¿Qué implica la emergencia en violencia de género que declaró el presidente Vázquez?
Una declaración de emergencia debería implicar una toma de acciones inmediata porque una que no cambia nada no parecería cumplir el efecto que se pretende. Una de las primeras cosas, por ejemplo, sería la adjudicación de fondos para que se pudieran configurar los equipos técnicos para hacer las evaluaciones que corresponderían. Además, hay doscientas tobilleras que están reclamando que tendrían que estar compradas inmediatamente.
¿Hubo presiones que llevaron al presidente a tomar esa medida?
Lamentablemente desde que empezó todo este tema del activismo en torno a los femicidios hay una suerte de cobrar al grito. Las organizaciones piden cosas y el Gobierno las saca como puede. Por ejemplo, con el tema de María salió la ley de género, con las muertes que vienen sucediendo sacamos la declaración de emergencia. Ahora, ¿qué hacemos en concreto? Parecería que nada.
Se habla en la resolución de un Plan de Emergencia contra la violencia de género. Hasta hace poco estaba en funcionamiento el Plan 2016-2019 del Mides. ¿Qué resultados tienen este tipo de planes?
El plan del Mides lo que hacía es un acompañamiento a las víctimas de violencia doméstica a los efectos del apoyo para sostener el proceso judicial. Lo que sucede ahora y sucedía antes es que cuando una mujer hace una denuncia en la vía policial o judicial teóricamente y de acuerdo a la ley tendría que producirse la audiencia en plazos muy cortos. Pero esto no se hace porque no hay técnicos suficientes para evaluar la situación. Se hace cuando se puede, a veces seis u ocho meses después y se deriva a servicios de apoyo. Ahí es cuando aparece el Mides y quizás cuando llega ya es tarde. Una respuesta tarde del sistema es como una no respuesta.
Una mujer que cayó en una situación de violencia doméstica no es por casualidad, tiene una historia previa. Tiene que tener un acompañamiento para que las situaciones no se repliquen porque deja a un señor y mañana conoce a otro con el mismo tipo de vínculo. Y lo que es peor, si tienen hijos el día de mañana pueden ser igual de violentos y no entienden por qué pasa.
En el 2019 se registraron más de 30 mil denuncias de violencia de género. ¿Es una cifra exagerada o se corresponde con la realidad?
Yo no sé si es exagerada o no, lo que puedo decir es que entre esas miles de denuncias hay situaciones gravísimas, graves, importantes y confusas. Sin una adecuada recepción y categorización de las denuncias es imposible abordarlas. Cuando todo es urgente, nada es urgente. Entonces todo va en la misma bolsa, desde las mujeres que vienen hace años sufriendo golpes o con el marido que le controla los ingresos, hasta situaciones de agresiones cruzadas o incluso usos forzados de la ley, para decirlo de alguna forma.
¿Considera que hay que cambiar la ley de violencia doméstica?
La ley anterior 17.514 era una muy buena ley que necesitaba algunos ajustes. Con esos ajustes estaba bien, pero se trajo una ley muy ambiciosa. Acá nos rasgábamos las vestiduras que había que dejar el sistema inquisitivo y pasar al acusatorio, pero esa ley vuelve a meter al sistema inquisitivo porque el mismo juez decide la tenencia, el divorcio, en la parte penal y laboral. Tiene múltiples competencias. Sin una capacitación suficiente de todos los que intervienen en el proceso, los resultados pueden ser muy complejos. Parecería que todo el mundo se olvida que la familia sigue siendo la base de la sociedad y que un manejo inadecuado de las relaciones familiares al cabo de unos años nos puede salir carísimo a todos.
¿Qué problemas existen hoy en torno a la tenencia y el régimen de visitas de los hijos? Algunas organizaciones de padres protestan por injusticias del sistema actual.
