Uruguay se prepara para la llegada del 5G y el proceso para implementar esta nueva tecnología no ha estado exento de críticas. La Ursec tiene un rol fundamental en el tema, pues es quien administra el espectro radioeléctrico en el país, otorga determinadas frecuencias y controla la correcta utilización del espectro, entre otras funciones. El director de la institución por el Frente Amplio habló con La Mañana al respecto y advirtió que se requiere un análisis más serio, dado que esto impacta directamente en el futuro de la economía.
¿Qué perspectivas tiene con respecto a la llegada del 5G a Uruguay y qué implicancias va a tener?
El 5G en nuestro país, al igual que en el resto del mundo, trae aparejado un cambio en el desarrollo de todo el ecosistema de telecomunicaciones que no está estrictamente vinculado al uso que le damos las personas, sino más bien al uso que se le da desde el punto de vista del desarrollo de la economía, de aplicaciones industriales y del internet de las cosas. Al aumentar radicalmente la capacidad de la velocidad y la calidad de los datos que se transmiten a través de nuestros dispositivos, a través de las redes inalámbricas, lo que permite es el desarrollo de nuevas aplicaciones.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, nosotros tenemos los medidores de UTE de la mayor parte de los domicilios conectados como si fueran un teléfono con un chip a la red 4G, que transmiten datos de manera periódica, lo que le permite a UTE saber cuánto es el consumo en determinado momento. Ahora, con una red 5G podemos saber no solamente de cuánto es ese consumo, sino además dónde se requiere mayor generación, dónde tenemos generación que está siendo subaprovechada. La cantidad de datos que surgen de eso es impresionante.
La otra cosa que tiene que ver con el 5G es la reducción en la velocidad de la latencia de las telecomunicaciones. ¿Qué es la latencia? Es el tiempo que hay entre una orden que yo doy en un dispositivo inalámbrico y su llegada a destino, que genera un efecto. Al reducir la latencia de las telecomunicaciones a prácticamente un milisegundo, eso permite realizar una serie de operaciones que hoy no se podrían hacer. Podríamos hacer de todo con un teléfono con mayor capacidad, se podría transmitir en vivo en 4K, video, audio, con grandísima calidad. A su vez, surgen otras aplicaciones que se están utilizando en buena parte del mundo, por ejemplo, en los vehículos de conducción autónoma, las fábricas robotizadas, aeropuertos con uso de inteligencia artificial, la cual requiere grandes volúmenes de transmisión de datos.
¿Qué podría decir sobre los inconvenientes que presenta esta nueva tecnología?
Ha habido varias discusiones al respecto. Existen algunas dudas de grupos preocupados por la salud y el medio ambiente en relación a la profusión de ondas que habría en circulación. Sin embargo, los datos de los que se dispone tanto por parte de la Unión Internacional de Telecomunicaciones como de los organismos dedicados a la salud como la Organización Mundial de la Salud, no permiten identificar daños en ese sentido, entre otras cosas, porque las potencias de las antenas que se utilizan para 5G son menores que las que se utilizan para las tecnologías previas.
Por otro lado, sí se requiere una importantísima cantidad de inversiones para su despliegue. En 4G podés tener una antena por barrio y funciona bien, pero para 5G necesitás una antena por manzana, entonces, las inversiones que hay que hacer son muy superiores. Las empresas analizan cuidadosamente los casos de negocio para ver dónde y de qué manera se justifica el despliegue del 5G. Sería mentiroso decir hoy que en La Charqueada va a haber 5G como primer lugar de despliegue de la banda, porque probablemente allí no haya caso de negocio.
¿Cómo ha visto el encare que le ha dado el gobierno a este tema y el llamado a licitación para encaminar el proceso?
Yo veo una falta de rumbo en materia de telecomunicaciones. Las mismas personas que en 2020 decían que el cobre todavía tenía vida y que había sido un error desplegar tanta fibra óptica cuando el cobre aún tenía un futuro promisorio, nos dicen que hay que tender fibra óptica hasta el último rincón del territorio y que el 5G es fundamental y que se debe subastar. Las mismas personas señalaban que no era prudente activar la red 5G porque no había casos de negocio, a pesar de que Antel —y probablemente las otras empresas— tiene la capacidad para hacer el despliegue de 5G non-standalone. Los mismos que decían que el 5G no era necesario, ahora dicen que es fundamental iniciar su despliegue y hacerlo muy rápido.
¿Qué fechas se manejan?
En marzo estaremos teniendo las primeras transmisiones y la subasta se plantea muy a las apuradas, porque recién el 27 de diciembre fue emitido el decreto, entonces, parece que hay una falta de rumbo muy importante y que no se sabe qué es lo que se está haciendo. Eso merece, por lo menos, detenerse a pensar, porque estamos hablando del futuro de la economía de nuestro país y de las personas, por lo que requiere un análisis más serio.
Por otra parte, parece que quienes redactaron las bases del llamado no conocen la realidad de las telecomunicaciones del país; las condiciones mínimas de despliegue son absurdas y, además, dejan algunas dudas en relación a lo que se pretende hacer con las infraestructuras. La única infraestructura realmente importante para el 5G es la fibra óptica porque las antenas de 5G son pequeñas, no necesitan estar a gran altura; no estamos hablando de grandes torres ni de postes en el medio de un cerro, sino de fibra óptica.
¿El hecho de que haya tres bloques y uno ya esté reservado para Antel es una limitante o sería posible que una cuarta empresa pudiera ingresar?
Esa es la gran interrogante de este decreto. Antel no participa de la subasta porque se considera que su posición en el mercado, al contar con fondos públicos, le permitiría pujar indefinidamente generando competencia desleal sobre los clientes. Si hoy aparece un operador que quiere participar en el mercado, se le otorga la licencia correspondiente después de que se cumplan las condiciones establecidas en la ley, se hace una subasta para que pueda ingresar al mercado adquiriendo un bloque de espectro, y el Estado no se reserva bloques para darles a los operadores interesados. ¿Qué es lo que ha sucedido hasta ahora? Se hace un llamado de tres bloques de espectro, se reserva uno para Antel y hay dos operadores más.
Entonces, ¿no está previsto el ingreso de un cuarto operador?
A menos que se esté planteando desde el gobierno la posibilidad de que alguna de estas dos empresas quede afuera del mercado de 5G porque no alcanza a subastar, no está previsto el ingreso de un cuarto operador. Para eso tendría que haber al menos un bloque más de espectro disponible. Parecería que la decisión que se está adoptando es la de hacer una subasta cerrada, pero no se dice tampoco en el decreto. Por eso digo que parece que quienes elaboraron este decreto no conocen el mercado de las telecomunicaciones o deliberadamente buscan dejar dudas al respecto, o quizás se estén copiando de otras normas planteadas por allí.
¿Qué opinión tiene del precio de la subasta?
Ahí está la otra cuestión. Le podés preguntar a cualquier economista o ingeniero en telecomunicaciones sobre cuál es el precio que se estimaba, era no menos de US$ 50 millones por bloque de espectro, pero mágicamente se pasó a una cifra de US$ 28 millones, que es más que cuestionable.
¿Por qué?
Se le solicitó a la Ursec una definición al respecto y se le envió al directorio un informe en el que surgía una cifra incluso menor que esta, de US$ 22 millones, y cuando pedimos los datos de origen para ver cómo se había llegado a esa cifra, se nos indicó que no se nos podía dar esa información. Si no se puede dar una información cruda, entonces, obviamente yo no puedo avalar esos datos. Se supone que no hay nada para esconder.
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