Se recibió de economista en la Universidad de la República en febrero de 1983, luego partió para Estados Unidos a estudiar en Chicago ese mismo año. Obtuvo el Master of Arts en economía y posteriormente el doctorado. Antes de emprender su viaje a Norteamérica, en 1981 comenzó a trabajar en el Banco Central del Uruguay (BCU). Al retorno de Chicago, volvió al país y estuvo hasta 1990 en el BCU. “En 1991 armamos una consultora con Jorge Caumont y Gustavo Cola, trabajé allí hasta 1998, hasta que me reciclé al tema financiero y pasé a trabajar en una empresa que distribuye productos financieros de inversión internacionales, hasta fines del 2012”.
La vasta experiencia del economista Michele Santo habla por sí sola respecto a la capacidad y conocimiento que posee de la economía a nivel nacional, regional e internacional. Los 15 años de gobierno de la izquierda implicaron una mirada filosóficamente diferente a la que se tuvo durante las décadas anteriores sobre cómo debe gestionarse la economía. Es en ese sentido que La Mañana dialogó con Santo, quien planteó el panorama actual, la mejor manera -desde su visión- para resolver los problemas, y el futuro que le espera al país.
El economista, quien hoy trabaja de manera independiente, sostuvo que uno de los principales problemas del Uruguay se ubica en el sistema cambiario. Afirmó que el país ha quedado tomado en una especie de isla cara en dólares, en una región que se ha abaratado notoriamente, y eso incide de manera muy significativa en la competitividad y rentabilidad del sector privado, particularmente en los exportadores y sustituidores de exportación.
“Esto es algo que el próximo gobierno va a tener que corregir porque todo parece indicar de que, al menos a nivel regional, vamos a estar con precios en dólares bastante bajos durante un buen tiempo. Y dado que tenemos producciones casi idénticas en cuanto a la oferta exportable en relación a los dos países vecinos, -con excepción de la celulosa-, debemos volvernos más competitivos”, detalló el entrevistado.
Esto hace que los productores uruguayos estén corriendo con una desventaja significativa respecto a la región y a países del mundo que compiten directamente, los propios índices de competitividad del BCU muestran un desfasaje a nivel del tipo de cambio. “Este es uno de los problemas básicos que va a enfrentar el próximo gobierno y que tendrá que solucionar”.
El adiós al sector financiero pujante
“Claramente, tener una industria pujante no fue el objetivo de estos tres últimos gobiernos”, aseguró Santo al ser consultado al respecto. De alguna manera, aquella situación que dos o tres décadas atrás en la que se podía vislumbrar a Uruguay como un centro financiero regional, “quedó lejos y no creo que a corto plazo el sector financiero pueda ser un factor dinámico”, reconoció el entrevistado.
“Creo que hemos perdido el tren por decisión propia y será difícil convertirnos en una industria pujante. Para Santo, filosóficamente los gobiernos del FA nunca se interesaron en que el sector financiero fuera un elemento dinámico, y por eso se perdió el tren a nivel regional, frente a Panamá, a Chile, por ejemplo.
Si a partir de ahora se cambiara la filosofía, en un contexto en el que se pueda planificar hasta 15 o 20 años y se decidiera que el sector financiero fuera un puntal de desarrollo, “tal vez sí se podría mejorar en ese sentido. Pero no lo veo como un tema relevante para el nuevo período de gobierno”, reflexionó el economista.
La eficacia de la anatonomía económica
Entre las soluciones que el economista considera necesarias para la mejora del nivel económico del país a nivel de políticas macro, “habría que hacer lo contrario que se hizo en estos últimos gobiernos del Frente Amplio (FA), que fue básicamente una expansión ininterrumpida y muy grande del gasto público en un contexto donde, en general, se aplicó una política monetaria contractiva, agregándole una indexación salarial”.