Yo con la tenencia compartida de pique no estoy de acuerdo porque generalmente cuando una pareja se separa es porque no se lleva bien y una tenencia compartida implica un diálogo fluido entre los padres para tener un estilo de crianza similar. Si no, el niño está entre dos fuegos. Entiendo la reclamación de muchos padres porque es cierto que la justicia uruguaya tiende a dar la tenencia a la madre y no siempre es el mejor escenario. Yo le daría la tenencia al que está más capacitado para desempeñar el rol con independencia del género o sexo.
También sucede que si los padres no inician un régimen de visitas la madre no está obligada a dejar ver a ese niño. Entonces pueden pasar varios meses en que ese padre pierde contacto con los hijos. Y eso es lo que lleva a que muchos padres pidan la tenencia compartida, pero creo que tratan de solucionar un problema, trayendo otro. Sucede también que antes, hasta febrero de 2016, los incumplimientos de los regímenes de visitas judiciales se podían denunciar en los juzgados de Familia especializados. Esto era muy común cuando llegaban las fiestas de fin de año, empezaban los incumplimientos y el sistema se saturaba. Entonces la Suprema Corte de Justicia decidió sacar esa competencia a esos juzgados, con lo cual no se puede hacer la denuncia hasta febrero del otro año, lo que trae más problemas y suceden injusticias.
Algunas ONGs sostienen que en el fondo la lucha es contra el patriarcado y que debe deconstruirse la idea de familia. ¿Cuál es su opinión?
Personalmente tomo distancia de esas cosas. Sí es cierto que en muchos aspectos las mujeres tenemos que trabajar el doble para adquirir los mismos lugares que los hombres. Pero me parece que la situación no pasa por ahí. La familia sigue siendo la base de la sociedad y no todas las situaciones de violencia son temas de patriarcado. En muchos casos hay violencia cruzada. Hay que ver caso a caso, las generalizaciones no son buena cosa.
Cuando se habla de deconstruir la familia se me eriza la piel, porque no conozco otra forma que un niño pueda criarse que en un núcleo familiar. Y ojo, ampliándolo a los nuevos modelos familiares. ¿Pero cuál es la propuesta que hay? Un niño para crecer sanos necesita límites, referentes y contención porque la primera escuela es la casa.
¿Hoy se puede debatir libremente a nivel académico y profesional sobre estos temas?
Lamentablemente no. Hay una versión que es políticamente correcta y otros que pensamos diferente quedamos un poco huérfanos. Me pasa que muchos colegas me dicen fuera de cámaras “tenés razón en lo que decís” pero cuando llega el momento de exponerse públicamente vuelven a la versión políticamente correcta. Creo que si nosotros queremos solucionar tanto los problemas de la violencia doméstica como de los niños tenemos que sincerarnos. Si bien hay un discurso que aparece como muy predominante, le hace muy poco favor a la sociedad uruguaya en su conjunto. Los que trabajamos en estas áreas tenemos un compromiso con la realidad, más que con las correcciones políticas.
¿Qué papel juega la educación sexual en los niños y adolescentes?
Cada familia tiene derecho a educar a su hijo en todas las áreas como entienda pertinente. Que venga el Estado y te implante una guía de educación sexual sin su consentimiento a mí me parece una invasión en un núcleo muy privado. Ya el Estado se mete demasiado en la vida de las personas, hay áreas que corresponden a los padres. Creo que los padres tienen derecho a oponerse a esas guías.
¿Y cómo vio la discusión sobre la llamada ley trans y la situación de los niños trans?
Me parece bien que una persona adulta decida lo que quiere hacer. En cambio, en el tema de la niñez es preocupante porque si yo a un niño no le permito decidir si quiere ir a la escuela o vacunarse, algo tan trascendental como el cambio de sexo no me parece apropiado. Cuando se usan hormonas en el cuerpo se generan cambios que pueden ser irreversibles, entonces es una decisión que tendría que estar bien sopesada y estaría bueno que se hiciera cuando la persona puede ser plenamente consciente de las consecuencias