La sequía histórica que está viviendo el territorio nacional viene afectando a productores familiares, quienes, en su mayoría, son los que surten la Unidad Agroalimentaria de Montevideo, sitio al que puesteros de Montevideo, Canelones y San José van diariamente a buscar mercadería. Esto lleva a que sean más selectivos a la hora de comprar y, por ende, sea diferente lo que se ofrece al cliente final. Leonardo y Alejandro relataron a La Mañana en qué sentido la emergencia hídrica los ha afectado.
El autoservice Leo y Mara, ubicado en el barrio Las Canteras de Montevideo, comenzó hace dos años y medio como un puesto de huevos que con el correr de las semanas se fue surtiendo con diversas frutas y verduras. En muy pocos meses el crecimiento del negocio fue inevitable, ya que los vecinos de la zona comenzaron a demostrar su necesidad de tener cerca un puesto bien surtido.
El nombre del comercio hace referencia a Leonardo, que varios años atrás ya había tenido un puesto junto a su esposa Mara. Su experiencia en el rubro lo posiciona como una voz calificada para describir el panorama que hoy están afrontando comerciantes como él, quienes cada día se dirigen a la Unidad Agroalimentaria de Montevideo en busca de mercadería y buenos precios para ofrecer a los clientes.
La realidad es que desde hace unos tres o cuatro meses el panorama cambió en gran medida para los comerciantes de frutas y verduras, a quienes la emergencia agropecuaria de cara a la sequía les afectó directamente en la calidad de los productos, variedad, precios y cuidado de los mismos a la hora de presentarlos a la venta.
En este último tiempo, para el comerciante del barrio Las Canteras “se hace difícil mantener el puesto armado como antes, con variedades, incluso, de un mismo producto. Anteriormente, con $ 40.000 se surtían los soportes y cajones, pero hoy es necesario contar con el doble del dinero, por lo que se reduce el margen de ganancia”, relató a La Mañana.
En ese sentido, explicó que cada comerciante maneja los números de diferente manera. “Yo prefiero ganar poco y no tirar mercadería, que subir los precios y tirar. Si gano $ 100 al menos los gano, si pierdo medio cajón de algún producto, entonces perdería $ 700 u $ 800 pesos”, explicó.
Leonardo conoce el negocio de los vegetales y frutas desde hace décadas y comentó que no recuerda “que alguna vez haya subido todo como ocurre ahora”. Por otro lado, agregó que hoy se ve cierta estabilidad de precios a la hora de recorrer la UAM, lo que denota un acuerdo entre los comerciantes mayoristas.
Algunos ejemplos
Antes de que la sequía hiciera efecto en las plantaciones, las naranjas, que se venden a comerciantes de a 23 kilos, costaban entre $ 450 y $ 500 pesos, hoy esa misma cantidad cuesta $ 1.300. “El fin de semana estuvo a $ 1.700 y eso que la naranja es, dentro de todo, de las frutas más económicas; sin embargo, ahora es de las más caras”, agregó el entrevistado.
Comentó que esta fruta de aspecto se ve muy bien, pero tiene muy poco jugo ya que se trata de un producto importado y en el mercado local no hay costumbre de consumirlo con esas características.
“Antes de esta situación, uno como comerciante se limitaba y no compraba una manzana buena debido al costo y prefería alguna de menor calidad, pero ahora conviene traer la de mejor calidad, importada, porque está al mismo precio que las otras. Con esto quiero decir que la emergencia agropecuaria nos obligó a cambiar nuestra manera de comprar”, sumó el comerciante.
La lechuga fue otra verdura que elevó notoriamente su precio, como todo lo verde. Pasó de costar entre $ 350 o $ 400 la docena a $ 800, “entonces es difícil mantener el puesto armado con variedad”, expresó Leonardo.
