Luego del terremoto registrado en Canelones en la madrugada del pasado miércoles 12 de julio, La Mañana entrevistó a la investigadora y doctora en Ciencias Geológicas, Leda Sánchez, acerca de las causas del sismo y el trabajo que se realiza en Uruguay en esta área. La geóloga advirtió que existe una importante falta de percepción del riesgo y criticó que no se le dé la relevancia necesaria a esta problemática, que podría generar drásticas consecuencias para la población.
¿Cuál es la tarea de los geólogos en el área de la sismología en Uruguay?
Nuestra tarea es monitorear la actividad sísmica y eso implica tener un conjunto de equipos, instalarlos, ponerlos a funcionar y procesar la información. Lo siguiente, si se encuentra un evento sísmico, es caracterizarlo, saber a qué profundidad se dio, cuál es su magnitud, cuál es su epicentro, el hipocentro, tratar de ver si se asocia a alguna estructura geológica, si esa estructura tiene un vínculo directo con la geología local. Esa es la tarea que hacemos para analizar los terremotos.
¿A qué se debe que en Uruguay no sea un campo tan desarrollado como en otros países?
A que en el inconsciente colectivo siempre se dijo que en Uruguay no había terremotos, a pesar de que tenemos registros de diversos terremotos históricos desde 1542, sumados a aquellos eventos que fueron registrados por otras estaciones sismológicas en la región, que conforman nuestro catálogo sísmico. Nosotros, cuando armamos el catálogo sísmico, agarramos la región del Plata, que involucra Uruguay, Provincia de Buenos Aires, sur de Brasil, porque tenemos que analizar un contexto geológico. Con eso vamos armando un cuadro de la actividad sísmica y la frecuencia en la que ocurren los eventos.
Uruguay fue el último país del continente en tener estaciones sismológicas, pero la región también estaba desprovista de equipamiento; Paraguay tenía una sola, en Provincia de Buenos Aires se han roto y han tardado mucho tiempo en reponerlas. Cuando no había equipamiento, si había un evento sísmico nadie se enteraba, y eso no ayudó.
Además, en la Facultad de Ciencias no hay una materia que se llame Sismología, es un curso que yo doy optativo para los estudiantes de Geología cuando hay gente interesada, o lo doy en el posgrado del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas. Entonces, esta área de conocimiento es nueva para el país, arrancó a partir del año 2013, o sea, tiene 10 años, y se estableció con más solidez hace cinco años, cuando ya teníamos una red más consistente y ya habíamos mejorado nuestras capacidades técnicas e intelectuales.
¿Cómo se dio su formación en este tema tan particular?
Esto implica mucho estudio. Yo trabajé siempre en tectónica de placas y el estudio del campo magnético terrestre –paleomagnetismo–, entonces, fue un cambio de disciplina; es como si en medicina pasaras de ser pediatra a ser cirujano, es un cambio radical, es otra área. Fuimos creciendo en eso, hemos mejorado un montón de cosas y hoy nos encontramos con una red de 20 estaciones. Hace 10 días volvimos del campo, de hacer mantenimiento y la reinstalación de una estación en Aiguá, y teníamos las 20 estaciones funcionando, no pasó una semana y se nos cayeron dos estaciones, dejaron de funcionar por la tormenta que hubo en el norte del país. Ese es el pan nuestro de cada día.
¿Qué fue lo que sucedió en Atlántida? ¿Cómo se explica el sismo ocurrido? ¿Cuáles son las causas?
El Uruguay tiembla. Ha habido sismos en Lascano, en Florida, en Montevideo, en Las Piedras, y ahora tocó enfrente a las costas de Ciudad de la Costa, entre Pando y Atlántida. Estos terremotos responden a reactivaciones de fallas antiguas. Hubo una acumulación de tensiones que se liberaron y, cuando eso sucede, se hace en forma de terremotos. Puede suceder que no necesariamente se reactiven fallas antiguas, sino que se genere una ruptura asociada a la presión que se produce entre bloques en una zona de debilidad a nivel de la corteza.
