En Uruguay la tasa es de 23 suicidios cada 100.000 habitantes, más del doble del promedio regional. Para la psiquiatra Silvia Peláez, el tema debe enfocarse multidisciplinariamente, ya que la depresión no es el único factor que lleva a la autoeliminación, dijo en diálogo con La Mañana. Peláez ejerce su profesión en la Fundación Cazabajones y fue fundadora y está en la dirección de la organización no gubernamental (ONG) de prevención del suicidio Último Recurso.
¿Cómo han evolucionado los casos de suicidio en Uruguay en los últimos años?
Lo primero que hay que aclarar es que no hay que estar deprimido para suicidarse. Hay algunos cuadros que no tienen la sintomatología de depresión habitual, que son depresiones más encubiertas o son otro tipo de situaciones en las que la persona también se suicida. Eso hay que tenerlo en cuenta. Con la ONG Cazabajones estamos trabajando en este tema hace más de treinta años. Cuando se pregunta por qué aumentó la cantidad de suicidios, se debe tener en cuenta que con la pandemia se incrementaron estos casos en muchos países, pero también hay lugares donde después de la pandemia el suicidio descendió. Entonces debemos ver qué está pasando en Uruguay, y vemos que no se aplican políticas adecuadas de prevención del suicidio o no las hay. Por ejemplo, en la currícula de psiquiatras, psicólogos o trabajadores sociales no existe la formación en suicidología. Esto lo veo cómo algo insólito. O sea, alguien se recibe como médico sin haber pasado por una formación en este tema. Por otro lado, nosotros damos fe de que cuando se aplican planes de prevención adecuados en Uruguay, la tasa de suicidios baja.
¿Qué experiencias puede comentar en este sentido?
Último Recurso aplicó su programa en la zona oeste de Montevideo, Cardona, Fray Bentos, Castillos y Young, y la tasa de suicidio bajó. Esto significa que, si se aplican los planes desde un punto de vista técnico científico, los suicidios bajan. Por ejemplo, se llegó a cero en algunas zonas de Colonia. Por eso es importante el diálogo entre el Estado y la población civil formada. Cuando se llevó adelante la ley del Día Nacional para la Prevención del Suicidio, que es el 17 de julio, fue un hermoso ejemplo del diálogo entre la sociedad civil y el Estado. Cuando esa comunicación se interfiere o se complica, las cosas no salen bien. Este es un tema técnico, no puede cualquier persona, como hemos visto que está pasando, tomar un micrófono y empezar a decir cualquier cosa a propósito del tema. Esas cosas no están comprobadas científicamente. Esas opiniones las hemos visto en algunos medios, pero no las voy a repetir para, justamente, no caer en lo mismo. En el momento en que personas que no ven pacientes hablan del tema y además se arrogan el conocimiento absoluto, entonces tenemos un problema. Hay que escuchar a los técnicos y hacer un Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) como en la pandemia, pero de prevención del suicidio.
¿A qué se debe que en Uruguay las tasas de suicidio sean tan altas?
En parte se debe a que el tema no está en la currícula de los profesionales y el diálogo entre estos y el Estado, a veces está “con ruido”. Hay que aclarar algo que también me parece importante: si figuramos como los que tenemos una tasa de suicidio mayor en América Latina, tiene que ver con la existencia de un buen registro de muerte. El suicidio, el homicidio y el accidente, o sea, todas las muertes violentas, son firmadas y diagnosticadas por médicos forenses. Y esto no pasa en otros países de América. Entonces esos países figuran con una tasa muy baja de suicidios, pero en realidad ni siquiera tienen un registro adecuado.
Con respecto a la depresión, existe el problema de que, si se pide ver un psiquiatra, en el sector privado y público la consulta puede demorar dos meses o más. ¿Cómo observa usted esta realidad, cuando se trata de personas que requieren una atención inmediata?
