Lo dice su propio sentido etimológico de la palabra: es un tiempo de nacimiento, pero la sociedad actual y sus ritmos de vida hacen que, en ocasiones, quede de costado el verdadero origen de la celebración, y la gente pone su foco de preocupación en qué obsequio comprar, a qué financiera recurrir o dónde comprar el árbol más grande.
Pero, ahora bien, también es cierto que, habitualmente y con mayor intensidad, se celebre la Navidad como el día de la familia. Incluso, es la respuesta que uno puede escuchar cuando se le pregunta a alguien cómo pasó la Nochebuena: “en familia”. Y, según señaló el Padre Carlos Sanabria en diálogo con La Mañana, globalmente, se podría decir que es cierto,
puesto que la Navidad es el día de la “gran familia humana”, puesto que nace el Redentor de los hombres. “Es por ello que se devuelve a la gran familia humana la esperanza de poder restaurar su propio interior, la comunicación con los otros –la comunión- y, fundamentalmente, su alianza con Dios”, detalló.
“La Navidad devuelve a la gran familia humana la esperanza de poder restaurar su propio interior, la comunicación con los otros –la comunión- y, fundamentalmente, su alianza con Dios”.
Sin embargo, según indicó el padre, esta celebración conlleva un misterio: el del nacimiento de Jesús, que abre las puertas a otro misterio, como lo es la Pascua. Ambas configuran las dos fiestas más importantes para la comunidad cristiana católica.
Como cada uno de los cristianos que participa de las celebraciones litúrgicas también está imbuido en el mundo, es probable que las cuestiones mundanas se incorporen con demasiada intensidad en sus preocupaciones. En procura de liberarse de ellas y de no asociar la Navidad como una fecha comercial, la preparación por la que transitan se ha denominado como Adviento.
En búsqueda de devolver su sentido original, los cuatro domingos anteriores recuerdan “el venir de”, y engloban las liturgias diarias y dominicales que remarcan la llegada de Jesús, lo que obliga una preparación espiritual “que pasa por el corazón”, una purificación y una actitud de espera, relató el sacerdote.
A la vez, durante Nochebuena algunas iglesias brindan una cena. En este sentido, Sanabria, quien ahora se encuentra colaborando en las capillas Nuestra Señora de Lourdes y Nuestra Señora del Pilar, que responden a la Parroquia de Las Piedras, recordó que en su paso como párroco por María Auxiliadora en Villa Colón realizó durante cinco años una cena abierta. “La gente que habitualmente participaba de las celebraciones me ayudaba con alimentos y a armar la estructura.
“Algunos párrocos se quedan a pasar en sus parroquias y abren las puertas para que llegue quien así lo desee. Es una forma de salvar el sentido de la Navidad”.
Se preparaba un salón y estaba abierta la invitación a todos aquellos que quisieran participar porque no tenían con quién hacerlo ni cómo, y se reunían cerca de sesenta personas”, rememoró.
Añadió que también se invitaban a otras personas que quisieran acompañar, aunque no tuviesen con qué. Esta iniciativa se continúa llevando adelante en distintas parroquias de nuestro país, aunque la forma de llevarla a cabo varía según el párroco. “Es una forma de hacerles llegar un lugar a los no podían, y de darles una compañía a aquellos que no tenían”, detalló. Añadió que esta acción “es algo muy bonito” dado que muchas personas dejan la comodidad de celebrar en sus hogares y participa con otros feligreses en la iglesia. “Algunos párrocos se quedan a pasar en sus parroquias y abren las puertas para que llegue quien así lo desee. Es una forma de salvar el sentido de la Navidad”, expuso.
En esta línea, Sanabria agregó que durante estas fechas se acerca con los feligreses para llevarles alguna preparación especial, tales como una canasta, las que comienza a preparar un tiempo antes con la ayuda de la comunidad. Los destinatarios, en esta ocasión, son un grupo de familias a los cuales sus integrantes, a pesar de trabajar, les “cuestan llegar a fin de mes”.
El mensaje
Para estas Fiestas, el Padre brindó el mensaje de que la Navidad debe encender la esperanza y hacer poner la mirada en el futuro. “Cristo viene a restaurarnos, a hacernos personas de comunión y de paz, por lo que debemos dejar el corazón abierto para que verdaderamente Él pueda nacer en nuestro corazón y transformarlo, entregándonos la paz que sólo puede venir de Dios”, dijo.
“Cristo viene a restaurarnos, a hacernos personas de comunión y de paz, por lo que debemos dejar el corazón abierto para que verdaderamente Él pueda nacer en nuestro corazón y transformarlo, entregándonos la paz que sólo puede venir de Dios”.
A la vez, llamó a ser agentes de comunión en ambientes donde, en ocasiones, en Navidad suceden discordias y falta de unidad debido al individualismo. “Esto a veces no ayuda a que las personas puedan sentir verdaderamente el mensaje de la Navidad”.
Por eso, invitó a estar “continuamente purificándose”. Fue así que mencionó: “el estar insertos en una sociedad y comunicación con otras personas que, quizá, no están abiertos al mensaje de Jesús ni al sentido pleno de la Navidad nos puede confundir. Por eso siempre es importante estar revisándonos interiormente, para saber si estamos viviendo bien y profundamente la Navidad”.
Tiempos de preparación
Luego de la Nochebuena y la Navidad, los cristianos viven un tiempo llamado De Navidad, señaló el padre, donde se continúa festejando el nacimiento de Jesús, el que llega hasta aproximadamente el 12 de enero. Con el Bautismo de Jesús culmina todo el tiempo de la Navidad.
Luego le corresponde un tiempo ordinario y más adelante comienza la Cuaresma que prepara a la Pascua, así como el Adviento prepara para la Navidad. “Es un tiempo más fuerte, de penitencia, reflexión y búsqueda de los verdaderos fundamentos de la relación Dios-hombre y en base a eso se va haciendo un camino hacia la fiesta mayor de los cristianos que es la Pascua”, explicó Sanabria. Luego de la Pascua, llega un tiempo de unos 50 días de festejos de la Pascua, que culmina con Pentecostés y a continuación continúa un tiempo ordinario.