Ubicado en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA) el Observatorio Astronómico de Montevideo ha colaborado en el pasado de descubrimientos sobre el conocimiento del Universo, dentro del cual Uruguay se destaca el estudio sobre el Sistema Solar. Existe una creciente participación estudiantil y un aumento en la matrícula del profesorado de Astronomía.
El estudio del cosmos ha guiado a civilizaciones a lo largo de la historia. Fue mediante la observación del cielo que los pueblos identificaron las épocas propicias para sembrar o cosechar el alimento e incluso pronosticar temporadas de inundaciones. En otras palabras, permitió la sobrevivencia. Para algunas culturas, las estrellas eran dioses y los astrónomos, sacerdotes y guardianes del conocimiento.
Hoy la anécdota del hombre en la Luna ya parece antigua. Convivimos con satélites que surcan la bóveda celeste con tanta frecuencia como los aviones, los telescopios encuentran estrellas y constelaciones con la facilidad de un gps, e incluso se estudian elementos provenientes de otros sistemas solares a fin de tener una estrategia de defensa planetaria.
Una estadística señala que cada cien millones de años un asteroide podría impactar contra la Tierra. De acuerdo al registro fósil, la última vez que algo así ocurrió fue hace 65 millones de años y las consecuencias fueron la extinción de todos los seres vivos que pesaban más de 25 kilos. Dinosaurios incluidos, claro.
La Astronomía nos puede hacer pensar que faltan 35 millones de años para que vuelva a ocurrir algo así, o no. De alguna forma, la Tierra siempre está bajo un potencial peligro de choque de un asteroide. De hecho, todas las noches caen objetos. El desafío está en identificarlos. Pero las misiones llevan mucho tiempo porque en el infinito universo, los cohetes de última generación son carretas. La velocidad de la luz aún no ha logrado consolidarse en el gran paso de la humanidad. Pero mientras tanto, y como siempre ha sido, el hombre sigue mirando el cielo, maravillándose de su esplendor y sintiéndose pequeño ante su tamaño.
Los astrónomos desde sus observatorios buscan hoy encontrar las respuestas a las grandes preguntas del ser humano. Y aunque podría parecernos que todo esto ocurre en las grandes instalaciones de la Nasa, en Estados Unidos, lo cierto es que nuestro país tiene sus propios méritos, y en ello el Observatorio Astronómico de Montevideo, se lleva su parte.
Guiados por la fascinación por las estrellas
Inaugurado en el año 1927 y ubicado en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA), el Observatorio Astronómico de Montevideo se distingue por su cúpula dentro de la que se aloja un telescopio -uno de los más grandes de Uruguay- arribado desde Alemania hace casi un siglo. Para llegar a él se deben subir cuatro escaleras y luego treparse a una silla de observador. La cúpula se abre tras tirar firmemente de unas cuerdas.
Con un funcionamiento de época y un mecanismo por gravedad, el enorme telescopio permite tomar fotografías y observar la Luna y los planetas. Aunque resulta menos práctico que los modernos telescopios con los que el observatorio cuenta hoy (importados desde Estados Unidos en el año 2009), está catalogado como una joya. Y es tan valioso como la biblioteca que guarda los libros antiguos y personales de uno de los directores que tuvo el observatorio.
También, cuenta con un taller donde se reparan telescopios (algunos antiguos con piezas de bronce) y con un museo donde se exponen viejas calculadoras utilizadas para calcular las posiciones de los astros, elementos de fotografía, una ampliadora y la primera cámara con la que se tomaban fotos del cielo utilizadas por Secundaria. Pero, una de las misiones más importantes que tiene el observatorio hoy es contagiar el amor por la ciencia.
El Observatorio Astronómico de Montevideo realiza la coordinación de los observatorios de la Dirección General de Educación Secundaria (61 en todo el país) en lo que respecta a proyectos científicos e instrumentales. Además, realiza prácticas astronómicas para estudiantes de cuartos años de liceo y recibe a todo grupo de educación media y terciaria que desee tener clase a cielo abierto con telescopios.
