Por varias décadas fue la cara visible de las fiestas de los famosos y los eventos de las marcas más reconocidas, y fue así que comenzó a incursionar en las relaciones públicas, haciendo muchas veces de nexo entre el país y celebridades internacionales. También obtuvo un récord Guinness y se dedicó a encontrar objetos perdidos en el mar, destacándose el caso del águila del Graf Spee. Hoy lleva una vida tranquila con su familia en una chacra de Maldonado. En una larga charla con La Mañana, Alfredo Etchegaray repasó su carrera y opinó sobre la realidad que vive el país.
Usted se dedicó a la organización de eventos y las relaciones públicas, pero también tiene una faceta de investigador y ha tenido éxito en el arte. ¿Quiénes lo han influenciado en todo ese camino?
Siempre hay una influencia fuerte de los maestros y de la familia. Mi bisabuelo, Pedro Etchegaray, a quien llamaban “el pacificador”, logró uno de los mayores actos de relaciones públicas en el mundo, que es lograr la paz. Paró la guerra, ya que le llevaba los mensajes de Aparicio Saravia a Lindolfo Cuestas y luego a Batlle y Ordóñez, logrando el Pacto de la Cruz de 1897. Mi padre era ingeniero y tocaba el piano y la guitarra. Mi madre era artista plástica, tuvo academia de danzas clásicas, era poetisa y filatelista. Mi hermano Pablo fue el creador del Museo del Mar, con cerca de 200.000 piezas exhibidas, y ahora estoy ayudándolo en la creación del primer Museo del Libro, con una selección de 50.000 libros.
Cuando era niño tuve de maestro de Historia a Pittaluga Vidal, que me influyó mucho, y comencé como investigador en la Biblioteca Nacional. Yo estudiaba la historia de los apellidos. Y fui alumno de escultura de Javier Nieva. Si bien yo no era religioso, mi primera exposición fue en el Opus Dei, ya que hacía arte sacro. Al mismo tiempo iba al campo, entonces estudié apicultura e inseminación artificial.
¿Cuáles fueron sus primeros acercamientos a la organización de eventos?
Mi casa siempre fue abierta a los amigos, había reuniones, las fiestas eran más simples: se ponía una barra de tragos, unos bocados y música. Mi padre tenía un equipo a válvula con varios parlantes de imán, y rodeábamos a la gente con muchos parlantes pequeños. La música de los años 50 y 60 estaba basada en la melodía y la percusión, los sonidos graves no eran tan intensos como ahora. Así que mi primera aproximación fue con ese equipo donde hice una fiesta para la Embajada Británica cerca del puerto del Buceo. Cuando iba a un evento acumulaba tarjetas y comencé a hacer bases de datos, por ese motivo las empresas me contrataban, para convocar a la gente para presentar un producto segmentando de acuerdo a los potenciales compradores. A su vez, empecé a hacer prensa e ilustraciones de caricaturas. Yo produje más de 6.000 fiestas que incluyeron casamientos, fiestas de 15, inauguraciones de alta responsabilidad y aniversarios de las mayores empresas. Siempre tuve una vida sana. En esa época jugaba al frontón, más adelante me pasé al tenis y al paddle. Siempre traté de hacer espectáculos de impacto emocional y que sorprendieran. Y como me gustaba mucho la redacción podía ayudar en el concepto descriptivo de la fiesta.
¿Qué ejemplos recuerda de eventos que generaran ese factor sorpresivo?
Para Inca desarrollamos una caja enorme de todos colores que adentro tenía un globo aerostático en cuyo cesto viajaba un papagayo. Le hice el lanzamiento a Toyota con un globo terráqueo que tenía adentro el auto más vendido y más premiado del año. En la fiesta de la Terminal Cuenca del Plata un artista aparecía desde el techo colgando. Como esos ejemplos tengo miles.
¿Qué lo motivó en su momento a convertirse en DJ?
A mis padres les gustaba la diversidad de la música y yo aprendí desde niño a escuchar música de todo tipo. Yo canto lírico como hobby. Y en casa eran comunes las guitarreadas con artistas de todos los géneros.
¿Cómo ha visto los cambios que ha habido en el ámbito de las fiestas y eventos en todos estos años?
Ha habido cambios para bien. Hace 40 años, cuando yo quería hacer una máquina de humo, tenía que ir a la Facultad de Química a hacer analizar productos del exterior y reunirme con profesores para buscar la manera de hacerlo. Hoy todo está en Google. Por lo tanto, podés ser muy buen cocinero, desarmar un celular o el motor de un auto solo con tener las pilas puestas y siendo disciplinado. En cuanto a la comunicación y las relaciones públicas, la comodidad de simplificarlo todo hace que algunos hagan todo demasiado homogéneo. Yo trataba de ser muy creativo y realizar una campaña o un proyecto a la medida del producto o de la mente del consumidor. Esa es la gran diferencia. Hoy es un poco más homogéneo todo.
