La política comercial de Donald Trump ha irrumpido una vez más en la escena internacional, desencadenando una tormenta de incertidumbre que sacude desde a las grandes potencias económicas hasta a países pequeños como Uruguay.
Con la reciente imposición de un arancel general del 10% a múltiples naciones, que se suma a medidas previas como el 25% a México y Canadá y sanciones puntuales a China, el presidente de Estados Unidos ha puesto en jaque las reglas multilaterales que han sostenido el comercio global desde la Segunda Guerra Mundial. Para desentrañar las implicancias de este escenario complejo y sus efectos en Uruguay, La Mañana dialogó con Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica.
El anuncio de aranceles generalizados, cuyos detalles aún están pendientes de confirmación oficial por parte de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR), marca un quiebre histórico en las dinámicas del comercio mundial. “Es algo inédito. Trump ha elevado la incertidumbre a un nivel que no solo afecta el comercio, sino también la confianza global hacia Estados Unidos”, señala Bartesaghi. Para el experto, estas medidas carecen de un criterio lógico evidente, ya que se aplican aranceles a países pobres, a aliados comercialmente insignificantes y a potencias económicas por igual.
El impacto trasciende ampliamente el ámbito económico. Según Bartesaghi, las decisiones de Trump abarcan definiciones estratégicas que tocan temas sensibles como las inversiones extranjeras, la seguridad internacional y la geopolítica, debilitando instituciones clave como la Organización Mundial del Comercio (OMC). “La OMC está prácticamente paralizada. Trump ignora sus mecanismos de resolución de disputas, lo que deja al sistema multilateral sin herramientas efectivas para responder”, explica. Este enfoque también genera tensiones internas en EE. UU., visibles en las masivas protestas que recorren el país, las crecientes divisiones dentro del Partido Republicano y una caída récord en las bolsas de valores en los últimos días. “Muchos empresarios que apoyaron a Trump en su campaña ahora ven pérdidas significativas. Esto no es solo un problema para el resto del mundo; también está golpeando duramente a la economía estadounidense”, subraya el académico.
Lo errático de Trump agrava aún más la situación. “Puede un lunes anunciar un arancel del 10%, el miércoles lo levanta o lo modifica, y el viernes impone un 20%. No hay coherencia ni previsibilidad en su estrategia”, lamenta Bartesaghi. Esta volatilidad ha desbordado a la USTR, que se encuentra inundada de consultas de más de 100 países intentando entender cómo se implementarán estas medidas y si hay margen para negociar excepciones. “Es materialmente imposible que la USTR dialogue simultáneamente con tantas naciones. Esto genera un caos administrativo que complica cualquier respuesta ordenada”, añade.
La carne en el centro de la tormenta
Para Uruguay, el impacto más inmediato y preocupante recae sobre la carne, su principal producto de exportación al mercado estadounidense. “En principio, la carne estaría incluida en el arancel del 10%. Esto significa que, dentro de la cuota que antes tenía arancel cero, ahora se pagaría un 10%, y fuera de la cuota, el 26,4% actual podría escalar hasta un 36,4%”, detalla Bartesaghi. Dado que Uruguay exporta significativamente más carne fuera de la cuota que dentro de ella, el costo adicional sería sustancial. Un comunicado reciente del Ministerio de Economía señaló que Uruguay en el año 2024 exportó a EE. UU. 1275 millones de dólares, que pagaron por concepto de aranceles 105 millones de dólares, donde 92 millones los pagó la carne bovina y el resto de los productos relevantes enfrentaban aranceles bajos.
Sin embargo, el panorama no es completamente sombrío. El Mercosur, y América del Sur en general, no está entre las regiones más castigadas por las políticas de Trump. “A diferencia de México y Canadá, que enfrentan un 25%, o de la Unión Europea, que podría llegar al 30%, el 10% aplicado al Mercosur nos deja en una posición relativamente menos desventajosa”, apunta Bartesaghi. Además, las medidas retaliatorias de otros países contra EE. UU. podrían abrir oportunidades inesperadas. “Si EE. UU. pierde competitividad en ciertos mercados debido a estas tensiones comerciales, Uruguay podría posicionarse para exportar más a esos destinos, como Europa o Asia”, agrega, aunque aclara que esto requiere una estrategia comercial proactiva por parte del gobierno uruguayo.
Bartesaghi recomienda una respuesta mesurada pero decidida: “Uruguay debe negociar con calma, aprovechando que somos un país chico con un déficit comercial mínimo con EE. UU. Hay que viajar a Washington, dialogar con la USTR y coordinar acciones con el Mercosur para flexibilizar lo necesario y buscar excepciones”. Productos como la madera, que en principio estarían exentos de los aranceles, ofrecen un alivio parcial, pero el foco sigue puesto en la carne. “Es un tema que nos debe preocupar y ocupar. Hay millones de dólares en juego, y necesitamos actuar rápido, pero con inteligencia”, enfatiza.
