Desde el año 2004 existe en Uruguay una ley de contaminación acústica que persigue el objetivo de prevenir, vigilar y corregir los ruidos en la ciudad. Sin embargo, la dificultad en el conceso técnico en el establecimiento de condiciones homogéneas para todos los departamentos del país, desembocó en que aún la normativa no esté reglamentada.
Una moto acelera en una peligrosa maniobra dejando detrás un estruendo. Una señora hace una mueca de incomodidad. El ómnibus al que ha adelantado el birrodado brama a su vez. El auto que lo sigue, emite un bocinazo. No es una respuesta al colectivo, sino al transeúnte que, un tanto aturdido, ha intentado cruzar con el semáforo en rojo. Más allá, un grupo de hombres trabajan en la calle y se comunican con señas. Las herramientas que utilizan en esta ocasión imposibilitan cualquier diálogo verbal. Esto no sucede en el edificio en construcción de la esquina donde, a pesar de los constantes martilleos, los obreros se comunican con algunos gritos y música de fondo. Se trata de una escena corriente de un día hábil en la ciudad. La contaminación acústica se instaló como un elemento más en las metrópolis conviviendo día a día con sus habitantes.
Es un problema cada vez más preocupante en los países. De hecho, el 12 de abril se conmemoró el Día Mundial Contra la Contaminación Acústica. La Organización Mundial de la Salud define al ruido como un sonido molesto, y como uno de los principales problemas de las ciudades, ubicándolo luego de la contaminación atmosférica, como uno de los factores medioambientales que provoca más alteraciones de salud. Sus efectos van más allá de lo psicológico, afectando asimismo al cuerpo físico. En diálogo con La Mañana, el doctor en Otorrinolaringología, Mauricio Percovich, señaló que el traumatismo acústico con sordera es de los efectos más comunes que provoca en las personas la exposición al ruido.
Indicó, además, que a partir de los 70 decibeles puede haber un perjuicio para la audición. En las ciudades, normalmente, hay una medición mayor a esta cifra. Por ejemplo, una moto con escape libre puede alcanzar los 125 decibeles, es decir, cinco decibeles más que la sirena de una ambulancia. Una perforadora eléctrica puede llegar a medir, al igual que un camión de basura, 100 decibeles.
Para hacerle frente a esta problemática, en el año 2004 el Parlamento uruguayo aprobó la Ley 17.852 denominada Prevención, vigilancia y corrección de la contaminación acústica. La normativa persigue el objetivo de proteger a la población, otros seres vivos y el ambiente en la exposición al ruido. Sin embargo, nunca fue reglamentada, dejando algunos “vacíos” según el entender del Dr. Gonzalo Iglesias Rossini, experto en Derecho Ambiental e integrante del Centro de Derecho Ambiental de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, quien recientemente realizó un análisis de la citada ley publicado en la revista de la Facultad de Derecho.
Es que, si bien en el año 2013 existieron algunas iniciativas para reglamentar la normativa, las mismas se vieron truncas, y en la actualidad no hay uniformidad en los decretos departamentales a nivel país al respecto de la contaminación acústica.
La ley genera un marco nacional remitiendo algunas consideraciones a los gobiernos departamentales, los cuales, a su vez, establecen sus propias sanciones. Por ejemplo, actualmente, mientras que en Montevideo el límite establecido para las motos que circulan por la vía pública es de 88 decibelios, en Maldonado es de 70 y en Salto de 75.
El hecho de que no esté reglamentada no indica que el gobierno nacional no pueda establecer sanciones -de hecho sí está habilitado para hacerlo- sino que la ley no es la misma para todos los habitantes uruguayos. Además, una de las Líneas de Acción del Plan Nacional Ambiental para el Desarrollo Sostenible es avanzar en las “armonizaciones de los decretos y las reglamentaciones departamentales vigentes”.
Por otra parte, el artículo 3 define que la contaminación acústica es “la presencia en el ambiente de ruidos, cualquiera sea la fuente que los origine, cuyos niveles superen los límites que establezca la reglamentación”. Ante ello, Iglesias Rossini observó que “la propia definición de contaminación acústica está atada a ciertos niveles que van a ser establecidos en la reglamentación”.
