Desde 2018 funciona próximo a la ciudad de Tacuarembó el único Liceo Militar del interior. La Mañana dialogó con el Tte. Cnel. Alejandro Franco, que se desempeñó como el primer director de la institución y contó sobre las particularidades del exitoso modelo educativo.
El exdirector del Liceo Militar comenzó a descubrir su vocación por la carrera militar en esta institución, aunque en aquel entonces la única ubicación disponible, era en Montevideo. Como muchos jóvenes que parten del interior a continuar sus estudios en la capital, Franco debió enfrentar siendo adolescente el cambio de rutina y estar alejado de la familia. “Es un cambio importante, y más en aquella época en que la comunicación no era tan fluida como hoy. Tenía quince años en ese momento, pero tuve la ventaja de que el Liceo Militar nos brinda un montón de cosas como el hospedaje, uno tiene todo allí para estudiar, y la verdad que fue una experiencia muy linda, pero a su vez exigente”.
Luego de culminar los cuatro años de la Escuela Militar, el Tte. Coronel Franco fue destinado a Artigas, donde permaneció cuatro años, luego a Durazno, otros años en Montevideo, y nuevamente a Artigas hasta que se presentó la oportunidad en 2018 de estar al frente del flamante Liceo Militar de Tacuarembó. Hoy se desempeña como Jefe del Regimiento de Caballería N°3 de Rivera.
Una apuesta al norte
La creación del Liceo Militar en Tacuarembó se dio en base a la gran cantidad de postulantes que se presentaban del norte del país, muchos de los cuales no podían ingresar por la escasa cantidad de cupos que había, explicó Franco. “Entonces en vez de agrandar el liceo de Montevideo que era algo complejo por la infraestructura que se necesitaba y teniendo en cuenta que la mayoría era del norte del país, Rivera, Cerro Largo, Artigas, Tacuarembó y otras zonas, fue que se decidió por Tacuarembó, que por encontrarse en una zona central era el lugar adecuado para crear un anexo del liceo de Montevideo”.
El primer año hubo 60 cupos en el nuevo liceo y se anotaron cerca de 250. Según el entrevistado, en Montevideo se recibían cerca de 500 por año y entraban alrededor de 120. Consultado respecto a cuáles podrían ser las razones por la gran afluencia de postulantes norteños para ingresar al Liceo, Franco respondió con cautela que podría deberse “a varios factores, sociales, culturales o económicos, porque no solo se nota en el Liceo Militar sino también en las unidades militares. Los que están prestando servicio en las unidades militares del norte del país difícilmente se vayan, que es algo un poco más común en el sur. Hay mucha gente del norte del país en unidades militares de todas las regiones y las unidades de acá del norte se encuentran casi todas llenas”. Y agregó: “A qué se debe eso probablemente ameritaría un abordaje de distintos aspectos con algún equipo tratando de determinar las causas, pero puede ser la cercanía que se presenta en las ciudades del interior donde se tiene un poco más de contacto con las unidades y actividades militares que permitan favorecer esa tendencia, pero no se si habrá algún estudio que lo haya determinado específicamente”.
Estudio, acompañamiento constante y actividad física
La malla curricular del Liceo Militar es muy similar a la de cualquier otro liceo, con las asignaturas habituales por la mañana, al mediodía la actividad física, y tienen dos días a la semana de educación física militar. “El Liceo Militar tiene una gama interesante de planteles: fútbol, natación, tiro con arco, atletismo en las distintas modalidades, tiro deportivo, entre otros. En el caso de los deportes colectivos era un poco más difícil armar un plantel porque no eran muchos, pero también tuvimos planteles de handball, basketball, ajedrez, tenis de mesa y otros”, comentó.
El liceo se maneja con dos modalidades: los estudiantes externos, que al finalizar la actividad curricular después de almorzar se van para su casa y los internos que durante la tarde tienen horarios de estudio y en algunos días cuentan con materias extracurriculares como computación, español, clases de apoyo, y durante la tarde también hay algunos días donde se dan clases de instrucción militar, preparación de desfiles y otros.
Una de las principales ventajas que tiene el Liceo, señaló Franco, es que “el estudiante nunca está solo, tiene un acompañamiento casi permanente. Un oficial tiene a cargo una determinada cantidad de estudiantes, y él es el responsable de monitorearlos, guiarlos y ver que su rendimiento sea el adecuado. Entonces si se detecta la necesidad de clases de apoyo, asistencia con psicólogo, orientación vocacional, se le va dando herramientas, motivándolo y manteniéndolo con ganas de seguir estudiando y superándose”.
El Liceo trabaja mucho con los reconocimientos, como cuadros de mérito y honor en base a los rendimientos, como forma de “mantener a los jóvenes motivados y reducir los índices de deserción o desinterés”. Cuando los estudiantes terminan sexto año egresan bachilleres como cualquier joven, “simplemente que tiene un poco más de herramientas o más conocimiento de lo que es la carrera militar y eso lo va a ayudar a decidir si realmente la carrera militar es lo que le gusta”.
Haciendo un balance sobre sus dos años al frente de la institución, Franco consideró: “Fue una experiencia muy enriquecedora porque aprendí mucho de los alumnos que teníamos, veíamos el esfuerzo que hacían, cómo se superaban a diario y aprendían todos los días, era muy reconfortante. A su vez fue todo un desafío porque hubo que elaborar todo de cero, no solo el edificio en sí que se construyó nuevo, sino todo lo que implica el funcionamiento, la dinámica, que llevó un tiempo. Los profesores por más que son idóneos en su materia se estaban insertando en un sistema de trabajo un poco nuevo, y había cosas que les llamaba la atención, por ejemplo, el hecho de que cuando entra el profesor al salón de clase todos los alumnos se paren como una forma de respeto, o la constancia que tenían de no llegar tarde o de tratar siempre de ayudarlos en las distintas tareas. Fue algo muy lindo, y creo que también el aporte que se hizo en toda esa inserción en distintas competencias deportivas que hicimos en muchos lugares fue muy positiva también”.
“Creo que si hay una persona que realmente quiere estudiar lo va a hacer en cualquier lugar”, agregó, “pero donde exista un ambiente que le brinde todas las facilidades disponibles para tratar de sacarlo adelante siempre es más alentador. Es una modalidad diferente, es difícil decir si es mejor o peor, porque como todo a algunas personas no le ha dado resultado el hecho de extrañar, no tener las mismas comodidades que en su casa, son cosas que no todo el mundo se adapta. Lo que pretende el Liceo es tratar de darle otro enfoque, resaltando ciertos valores como la responsabilidad, la puntualidad, el respeto”, concluyó el Tte. Cnel. Franco.
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