El Ministerio de Salud Pública (MSP) y el Programa Nacional de Salud Mental presentaron el pasado 17 de julio, Día Nacional de Prevención del Suicidio, su informe correspondiente a 2018. Los últimos datos volcados informan que el país tiene la segunda tasa más alta de Latinoamérica -20,25 por cada 100.000 personas-, duplicando la media mundial.
En ese marco, La Mañana dialogó con los psiquiatras uruguayos Eduardo Curbelo, del Hospital Vilardebó, y Enrique Rosales, especialista del Sanatorio Villa Carmen. Ambos plantearon el asunto de la medicación en personas jóvenes y cómo, al crecer las oportunidades, también lo han hecho las posibilidades de fracasar, marcando muchas veces trastornos depresivos y de ansiedad en la sociedad más joven.
El suicidio es un grave problema de salud pública; no obstante, “es prevenible mediante intervenciones oportunas, basadas en datos fidedignos y, a menudo, de bajo coste”, en opinión de Rosales. Para que las respuestas nacionales sean eficaces “se requiere una estrategia de prevención del suicidio multisectorial e integral”, agregó.
Uno de los problemas que hay es la falta de psiquiatras en gran cantidad de lugares, sobre todo dependientes de ASSE, especialmente en el interior
Curbelo, por su parte, comentó que una de las herramientas más importante para reducir los casos es hablar, “contrariamente a lo que se piensa”, aseguró. “En Uruguay existe un pudor hasta por parte de los médicos, que no les preguntan a los pacientes acerca del tema por temor a que sea inductiva, cuando en realidad es todo lo contrario, incluso, es aliviadora, ya que le permite expresarse muchas veces”.
El especialista tomó como referencia la publicación del informe nacional: “Está bien que publiquen este documento y se hable del tema, pero se hace una vez por año, no alcanza solo con que en esos días se ponga el tema sobre la mesa y hasta la próxima publicación no se diga nada más. Hace falta más información para toda la población”.
Rosales coincidió con su colega y agregó que la Ley de Salud Mental -N° 19.529- al aplicarse totalmente será un factor aliviador de la situación, debido a que busca, entre otras cosas, el relacionamiento y vínculo social de quienes poseen trastornos psiquiátricos o han pasado por situaciones de internación debido a intentos de autoeliminación. “Esto va a generar un intercambio social de relevancia”.
Se puede hacer un seguimiento de consultas frecuentes, una vez que la persona se expresa, sin necesidad de recetar medicación en primera instancia.
Sin embargo, para Curbelo, por más que esto genere una mejora en las condiciones de asistencia, uno de los problemas que hay es la falta de técnicos para la gran cantidad de lugares, sobre todo dependientes de ASSE, y en el interior, que carecen de psiquiatras, tanto pediatría como adultos, informó.
Uso “excesivo” de medicación
Una de las preocupaciones que vislumbran los psiquiatras es el uso “excesivo” de medicaciones o sustancias que sirvan como inhibidores de pensamientos o actitudes relacionadas con la autoeliminación.
Desde el punto de vista técnico, y por cómo está organizado nuestro sistema de salud, se puede tratar a estos pacientes brindándoles seguimiento y a veces la internación, pero, según explicó Curbelo, “se puede hacer un seguimiento de consultas frecuentes, una vez que la persona se expresa, sin necesidad de recetar medicación en primera instancia. Y acompañar esto con soporte y apoyo familiar, social y de amistades que escuchen a esa persona”.
Esto lleva a la administración de un plan terapéutico, siendo para Rosales, la herramienta más eficiente. El plan se establece con el consentimiento y el acuerdo entre la persona y su familia o ambos y el médico psiquiatra tratante. Este plan incluye medidas de protección de la persona -cuando el incremento episódico del riesgo lo aconseja- y el empleo combinado de medicación, psicoterapia y medidas psicosociales.
Los trastornos más habituales en adolescentes pueden ir desde la depresión, la ansiedad, desórdenes de la alimentación y adicciones
“La consulta especializada es, por ahora, el principal recurso en la prevención del suicidio. Los conocimientos terapéuticos actuales permiten afirmar que la prevención del suicidio tiene como instrumento principal la consulta con el médico especializado en psiquiatría. Pero para eso el paciente debe hablar y sentir el apoyo”, aseguró.
La ansiedad, un rasgo de la época
La inmediatez en esta Era digitalizada, es uno de los factores que genera ansiedad, e incluso potencian la depresión en los jóvenes que tienen una tendencia a este tipo de trastornos, según estudios por parte de la OMS. Ingresar a una red social, ver fotografías de personas que muestran una vida activa, con cuerpos “deseados”, leer opiniones sobre todo tipo de temas, ver que las tendencias de moda varían de mes en mes, son algunas de las cosas que generan el deseo de pertenecer y ser.
Rosales detalló que a los trastornos más habituales en adolescentes pueden ir desde la depresión, la ansiedad, desórdenes de la alimentación -anorexia y bulimia-, adicciones -no necesariamente al alcohol o las drogas, sino dependencia de las nuevas tecnologías-, “hasta otros trastornos que pueden pasar desapercibidos al considerar sus síntomas propios de la adolescencia”. Sin embargo, “para las personas que tienen tendencia al aislamiento, el contacto virtual con otras personas puede resultar bueno”, añadió Curbelo.
“Las oportunidades cada vez son mayores, porque los campos en los que las personas pueden crecer se han expandido, pero de la misma manera, las chances de ‘fracasar’ también”, analizó Curbelo. Y en ese sentido es que los más jóvenes se ven afectados: “si no son como la sociedad o sus círculos esperan, sienten que han fracasado como personas. Y si no tienen fortalezas mentales importantes, o apoyo de sus círculos, podrían caer en situaciones de complejas”
Cambio de paradigma en la legislación sobre salud mental
Desde el 9 de agosto de 2017 Uruguay posee una renovada de ley de salud mental, la cual propone un cambio de paradigma, basado en una perspectiva de derechos humanos y dignidad de las personas.
Entre los puntos más relevantes de la ley, se destaca la fijación de una fecha límite para el cierre de las estructuras asilares y monovalentes en el año 2025 -en las que aún permanecen internadas unas 700 personas-; también indica que la internación de los pacientes se haga en salas generales y no “psiquiátricas”. Por otra parte, se explicita que el abordaje del consumo problemático de drogas tiene que ser multidisciplinario.
Así como también lo serán, el cambio de modelo asistencial con red única, atención comunitaria -de cercanía e integración- coordinada con atención especializada de complejidad creciente, integral e interdisciplinaria, donde diversos técnicos, profesionales y cuidadores interactúan en la conformación de equipos básicos y equipos especializados.
Recientemente el titular de la cartera de Salud Pública, Jorge Basso, presentó detalles del proceso de reglamentación que se viene llevando a cabo sobre la ley de Salud Mental. El ministro explicó que la ley contempla alternativas para la gran parte de la población internada en las colonias psiquiátricas. Una de ellas, puede ser la creación de más hogares de medio camino o instituciones, que pueden tener estructuras más socio-sanitarias o sanitarias, dependiendo de la complejidad del paciente.
Según Basso, se promueve que las internaciones sean lo más breve posible. En ese sentido, se establece que cuando una internación supere los 45 días corridos, el prestador de salud debe notificar a las Comisión Nacional de Contralor de la Atención en Salud Mental. En las hospitalizaciones judiciales se agrega la obligación de informar a la Institución Nacional de Derechos Humanos, dándole a la comisión el permiso para controlar los centros y denunciar irregularidades.