El avance del hidrógeno verde en el marco de la transición energética no ha estado exento de fuertes críticas por los efectos colaterales que puede generar. Sin embargo, para el argentino Arnaldo Visintin, experto en ciencias químicas y especialista en electroquímica, la región tiene potencial para producir hidrógeno sostenible, con una conservación adecuada del agua. En ese sentido, advirtió sobre los riesgos de depender de tecnología extranjera y señaló la importancia de formar profesionales y generar empleos de calidad a través del desarrollo de esta industria a nivel nacional.
¿Es posible desarrollar hidrógeno verde para la transición energética en Uruguay? ¿Cómo ha visto el avance de las energías renovables en nuestro país, que en los últimos años ha transitado un proceso de descarbonización?
Creo que hay cambio climático perfectamente demostrable científicamente y que en pocos años va a aumentar la temperatura del océano, con las implicaciones que eso tiene: las grandes ciudades costeras bajo agua, por ejemplo. No tengo ninguna duda de que va a ser así si sigue aumentando la temperatura. Producir energía a través del petróleo, de combustibles fósiles, tal vez es más barato ahora. Nosotros en Argentina tenemos mucho gas natural y no podemos ponernos en contra de eso porque es más barato, mientras no se pueda poner un impuesto por el daño ecológico que estamos produciendo. Estoy orgulloso de Uruguay, que ha logrado depender de energías renovables y no depende de las fuentes que producen contaminación, o sea, CO2. No les queda otra porque ustedes no tienen petróleo, no tienen gas, pero no es poca cosa lograr sustentarse con energía alternativa.
En lo que respecta a la producción de hidrógeno verde, ¿qué tan cerca están nuestros países de lograr procesos que sean realmente sostenibles?
En mis primeros 15 años de investigación científica trabajé en hidrógeno verde desarrollando prototipos de laboratorio, ni cerca de producir hidrógeno en toneladas. Pero sí te puedo hablar del litio. Nosotros desarrollamos una planta piloto de 18 megavatios acá en La Plata que se está por inaugurar, y en las universidades de Argentina hay 200 investigadores entre el Conicet [Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas] y las universidades trabajando en litio, o sea que están las condiciones dadas. Ustedes tienen la Universidad de la República, que es muy buena, y hay varios investigadores trabajando. Por lo menos conozco a tres que son muy buenos: Fernando Zinola, Verónica Díaz y Érika Teliz. Son parte de un curso que estamos dando en Uruguay, la diplomatura de Hidrógeno, para formar gente para esa tecnología que se viene en Uruguay. Son 25 o 30 ingenieros que se forman en la tecnología de hidrógeno para estar preparados para esta nueva era que va a vivir Uruguay y espero que también Argentina. O sea que son países con potencial para lograr estos procesos sostenibles. Yo estoy seguro de que lo podemos hacer.
Hoy las baterías se compran hechas. ¿Por qué es importante la producción propia?
Si se compra todo hecho, por ejemplo, en China, Argentina no tiene futuro. El mismo problema lo tiene Europa, que decidió que en 2035 todos los coches van a ser eléctricos, pero no pueden competir con China. ¿Y qué están haciendo los europeos? Poniendo impuestos a los productos chinos. Están haciendo pagar la huella de carbono de traer la batería en los barcos para poder competir. Y no van a venir todas las máquinas de China, por lo menos es lo que dicen, van a ser europeas. Desde la producción del material activo, en el caso de la batería, hasta los electrolizadores de hidrógeno, todo va a ser europeo. Ese es el plan que tienen. No sé ahora con la guerra si eso va a cambiar en algo, pero lo que te quiero decir es que sí se puede, es decir, si los europeos pueden hacerlo, que están lejos de competir con China, nosotros también estamos en condiciones de hacerlo. No sé cómo, pero la parte técnica sí se puede. Eso se demostró con la fabricación de baterías de litio. Y también se pueden fabricar electrolizadores para producir hidrógeno, se pueden fabricar celdas de combustible para producir energía eléctrica como lo estamos demostrando en la diplomatura de Hidrógeno Verde en el Instituto Universitario Sudamericano de Punta del Este, Maldonado, junto con la Universidad Nacional de Río Negro [Argentina].
Dijo que, si se compra todo hecho, el país no tendría futuro. En ese aspecto, ¿cuál es la importancia de tener un desarrollo tecnológico propio que apunte, justamente, a la adaptación a este nuevo mundo que va hacia las energías renovables?
