de que todos los diarios y revista deben pasar por el sindicato”, detalló.
Al mismo tiempo indicaron que hay un proyecto de ley en el que se solicita la exclusividad de las distribuciones, pero no se le ha dado tratamiento. “Con el decreto de 2019 lo único que podemos hacer es tener ámbitos de negociación si aparecen distribuidores de diarios por fuera del sindicato, pero no avanzamos más de ahí”, planteó Benia.
“Si el canillita no puede vender zapatos en los quioscos, entonces que en otro lado no vendan diarios y revistas. Esa es un poco la idea general que tenemos para ver si se puede recuperar un poco el rubro”, explicó Luis Enrique.
Benia expuso que lo más importante para el sindicato son los canillitas y la infraestructura que permite viabilizar la distribución casi sin margen de error. “Algunos vendedores si no tuvieran la caja de auxilio, serían una carga para la sociedad, pero se los protege de manera integral”.
Una posible solución a la crisis
Los entrevistados sostuvieron que como vendedores se tienen ciertos impuestos municipales, pero si se sale del rubro de diarios y revistas, y se ofrece otro tipo de artículo, como un alfajor, se debe pagar en un renglón aparte. En ese sentido, Luis Enrique comentó que en su momento se le pidió al gobierno estar exentos de IVA en ciertas publicaciones.
“Las revistas de cultura, por ejemplo, están exentas de IVA, y muchas de ellas vienen con juguetes o elementos coleccionables. Cuando lo traemos del exterior eso paga IVA, entonces le presentamos a las autoridades la posibilidad de que nos dejara ingresar esa mercadería y que la vendan solo los quioscos. Siempre que venga con un libro o una revista, pero no hemos recibido respuesta”, explicó.
Mauro, por su parte, argumentó que en los quioscos de diarios de Argentina se venden banderines, colecciones de juguetes, entre otras cosas, porque la realidad es que con la venta de diarios y revistas no les da. “Si bien el mercado argentino es más grande, a ellos les pasó lo mismo que acá y, dentro de la crisis, los ayudó vender otras cosas, porque pueden estar más tiempo abiertos y llegar a más público”.
En cuando a la Intendencia, señalaron que, dentro de todo, tienen buena relación, “pero si pudiéramos asegurar la venta de determinados productos que no compitan con el negociante de enfrente, podríamos paliar un poco la crisis”.
El detrás de escena de la distribución
Al ingresar a la planta de distribución, quienes no están acostumbrados, se topan con un mundo diferente. Pilas de revistas, diarios, semanarios, librillos. Personas que pasan de una ventanilla a otra en busca de cada publicación para colgar en su esquina de venta. Cada jefe de venta que se encuentra en la planta despacha diferentes firmas: uno El País, otro Selecciones, otro El Observador. Del otro lado Búsqueda, y en otra ventanilla La Mañana, Brecha, revistas, entre otros.
Cada centro de distribución se organiza, más o menos, de la misma manera. “Eso también es todo un tema mantenerlo en funcionamiento, pero es lo que le permite al sindicato actuar con rapidez y eficiencia para que las publicaciones enseguida estén en manos de la gente. Si lo achicáramos la respuesta no sería la misma”, dijo Luis Enrique.
Mauro, a su turno, agregó que son de las distribuidoras más económicas; “capaz consiguen algo más barato, pero que esté a las dos horas en la mano de la gente de lunes a lunes, no creo”.
En relación a lo anterior, Benia expuso que no existe ningún sistema de distribución que tenga solo un 2% de margen de error como tiene el sindicato. “En los últimos dos o tres años con el diario El País, por ejemplo, repartimos en forma significativa y cuando se fijaron había un dos o tres por ciento de margen de error en la entrega. No existe otro sistema igual y con el costo mínimo que tenemos”.
Aseguró que el vendedor gana un porcentaje de lo que entrega y que, literalmente, a veces son $10. A su vez, los canillitas del sindicato ingresan a puntos de Montevideo marcados como zonas rojas, a calles alejadas en barrios de difícil acceso. “La verdad es que si no vamos nosotros no va nadie. Y no es por guapo, es porque la persona se crió en la zona, o su familia repartía, entonces lo conoce todo el mundo”.
Indicó que, en su gran mayoría, los vendedores saben qué cliente hincha por cuál equipo, por ejemplo, por lo que tienen una comunicación que se mantiene y que empuja la venta.
Hubo épocas en las que todo el mundo leía…
Hace algunas décadas atrás en Uruguay existía el diario de la mañana, a la tarde, a la noche, incluso tirajes a media mañana. Se movía mucho en los boliches porque era la forma en la que las personas se informaban. Si alguien quería saber cómo había resultado un partido de fútbol del domingo a la tarde, debía esperar la salida del diario de la noche o del lunes a la mañana para enterarse.
Benia recordó que El Diario de la Noche cerró con un tiraje en plaza de 73.000 ejemplares, número que no lo tiene ningún diario en todo el Uruguay. Aparte de queda un solo diario en plaza. El Diario de la Noche (perteneciente a la empresa SEUSA al igual que La Mañana) se distribuía por rutas, con paradas comando, cada cierta cantidad de cuadras los vendedores de la zona iban a esa esquina y allí, desde el camión, se les despachaba los paquetes. De esa manera, en un par de horas, se cubría todo Montevideo. “En la mañana no se podía hacer esto porque el volumen era impresionante, solo se hacía en sucursales”, agregó el entrevistado.
El sindicato comercializaba unos 80 títulos de revistas distintas nacionales e internacionales, pero al cerrar varias editoriales en el mundo pasaron a tener poco más de 10, pero ni cerca del volumen de antes. Todos se pasaron a medio digital únicamente, como las revistas Pronto, Gente, Paparazzi, relató Mauro.
Visualizar la realidad del canillita
Mirando al presente, se tiene un relevamiento hecho hace algunos años sobre el consumo de diarios y revistas, y casi el 70% se venden de Av. Italia al sur y Bv. Artigas al este. “Si nos fijamos en los suscriptores actuales están en esas franjas en su mayoría. Los semanarios se venden en Centro, Cordón, Carrasco. Ciudad Vieja, sin embargo, murió, porque las grandes empresas se fueron, así como los despachos profesionales”, detalló Benia.
En el final de la charla con los representantes del sindicato, Mauro quiso agradecer a este medio por el interés respecto al rubro de venta y distribución de diarios y revistas a través de diversas entrevistas, ya que entiende que la visualización del sector puede ser de empuje para salir de la gran crisis.
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