Obesidad, inseguridad alimentaria, falta de la presencia paterna y muchas horas frente a un celular son algunos de los problemas detectados en la Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud (Endis), llevada adelante por el Instituto Nacional de Estadística, junto al Ministerio de Desarrollo Social y el de Salud Pública.
Esta encuesta fue la primera recolección de datos dirigidos a visualizar la realidad de la primera infancia en Uruguay luego de la pandemia. Se trata de niños y niñas de cero a cuatro años.
Uno de los primeros aspectos que llama la atención es con quiénes viven estos menores. La mayoría lo hace en hogares nucleares (70%), o sea con ambos padres, y un 17% vive en hogares monoparentales (con padre o madre).
Esta cifra de vivir en hogares con un solo progenitor ha crecido en el correr de los años, siendo en 2013 de 6%, en 2018 de 9%, hasta llegar al 17% actual. Lo que ha bajado es aquellos que viven en un “hogar compuesto” pasando de 30% en 2013, a 19% en 2018 y ahora a 13%. Este tipo de hogares es el compuesto por parientes o personas sin relación de parentesco.
La encuesta divide a la población en tres terciles. Se observa una mayor presencia de hogares monoparentales en el tercil 1, de menores ingresos (28%), frente a los hogares del tercil 2 y 3 (16% y 10%, respectivamente). Otra característica es que los hogares monoparentales son más en la medida en que aumenta la edad. Un 14% de niños menores de un año vive en este tipo de hogares y un 19% cuando se trata de aquellos que tienen 4 años.
Asimismo, los niveles de hacinamiento presentan diferencias sustantivas según niveles de ingresos y región, siendo mayor la proporción viviendo en condiciones de hacinamiento entre los hogares de menores ingresos, con un 29%. En el tercil 2 lo hacen el 16% y en el tres, el 3%.
Ausencia paterna
También se ha incrementado la ausencia paterna. La proporción de niños y niñas de entre 0 a 3 años que no residen con el padre fue 24% en 2013, 22% en 2018 y 26% en 2023.
Si se toma en cuenta el total de niños y niñas de la encuesta (de 0 a 4 años), el 27% no vive con su padre en el hogar. En el tercil 1 (los más pobres) el 41% vive sin la presencia paterna y el tercil 3 (de mayores ingresos) es de un 13%.
De los niños y niñas que no viven con sus padres, más de la mitad no habitan con ellos por separación o divorcio de sus padres, mientras que cerca de un 29% nunca convivió con el padre. La encuesta también señala que un 4% de los padres está privado de libertad.
En la Endis se consultó sobre la existencia de acuerdos legales o de palabra entre el padre y madre en el caso de que se encontraran separados. Un 32% de los niños y niñas que no conviven con su padre cuenta con un acuerdo para recibir pensiones y dinero de este, y 27% con algún acuerdo sobre el régimen de visitas. Sin embargo, sobre el acuerdo de recibir dinero, un 6% de los padres no cumple con lo acordado.
Aumento de depresión en madres
Sobre el bienestar emocional de los referentes de crianza se realizó también un estudio con base en una encuesta (Selft-Reporting Questionnaire). Este es un instrumento que aproxima a desórdenes mentales. El análisis muestra que el 21,8% de las personas referentes de los niños tiene probabilidad de depresión. No se encuentran diferencias por región, pero sí por nivel de ingresos. Entre las personas referentes del tercil 1 (menores ingresos) se encuentra el pico más alto con 26,2% con probabilidad de depresión, mientras que en el tercil 3 desciende a 13,5%. En comparación con la encuesta de 2018, las madres con síntomas compatibles con depresión crecieron 5,7% puntos porcentuales, pasando de 16,2% a 21,9%.
Muchos casos de anemia
Un dato para tener en cuenta a la hora de hablar de salud es la anemia. En la encuesta se observa que al 37% de los niños y niñas se le realizó extracción de sangre o punción digital para evaluar si presentaba la enfermedad, causada por mala alimentación o alimentación desequilibrada.
El 20% tenía anemia. La padece el 23,1% en el primer tercil (los más pobres) y 17,8% en el tercil más rico. La proporción de niños con anemia ha variado con los años. En 2013 para niños de 0 a 3 años fue 7,9%, en 2018 se ubicó en 23%, en tanto en 2023 descendió a 20%.
