Las micro y pequeñas empresas conforman más del 90% de los emprendimientos turísticos de Uruguay. Sin grandes accesos al capital ni posibilidades de inversión, son de las más golpeadas con el rebrote de covid-19. Sin embargo, sus desafíos no comenzaron durante la pandemia, sino que arrastran necesidades que se comenzaron a identificar en el año 2008.
Giovanna Vázquez es una Técnica en Turismo que tras recibirse lanzó al mercado su propio emprendimiento turístico: L&L Excursiones Guiadas. Esfuerzo mediante y con colaboración de su familia, comenzó a organizar y ofrecer viajes a distintos destinos de Uruguay. Todo marchaba relativamente bien hasta que tres meses después del comienzo de su pequeña empresa, estalló la pandemia y el turismo quedó en parálisis.
Fue un tiempo difícil en que no hubo ninguna actividad. Meses durísimos, pero logró recomponerse y, una vez que las autoridades gubernamentales autorizaron la realización de este tipo de actividades, volvió al ruedo. Al principio, la gente tenía miedo, recordó en entrevista con La Mañana, por eso el mejor momento vivido el año pasado fue durante la temporada baja. Los sitios no estaban superpoblados y las personas se animaban más a salir.
Pero una vez que todo se recompuso, y luego de un diciembre de 2021 “que fue excelente”, el nuevo rebrote pegó fuerte otra vez. La actividad se volvió a paralizar, los viajes se suspendieron porque quienes ya habían reservado su lugar en el viaje, desistieron de realizarlo. Ahora, otra vez toca aguardar y volver a empezar. “El camino del emprendedor turístico es una mezcla extraña entre vivir de cerca la emoción de la gente que disfruta de un destino y un gran camino de hormiga que incluye mucho esfuerzo, mucha competencia y poca preparación de algunos operadores turísticos”, reflexionó Vázquez.
Su historia no difiere de muchas de las historias de las micro y pequeñas empresas turísticas de nuestro país. La mayor parte de las empresas turísticas son mipymes. A pesar de que son estas las que aportan de forma directa al desarrollo de los destinos turísticos, deben enfrentarse a sus propios desafíos –y no necesariamente, a medida– como la estacionalidad o una demanda turística en permanente cambio.
Además, la mayoría de ellas se mantiene como pyme durante todo su recorrido. Así lo señala un estudio de la Cátedra de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata que afirma que una de las características principales de las pymes turísticas son que nacen, crecen y se desarrollan como pymes, sin ser esta necesariamente la primera etapa de crecimiento de una gran empresa.
“Se hizo magia para poder sobrevivir”
El presidente de la Asociación de Hoteles y Restaurantes del Uruguay (Ahru) y vicepresidente de la Cámara Uruguaya de Turismo (Camtur), Francisco Rodríguez, señaló que, dentro de las empresas asociadas a la organización turística, las pymes conforman más del 90%, pero que si se tienen presentes todas las empresas del país en general, este número sube aún más. “En la inmensa mayoría son emprendimientos familiares, con muy poco personal y muchas veces zafral”, describió. A pesar de que en el último tiempo la llegada de turistas brasileños –en el marco de torneos futbolísticos– representaron un respiro para el sector, después la situación no mejoró.
Para el comienzo de este año, algunos hoteles realizaron inversiones importantes destinadas a mejorar el servicio e, incluso, para competir con Argentina o el exterior. Diciembre fue un mes positivo, claro está, pero luego, historia conocida. “Este rebrote para los emprendimientos más chicos ha sido una soga alrededor de la garganta, porque estaban tratando de respirar y esto los apretó más. Además, para muchos este es el momento en el que están pagando algunos préstamos o adelantos solicitados para poder sobrevivir”, indicó Rodriguez.
Añadió que, en algunos establecimientos, de lunes a jueves hay muy poca ocupación, “lo que es difícil porque se debe pensar que se tiene que enviar a seguro a muchas personas que se habían retomado con la expectativa de tener una estabilidad”, indicó. Ante esta situación, Rodríguez informó que tanto Camtur como Ahru presentaron una serie de medidas al gobierno para poder tener mayor solvencia.
Uno de los planteos, por ejemplo, es prolongar el seguro de paro, en algunos casos hasta marzo, o un subsidio para que el sector pueda mantener las fuentes de trabajo. Además, solicitan una baja en el IVA a la gastronomía, una disminución de los aportes patronales y una disminución de los cargos fijos de OSE, UTE y gas.
“Nos fuimos quedando sin nafta y se fue apagando el motor. Necesitamos un empujón. Habíamos hecho una apuesta importante y se había invertido para dar un buen servicio. Ahora, estamos jugados a que en febrero podamos estar contando con un respaldo de todo el sector. Tenemos muchos restaurantes que tuvieron que cerrar y no tienen la posibilidad de abrir. Llega un momento en el que se empiezan a cerrar los números y dan negativo. Se ha hecho magia en gran parte del sector para poder sobrevivir”, ilustró Rodríguez.
La necesidad de reinvertir en el sector
Pablo Villar, presidente de la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas (Anmype), indicó que una microempresa tiene entre uno y cuatro dependientes, una pequeña empresa entre 5 y 19 operarios y una empresa mediana hasta 99 personas.
Las microempresas y las pequeñas empresas generalmente disponen de poco capital, tienen escaso acceso al crédito, tienen déficit y algunas carencias en lo que hacen a la formación del propio empresario, así como también cierto rezago en la brecha tecnológica.
“Hemos llegado a la conclusión de que algunos atrasos tecnológicos y algunas brechas en capacitación están relacionados con la rentabilidad por la baja productividad que tienen las mipymes”, explicó Villar. “Desde el año 2003 hemos realizado planteos recurrentes a los ministerios de Industria y Economía en cambios al sistema tributario del propio régimen impositivo, para que sea un instrumento que actúe como una palanca al desarrollo empresarial”, subrayó.
Es que, si bien actualmente las empresas vinculadas al turismo se están perdiendo de la facturación más importante del año –las primeras dos semanas de enero–, los desafíos de solvencia que enfrentan no comenzaron exclusivamente durante la pandemia. “Desde el año 2008 la Dirección Nacional de Artesanías, Pequeñas y Medianas Empresas (Dinapyme) está identificando a través de encuestas estas dificultades. Se han implementado medidas, algunos de ellos han mejorado, pero no todo lo posible ni todo lo necesario”, indicó Villar.
Es por esto que desde Anmype se solicitará al Ministerio de Trabajo y al Ministerio de Economía y Finanzas la aplicación de medidas relacionadas a la de un seguro por enfermedad cuyos gastos sean repartidos entre la empresa y el Estado, así como que aquellas empresas que demuestren que hayan sido afectadas por la situación del covid cuenten con prórrogas de vencimiento de BPS y DGI.
A esto se le sumará algunos de los pedidos ya realizados al presidente Luis Lacalle Pou y a la ministra Azucena Arbeleche durante los años 2020 y 2021 sobre los que aún no han obtenido respuestas. Estos son, por ejemplo que, en el caso de las microempresas, el IRAE a pagar pase del 25% al 5%, y que el 20% de beneficio sea utilizado en un 50% en incorporación de tecnología que redunde en mejora de productividad y capacitación para los trabajadores. El mismo planteo se solicitará para el caso de las pequeñas empresas, con el fin de que en lugar de abonar el 25% de IRAE, paguen un 10% y se utilice el mismo criterio. “Tenemos que tener un mecanismo tributario e impositivo más a medida y que permita ahorros que generen una reinversión para la empresa”, subrayó.
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