El día 3 de diciembre se conmemora, desde que fue acordado en 1946 por la Confederación Médica Panamericana, el Día Internacional del Médico. Para conocer su reflexión sobre una fecha importante para los profesionales de la medicina, La Mañana entrevistó a la Dra. Lorena Quintana, quien es la principal referente del programa Familias Fuertes, trabajando en la prevención del consumo de sustancias por adolescentes, y con amplia experiencia tanto en la salud pública como la privada.
Este 3 de diciembre como cada año se celebró el Día Internacional del Médico. ¿Qué reflexión le merece una fecha tan especial?
Sin duda que ser médico es mucho más que intentar llevar adelante el tratamiento de diferentes enfermedades. Creo que en el consultorio uno conoce la vida de la gente. La gente que viene a la consulta no solo te cuenta si le duele algo, no solo te cuenta síntomas que tiene de alguna enfermedad, sino que te cuenta toda la vida, lo que vivió, lo que le duele, lo que le angustia, las perdidas, las ganadas. Sin duda que uno logra conocer la vivencia y la experiencia de la gente y eso también te da mucha enseñanza. En la vida muchas cosas se repiten. Creo que ser médico, sin duda, es para mí la mejor profesión, de hecho, era la que elegí, pero tiene eso de poder ser parte de la vida de la gente. Yo trabajé más de 10 años en una policlínica comunitaria y viví los casamientos, los nacimientos, los cumpleaños de 15 y también los divorcios, las defunciones, las separaciones, acompañando la vida de la gente. Creo que tiene esa otra parte de la profesión que va más allá de la enfermedad puntual y de poder hacer un tratamiento y a veces lograr, a través del tratamiento, una cura y a veces solo acompañar el proceso de una enfermedad.
¿Cada consulta deja una experiencia distinta?
Más que cada consulta, diría que cada vida, porque en una sola consulta capaz que una persona que no te conoce viene y te dice una cosa puntual, pero después que uno al mismo paciente lo ve una vez y otra y al otro mes y ya empieza a conocer la vida y en qué trabaja y el estrés que le genera el trabajo o la situación que vive en la casa, si tiene a su cargo a su madre, a su padre, se empieza a conocer la vida y entonces lo que te deja una enseñanza es la experiencia de vida de la gente, más que la consulta única. A veces la consulta son 15 minutos y puede ser algo muy puntual, pero ya cuando uno empieza a tener esa longitudinalidad de verlo una vez y otra vez y al mes y a los dos meses, y a veces hay pacientes que ya hace 10 años, 15 que los veo, ya se han divorciado y casado de nuevo y siguen viviendo. Entonces esa experiencia y esa enseñanza es la vida, lo que la gente vive y lo que decide, cómo marca las decisiones de la vida de la gente en diferentes momentos, la decisión de casarse, de separarse, la decisión de tener hijos, de no tenerlos, la decisión de un trabajo, la decisión de un tratamiento cuando hay una enfermedad complicada, de hacerlo o no, porque también la gente a veces decide que no, y uno empieza a aprender de esa experiencia, de qué fue lo mejor que pudo hacer, o a veces como le digo, si fuera mi madre le diría que haga tal cosa, si usted fuera mi padre le diría, le aconsejaría tal otra, pero creo que esa es la enseñanza.
¿Existe la humanización de la medicina o se perdió? Y si así fuera, ¿se está recuperando?
Bueno, sin duda que no es lo que era hace muchos años atrás, donde por un lado la gente tenía esa confianza tan grande en su médico de cabecera, en su médico de referencia y el médico era parte de esa vida. Creo que hoy hay una consulta, sobre todo en las especialidades, un poco más fría. Podría contar muchas historias de pacientes que me han dicho que no los mandara nunca más con ciertos médicos por esto, por aquello, por lo otro. Creo que esa capacidad de ponernos en el lugar del otro, esa capacidad de darnos cuenta, creo que sí, pero no sé si eso se soluciona con un curso, tiene mucho más que ver con las personas y así como en cualquier otra profesión uno tiene la persona que es humana, que es empática, en medicina también somos todos seres humanos y todos tenemos nuestra forma de estar. Por ejemplo, la gente cuando está internada está viviendo un momento de angustia, entonces es un lugar que lo hace más sensible.