Por otro lado, la normativa también decreta la prohibición de la emisión de ruidos al ambiente por encima de los niveles que establezca el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA). Ante ello, el Dr. Iglesias Rossini señala que aún no se han dictado a nivel nacional cuáles son esos niveles o condiciones que la cartera debería establecer.
Además, indica la prohibición del uso de bocinas o sirenas salvo peligro inminente. Respecto a esto, el especialista destacó: “la falta y la dificultad de fiscalizar este tipo de acciones, hace que esta prohibición hoy en día es letra muerta. Cotidianamente, podemos apreciar incluso el uso de la bocina como mecanismo de saludo entre los choferes del transporte urbano”.
Para reglamentarla es necesario que exista cierto consenso técnico respecto a cuáles serían los niveles a los que la normativa hace referencia. “En este caso puntual son niveles difíciles de alcanzar en la comunidad científica. Hubo varias propuestas técnicas en la órbita del MVOTMA, pero nunca se ha logrado tener el consenso que diera lugar a la reglamentación de la ley”, observó.
En este sentido, el abogado señaló que la creación de un Ministerio de Ambiente, tal como decreta la Ley de Urgente Consideración, podría facilitar el proceso de reglamentación. “La creación de esta cartera ha sido un hito, porque tiene una jerarquía y un peso mayor, lo que podría darle mayor relevancia a estos temas”, manifestó. A la vez, agregó que tener un ministerio específico en temas ambientales “podría ser un quiebre para llevar a cabo el tipo de deberes que tiene a nivel normativo nuestro país”.
Iglesias Rossini explicó que mientras la reglamentación no dicte, regirán las normas departamentales sobre contaminación acústica y agregó: “luego de dictada la reglamentación, seguirán rigiendo las mismas, en caso de establecer niveles o condiciones más restrictivas, dentro de su jurisdicción. Aun cuando la reglamentación fije límites inferiores”.
El abogado recordó que la regulación de esta problemática no se trata de algo novedoso, sino por el contrario: “antes de la sanción de dicha ley, la contaminación acústica estaba regulada por decretos departamentales u ordenanzas dictadas por parte de los gobiernos departamentales, fundamentados con base en la Ley Orgánica Municipal. Normas que siguen aún vigentes y que, pese a su falta de coherencia entre ellas, son las únicas que han saldado el vacío de la falta de reglamentación de la ley”.
La importancia de los sentidos
Los ruidos de las ciudades pueden ocasionar lesiones auditivas a las personas que se encuentran expuestas a él diariamente. En este sentido, el Dr. en Otorrinolaringología, Mauricio Percovich, explicó a La Mañana que estos sonidos generan una sordera de forma gradual, manifestándose en un principio como un zumbido que se percibe, sobre todo, en la noche. “Cuando esto se escucha es un indicador de que hay un daño más agudo de la audición”, dijo.
Las primeras señales no provocan incapacidad, sino simplemente molestia; el sueño puede ser fácil de conciliar. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la capacidad de descanso comienza a ir en descenso, y con ello, la posibilidad de audición también.
Es por esto que el especialista hizo hincapié en la detección temprana, recurriendo a realizar controles auditivos, en los adultos, a partir de los 40 años, o incluso más temprano si existen antecedentes de sordera en la familia. Aunque lo más frecuente es que los pacientes lleguen al consultorio luego de los 60 años, consultando por hipoacusia.
El pasado 16 de abril se conmemoró el Día Mundial de la Voz. Respecto a ello, el entrevistado manifestó que se trató de una importante fecha para la concientización de las personas en general que ponen en destaque la importancia de los sentidos y el cuidado de los mismos. “Indicamos el no exponerse a sonidos intensos y tratar de cuidarse si ello sucede, a través de la utilización de los implementos de seguridad, porque uno puede observar que muchas personas no los utilizan”. A la vez, recordó que Uruguay se encuentra segundo en Latinoamérica en casos de cáncer de cabeza, cuello y vías aerodigestivas superiores.
TE PUEDE INTERESAR