De igual forma, el observatorio y varios otros de Educación Secundaria cuenta con un proyecto a través del cual estudiantes clasifican, gracias a una red de cámaras de detección de bólidos o meteoros brillantes que monitorean el cielo nocturno dirigida por gente de la UDELAR, todo aquello que se mueve en el cielo que sea de interés de un astrónomo (y no, por ejemplo, un ave que refleja la luz, un satélite, un avión o un fenómeno meteorológico) para determinar cuándo un meteoro entra a la atmósfera. “Se trata de un proyecto de ciencia ciudadana que permite enseñar sobre del Sistema Solar haciendo prácticas con estos objetos”, explicó a La Mañana Raúl Salvo, Director del Observatorio Astronómico de Montevideo.
Para detectar el trayecto del bólido es que hay varias cámaras en el país, distribuidas a una distancia no mayor a 100 kilómetros entre ellas, a través de las cuales se puede establecer el lugar de procedencia del objeto para luego evaluar si tuvo o no un lugar de caída. “Los lugares de procedencia de estos trozos de roca (los meteoritos) más comunes, son de los asteroides, los cometas, y luego en menor cuantía de la Luna y hasta de Marte, aunque puede ser que provenga de otros sitios”, indicó Salvo. De esta forma, con la ayuda de los estudiantes de Secundaria, se pueden determinar ciertos eventos que provienen de un sector o “radiante” del cual todavía no se sabía que había una lluvia meteorítica.
“Lo más importante de todo esto es que los estudiantes comiencen a vivir muy de cerca la ciencia y a despertar vocaciones científicas colaborando con proyectos científicos llevados adelante por astrónomos profesionales”, expresó Salvo.
Al mismo tiempo, otro de los proyectos en los que los jóvenes se involucran está relacionado con el análisis de imágenes tomadas por telescopios de otras partes del mundo, lo que les brinda la posibilidad de ser los primeros en detectar un asteroide. “El proyecto IASC está distribuido en varios observatorios del país y nos da muchas alegrías porque permite que los estudiantes trabajen en un programa que se desarrolla a nivel internacional. Tenemos ya diez años de trabajo y se han logrado “descubrir” decenas de asteroides”, determinó el entrevistado.
“El apego a la Astronomía es muy grande. Cuando los estudiantes detectan que sucede algo diferente a lo que normalmente se ve en el aula, quedan muy enganchados. Tenemos grandes experiencias de jóvenes que pasan los años y que continúan viniendo, o que luego realizan carreras relacionadas a la Astronomía”, calificó Salvo. En este sentido, mencionó, además que se ha tenido un repunte importante de jóvenes cursando el Profesorado de Astronomía en el último tiempo.
Destacados descubrimientos uruguayos
En tanto, en lo que respecta al estudio del Universo, Uruguay se destaca por su estudio en el Sistema Solar. “Nuestro país está siendo, dentro de sus proporciones estadísticamente hablando, un aporte significativo y hay uruguayos y uruguayas destacándose por el resto del mundo”, reflexionó. “En los últimos años se ha empezado a desarrollar el área de Astrofísca estelar y galáctica”, agregó Salvo.
En cuanto a los avances sobre el Sistema Solar que salieron desde el Observatorio Astronómico de Montevideo figura el descubrimiento del cometa Rondanina – Bester, en 1947, reportado por un astrónomo uruguayo y uno sudafricano. “También hay otros descubrimientos en Uruguay como los asteroides Vaimaca y Guyunusa identificados por el Observatorio Los Molinos y algunas ocultaciones estelares de objetos transneptunianos (más lejos que el planeta Neptuno) que nos han permitido corroborar algunos sus parámetros físicos. Debemos mencionar también el aporte del cambio en la definición de Plutón, por los astrónomos uruguayos Julio Fernández y Gonzalo Tancredi, que motivó a la comunidad científica internacional a que cambiara su categoría de planeta a planeta enano”, subrayó el director.
No obstante, estos descubrimientos no calman la sed de conocimiento. “Nos queda mucho trabajo por hacer. La Astronomía es una ciencia dinámica que va cambiando todos los días y debemos estar a la par de ello y tratar de apoyar a los docentes que son los que tienen que transmitir este conocimiento a los estudiantes”, concluyó Salvo.
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