¿Se le dio la trascendencia necesaria a este hecho?
Yo creo que no se le ha dado la trascendencia necesaria a ninguno. Como uruguayos tenemos una muy mala percepción del riesgo, creemos que acá no va a pasar nada, hasta que pasa. Incluso se nos vino un período de sequía, que sabíamos que podía pasar, sabíamos que teníamos que construir represas, porque hay un informe de 1970 que ya decía que había que hacer Belastiquí y Casupá, pero nadie le dio mucha importancia.
El cambio climático es la mejor excusa que tienen todos los gobernantes del mundo para decir: “no invierto, no soluciono, porque la culpa es del cambio climático”. Yo no comparto eso, hay problemas ambientales que son resultado de una mala intervención humana. Prefieren no invertir para recuperar, solucionar, mejorar, porque tienen a quién echarle la culpa. Y con los terremotos pasa lo mismo, se piensa: “acá no tiembla”, hasta que tembló. Por suerte no pasó nada, no hubo daños, no hubo heridos, pero si el epicentro hubiese sido en otro sitio, no sabemos si podríamos contar la misma historia. Yo, desde mi mala experiencia, no sé si Montevideo no se hubiera visto en una situación espantosa, de desastre, con un terremoto de esa magnitud.
Y se nos han caído casas, colapsó la farmacia Atahualpa con el terremoto de Las Piedras, colapsó una casa en el viaducto (del Paso Molino) con el movimiento de tierra asociado a la obra del tren de UPM, se han rajado casas por la misma obra, se cayó un murito de una cancha de fútbol en el Cerro cuando fue el terremoto de Casabó. Pero, así como pasan cosas, pasamos la página.
Para poder tener mayor información hay que hacer una serie de estudios que hoy no estamos en condiciones de hacer porque nos faltan equipos, nos falta gente. La gente formada la tenemos, que es brillante; son un conjunto de jóvenes que tienen las capacidades como para empezar a dar respuesta, pero tenés que tener el apoyo necesario para eso, si no lo tenés y te empujan para que no lo hagas, es muy difícil seguir adelante. Igual, lo hemos hecho. Como dice el dicho, “persevera y triunfarás”, no sé si estamos triunfando, pero por lo menos seguimos perseverando.
¿La carencia de presupuesto para esta área se puede atribuir a la falta de percepción del riesgo que mencionaba?
Si estuviera en la cabeza de la casta política, te podría dar la respuesta.
Pero usted ha ido a exponer este reclamo al Parlamento. ¿Qué le han contestado?
Sí, pero no te dan bola. Yo fui a la Comisión de Presupuesto integrada con Hacienda del Senado en la misma instancia en la que están ahora (en el tratamiento de la Rendición de Cuentas), hicimos una presentación con lo que hacemos y las necesidades que tenemos, y había dos personas que nos estaban dando pelota, Manini Ríos y Botana, y nadie más. No me voy a olvidar más, porque me indignó que esa gente que es la que decide las políticas nacionales estuviera pelotudeando con el celular. Yo no fui grosera como ellos, porque si hubiese sido por mí les habría sacado una foto para mostrar bien cómo es el compromiso de nuestros gobernantes con las necesidades del país.
¿Qué se puede esperar a raíz del sismo ocurrido días atrás? ¿Tiene expectativas de que algo pueda cambiar?
Lo peor que le puede pasar al ser humano es perder la capacidad de asombro, yo no quiero perderla y espero que alguien alguna vez me asombre y diga: “entendimos finalmente que el trabajo que ustedes hacen es importante”. Nosotros tenemos un compromiso nacional, una red sismológica con equipos distribuidos a lo largo y ancho del país, y hablamos con la gente, le contamos lo que hacemos, no vamos desde la arrogancia académica. Somos los mismos los que hacemos mezcla para hacer una instalación y los que estamos dando la cara en la prensa.
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