La muerte de seis reclusos y un séptimo con graves heridas es un episodio que se agrega a otros de gravedad variada que últimamente se han producido en cárceles de Montevideo.
El miércoles 25 seis reclusos fallecieron en la Unidad N° 4 del Complejo Carcelario (Compen) de Santiago Vázquez del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).
El fuego fue provocado, se informó por parte del Ministerio del Interior, y los fallecidos eran jóvenes de entre 25 y 29 años, por delitos de rapiña, homicidio, hurto, riña y lesiones personales.
Una séptima persona afectada se encuentra internada con serias lesiones en el Centro Nacional de Quemados (Cenaque).
Frente a los hechos, “y en estos momentos de dolor”, la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia Católica de Montevideo, expresó su “solidaridad y cercanía” a las familias de las víctimas “y eleva por todas ellas una oración al Dios de la misericordia”.
Señala que el episodio “se suma a otros -de variada gravedad- que se han producido últimamente en cárceles de Montevideo, atentatorios de los derechos humanos y reveladores de un sistema que, a pesar del esfuerzo de sus autoridades y de los funcionarios penitenciarios, en términos generales no logra garantizar el respeto de la dignidad de las personas, ni asumir con eficacia el cometido de su rehabilitación”.
La presencia de la Iglesia Católica en las cárceles es permanente: “Vamos a las cárceles impulsados por la invitación de Jesús a ser misericordiosos, con la finalidad de acompañar y compartir el dolor de estos hermanos y hermanas con quienes Jesús se identifica”, expresa el comunicado de Pastoral Penitenciaria.
La situación expone las condiciones en que viven las personas privadas de libertad y la forma en que la Pastoral Penitenciaria realiza su tares: “Esta realidad carcelaria constituye el escenario en el que la Pastoral Penitenciaria despliega su tarea evangelizadora, ofreciendo un sentido de vida de acuerdo a su concepción cristiana y promoviendo el desarrollo integral de las personas, para que adquieran conciencia de sus derechos y de sus posibilidades de gestar un nuevo proyecto de vida que posibilite su reinserción social positiva”.
Finalmente exhortan “a las autoridades e instituciones públicas con capacidad de incidir en la situación del sistema carcelario, a realizar los mayores esfuerzos para que las cárceles se conviertan en espacios de humanización, acordes a un régimen democrático respetuoso de los derechos humanos y donde nunca más tengamos que lamentar episodios como los que motivan esta declaración”.
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