Este es un país en el que el acceso a un psiquiatra es muy difícil y eso también explica lo que está ocurriendo. En Treinta y Tres hasta hace poco (no sé ahora) no había psiquiatra y se había disparado la tasa de suicidios. A esto se agrega que los médicos de otras especialidades no se han formado para dar, aunque sea, los primeros auxilios suicidiológicos. Hay poco acceso en Montevideo para esta especialidad y demora varios meses una consulta. En las emergencias hay acceso, pero queda en esa atención y después no existe la psicoterapia o a un chequeo posterior con otro psiquiatra. En el interior esto prácticamente no existe.
En lo referente a la depresión, ¿cómo ha cambiado la medicación?
La farmacología ha mejorado mucho, así como la investigación. Se accede a medicación con no tantos efectos secundarios como antes. Esa medicación es muy efectiva y con costos no tan altos. Realmente hay un trabajo de los laboratorios y de los científicos importante y positivo.
¿Existe alguna estimación de cómo puede evolucionar la tasa de suicidio en el país?
No. De lo que tengo cálculos es de la realidad que pasa. Veo que se ha mejorado y no estamos como cuando empezamos a trabajar hace 34 años en el tema. Hoy se sabe más, se consulta más y se han aplicado planes hechos en Uruguay y muchos de ellos exportados por la ONG que integro. Esto en medio de una tendencia a importar otros sistemas. Pero vamos con marchas y contramarchas. Mejor que antes estamos, pero cuando un tema se pone en el tapete aparece el riesgo de los opinólogos, que hacen perder tiempo y en ocasiones convencen a personas con autoridad política, lo que implica riesgos.
Cuando menciona a opinólogos que llegan a la clase política, ¿a qué hace referencia?
Me refiero a personas que hablan del tema como si supieran y se permiten asesorar a políticos que tienen la responsabilidad de dirigir planes de prevención o hacer políticas de Estado en salud mental. No siempre esos políticos saben, aunque tengan la mejor intención, de que el asesor o la asesora es un opinólogo. A veces ni el propio opinólogo lo tiene claro.
¿Qué recomendaciones realizaría, en especial en lo referente al plan que presentó el Ministerio de Salud Pública para la prevención del suicidio?
El plan no lo he leído y quizás me hubiera gustado participar. Es algo que tengo en el debe. En la ONG, con tanta carencia de personas formadas en el tema y tantas personas con comportamiento suicida, no damos abasto con el trabajo. Estamos prácticamente hasta en las vacaciones recibiendo consultas. En lo que haría hincapié es en la formación. No puede ser que los médicos y psicólogos sean opinólogos también. Se debe hacer una muy buena formación en el personal de la salud, con gente que sepa del tema. Cuando aplicamos planes de nuestra autoría, se vio que existen, como en un poliedro, muchas caras que llevan a la conducta suicida. Una es la biológica, si vemos lo depresivo. Pero también existen causas sociales. Esto tiene relación con la ausencia de trabajo o si una mujer está sufriendo violencia doméstica o un varón que toma alcohol porque, por ejemplo, perdió el trabajo y eso afecta su construcción masculina.
Último Recurso tiene un estudio sobre las causas del suicidio que no solo abarca la depresión. ¿En qué consiste esa visión?
Parte de nuestro marco teórico es la concepción de que la situación de riesgo suicida está construida por un poliedro, o sea, tiene varias caras. La persona puede estar deprimida o tener una adicción, por ejemplo, al alcohol, más allá de las causas biológicas de la depresión hay otros muchos aspectos. Si bien en ese poliedro hay caras más importantes, por ejemplo, cuando hay una enfermedad psiquiátrica la cara de lo biológico es más grande, existen otros factores u otras caras, que tienen relación con aspectos tales como el género, que se esté desempleado, o problemas laborales o familiares. Todo eso va construyendo ese poliedro. No se tiene en cuenta un solo factor. Ese poliedro, entonces, nos da el abordaje terapéutico, que también está hecho por múltiples caras. Por eso la prevención del suicidio se trata de un trabajo multidisciplinario. No solo está lo psicoanalítico o lo biológico, sino otros aspectos como la formación en género o en lo sociológico en materia laboral.