¿Qué lecciones ha aprendido de la organización de eventos?
Lo primero es que aquel que se la crea está lejos de la verdad, o sea, siempre tenés que mantener la humildad de seguir aprendiendo, investigar, ponerlo todo en duda. Yo lo que quiero en el lanzamiento de un producto o cuando organizo una fiesta es emocionar a la gente, para eso tenés que comprenderla, no podés aplicar la misma fórmula. Aquel DJ, productor de eventos, cantante o productor de teatro que aplique la misma fórmula para todos, se aleja del resultado exitoso. Hay que tener en cuenta los sentidos, las emociones. Los resultados en ventas o en felicidad se logran conociendo a la persona y adaptándose a los diferentes momentos. La clave es no aplicar una misma fórmula y tener la mente abierta.
¿Cuáles han sido los mayores desafíos que ha enfrentado a lo largo de su trayectoria?
Yo me dediqué 40 años de mi vida, habiéndome registrado como investigador formal, a rescatar más de 100 naufragios, con trámites muy lentos y burocráticos; solo en el caso del Graf Spee me llevó 10 años el primer permiso. Encontramos el águila con un contrato basado en la ley, pero ni el contrato ni la ley ni la Constitución han sido cumplidos por presiones internacionales, porque esto involucra política internacional, donde todos quieren ser generosos u opinar del trabajo, el proyecto y la inversión ajena. No es legal que el Estado se enriquezca con tu trabajo, tu proyecto y tu inversión sin la justa compensación, eso es violación de la Constitución y de tratados internacionales, así que esta lucha seguirá por los siglos de los siglos, pero la batalla recién empieza, no está terminada. No es culpa de un presidente ya que estas presiones de diferentes tipos vienen desde hace muchos períodos, abarcaron la presidencia de Tabaré Vázquez, de Mujica y de Lacalle y sus ministros de Defensa.
¿Qué piensa de que el águila no esté exhibida?
En todos los museos de holocaustos del mundo se exhibe un águila con una esvástica, se exhiben objetos nazis, banderas y esvásticas porque son parte de la historia. Nosotros tenemos el águila hace 17 años metida en un cajón, es una barbaridad cultural, porque la exhibición académica de objetos históricos es fundamental para la reflexión, para aprender del pasado y no repetir los errores.
Usted obtuvo un récord Guinness. ¿Cómo fue?
Lo obtuve con el proyecto Alaska-Tierra del Fuego, con un recorrido de 35.000 km en el año 1987. Recorrimos Alaska, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina. La idea surgió porque un grupo de jóvenes europeos habían terminado sus estudios y querían realizar un récord mundial, y evaluaron opciones y yo fui el solucionador.
¿Nunca le interesó la política?
No la política partidaria, sí la política solidaria. El problema es que hay estructuras que yo no comparto, como la disciplina partidaria; que te den la orden de oponerte a algo porque proviene de otro partido va contra mis principios. Me pareció excelente la medida de Tabaré Vázquez de prohibir fumar en lugares cerrados porque no tienen derecho de envenenar a los demás que quieren tener una vida sana, entonces, las medidas no son de izquierda o derecha, son inteligentes y equilibradas y además perfectibles. Si alguien no tiene una solución alternativa, es parte del problema. Por ejemplo, todos aquellos que no quieran apoyar el proyecto de deuda justa de Cabildo Abierto deben aportar una solución alternativa para que más del 50% de la población que está en el clearing pueda tener una vida normal, que debe incluir, en mi opinión, educación financiera, como aparentemente se va a incluir ahora en los planes de educación pública.
¿Por qué le parece importante una solución para los deudores?
La campaña que está haciendo Cabildo de deuda justa no debe ser tomada como político-partidaria. Deben proponer otra campaña aquellos que no estén de acuerdo. Está claro que una señora que no tiene educación financiera no puede ser abusada por instituciones que tienen contadores y financistas especializados, cuando le cobran más del 100%. Y a una pobre señora que pide un pequeño crédito terminan reclamándole millones, queda como un paria en todo el sistema, no accede a servicios de ningún tipo pese a que tiene voluntad de pago. No es una deuda justa, es una deuda abusiva. Países que tienen 300 millones de habitantes como Estados Unidos cobran el 3-5%, y acá la tasa de créditos al consumo de las tarjetas de crédito o de los microcréditos supera el 80% y más del 100% si hay moras, lo cual es abusivo, es delictivo porque estamos en el terreno de la usura.
Yo no creo en la izquierda ni en la derecha, creo en el pragmatismo. Soy libertario en el sentido de que tengo la mente abierta para aprender de cada uno lo mejor que se pueda porque solo trabajando juntos se logra ganar el partido de la prosperidad. En general, cuando se juntan los políticos buscan diferencias, cuando deberían encontrar coincidencias, sobre todo al ser un país muy pequeño, con poca gente, con poca plata y que además no tiene acceso al crédito. Los mercados grandes tienen mucha gente, mucha plata y crédito, entonces, o nos ayudamos entre nosotros, o como decía Martín Fierro, “nos comen los de afuera”.
