La Mañana dialogó con el Ing. Ruperto Long, que en julio inició su segunda gestión al frente del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), para conocer la situación actual y los objetivos de la institución.
¿Cómo encontró el LATU después de diecisiete años?
Las líneas generales que habíamos desarrollado en aquellos trece años que tuve el honor de presidir la institución, se mantienen. Hay una fuerte presencia en el tema de laboratorios de análisis, el tema de desarrollos tecnológicos, a través de la Fundación Latitud, que se ha desarrollado en estos años, luego la incubadora de empresas que habíamos creado, Ingenio, el centro de divulgación Espacio Ciencia, las certificadoras de sistema de calidad de LSQA. Las grandes líneas que habíamos trazado y el Parque Tecnológico, que lo iniciamos en el año 1993, ahora vemos que felizmente ha crecido mucho, de modo que por un lado tengo la satisfacción de ver que el LATU ha seguido su camino y, por otro lado, evidentemente, hay muchísimas cosas para hacer por delante.
¿Cuáles son los principales objetivos para esta nueva gestión?
Uno de los principales es respaldar a las empresas uruguayas a superarse, en calidad, en incorporar conocimiento a su producción, en salir al mundo. En ese sentido, el énfasis nuestro siempre es en las empresas exportadoras, pero sin olvidar toda la cadena. Otro foco importante para nosotros es poder proveer de una institución de certificación LSQA que sea reconocida a nivel internacional, porque eso abre muchísimas puertas. Nos interesa, particularmente, las certificaciones en origen que podamos realizar en Uruguay y que tengan validez en el exterior, en los países a donde van nuestros bienes y servicios.
Otra línea importante de trabajo para nosotros es el desarrollo del Parque Tecnológico, porque ese es un punto de encuentro de muchas cosas, del propio LATU y sus actividades, pero también empresas innovadoras, instituciones educativas. A nosotros nos interesa mucho el desarrollo de la parte educativa. Cuando uno ve en el mundo cómo se desarrollan estas instituciones siempre hay una pata educativa. Nosotros, en parte, la tenemos porque está instalada la UTU, la UTEC, hacemos actividades intensamente con las universidades, tanto públicas como privadas, pero también eso tendrá que crecer en el futuro.
Hay mucha gente que está interactuando una con otra y de allí están surgiendo muchas iniciativas importantes e interesantes. Los grandes objetivos tienen como común denominador que el LATU sea un socio activo y proactivo de los emprendedores uruguayos. Algunos en su etapa de comienzo, otros ya en empresas grandes, desarrolladas, que están exportando fuertemente al exterior.
¿Tienen pensado ampliar el Parque Tecnológico para alojar a más empresas?
Nosotros queremos, por un lado, que las empresas que están trabajando allí, cuando tienen necesidades de crecer, que se ha dado ya en unas cuantas, tengan las posibilidades de hacerlo. En este momento estamos un poco al límite en lo que es el predio tradicional, pero tenemos el predio que se adquirió hace unos cuantos años, del otro lado de la Av. Saldún De Rodríguez, donde está ubicado el CRE y el Espacio Ciencia, donde está la posibilidad de que se instalen otras empresas que quieran participar de este Polo Tecnológico. La idea es mantener un ritmo de crecimiento y están dadas las posibilidades físicas de hacerlo.
“Cuando uno ve el fenómeno de Silicon Valley en Estados Unidos y otros centros similares en el mundo, uno ve que lo más rico fue la interacción”
¿Qué beneficios obtienen las empresas que se instalan en el LATU?
El beneficio mayor es la proximidad con otras organizaciones, con las cuales pueden interactuar, empezando con el propio LATU. Si necesitan, allí tienen capacidad de laboratorios instaladas, si se precisa asesoramiento tecnológico allí hay una buena capacidad, dada no solo por el LATU, sino por otras empresas que también están instaladas allí. Todo eso facilita mucho las cosas, se crea un microclima muy generador de oportunidades, y en el cual muchas veces una organización apoya a la otra en base, simplemente a explicarle cómo resolvió un determinado problema, de salir al exterior o de la venta de un producto.