Hablando de China, de Europa, de Estados Unidos, quieren vendernos su tecnología, que es lo que tiene valor. Ellos necesitan nuestra materia prima. Argentina está produciendo mucha materia prima, mucho litio, y exportándolo. Entonces, ahí sí tiene que haber políticos que digan: “Nosotros tenemos que producir el valor agregado suficiente que necesitan nuestros pueblos para vivir dignamente”.
Por otro lado, dada su experiencia en la materia, ¿la producción de litio no genera contaminación?
No, no es así. El litio no es tóxico. Y los materiales que usan en una batería de litio tampoco, salvo las de China, que tienen cobalto, pero no las que vamos a producir acá en La Plata.
¿Y la extracción no es contaminante?
Buena pregunta. En la extracción tampoco hay materiales contaminantes, pero sí hay uso de agua. En un lugar donde los pobladores tienen poca agua y se usa mucha agua para la extracción, estamos de acuerdo con que hay un problema con las tecnologías. No hay ninguna minera argentina que produzca litio. Son todas extranjeras. Son canadienses, son australianas, son chinas. Traen sus propias máquinas y usan mucha agua. Ahora se están investigando métodos de obtención de la sal de litio, pero sin usar agua. Ya hay una compañía en Salta que está utilizando el método, sin usar tanta agua.
Sobre la utilización del agua, en una reciente entrevista con La Mañana, Fernando Zinola, a quien recién nombraba, afirmó que “el verdadero hidrógeno sustentable no es de agua dulce ni de acuífero, es de agua salada”. También se refirió a la polémica por la decisión del gobierno anterior de permitir que empresas extranjeras vengan y utilicen agua dulce, incluso de acuíferos, para sus proyectos de producción de hidrógeno verde. ¿Qué opinión tiene de esta situación?
Yo creo que el agua es vida. Si el agua es vida, no la puedo usar para producir solamente hidrógeno. Si yo necesito agua dulce de los acuíferos, no me gusta esa idea. Acá hay grandes acuíferos, pero si utilizo el agua para producir hidrógeno, no tiene sentido. El agua es para la vida, para desarrollar la agricultura, para el ser humano, no para eso. Entonces, lo que yo pienso es que el futuro está en el hidrógeno, en el hidrógeno electrolítico, pero con agua que proviene del océano. Hay un proceso que se llama ósmosis inversa y hay varios lugares en la Argentina que ya lo tienen, por ejemplo, Caleta Olivia [Santa Cruz], donde el agua que toman es el agua de mar. O sea, vos podés extraer la sal –eso no te limita la cantidad de agua– y producir el hidrógeno por electrólisis, porque la idea es pasar una corriente eléctrica en un agua con una sal, y en un electrodo tenés hidrógeno, en otro oxígeno, y ese hidrógeno es muy buen combustible. Pero el agua que usás es el agua de mar. Ahora, eso cuesta dinero. Ese hidrógeno va a costar más caro, porque hay que agregarle la ósmosis inversa, que tiene sus problemas, que se rompen las membranas, que no son tan durables. Pero, yendo a tu pregunta, yo creo que no se puede utilizar toda el agua de nuestras napas para producir hidrógeno, salvo en un pequeño tiempo de transición, porque no es mucha el agua que se utiliza para la electrólisis. Estoy de acuerdo con el Dr. Zinola. Y, además, te adelanto que él y su equipo tienen una patente para producir hidrógeno a partir de agua de río, y es un grupo muy chiquito el que estaba trabajando en eso. Comparando con la cantidad de millones de dólares que invierten en investigación en China, en Europa, en Estados Unidos, sí se puede hacer. Si ustedes en Uruguay han logrado tener una patente, donde hay que mejorar el proceso industrial de la producción de hidrógeno, se puede, usando el agua de río o de mar, producir hidrógeno. Pero no soy exclusivista, es decir, si en la primera etapa es necesario usar agua de río, pero con los estudios técnicos hidrogeológicos de cómo afectan a las corrientes del río, tenemos gente de excelencia que lo puede hacer. En Argentina, donde se usa el agua de las napas subterráneas para purificar el litio, solo en una primera etapa estaría bien con tal de tener el monopolio de producción de hidrógeno. O sea, que hagamos nosotros las máquinas.
Zinola también fue muy crítico con respecto al secretismo que hubo en los contratos de estos proyectos. ¿Qué lectura hace sobre esto?