¿No existe en el suicidio una categorización de cuáles son las causas?
Existe en la psiquiatría convencional. Lo que nosotros, en estos 34 años de trabajo, hemos sido construyendo es esta otra mirada, que no es contraria a la anterior, pero nos ha permitido entender mucho más el fenómeno para poderlo abordarlo.
¿La discusión de la eutanasia influye en el suicidio?
En particular, no he revisado todavía la literatura internacional sobre la incidencia de la eutanasia en el suicidio. Pero hay información que me ha llegado de colegas de las instituciones que integramos. Lo que sí puedo decir, sin que sea una verdad científica, es que hemos tenido comentarios de personas que dicen: “Y bueno, pero si ahora se va a hacer legal, quiere decir que cada uno con su vida puede hacer lo que quiere”. De esta manera volvemos a los viejos mitos. Si pudiera tener incidencia, diría que no se debe llamar a la eutanasia suicidio asistido. Esa definición habría que sacarla porque conceptualmente es otra cosa. El que comete o intenta un suicidio no quiere en realidad morir, quiere dejar de vivir como lo está haciendo o por las circunstancias que está pasando. Entonces, preferiría que no se asocie suicidio con eutanasia. Inclusive en congresos organizados por nosotros hemos puesto las dos caras del tema para que se pueda debatir, no para que se confunda más. Pero después no preguntamos si habrá sido correcto poner el tema de la eutanasia en un congreso de suicidología.
Suicidios en el ámbito Policial: ¿quién cuida al cuidador?
El 29 de setiembre de 2023, en el salón de actos del Hospital Policial, se realizó la II Jornada del Departamento de Salud Mental con el fin de difundir, prevenir, promover, concientizar y sensibilizar acerca del suicidio.
El director del Departamento de Salud Mental de Sanidad Policial, doctor Enrique Smerdiner, se refirió en dicha oportunidad a las opciones que tienen los funcionarios policiales si creen que necesitan ayuda. El jerarca dijo que “una de las posibilidades es a través de la emergencia, pero nosotros tenemos comité de recepción, tenemos policlínicas de psiquiatría, de psicología. Tenemos diferentes dispositivos presenciales, virtuales, telefónicos; hay muchísimas opciones. Incluso tenemos un servicio que se llama Unidad de Estrés, que dirige la licenciada Karina Cuitiño, que está destinado a los policías en actividad y ni siquiera tiene costo la atención”.
Sin embargo, y pese a las diferentes herramientas con las que cuenta el departamento de Salud mental del Hospital Policial, los casos de suicidio de efectivos policiales han venido en aumento en los últimos años. Según cifras brindadas en el programa Justos y Pecadores de Radio Uruguay, John Seballe, vicepresidente del Sindicato de la Policía Nacional, señaló que “2023 cerró con 32 efectivos que se quitaron la vida”, el doble respecto a los casos de 2021. “Por cada muerte en acto directo de servicio tenemos cuatro compañeros que se suicidan […]. Acá hay un factor fundamental que hay que tener en cuenta que es realmente preocupante y es saber los signos que van creciendo paulatinamente y muchas veces ni la familia ni los compañeros se dan cuenta”, indicó. Además, Seballe señaló que muchos de los efectivos no concurren al psicólogo en caso de necesidad y tratan de sobrellevar las diferentes situaciones adversas por sí mismos.
Nueve de cada diez policías que se suicidan son varones y la mayor parte tiene entre treinta y cuarenta años. La siguiente franja etaria más afectada es la que va de los veinte a los treinta años.
Según los datos brindados por el Ministerio del Interior, el 94 por ciento de los casos implica a agentes ejecutivos, que son quienes portan arma de reglamento y salen a la calle para el control de delitos.
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