Cuando uno ve el fenómeno de Silicon Valley en Estados Unidos y otros centros similares en el mundo, uno ve que lo más rico fue la interacción, porque no hay una ventaja física en particular. Lo principal es el enriquecimiento recíproco. Acá también, es una zona bien ubicada, y hay algunas organizaciones poderosas que están instaladas, tanto públicas como privadas. Lo más rico es esa interacción entre los diversos participantes y como se van alimentando mutuamente.
Respecto a la pandemia, ¿qué acciones han surgido de esa sinergia?
El tema de ATGen (empresa biotecnológica que elaboró hisopados para testear el covid-19) es un buen ejemplo, porque es una empresa que estaba instalada, trabajando en otros temas y encontró la oportunidad con el tema de la pandemia de brindar este servicio, que muestra como el hecho de invertir en conocimiento y tecnología, uno a veces no sabe exactamente cuál va a ser el resultado; porque esto era absolutamente imprevisible y, sin embargo, por este lado, esta empresa encontró un camino muy importante que hoy en día es reconocido por toda la sociedad. Entonces, tener este semillero de ideas, de organizaciones y empresas puede producir resultados sorprendentes, como fue el caso de ATGen.
Además, el LATU, uno de los mayores aportes que hace es que controla muchos aparatos médicos (calibraciones de termómetros clínicos y validación de los prototipos de respiradores) para salud pública, en particular en estos momentos. También controla donaciones, canastas y productos alimenticios verificando que estén en buenas condiciones; ha ayudado a instrumentar herramientas de teletrabajo a otras empresas. Son todos temas nuevos para nosotros.
¿Cuál es el rol del LATU y cómo se articula el programa Uruguay Emprendedor?
Un aporte importante nuestro es el de la incubadora Ingenio, que fue la primera incubadora creada en el Uruguay en el año 2001 y, a través de ella han surgido unas 70 empresas que actualmente están vivas. Esa idea surgió conjuntamente con la Universidad ORT y luego tuvo un apoyo también del BID, y es una iniciativa que hoy día, casi veinte años después, permanece viva y muy activa.
Otra cosa que nosotros hacemos es trabajar en el desarrollo territorial, que es otra parte del Uruguay Emprendedor. Hay un departamento del LATU que se ocupa del desarrollo local que trabaja, generalmente, en acuerdos con las intendencias y con organizaciones de otros lados. Ahí se trabaja básicamente con mipymes de base local o regional, a las cuales también trata de brindarles las mismas herramientas para que puedan crecer y desarrollarse.
Son dos cosas muy distintas. Lo de la incubadora está apuntando a startups, a empresas de base tecnológica, innovadoras, con ideas muy originales y, por el otro lado, el desarrollo local, regional, de base, que generalmente se trabaja en rubros tradicionales, pero que también requieren su tecnificación: preparar un alimento de buena calidad, saber hacerlo y que pueda tener todas las garantías para ser comercializado; hacer un trabajo textil a nivel local con sus singularidades. Ayudamos a resolver ese tipo de cosas también.
¿Cuál será la participación del LATU en el Polo Educativo Científico Tecnológico Binacional, recientemente inaugurado en Salto Grande?
Quedamos de empezar a hablar en estos días, pero lo primero era este acuerdo binacional, que involucraba a los ministerios y cancillería. Ahora, con la concreción del concepto, nosotros ya podemos hacer nuestro aporte concreto. Lo importante es que la voluntad de Salto Grande y del LATU está de que podamos instalar allí algún punto de apoyo. Nos parece muy bien está iniciativa. Creemos que Uruguay tiene que llegar con el conocimiento y la tecnología a todos los rincones del país y todavía estamos lejos de eso. Entonces, poder encontrar lugares donde hay una base interesante, como es el caso de Salto Grande, y utilizarlo para llegar con estos elementos nos parece muy bueno.
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