“Habría que hacer lo contrario que se hizo en estos últimos gobiernos del Frente Amplio (FA)”
Para corregir el asunto cambiario, dijo que sería necesario reducir fuertemente el gasto público y que se traduzca, a su vez, en una reducción significativa del déficit fiscal para que de esa manera también se cubra el endeudamiento del sector público. Y que la mayor contribución y mayor ahorro fiscal le permita al BCU tener una política monetaria más expansiva.
A su vez, indicó que habría que ver qué se hará con la política salarial, donde el economista considera se impone ir a una desindexación gradual en la política salarial, aunque sea en lo que se refiere a que los futuros aumentos sean negociados por empresa dada la situación que enfrenta cada una. “Es preciso generar un equilibrio total, porque solo con políticas monetarias el problema no se arregla”, planteó Santo.
Si el tipo de cambio sube, eso se trasladaría a una mayor inflación, “por eso sería fundamental una mayor expansión monetaria con una fuerte restricción fiscal, es decir, el gasto público tiene que bajar de manera significativa, porque el nivel al que está creciendo la deuda es insostenible. Además, la combinación de políticas debe ayudar a recuperar la competitividad y el tipo de cambio real”.
En resumen, el especialista plantea que habría que ir a una política monetaria más expansiva, una política fiscal mucho más restrictiva, una política de desindexación salarial y a eso habría que agregarle elementos más estructurales a largo plazo como una mayor apertura de la economía, mayor desregulación de sectores internos no transables para que una mayor competencia a ese nivel también ayude a bajar los precios o que suban menos a futuro.
Flotación sucia
En lo que refiere al tipo de cambio nacional, Santo indicó que “los últimos años la política ha sido de flotación sucia”. Aseguró que cuando entraban muchos capitales y el tipo de cambio tendía a caer, fue notoria la intervención durante años del BCU sosteniendo al dólar para que no se cayera más. En los últimos meses, la intervención del BCU implica la venta de dólares para evitar que el tipo de cambio suba más.
Si en las circunstancias actuales el BCU no vendiera dólares, el tipo de cambio estaría más arriba. El especialista sostuvo que una decisión de política económica que tendrá el próximo gobierno es qué hacer en ese sentido. “Sería muy fácil hacer que el dólar suba en el corto plazo y que se amortizara el stock de letras de regulación monetaria que tiene a medida que va venciendo. Una suba del dólar relativamente fuerte en un corto período de tiempo, tendría un impacto sobre la inflación, y para contrarrestar esto, debería haber una restricción fiscal significativa”.
Seguridad social amenazada
El entrevistado fue conciso al afirmar que el problema de la seguridad social es insoluble y no solo lo tiene Uruguay sino todo el mundo. Cada tanto se le hacen “parches parciales”, y los correctivos son siempre los mismos: aumentar la edad de jubilación, extender la cantidad de años de aportes y reducir el porcentaje de jubilaciones en relación al sueldo en actividad. Esas son las variables clásicas. “Cómo se extiende la edad de jubilación, si se habilitan retiros parciales o no, es discutible pero la seguridad social está amenazada en todo el mundo por una combinación de cambios demográficos”.
Hoy se viven más años, eso lleva a un envejecimiento progresivo de la población, entonces, los ratios de cobertura se vuelven cada vez más bajos porque la cantidad de pasivos en relación a activos se vuelve más ajustada. Santo añadió que con los niveles de tasa de interés que hay en el mundo “es eventualmente imposible que un sistema de capitalización pueda funcionar de la misma manera que cuando se creó”.
El ahorro jubilatorio no genera un retorno suficiente como para acumular en la cuenta de ahorro individual, el capital necesario para obtener una jubilación adecuada que tendrá que cubrir una sobrevida, no se adecua a los sistemas ideados. “Creo que es un tema insoluble, es imposible mantener los actuales esquemas de seguridad social, sea sobre la base de reparto o de capitalización. Vamos a tener problemas recurrentes en el mundo a medida que vaya pasando el tiempo”.
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