¿Cómo ve hoy al país?
Si nos comparamos con el mundo estamos muy bien, porque este es uno de los países que tiene mayor democracia, acceso a buena salud a través del Fonasa y los servicios públicos, acceso a una educación primaria, secundaria y universitaria, aunque debe actualizarse.
¿En qué aspectos?
La educación es antigua y falta motivación para que aquel profesor que sea brillante gane mucho más que aquel que no se esfuerza. Se le debe regalar una casa al profesor cuyo grupo de alumnos haya logrado un resultado excepcional. Y se le debe dar cierto margen de creatividad, porque si no hay creatividad en la ciencia y la educación, ¿dónde la va a haber? Veo a Uruguay bien, tiene políticos que tienen diálogo en comparación con la tragedia argentina que nos afecta emocional y económicamente. Veo un Uruguay que manejó la pandemia con inteligencia, pero que aún sigue teniendo un aparato estatal demasiado caro. Yo fui quien inventó el cartelito “bajen el costo del Estado, por favor” en el año 2002, que no tuvo costo porque nos donaron los autoadhesivos. Esa campaña, que nadie sabía de dónde venía, fue una creación mía que la mostraron hasta en la televisión argentina.
¿Qué debe cambiar en el Estado?
Necesitamos un aparato estatal eficiente, de bajo costo, lo cual es difícil. No hay izquierda y derecha, no se dan cuenta de que tienen la responsabilidad de manejar el dinero de la gente y todos los partidos han dilapidado nuestro esfuerzo con el Antel Arena, con la regasificadora, con Ancap, que son justo proyectos del Frente, pero no se salva nadie, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. No nos separa el dinero, nos separa la cultura. Creo que Uruguay debe invertir a fondo en una educación motivadora que haga que todos los jóvenes sean lo más creativos posible y puedan ser generadores de su propia libertad a través de la libertad financiera. Necesitamos maestros que puedan ganar en función de sus resultados. Creo en la meritocracia. No soy partidario de copiar un método educativo de un país, sino de tomar las mejores ideas de cada sistema y permitir que el maestro o que los propios alumnos propongan ideas innovadoras. La innovación es la clave de la supervivencia y el crecimiento.
¿Hoy sigue vinculado a la organización de eventos?
Sí. Semanas atrás para el Museo de Autos Clásicos realicé el asesoramiento para la inauguración que incluyó catering, música en vivo, la logística del parking y la ceremonia de corte de cinta. Todas las semanas estoy haciendo prensa para el mundo, eso no es rentable, es simplemente una herramienta de comunicación. Y recibo a extranjeros a los cuales les doy soluciones vinculadas a marketing, radicación, contactos, información, planificación de eventos. También asesoro en Punta del Este proyectos didácticos educativos.
¿Cómo es su día a día?
Me levanto muy temprano porque me gusta el silencio de la madrugada, tomo mate, muchas veces inicio la lectura a las cuatro de la mañana porque es cuando los portales de noticias se actualizan, y leo acompañado de los sonidos del silencio, jazz o música clásica. Luego visto a los chicos junto con mi esposa y los llevamos al colegio, que queda al lado de casa. Comparto con ellos diferentes actividades. Me reúno con empresarios. Casi todos los días juego dos horas de tenis. Me gusta mucho nadar. También me gusta mucho la antropología y la arqueología. Y soy compositor de canciones como hobby.
¿Tiene proyectos pendientes?
La prioridad es el futuro de mis hijos, los quiero dejar bien enseñados a autosustentarse en lo emocional y en lo económico. Segundo, me gustaría dejar un aporte a las futuras generaciones, por lo cual estoy armando un libro, tengo 60 capítulos prontos y van a ser unos 200 o 300 capítulos de reflexiones que ayuden a las futuras generaciones a sentirse mejor. El mayor desafío que me gustaría tener sería ser promotor del Uruguay, tener una especie de ministerio itinerante para recorrer el mundo donde pueda promover al país.
La paternidad: un sueño cumplido
A los 62 años, Etchegaray fue padre por primera vez. Su primogénito, que tiene cinco años, se llama Alfredo al igual que él, su padre y su abuelo. Luego llegó a la familia Juana, que tiene dos años y medio. Con casi 68 años, el entrevistado contó orgullosamente que cambia pañales, plancha, cocina y cose, tareas que comparte con Claudia, su esposa. Ella “es muy hábil con las tareas artesanales y es una excelente madre”, agregó.
Etchegaray siempre pensó que no podía irse de este mundo sin haber tenido hijos, por lo que tomó esa opción sin importarle la edad. Además, confesó que ser padre lo “fascinó”. Si bien había querido serlo antes, no había encontrado la misma sintonía en sus parejas anteriores.
“Alfredito”, como le llama, toma clases de surf, de tenis y de natación, mientras que “Juanita” aprende ballet.
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