En cuanto a controles oftalmológicos, el 30% de los niños del tercil 1 concurrió, y lo hizo el 61% del tercil 3. Estas grandes diferencias también se dan en los controles odontológicos. Para el tercil 1 llega a 65% y en el 3 a 86%.
En referencia a la alimentación (tomando en cuenta nutrientes necesarios), el 79,7% de los niños entrevistados alcanzó una diversidad alimentaria mínima. Asimismo, entre los niños que viven en hogares de menores ingresos es mayor la diversidad alimentaria inadecuada (25,2%), que los niños de hogares de mayores ingresos (16,7%).
Hay dos alimentos que se consideran básicos: los huevos y la carne. En el caso de los primeros, están asociados a mayores ingestas de energía, proteínas, ácidos grasos esenciales, vitamina B12, vitamina D, fósforo y selenio. La introducción de carne como alimento complementario temprano se asoció con una mejora en la ingesta de proteínas y zinc.
El 86,5% de los niños consumió huevos y/o carnes el día anterior a la entrevista. Este consumo fue mayor en los niños que viven en hogares de mayores ingresos (91,1%) respecto a los que viven en hogares de menores ingresos (81,7%).
Problema de obesidad
El exceso de peso continúa siendo el problema de mayor relevancia. En la muestra se observa que el 41,6% de los niños y niñas tiene un índice de masa corporal mayor al esperado para su edad, en tanto el 14,1% presenta sobrepeso y obesidad. Por otra parte, el 8,1% menores de 5 años presenta algún grado de afectación de su talla. Se observa un porcentaje mayor de niños con sobrepeso y obesidad, así como con mayor retraso de crecimiento se da en los estratos más pobres.
En los hogares del primer tercil, el 9,6% de los niños presenta retraso de crecimiento, mientras que en los hogares de mayores ingresos se ubica en 7,3%.
En lo que respecta al sobrepeso y obesidad, en los hogares de menor nivel de ingresos el 15,1% de los niños presenta sobrepeso u obesidad, mientras que en los hogares con mayores ingresos este porcentaje baja a 13,6%. En la población entre uno y cuatro años, el sobrepeso y la obesidad siguen siendo los principales problemas nutricionales, con una tendencia al alza. Fue de 13,1% en 2013, 14,7% en 2018 y 16,2% en 2023.
El estado nutricional de las madres ocupa un rol fundamental en la salud y el bienestar de sus hijos tanto en el corto como en el largo plazo. En la encuesta se observa que el 59,7% tiene sobrepeso u obesidad. Entre estas se observa que sus hijos presentan un 7,6% más de sobrepeso y obesidad.
En cuanto a la seguridad alimentaria se tomó en cuenta los niños de 1 a 4 años. El 56,1% vive en hogares con seguridad alimentaria, mostrando una suba con respecto a 2018, cuando había llegado a 54,1% y similar a 2013 (56,8%).
La inseguridad leve de los hogares con niños de 1 a 4 años está en 26,6% y ha venido disminuyendo. Se ubica en 28,3% en 2018 y 29,2% en 2013. Lo que se incrementó fue la inseguridad moderada. En 2024 estaba en 13,1%, siendo en 2018 de 11,5% y en 2013 de 9,5%. La Inseguridad severa es de 4,2%. En 2018 se ubicó en 5,4% y en 2013 de 4,6%.
Exposición a pantallas
Una de las principales preocupaciones es la exposición a las pantallas, en especial a celulares. Los niños y niñas utilizan pantallas, en promedio, 94 minutos diarios. Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños de 0 y 1 año no deben ser expuestos a ningún tipo de pantalla electrónica. Para niños de 2 años a 4 años se recomienda limitarlo a 60 minutos o menos por día, dependiendo de la fuente.
Se observa que tan solo el 36% de niños cumple con las recomendaciones de la OMS. Si bien los menores de 2 años no deberían exponerse a pantallas, sí lo hacen. Entre cero y un año, se exponen por día 59 minutos y esa cifra va subiendo hasta llegar a los 4 años, con una exposición de 115 minutos por día. Por terciles, las cifras son bastante similares, aunque los números mayores con una exposición promedio se dan en el tercil 1 con 97 minutos contra 90 minutos del tercil 3.
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