No quisiera entrar en una controversia, no soy uruguayo. De todas maneras, si hay secretos, hay que sacarlos a la luz. Y, como te decía, yo pienso que, si en una primera etapa necesitan agua dulce, que sea muy limitada. Además, ustedes han tenido problemas muy serios con el agua, no pueden pensar en usar el agua de los acuíferos para producir hidrógeno, porque la necesitan para tomar, la necesitan para la vida. Si la usan en una primera etapa, está bien, pero inmediatamente hay que pensar en procesos donde se desalinice el agua de mar o el agua de río, y ahí sí no habría ningún problema. Eso cuesta más caro, calculo que un 20% más, pero es un costo que se justifica en no hacerle daño al ecosistema. Para mí, primero es la vida, después viene la economía.
Sobre lo que comentó de que Europa planea tener solamente autos eléctricos a 2035, ¿cómo imagina usted, que conoce en profundidad el tema de las baterías de litio y de la movilidad eléctrica, ese futuro?
El futuro me lo imagino con autos eléctricos. Yo no sé si lo van a lograr para el 2035 por la guerra, por la inversión en armamento que tuvieron que hacer los europeos, no estoy seguro de eso. Pero si ellos se largaron a hacer gigafactories [fábricas para producir baterías] en todos los países de Europa y ya están funcionando en varios de ellos, entonces es porque sí se puede, y lo hacen ellos mismos, o sea que en pocos años han logrado desarrollar la tecnología. Por eso digo que nosotros también podemos hacerlo. Esa es una decisión política de los europeos. Bruselas tomó la decisión, muy criticada: “¿Cómo vamos a hacer baterías, si contaminan?”. Entonces, ellos no solamente están fabricando las máquinas para hacer las baterías en Europa, sino que después, las baterías –que va a haber una gran producción– las van a reciclar. O sea, van a extraer los elementos como el litio, el cobalto o los materiales que puede llegar a tener la batería, que son metales comunes, y la van a reciclar.
¿Cree viable que se pueda generar empleo en nuestros países a partir del desarrollo de tecnologías del hidrógeno? ¿Es una industria con potencial para el futuro?
Sí. Tenemos que hacer tecnología en Uruguay, en Argentina, en los países de Latinoamérica, porque eso va a generar empleos de calidad. Porque, por ejemplo, Argentina y Uruguay tienen una ganadería muy importante y una agricultura importante, pero eso no genera empleos de calidad, o son empleos para unos pocos, para los dueños del campo, para las multinacionales que explotan los grandes territorios de la Argentina. En cambio, dar valor agregado significa empleos de calidad. O sea que hay un valor agregado que te deja la tecnología que va a terminar mejorando el nivel de vida de las personas.
En este contexto, ¿cuál es la importancia de seguir formando profesionales jóvenes en estos campos, en energía, ingeniería, materiales, innovación?
Fundamental. Y yo me estoy dedicando a eso, a trabajar en docencia. Toda la vida hice docencia en esto, porque si vos no tenés gente preparada para desarrollar tecnología, tenés que comprarla afuera, y yo pienso que hay que cambiar eso. Compremos afuera, si es necesario, al principio, pero hagamos tecnología inversa y desarrollemos la nuestra propia. Hay un premio nobel de Química, el Dr. Whittingham, que está en la Universidad de Nueva York, y hace dos años contó que el Estado de Nueva York estaba produciendo plantas piloto de baterías de litio solamente para formar gente, no para competir. La función que cumplen es preparar ingenieros para cuando se venga toda la tecnología de baterías de litio, que ya van a ser gigafábricas, para que puedan tener la gente necesaria. Mientras tanto, Europa no tiene gente suficiente para que en 2035 sea todo eléctrico, tiene que traer técnicos de China, que es muy caro, y tiene esa preocupación. Están armando doctorados de batería para tener la gente suficiente para poder afrontar esta tecnología que se viene. Por eso es por lo que en Latinoamérica apostamos a la formación de gente.
¿Qué tan lejana es la idea de que países como Uruguay desarrollen a nivel macro sus propias tecnologías para la producción de hidrógeno verde?
Lo que quiero dejar claro es que debemos hacer la tecnología. No podemos dudar de que nuestros países pueden fabricar sus propias máquinas para producir hidrógeno, e incluso salir a venderlas. Pero para eso hay que invertir en laboratorios de investigación, en desarrollo. En Uruguay a lo mejor hacen lo que hizo Chile, armar un instituto de hidrógeno donde se incorporen las empresas privadas junto con las universidades para hacer desarrollo, con planes específicos como hacer un electrolizador que en tres años esté funcionando con toda la construcción en Uruguay, como está haciendo Europa. A las empresas internacionales que vengan a producir hidrógeno se les debe exigir que cooperen con los desarrolladores de ciencia y técnica del país.