Un mundo en reconfiguración
A nivel global, las medidas de Trump generan un desequilibrio con más perdedores que ganadores, aunque ciertos actores podrían salir fortalecidos en el mediano plazo. China se perfila como uno de los principales beneficiarios. “Al golpear a aliados estratégicos como Japón y Corea del Sur con aranceles, Trump empuja a esas potencias a estrechar lazos con China, que ya respondió con aranceles del 30% a las exportaciones estadounidenses”, observa Bartesaghi. Esta dinámica podría consolidar aún más la influencia de Beijing en Asia y en el comercio global. India y América Latina también tienen la posibilidad de capitalizar la situación si logran ocupar los espacios que EE. UU. deje vacantes en los mercados internacionales.
Europa, por su parte, enfrenta el desafío con una mezcla de alarma y agotamiento. “En Europa no se habla de otra cosa. Hay un cansancio profundo con Trump que trasciende el comercio y abarca temas como la OTAN, la guerra en Ucrania, el conflicto en Medio Oriente e incluso cuestiones tan específicas como sus comentarios sobre Groenlandia”, señala Bartesaghi. Aunque la Unión Europea está evaluando medidas retaliatorias, como aranceles espejo, pero la falta de consenso entre sus 27 miembros complica una respuesta unificada. Reino Unido, fuera de la UE desde el Brexit, ha optado por negociar directamente con EE. UU., una estrategia que podría darle cierta ventaja relativa. “Europa está revisando sus alianzas con EE. UU. y acelerará acuerdos comerciales pendientes, como el del Mercosur, que ahora tiene más chances de entrar en vigor en el corto plazo”, pronostica el experto.
Bartesaghi destaca la paradoja en el enfoque de Trump: “Plantea una guerra geopolítica contra China para limitar su ascenso, pero al mismo tiempo debilita a sus propios aliados en Asia y Europa. Esto aísla a EE. UU., que puede soportarlo como primera potencia mundial, pero a un costo altísimo”. Las caídas récord en las bolsas estadounidenses, el deterioro de la imagen internacional del país y la pérdida de confianza entre sus socios tradicionales son síntomas claros de ese precio.
La imprevisibilidad
La falta de estabilidad en las decisiones de Trump es un factor que complica cualquier planificación estratégica. “No es lo mismo que un arancel dure una semana, un mes o un año. Hay que esperar, analizar toda la película y ver cómo evoluciona este desorden”, aconseja Bartesaghi. Esta incertidumbre ha desbordado a la USTR, que no da abasto para responder a las demandas de claridad de países de todo el mundo. Para Uruguay, negociar en este contexto caótico es una tarea titánica, pero imprescindible, especialmente por el impacto en la carne. “La USTR tiene otras prioridades antes que nosotros, como China o Europa, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados”, advierte.
El impacto a largo plazo dependerá de la duración y la profundidad de estas medidas. “El mundo se está reorganizando: Europa busca mayor autonomía en defensa y comercio, Asia reconfigura sus alianzas económicas y América Latina podría encontrar un hueco si actúa con rapidez y astucia”, reflexiona Bartesaghi. En este escenario de cambio acelerado, la capacidad de adaptación será crucial.
El entrevistado concluye indicando que “el escenario podría haber sido peor para el Mercosur, pero la inclusión de la carne nos obliga a preocuparnos y ocuparnos de inmediato”. La estrategia pasa por una negociación activa y paciente con EE. UU., aprovechando las oportunidades que surjan de la guerra comercial y manteniendo una postura pragmática ante un contexto global impredecible. “El mundo entero está llamando a la USTR para entender qué pasa y cómo se implementa esto. Nosotros debemos hacer lo mismo, con precisión y mesura, sabiendo que otros productos, además de la carne, podrían verse afectados en el futuro”, alerta.
En un entorno internacional marcado por la incertidumbre y la ruptura de las reglas tradicionales, las medidas de Trump fuerzan una redefinición de las relaciones económicas y geopolíticas. Para Uruguay, el desafío es doble: mitigar las pérdidas inmediatas en sectores clave como la carne y posicionarse estratégicamente para aprovechar las oportunidades que este desorden global pueda generar. “Tenemos que negociar punto por punto, coordinar con el Mercosur y apostar a que haya cierto criterio en Washington, aunque eso sea difícil de encontrar en este momento”, sentencia Bartesaghi. La clave, en sus palabras, está en actuar con inteligencia y sin demora.