Los avances de la tecnología en el mundo entero son innegables y el crimen organizado ha sabido sacar provecho de ello. En un tiempo a esta parte ha quedado al descubierto una infinidad de maniobras como la impactante estafa en contra de Fonasa a través del Banco de Previsión Social, en la que un mismo individuo creó desde la comodidad de su casa centenares de empresas con más de 31.000 cédulas de identidad de personas ficticias. Esto nunca fue detectado por los organismos de control hasta que el mismo individuo desde la cárcel estafó a más de 20 clientes del Banco República ingresando en sus cuentas y haciendo retiros que eran depositados en la cuenta de su hermana por un monto que llegó a superar los US$ 150.000.
Delitos aumentan en tiempos de pandemia
En la opinión de los investigadores la pandemia ha provocado un aumento exponencial de los delitos informáticos, siendo en su mayoría responsabilidad de personas privadas de libertad y con el apoyo de agentes externos. Utilizan varias modalidades, desde la modalidad más básica como la de presentarse como representante de un banco de plaza para despojar a ciudadanos incautos, ingresar a las redes sociales y ofrecer préstamos a bajo interés con el fin de obtener datos que permitan ingresar en cuentas corrientes procediendo a “vaciarlas” y el fraude con tarjetas de crédito.
Lo nuevo: el “phishing”
Los fraudes con tarjetas de crédito se han incrementado con el paso del tiempo y han generado innumerables pérdidas para los diferentes bancos de plaza.
En los últimos dos meses las denuncias por estafas a usuarios tanto de tarjeta de crédito como de débito se cuentan por centenas en todo el país siendo Montevideo donde se registra el número mayor, superando las 200 desde abril a la fecha.
La técnica conocida como “phishing” es una nueva modalidad basada en la suplantación de identidad, buscando engañar a los usuarios con el fin de que compartan contraseñas y datos personales. Desde las diferentes unidades policiales como de los bancos de plaza se aconseja no responder correos electrónicos procedentes de bancos con la excusa de “actualización de datos”, señalando que “todo correo electrónico que tenga como procedencia un banco debe ser considerado extraño”.
El caso más importante registrado últimamente quedó al descubierto cuando 300 usuarios de la tarjeta Midinero denunciaron el retiro de importantes sumas de dinero de sus cuentas. La empresa que en un principio deslindó responsabilidad sobre el hecho por entender que “la situación se debió a maniobras ajenas a la plataforma de Midinero que cuenta con los máximos niveles de seguridad exigidos” se resolvió “atender la situación de los clientes damnificados acreditando el dinero sustraído”.
Tarjetas clonadas
Las maniobras con tarjetas clonadas es una práctica que se ha reiterado especialmente en bancos que tienen sucursales en el exterior aunque el BROU ha sufrido también las consecuencias del accionar de delincuentes extranjeros en especial de nacionalidad brasileña o centroamericana.
El último caso detectado en Rivera fue el de un ciudadano de nacionalidad brasileña al que se le incautaron varias tarjetas de diferentes bancos y la suma de 3.000 dólares. Por otra parte, La Mañana obtuvo información de varias estafas perpetradas con tarjetas clonadas del Banco Bandes que fueron usadas para realizar compras en territorio brasileño. En consulta que realizamos a uno de los damnificados, este nos informó que el banco procedió a reintegrar el importe sustraído.
La estafa record
En el año 2016 el entonces juez especializado en crimen organizado, Néstor Valetti, junto al fiscal Gilberto Rodríguez, lograron desbaratar una maniobra en contra de una tarjeta emitida en Paraguay por un monto cercano a los US$ 42 millones donde fue beneficiado un importante empresario de nuestro país. El punto de partida fue un error informático en el software de la empresa y que computaba las compras en dólares como si fueran pesos uruguayos. Como resultado, dos personas –un ciudadano holandés y un aduanero de nacionalidad paraguaya– fueron procesadas con prisión de acuerdo al Código Penal de la época.
Los bancos indefensos
En todos los casos mencionados las instituciones bancarias son las afectadas por los fraudes detectados, viéndose en la obligación de reintegrar los dineros sustraídos. Pero la falla de los sistemas de seguridad, de los controles adecuados o de la preparación del personal han llegado al punto en que las estafas se han generado dentro de los propios bancos, cuando no se detectan documentos falsos presentados por personas que intentan gestionar un crédito, lo que habitualmente logran quedando la maniobra al descubierto después de que se concreta. En algunos casos el accionar policial permite la captura de los autores y la recuperación del dinero con la consiguiente formalización de los imputados.
Una antigua preocupación
Desde la aparición en la región de los diferentes tipos de fraude en especial con tarjetas, se realizaron trabajos tendientes a informar sobre los distintos tipos de estafa.
En el año 2012 la UDELAR propuso un trabajo monográfico para obtener el título de Contador Público en la Cátedra de Control Interno y Organización de Sistemas Contables con el nombre de “Procedimientos para mitigar el riesgo de fraude en tarjetas de crédito del sistema financiero uruguayo” con la orientación del Cr. Luis Borba.
En el mismo y desarrollado en diferentes capítulos se detallan los ciclos de las tarjetas de crédito y el vínculo del consumidor final con la entidad financiera con los riesgos y beneficios que ello genera. Además, se destacan los tipos de fraude tales como tarjeta perdida, robada, no recibida, falsificada, no presente y suplantación de identidad (misceláneo) con las respectivas explicaciones de cómo se actúa. En el artículo referido a la tarjeta falsificada: se menciona el procedimiento también conocido como “skimming” que es un método por el cual se copia la información que tiene la banda magnética de una tarjeta de crédito, utilizando el “skimmer” que es un pequeño copiador portátil. En algunos países han sido detenidos camareros que lo escondían debajo de su camisa y lo utilizaban antes de llegar a la caja.
Otras prácticas
La entrada a un cajero automático que necesite “pasar” la banda de la tarjeta para ingresar, con la simple instalación del skimmer es suficiente para recibir los datos de la tarjeta. En otros casos se ingresa una tarjeta falsa que es adulterada introduciendo un pequeño dispositivo que lee la banda magnética, por lo que recibe los datos de la tarjeta ingresada por el cliente. En otros aspectos del trabajo se ofrecen consejos para evitar la concreción de los fraudes ya mencionados.
El trabajo realizado fue presentado ante la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República.
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