¿El médico tiene que entender para después poder atender al paciente?
Creo que la vida de cada uno nos hace actuar distinto. Yo siempre digo que para trabajar en adicciones la gente que tuvo a alguien cercano o que vivió de forma cercana a esto lo trabaja de una forma y la que no conoce a nadie, ni tiene a nadie, ni lo vivió de lejos lo mira como un problema de otros. Entonces es más difícil poder a veces ser parte de la ayuda. Sin duda que la experiencia es de cada uno. Nosotros éramos cinco hermanos, mi mamá vivía siempre con alguno enfermo y a veces las dificultades económicas eran hasta para comprar la novemina, la dipirona, lo que fuera. Entonces uno ahora ya sabe, cuando viene la madre con cinco hijos, que quizás existe hasta esa dificultad. También lo que uno vivió hace que uno sea de una forma u otra frente a las situaciones.
El médico, que es un ciudadano como cualquiera, que tiene sus problemas, sus dificultades, ¿cómo se prepara para recibir a alguien que va a la búsqueda de soluciones o de respuestas?
Creo que es lo más difícil. Trabajo en una institución privada que atiende a muchos médicos, colegas, jubilados. Creo que generalmente somos los que consultamos solo cuando estamos muriendo, como dice la gente. Nos cuesta mucho más hacer la tarea de prevención o de consulta de control. Incluso cuando tenemos síntomas los dejamos pasar. Nos cuesta mucho más ser el que va a consultar o el que va a pedirle a otro. Creo que se nos hace más difícil, sin duda.
La formación de las nuevas generaciones de médicos ha sumado la conectividad, lo que se hizo evidente en la pandemia que llevó a que todo se hiciera de manera virtual. ¿Qué puede cambiar de cara al futuro? ¿Qué se gana o qué se pierde con eso?
Por un lado, la Facultad de Medicina en Uruguay tuvo un cambio hace unos años atrás, porque no llegábamos a los estándares necesarios internacionales para ser reconocidos. Y una de las cosas que cambió es que desde las edades más tempranas, desde primero y segundo año, ya se empezó a estar en contacto con los pacientes. Algo que no ocurría cuando yo hice Medicina, recién en cuarto año vos veías pacientes. Hasta el cuarto vos estabas en anatomía, todo lo que no tenía que ver con el contacto con los pacientes. Y eso se cambió porque se veía que era tan poco el contacto con los pacientes que no logramos llegar a los estándares. Eso cambió, aunque sea a través de un diagnóstico comunitario, de otras cosas que no sean la consulta. Pero se comienza mucho antes a tener contacto.
Claro, ahora pandemia de por medio se volvió a la virtualidad, quizás se retrocedió un poco en eso. Creo que es sumamente importante que el estudiante pueda conocer la vida de la gente, porque todos nacemos en diferentes lugares y en diferentes situaciones. Yo contaba a veces experiencias. A la misma vez trabajaba en el sector público, en un barrio muy carenciado de Montevideo, y en un sector privado, en un barrio muy privilegiado de Montevideo. A la misma vez trabajaba en los dos lugares y veía adolescentes. Entonces veía a la adolescente de 16 años en un lugar que había dejado el liceo porque se había dedicado a cuidar a sus hermanos, porque la mamá trabajaba, al papá no lo conocía. Y su realidad era venir a la consulta para traer a sus hermanos que enfermaban, pero no por algo de ella. Y después me iba al otro lugar y era también una adolescente de 16 años, pero que me contaba que jugaba al hockey y que se iba con sus amigas de viaje de fin de año a Bariloche y que estaba soñando con estudiar tal carrera. Las situaciones de vida totalmente diferentes en el mismo país y a la misma edad. Donde la salud ahí juega, sin duda que se ve, diferente. La de 16 años de barrio carenciado cuando quería acordar venía embarazada y estaba feliz de la vida porque iba a ser madre. A la otra no se le pasaba por la cabeza el plan de ser madre. Entonces creo también eso: conocer las diferentes situaciones que afectan los famosos determinantes de la salud, que tienen que ver después con las enfermedades que uno puede tener.
