Al borde del Camino Felipe Cardoso, a escasos metros del Sitio de Disposición Final de Residuos de Montevideo, un grupo de mujeres y algunos hombres trabajan en la adversidad desde hace varias generaciones recolectando y clasificando residuos. Hoy buscan formar una cooperativa que les permita regularizar su actividad y mejorar las condiciones de trabajo.
Hay quienes aseguran que lo del “Montevideo olvidado” no pasaba de un mote de campaña. Pero luego de unos quince minutos desde Tres Cruces, ni bien doblamos de Camino Carrasco al norte, el panorama de la ciudad cambia drásticamente hasta llegar al asentamiento ubicado al margen del Camino Felipe Cardoso.
Al otro lado de la calle, se vislumbra el vertedero municipal, y la basura se ve por todos lados. Se comienza a sentir la atmósfera del basurero y su realidad circundante. El vertedero se compone de varias usinas que a lo largo del tiempo fueron quedando chicas al aumentar el volumen de residuos, creando imponentes montañas de todo tipo de desechos. En la altura, algunos pájaros merodean los restos mientras máquinas y camiones se mueven sin cesar en miles de viajes diarios para depositar la basura. En frente, en modestas casillas, residen quienes realizan la complicada tarea de la recolección. Allí nos encontramos a Leticia Pareja, Claudia y Zulma García, y algunos de sus hijos que dibujaban mientras ellas parecían esperarnos sentadas fuera de sus casas.
Apoyando la dignidad del trabajo
Hasta el lugar me acompañó Vanesa Sánchez, licenciada en dirección de organizaciones civiles y secretaria de la Junta Departamental de Cabildo Abierto (CA) de Montevideo. Vanesa fundó la agrupación Fraternidad Artiguista dentro del partido, pero pasadas las elecciones eligió continuar trabajando en varios lugares que conoció en campaña, realidades que le chocaron y que ayudarlos a mejorar su calidad de vida, asegura, la reconforta.
Vanesa me anticipó que “ellos buscan en la basura qué es lo que pueden recuperar para vender. Muchas de las mujeres ni siquiera llegan a tener sexto de escuela. Es increíble, porque estamos muy cerca del centro de Montevideo, pero parecería que estuviéramos en otro mundo… A veces pasa que a la gente que tiene bajos recursos se la subestima, pero ellos tienen muy claro qué es lo que quieren y como quieren llegar, pero no tienen la manera de alcanzarlo. Entonces, desde mi agrupación, que tiene un perfil netamente social, lo que hacemos es ayudarlos a encontrar las herramientas para que puedan realizar eso que están anhelando”.
“Ellos quieren ingresar a la Usina para poder clasificar mercadería, y la manera en que tenemos es organizarlos con una imagen jurídica que en este caso sería una cooperativa social. Queremos poder colaborar y de alguna manera visibilizar la problemática social que existe. Que este “Montevideo olvidado” no es un cuento, ni surge del imaginario colectivo de alguien”, afirmó enfática.
“Ellos no quieren que nadie les regale nada, lo que piden es poder trabajar tranquilos. Es su medio de vida y tal es así que el grupo más importante de 17 personas que conforman este colectivo son mujeres sostén de familia y en algunos casos, por ejemplo, son cuatro generaciones trabajando allí. Es gente muy buena, muy digna. En los encuentros nos cuentan sus problemáticas, y nosotros contamos lo que vamos haciendo para poder sanear su situación, los contactos que hacemos”.
Además de conseguir que les permitan entrar por la vía legal a la Usina, “buscamos también que puedan prestar servicio a empresas de recolección. Eso es lo que les facilitaría jurídicamente estar constituidos como cooperativa, que tengan acceso incluso a empresas que están contratando cooperativas. Y que también se les de beneficios de trabajar formalmente. Hoy por hoy son el Colectivo Nueva Esperanza, nombre que elegimos juntos”, contó Sánchez.
La Usina es el sector donde se vierten los desperdicios de la ciudad. Ahí se clasifica y se tira en diferentes lugares y se pone en celdas. Según la Intendencia de Montevideo (IM) en su página web, “entre el 13 de marzo y el 30 de abril de este año ingresaron 55.197 toneladas, mientras en 2019 habían sido 60.647 toneladas”, una leve disminución de un 9%.
La ex candidata a alcalde del Municipio F por CA Rosario Romero, dirigente social y vecina que trabajó muchos años en la policlínica del barrio, nos acompañó en la jornada, dijo que “con la Sra. Magdalena Blanco, directora de la División Limpieza de la IM, habíamos quedado en que nos iban a dar un predio para que estas familias puedan trabajar y a la vez más camiones, porque los que estaban mandando que eran alrededor de 40 no llegaban, ya estaban para otro grupo de personas a los que sí autorizaron en un predio dentro de la Usina. Seguimos avanzando, en contacto con las nuevas autoridades, todos los días llamando y pidiendo una audiencia, para hacer valer esas cosas que nos dijeron antes” afirmó.
