El trabajo de recuperación y resocialización de las personas privadas de libertad se ha intensificado con el paso de los años. El número de personas cumpliendo penas de penitenciaría supera los quince mil y ha obligado a las autoridades a tomar medidas.
La firma de convenios con UTU, la presencia de la Pastoral Penitenciaria y el trabajo que desarrolla un docente en la cárcel departamental de Durazno –donde un grupo de cien internos produce y recibe ingresos económicos que les permiten seguir siendo el sustento para sus familias– son algunos de los proyectos que se impulsan desde el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).
Inspector Luis Mendoza, director del INR: “En esta función la corrupción está siempre latente”
El inspector Luis Mendoza es un policía procedente de la Guardia de Coraceros y desde 2012, en plena crisis del sistema carcelario, hasta la fecha ha ocupado en varios periodos la Dirección Nacional del INR, además de desempeñar cargos en distintas jefaturas del país.
Ha librado una dura lucha en contra de la corrupción policial. En 2023, en ocasión del egreso de doce funcionarios que pasaban a integrar la guardia del Centro de Detención Nº 20, como parte de su oratoria Mendoza hizo énfasis en reafirmar los objetivos del INR y el compromiso que esto implica tanto para las autoridades como para los policías a cargo, como en el caso de los nuevos policías penitenciarios de Salto. Por otra parte señaló: “Su función penitenciaria significa el compromiso con la rehabilitación de las personas privadas de libertad. Es una tarea difícil, ya que la misión es ayudar, dar oportunidades. Como policías tenemos que ajustarnos a la normativa legal, pero también debemos tener vocación de servicio y hacer cumplir las normas y lo que dice la Constitución para que la cárcel sea la profilaxis del delito y sirva para rehabilitar”.
En referencia a la corrupción que surge de las continuas tentaciones a las que se exponen los funcionarios que cumplen servicios, Mendoza afirmó: “Como policía de muchos años, les aconsejo que no se dejen encandilar por los tentáculos de la corrupción. En esta función sabemos que están siempre latente y se aprovechan de la debilidad humana. Ustedes tienen que alejar eso y honrar el uniforme, ese uniforme que orgullosamente llevó el agente Raúl Núñez, quien perdió la vida trabajando acá y tiene que ser un ejemplo para ustedes y una motivación para alejar el fantasma de la corrupción y trabajar todos los días por la rehabilitación”.
Doctor Juan Fagúndez, presidente de la Asociación de Abogados Penalistas: “La cárcel es un lugar lleno de corrupción, todo tiene un precio”
El doctor Juan Fagúndez, consultado por La Mañana en su condición de presidente de la Asociación de Abogados Penalistas del Uruguay (AAPU), se refirió a la situación del sistema carcelario y las dificultades que se presentan a los abogados penalistas.
¿Cómo se analiza desde la AAPU las situaciones que se vienen detectando en el sistema carcelario?
Cuando una persona entra al sistema carcelario se la evalúa. El Ministerio del Interior examina el perfil del sujeto y su peligrosidad se elige el destino.
¿Se equivocan desde la gestión al alojar a primarios y reincidentes en un mismo centro?
Esto está vinculado también a una cuestión de bandas, hay que medir las tensiones de los lugares, se van descartando los lugares para no formar un foco de bandas. Por supuesto que no es tan fácil, aún más si hablamos de un primario.
¿Cómo se resuelve ese problema?
Lo que nunca se ha hecho aquí es una cárcel para este tipo de delitos. Muchas veces con este tipo de delitos se llega a acuerdos sin prisión, pero creo que debería haber establecimientos. El abogado y los funcionarios hacen su intervención en el expediente, muchas veces no hay un lugar adecuado, hay muchos factores. La cárcel es un lugar lleno de corrupción, lo hablo desde todo sentido, todo tiene un precio, cada vez es peor. Había cosas que eran sagradas, pelearse era cosa que no sucedía. Han existido eventos que han arruinado las visitas, en muchos casos hay un sesgo de privilegio que no debería existir. Las cárceles se tratan de mejorar, pero este sistema penal ha logrado una superpoblación muy importante.
