Mientras el petróleo enfrenta grandes pérdidas, en un futuro cercano el mundo de la aviación se encamina al uso de biocombustibles. En España la empresa Iberia ha dado el ejemplo en eso, mientras que en Estados Unidos compañías como Boeing trabajan en desarrollar tecnología para reducir la contaminación.
La pandemia golpeó la producción y el uso mundial del petróleo. El oro negro encontró así su lado más vulnerable: el coronavirus podría reducir y hasta frenar completamente las actividades humanas, disminuyendo la demanda haciendo caer la producción y generando pérdidas millonarias en una actividad que siempre fue asociada a la riqueza económica.
En los primeros meses de 2020 la demanda por petróleo se redujo considerablemente, y en abril de ese año se dio un hecho que los entendidos dicen que no tiene precedente: el petróleo dio pérdida, con exceso de existencias y una demanda en caída. Sería el peor año en la historia mundial del petróleo.
Comenzado 2021 las petroleras del mundo comenzaron a informar sobre sus finanzas, las caídas fueron impresionantes.
La petrolera británica BP tuvo pérdidas por US$ 20.305 millones. Un comunicado de la empresa contrasta con los márgenes de ganancia logrados en 2019 que fueron por US$ 4.026 millones.
La estadounidense ExxonMobil anunció que en 2020 sufrió pérdidas de US$ 22.400 millones, luego de registrar un beneficio de US$ 14.300 millones en 2019, en tanto que Chevron, también estadounidense, reportó pérdidas por US$ 5.500 millones.
Royar Dutch Shell, grupo petrolero anglo-holandés, anuncio que cerró el año con números en rojo por US$ 21.700 millones, los beneficio en 2019 habían sido por US$ 15.800.
Las pérdidas de las grandes petroleras del mundo son un ejemplo de la crisis que vive el sector, solo por la pandemia. Ahora se aferran al éxito de las vacunas contra el COVID-19, con lo cual esperan que aumente la movilidad y las personas se puedan desplazar con mayor libertad con lo cual se retomaría la demanda de combustibles y por tanto el mayor uso de petróleo.
Las restricciones a la movilidad son ahora la preocupación más inmediata de las petroleras, pero no la única. En el mundo van apareciendo energías y combustibles alternativos, motivados por la conciencia creciente de la población mundial de que es necesario disminuir el uso de combustibles fósiles como forma de cuidar el medio ambiente.
La Administración de Información Energética de EE.UU. (EIA), pronosticó que en 2021 la producción total de combustibles fósiles en ese país se mantendrá estable, y que en 2022 todos los combustibles fósiles (petróleo crudo, carbón, gas natural seco y líquidos de plantas de gas natural) aumentarían, pero en un volumen menor que el pico de 2019.
En enero, la consultora energética estadounidense McKinsey & Company publicó un estudio titulado Global Energy Perspective 2021 en el que afirma que la demanda de combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en 2027.
Responsables de la consultora afirmaron que la pandemia impactó en el sector energético pero surgen nuevos sistemas de energía con bajas emisiones de carbono, hacia allí avanza el sector, aunque los hidrocarburos seguirán cumpliendo un papel fundamental.
En 2050 la aviación reducirá sus emisiones a la mitad
Por otra parte la española Repsol hizo público un comunicado en el que recuerda el “objetivo asumido por la industria de la aviación”, el que consiste en reducir la mitad de las emisiones de CO2 en el transporte aéreo en 2050.
Para llegar a esa meta marcada para 2050, “los biocombustibles van a jugar un papel clave”, “y ya se están desarrollando biocarburantes extraídos de cultivos no alimentarios, como la camelina”.
El mayor uso de biocombustible implica menor demanda de petróleo y aunque esa tecnología no esté del todo desarrollada, ha avanzado y seguirá avanzando rápidamente en el futuro próximo.
En octubre de 2020 Iberia realizó el primer vuelo a bioquereseno. El viaje fue de Madrid a Barcelona, con un combustible que mezcla 25% de biocombustible y 75% queroseno tradicional. El bioqueroseno empleado en ese vuelo fue obtenido del aceite de la camelina, una planta oleaginosa no comestible, explicó Repsol.
Es importante que la materia prima no sea comestible, porque de esa forma no afecta el mercado de los productos usados para alimento, ya sea humano o animal.
Boeing, todas sus naves sin emisiones de carbono
En otro orden, ECB Group Paraguay –grupo de inversión en agroecología, líder en producción de biodiesel en Brasil- y Shell Trading Company (Shell) firmaron un contrato que comenzará a ejecutarse en 2024, para producir más de 500 millones de litros de diesel renovable por año para aviones. El contrato se ejecutaría a partir de 2024.
En la misma línea The Boeing Company, el reconocido fabricante de aviones estadounidense, busca que en 2030 todas sus naves vuelen con biocombustible y así reducir sus emisiones de carbono.
Lo del título. El biocombustible ya llegó a la aviación, solo es cuestión de tiempo para que se generalice, mientras tanto los productos derivados del petróleo continuarán perdiendo peso. Y aunque es un camino sin retorno las dificultades entorpecerán su avance.
Costo económico y voluntad política
Uno de los problemas a enfrentar es económico. Global Energy, una asociación de investigación internacional y desarrollo energético con base en Moscú, destacó en un artículo publicado en su página web, que el biocombustible en la aviación ha atraído la atención de todas las partes involucradas, no obstante ello, advirtió que la producción masiva de biocombustibles para aviones es menos viable económicamente que la producción de combustible de aviación a partir de petróleo y, a menos que se introduzca un impuesto sobre el carbono, no puede competir con el combustible tradicional.
El concepto fue expresado por Jay Keasling, profesor de Ingeniería Química y Bioingeniería en la Universidad de California, quien además es asociado del Laboratorio de Biociencias en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkley y director ejecutivo del Instituto Conjunto de BioEnergía.
“Los combustibles para aviones derivados del petróleo son muy baratos”, dijo Keasling, y añadió que es posible producir combustibles neutros en carbono, “el desafío es la economía”, pero si existe voluntad política, eso se podría revertir.
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