Mujeres, madres, trabajadoras
Ni bien nos sentamos a conversar, Claudia tenía bien claro por donde quería arrancar: “Ayer subimos a trabajar y un muchacho policía nos empezó a perseguir, y empezamos a correr para abajo de la cantera, y ellos nos correteaban de atrás… Nosotros queremos que nos dejen trabajar, o que nos hagan algo en otro lado, que nos empiecen a tirar camiones para poder moverlo, porque nosotros trabajamos con eso y vivimos de eso, ahora se nos cortó, pusieron a la policía arriba y no nos dejan trabajar. Yo voy a subir igual, así me peguen, porque yo necesito darle la comida a mis hijos”, comenzó relatando Claudia y se sumaron a la conversación, Leticia y Nancy, (mamá de Claudia).
¿Cómo se compone su núcleo familiar, y quienes viven en este lugar?
Claudia – Acá en este momento los que estamos somos todos familia. ¿Cuantos ranchos hay acá? uno, dos, tres… ocho, y somos todos familia. Mi madre y hermanos, cuñados, y los gurises.
Leticia – En esta entrada nomás somos como veinte, y hay más niños que mayores.
¿Cómo es su rutina?
Claudia – Llevamos a los niños a la escuela y…
Leticia – Ellas tienen que esperar que se haga la noche para poder entrar a trabajar para que no las vean tanto.
Claudia – Los hombres van de día, viven correteandolos, y ta, cuando se puede en el momento de subir, suben, juntan un poco de papel, lo dejan escondido en un lado. Ta, y si podes sacarlo lo sacas, si no te lo tira la máquina.
Leticia – A veces laburas en vano, porque no podes sacar nada.
Claudia – Si te lo tira la máquina tenés que volver a juntar de vuelta.
¿Qué recolectan, y cuánto se paga por esos materiales?
Claudia – Papel, botellitas, nylon, metal. El nylon lo pagan bien y eso vienen a levantarlo. El kilo de papel se paga a $5. Yo ayer estuve luchando con una bolsa de papel, me caí del barranco y la tuve que dejar. El metal según, el aluminio a $10, el cobre $50, depende. El nylon $10.
Nancy – No vale nada, pero para uno si vale, porque si no te rebuscas en eso no comes. Acá hay gente que tiene tarjeta del Mides, pero otros no.
¿Los gurises van a la escuela acá cerca?
Claudia – Si, todos. Acá en el barrio hay más de 300 niños. Y todos los que vivimos acá vivimos de eso.
Leticia – Uno de cada familia va e intenta trabajar en otra cosa…
Claudia – Pero no te dan, yo hice curriculum y llevé pero no te dan por el lugar en que vivimos. Tenemos que vivir de la basura.
Leticia – Y la luz la tuvimos que luchar, porque nos dejaron sin luz y tuvimos que hacer de todo. De un día para el otro nos dejaron sin luz con niños y todo.
¿La cooperativa implicaría un cambio en su labor?
Claudia – Sí, claro. Lo que nosotros queremos es que nos hagan una cooperativa aparte, y que nos tiren unos camiones, es lo único que queremos, por lo menos para tener el día y traerle un plato de comida a los niños, porque ahora está bravo, sin mentirte. Ahora tenemos que lucharla, porque no podemos subir a la pista.
Claudia – Nosotras somos madres que vamos a buscar las cosas para los niños, no le faltamos el respeto a nadie. Incluso nos han preguntado porque estamos trabajando ahí y nos salimos a robar, ¿eso está bueno? no está bueno, mandar a robar a la gente que está trabajando.
Zulma – Yo prefiero mil veces estar ahí en la basura que salir a robar.
Leticia – Haciendo eso lo que se está es instando a uno a hacer una cosa que no está bien. Uno la está luchando con la basura, con cosas reciclables, y nos están incentivando a salir a la calle a hacer una locura, y no es así.
Claudia – Está complicado, y vivir acá es lo peor que hay. Mi madre me tuvo acá y me crié acá.
En busca de una vida digna y honesta
Los y las integrantes del Colectivo Nueva Esperanza trabajan recolectando y clasificando residuos de papel blanco, plástico, nylon y metal en el vertedero Felipe Cardoso. Actualmente residen en un asentamiento cercano a la Usina 5. Su oficio lo aprendieron a través de varias generaciones, y a pesar de las dificultades y necesidades, buscan superarse, mejorar sus condiciones de vida con dignidad y honestidad. A pesar de eso, su situación está lejos de ser óptima, por lo cual toda la colaboración es bienvenida, alimentos o insumos de los materiales antes mencionados. Para ayudarlos, contactarse con Vanesa Sánchez al 092984922.
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