Manejando los números de la región, Uruguay es el país con más privados de libertad, sin hablar de formalizados, ¿se genera allí una peligrosa superpoblación?
Sin duda. Creo que hay cosas que se pueden hacer sin pedir plata. Yo, específicamente, creo que hay edificios del Estado que deberían funcionar como cárceles entre regímenes de seguridad y ayuda psicoterapéutica, como también de estadías. Las cárceles, además, son muy caras. Habría que ver bien qué cárcel para qué caso y no hacer cárceles súper símbolos en las que quedan dentro cuatro bandas.
En Rivera, por ejemplo, está la cárcel granja para beneficio de quienes estarían prontos para reinsertarse en la sociedad; sin embargo, si la persona tiene la oportunidad se fuga. ¿Algo está fallando?
El sentido común indica que hay personas que no pueden estar ahí, no hay que hacerse el inocente. La fuga ocurre por varios motivos, esos síntomas el que tiene experiencia puede advertirlos.
¿Qué puede hacer el penalista para mejorar la condición del defendido?
Técnicamente, sería atacar al Poder Judicial por las violaciones a los derechos humanos, pero no necesariamente iría por ahí. Hay visitas, pero las cárceles siguen peor. Tomar medidas para cumplir con eventos internacionales es una farsa. O sea, el Poder Judicial se ha deslindado de la cárcel. Cuando se matan los presos, tampoco el Poder Judicial ha hecho algo, pero los derechos son resortes de este poder.
¿Se invierte lo necesario en materia de rehabilitación?
Históricamente, un preso gastaba cincuenta dólares diarios, lo que puede haber mejorado este disparate es que hay más presos, pero no se aumentó el presupuesto, aumentó el divisor. Tendría que haber subido un 75 por ciento. Es un disparate lo que se gaste, pero es un disparate que se gaste lo mismo. A razón de cincuenta dólares por día podríamos tener mayor control.
En el pasado se había dispuesto un plan de distribución de presos en función del delito cometido, ¿en qué quedó esto?
Mi opinión sobre lo que ha pasado en la cárcel en los últimos años es que cada gobierno trae a sus supuestos técnicos en la materia, cada uno quiere tener su ley y trascender. Además hay muchos que los aplauden y los sientan en la mesa.
El inspector Mendoza, en alguna ocasión, ha pedido que no entren en la tentación, reconociendo la corrupción en el sistema, ¿está de acuerdo?
Hay que decir las cosas como son: Mendoza ha sido de los mejores jefes de la institución que he conocido; después, si lo que uno necesita se da o no es otro tema. El problema es que la institución es corrupta por esencia, ya que todo lo que se consigue es por plata y hay toda una situación que es así. Calculo que en cualquier momento surgirán las cárceles privadas.
Hubo asesores privados en la materia que visitaron Punta de Rieles, ¿sigue siendo, como se la denominó, una cárcel modelo?
Considero que las cárceles no sirven para nada porque hace doscientos años que las tenemos y todo ha sido peor, nos volvemos monos del mercado. De todas formas, las veces que he estudiado el tema, la conclusión a la que he llegado es que una cárcel no puede tener más de doscientas personas. Creo que cada cárcel debería tener su propio director. Es necesario tener una relación de conocimiento de las personas y las cárceles como Punta de Rieles son funcionales para las operetas carcelarias.
¿Es posible ir creando módulos como forma de llevar por buen camino a los que tengan condiciones de reinsertarse?
La cárcel está reglamentada y dirigida por el Ministerio del Interior, para que algo funcione las personas que convivan en un proyecto deben tener la aspiración de probar algo. Si no hay trabajo nada funciona; si no hay inspección, no funciona, pero cuando todo se alinea las cosas sí funcionan y se van moldeando. Tenemos que encontrar gente que convivan en el proyecto.
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