Hoy comenzamos la aventura de analizar la realidad que nos circunda dentro de fronteras, en la región y en el mundo, a través de una publicación que va a tener un componente semanal en papel y en el día a día pretende competir digitalmente en una página web, para ser más eficientes y adaptarnos al signo de los tiempos. Y para hacerlo retomamos el hilo de un periódico que tiene una larga historia de más de cien años.
La pregunta que muchos se formularán es si teníamos esa vocación por el periodismo, por qué no comenzamos con una página nueva, por qué no iniciamos un camino nuevo, con un título nuevo.
A quienes sienten esa justificada curiosidad, no vacilamos en responderle que nuestra primera intención fue la de reivindicar el nombre de una publicación que consideramos un activo moral de nuestro acervo familiar, que está profundamente arraigada en la opinión pública nacional y que inesperada e injustamente se llamó a silencio. ¡Su emblema, que lo identificó desde el comienzo, el expresivo gallo, sorpresivamente dejó de cantar!
Entonces el primer compromiso que asumimos es ser leales a sus fundadores. Al espíritu y a los principios rectores que pautaron su trayectoria. En una palabra, a los valores que constituyen la esencia de la Democracia y que son intemporales. No nos olvidemos que La Mañana precipita su aparición el 1º de Julio de 1917 para impedir que las conquistas del 30 de Julio del año anterior se perdieran: el voto secreto, el sufragio universal y la representación proporcional. Los tres pilares fundamentales de una democracia bien entendida.
La otra interrogante que se plantea (de buena fe) más de uno. ¿Se trata de una más de las tantas publicaciones destinadas a desaparecer no bien se silencie el ruido electoral? ¿Es un órgano partidario que viene en apoyo de tal o cual candidato?
Estamos obligado a despejar las dudas: Pretendemos ser un órgano plural y objetivo al margen de cualquier propuesta electoral.
Para algunos más sutiles les quedará la duda si los que aquí escribimos no seremos un grupo de nostálgicos que nos quedamos en el tiempo sin posibilidad de insertarnos en los tiempos que corren. Así formulada la pregunta es válida, pero cuidado cuando esta línea argumental se utiliza para alimentar un cierto nihilismo intelectual que a manera de un huracanado viento demoledor pretende no dejar títere con cabeza de lo que nos antecedió.
Nuestro lema va a ser entre el aggiornamiento y la tradición. No nos olvidemos que La Mañana nació apenas 2 meses después de la inesperada muerte de José Enrique Rodó, cuyo joven pensamiento vitalista que podemos resumir en “Reformarse es vivir”, siempre estuvo presente en sus editoriales y en sus columnas.
Hoy nosotros nos proponemos iniciar este camino nuevo, con esa misma óptica de mirar el futuro. Y estamos decididos a no detenernos en los oscuros nubarrones del pasado que provocaron esta interrupción editorial de tantos años.
Saludamos a todos con las palabras que, en el día de la muerte de su fundador, tituló este fiel medio de prensa que hoy renace: “Lo que ha de alumbrar tiene que arder…”