La telemedicina. ¿Eso colaboró con el médico o enfrió la relación médico-paciente?
Yo creo que la telemedicina para nuestro país es una gran herramienta, pero no para la medicina general, no para la medicina familiar. Sí para las especialidades que al norte de río Negro tenemos menos.
Un médico acompañando a un paciente desde Rivera para tener una consulta con un urólogo, que muchas veces no se consigue, ahí gana el paciente porque logró la consulta antes a través de la telemedicina. Gana el médico general porque al acompañar al paciente aprende, aprende mucho, porque ese motivo de consulta después lo aprende él mismo. Y por supuesto que el urólogo desde Montevideo puede dar una respuesta y puede iniciar un estudio para poder realmente no dejar estar.
Recuerdo que cuando fui a la Junta de la Dirección del Maciel teníamos seis meses de espera, más de 600 personas en espera para ver un urólogo. Eso realmente, seis meses para cuando hay una patología es mucho. Y si a veces llegaban a la consulta para que lo haga la ecología y vuelva de nuevo, eran otros seis meses más.
Entonces si el médico que está en el interior tiene esa primera consulta con un urólogo acompañando a su paciente, él mismo aprende que hay que hacerle tal estudio en tal situación. Y luego con el diagnóstico hacia dónde ir, cuándo esperar, cuándo actuar. Entonces eso creo que es un ganar para todos, para el paciente, para la atención de salud en Uruguay, para el médico general, para el urólogo.
Por eso apuesto que sí, que es la telemedicina, pero no para la medicina general o familiar, no para esa medicina de contacto directo”
Ante situaciones límites, ¿tiene respaldo el médico aquí o no?
Depende del lugar y el equipo. Me ha pasado, trabajé en la emergencia del Hospital Maciel muchos años y después trabajé en la emergencia de algunas instituciones privadas. Y tiene más que ver con quién ocupa el lugar de autoridad de ese lugar, porque la responsabilidad, si somos en equipo, uno puede apoyarse en otro, entonces es más fácil cuando hay un equipo, cuando hay un jefe, un supervisor y uno puede llegar a hacer alguna consulta y demás.
Y generalmente cuando hay un problema legal no estás solo, no es que un médico tiene que ir a buscar la historia del paciente, ir a conseguir un abogado. Cuando hay una buena dirección, es parte ya de dar la respuesta acompañado. Entonces creo que tiene que ver más con algunas situaciones de la institución a donde uno trabaja, que generalizar.
Se habla del corporativismo en la medicina. Cuando algún médico se aparta de los lineamientos básicos de la profesión, el resto del colectivo, ¿qué hace? ¿Lo respalda o lo separa?
Por experiencias que he visto, te diría que al principio lo respalda, pero a veces, un ejemplo, había un, no voy a decir de qué profesión de la medicina, tenía un problema por el consumo de sustancias, entonces se sacó de un lugar y se puso a cubrir otro lugar y después faltaba.
Generalmente al principio es como cubierto por el resto. Pero llega un momento donde afecta a todos, porque también por faltar afecta a otro que tiene que venir a cubrirte y afecta. Y bueno, llega un momento en que no, en que se busca que haya una respuesta.
Bueno, si no puede trabajar, que no trabaje. Pero al principio creo que sí, que hay un poco de acompañarnos entre nosotros”.
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