Más del 89% de los empresarios califica como “bueno o muy bueno” el clima de negocios dado por la estabilidad macroeconómica, institucional y social, aunque permanece la preocupación por los problemas de competitividad, de acuerdo con el último informe de expectativas empresariales que elabora KPMG Uruguay.
El gerente senior del área de asesoramiento económico y financiero de la consultora, Marcelo Sibille, profundizó al respecto en entrevista con La Mañana y se refirió también a la importancia de abatir el déficit y mejorar la senda del crecimiento.
¿A qué atribuye la percepción positiva del clima de negocios por parte de la mayoría de las empresas, a pesar de los desafíos en competitividad?
El clima de negocios en sentido amplio consiste en un conjunto de condiciones que facilitan la actividad empresarial en un país. Dicho concepto se apoya en una serie de pilares tales como la estabilidad macroeconómica, institucional y social. Es habitual que las empresas interesadas en evaluar un proyecto de inversión, no se limiten al análisis de viabilidad financiera (donde la competitividad de precios desde luego es un factor importante para la proyección de flujos de fondos que permitan una cierta rentabilidad deseada), sino también a la evaluación de riesgos, y esto último está vinculado al clima de negocios. Una economía con elevada volatilidad en el ciclo económico, alta inflación e incertidumbre cambiaria, implica mayor riesgo de que los flujos de fondos no se materialicen según lo proyectado. Si bien es cierto que los empresarios perciben a la competitividad como un problema y el principal desafío de la economía, también tienen una buena percepción sobre el entorno macroeconómico, institucional y social. En la encuesta se les preguntó a los empresarios cómo calificaban el clima de negocios en una serie de aspectos puntuales, y hubo una amplia mayoría con percepción favorable en aspectos tales como la seguridad jurídica, la estabilidad macroeconómica, el régimen de promoción de inversiones, la disponibilidad de financiamiento y la calidad de la infraestructura en transporte.
¿Qué lectura hace acerca del contraste entre la estabilidad macroeconómica percibida y la preocupación por la competitividad como principal debilidad de la economía?
Como mencionaba, la estabilidad macroeconómica es una noción que trasciende la competitividad de precios. Más del 89% de los empresarios califica como “bueno o muy bueno” el clima de negocios en materia de estabilidad macroeconómica, de lo cual debemos deducir que hay una valoración positiva en otros aspectos macro donde seguramente sobresalga la baja en la tasa de inflación que desde junio de 2023 convergió al rango meta fijado por el BCU y permaneció allí hasta la fecha. Ahora bien, en paralelo hay una preocupación por la competitividad, que persiste más allá del aumento del tipo de cambio verificado en el último cuatrimestre de 2024. La interpretación que hago es que esta preocupación está vinculada a la rentabilidad, mientras que la percepción favorable del entorno macroeconómico está vinculado al bajo riesgo de que el negocio pueda verse afectado por alguna disrupción macro. Pero tampoco deben ser vistos como carriles separados. De hecho, a nivel macroeconómico percibo dos desafíos muy importantes que debería abordar el próximo gobierno: por un lado, la necesidad de mejorar el sendero de crecimiento logrando tasas superiores a los registros anémicos obtenidos en el promedio de la última década, y luego la necesidad de mejorar las finanzas públicas. El déficit fiscal sigue siendo elevado, y su abatimiento contribuiría de forma importante en mejorar la competitividad a través del tipo de cambio real. En definitiva, el déficit es un exceso de gasto concentrado en bienes y servicios no transables. Una de las definiciones del tipo de cambio real es la relación entre precios transables y no transables. Si se restase presión a la demanda de los no transables, mejoraría el tipo de cambio real y por consiguiente la competitividad de la economía. También permitiría una mejor competitividad en el plano financiero a través de menores tasas de interés mediante una disminución adicional del riesgo país.
La creación de empleo muestra un estancamiento, según el informe. ¿A qué lo adjudica? ¿Qué políticas podrían incentivar un aumento en la dotación de personal?
Las estadísticas oficiales muestran que durante 2024 la creación de empleo continuó siendo dinámica, con la creación de 50.000 puestos de trabajo y el registro de una tasa de empleo del 60% próxima a los máximos históricos. Esto estuvo en línea con las perspectivas de creación de empleo que habían reportado las empresas cuando realizamos la edición anterior de la encuesta. En aquel entonces el 31,4% de las empresas habían señalado que aumentarían la dotación en 2024 frente a un 9,8% que la disminuiría. Sin embargo, en la presente edición, el 23% respondió que aumentará la dotación en 2025 frente a un 20,4% que la disminuirá. Quiere decir que, si bien la brecha sigue siendo positiva, se redujo sustancialmente. Más allá de que asistiremos a una menor tasa de crecimiento según expectativas de los analistas, hay algunos focos de incertidumbre que podrían explicar este comportamiento más circunspecto por parte de las empresas. A nivel regional, está la caída del real en Brasil con el consecuente impacto negativo en nuestro comercio bilateral. También a nivel global por lo que pueda deparar la política proteccionista de Trump en Estados Unidos. En el plano doméstico, el cambio de gobierno con un nuevo signo político siempre genera un plus de incertidumbre, y es posible que las empresas se comporten con cautela a la espera de ver las primeras cartas que juegue el gobierno entrante en materia de política económica.
El nivel de inversión en activo fijo es el más bajo desde 2019. ¿Qué medidas cree que podrían revertir esta tendencia?
Ciertamente hay una baja en el porcentaje de empresas que prevén realizar inversiones en activo fijo durante 2025. Como la inversión y el empleo son dos variables que van de la mano, mi interpretación es la misma que en la respuesta anterior. Cuando se disipen –y deseamos que así sea– los factores de incertidumbre señalados, la propensión a invertir seguramente aumentará. De todos modos, el gobierno debe apoyar en robustecer el clima inversor. Hoy tenemos un buen régimen de promoción de inversiones que ya lleva 17 años de existencia, pero lo cierto es que la tasa de inversión bruta fija continúa sin poder romper la barrera del 17%, más allá de eventos asociados a megaproyectos puntuales como el caso más reciente de UPM 2. En un contexto de clima de negocios favorable asociado a baja percepción de riesgo macroeconómico e institucional, todo indica que para dar un salto estructural en la tasa de inversión es necesario generar condiciones complementarias a los incentivos fiscales que permitan proyectar mayores flujos de fondos, lo cual nos lleva al tema de los costos, y más concretamente de la competitividad.
La competitividad es destacada como el principal desafío económico. ¿Cuáles serían las áreas prioritarias para mejorar en el contexto actual?
A mi juicio, el camino no es la devaluación nominal de la moneda, que a la larga produce inflación sin mejoras sustanciales en los precios relativos. Ya mencioné que, en el plano fiscal, el abatimiento del déficit contribuye a mejorar la competitividad. Es algo más fácil de decir que de hacer considerando las rigideces del gasto público en Uruguay, pero debemos entender que la disminución del gasto primario corriente con relación al PIB es condición necesaria. El acceso más fluido a mercados internacionales también es clave. Hoy sucede en varios casos que nuestros productos de exportación no son competitivos por la existencia de barreras arancelarias en los países de destino. De ahí la importancia vital de negociar zonas de libre comercio con terceros países. Finalmente, la revisión de algunas regulaciones que encarecen los productos e insumos importados afectando a familias y empresas. En la última edición de nuestra encuesta, fueron más los empresarios que calificaron como “mala o muy mala” la política de promoción de la competencia interna que los que la calificaron de “buena o muy buena”. Esta es un área que también debería atacarse.
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