Agregó que la cebolla también está al doble del precio, así como la papa. El entrevistado, hasta no hace mucho tiempo, vendía la bolsa de papas grandes a $ 350 pesos al público, ahora la debe cobrar a unos $ 700 para ganarle, y ya no la papa grande, sino la pequeña. Por este motivo es que dejó de ofrecerla.
Nuevas formas de comprar
Leonardo sostuvo que los clientes no compran igual que siempre, salvo cuando él consigue colocar un producto en oferta. “Por ejemplo, hace poco conseguí unas manzanas chicas para vender baratas, también mandarinas pequeñas, y los compradores llevaban esa oferta. En tanto, si no hay una promoción y nos regimos por los precios normalizados, ya no compran tanto por kilo, sino que bajan el volumen de lo que llevan”, relató.
Si bien el puesto del autoservice cuenta con una buena protección contra el sol, los comerciantes debieron extremar cuidados para que el calor, sumado a una mercadería “más vulnerable a dañarse”, no la eche a perder. “Como se redujo el margen de ganancia tenemos que tratar de no tirar, y eso lleva a cuidar más la mercadería, mojar lo verde constantemente y taparlo”, explicó.
Más allá de esta situación en particular, los puesteros siempre tienen pérdidas. Si un cajón de naranja o manzana dice que trae 20 o 22 kilos, los comerciantes hacen las cuentas como si hubiesen comprado dos kilos menos que eso, porque habitualmente se tiran un kilo o dos, ya sea debido a que algunas frutas vienen feas, se golpean o se caen.
Ser la cara visible
Otro caso es el del feriante Alejandro, que trabaja con puesto de frutas y verduras casi toda la semana en diversas ferias de la capital. En su caso, que recorre Montevideo constantemente, aseguró a La Mañana que los clientes cada semana suelen quejarse de la variación de precios, pero que en estos últimos días se han estabilizado bastante los costos.
“Lo que más reclaman últimamente es el tamaño de las frutas, que por la sequía vienen más pequeñas o es más fácil que se echen a perder si se las aprieta de más”, comentó. “Un ejemplo claro son los duraznos, llegan muy chicos y además la cáscara se arruga más de lo que sería normal; sin embargo, tienen jugo y están dulces, eso compensa”.
En esa línea sostuvo que lo contrario viene pasando con las peras, que a la vista están maduras y brillosas, pero al momento de probarlas “son duras como una manzana y algunas con poco sabor, o tal vez es que en Uruguay estamos acostumbrados a los vegetales y las frutas sabrosas, entonces la diferencia se hace más notoria”, analizó el entrevistado.
Señaló que la suba más importante de los precios se ha dado en las hortalizas de hoja como acelga, lechuga, puerro, entro otras, debido a la falta de agua y las altas temperaturas. A estos se suma, igual que comentó Leonardo, el alto precio de las cebollas.
“Los clientes hacen saber su desconformidad y como somos las caras visibles, se quejan con nosotros. Les explicamos que solo somos tomadores de precios. Igualmente, a pesar de que les afectan los precios y la calidad de la mercadería, siguen comprando, porque los uruguayos son consumidores de estos alimentos. Lo que me parece que hace falta es que consuman más productos de estación”, aseguró.
El mayor problema: zona metropolitana
El feriante entrevistado trabaja en Montevideo desde hace una década, pero antes trabajaba en ferias de Canelones, por lo que mantiene el contacto con varias personas del departamento. “El mayor problema lo estamos teniendo en la capital, Canelones y San José, porque los pequeños productores la están pasando mal y además de este lado del país no ha llovido nada”, lamentó,
Dijo que según le indicaron personas de su confianza que trabajan en el norte de Uruguay, la calidad de los productos ha tenido “muy buenas rachas” gracias a algunas lluvias intensas que permitieron fortalecer la tierra.
“Tenemos que ser astutos y, a pesar de toda la situación, seguir ofreciendo ofertas puntuales a los clientes, compensando algunas características que no gustan de los productos, como decía antes: el tamaño, que estén poco jugosas, o que estéticamente no sean vistosas”, insistió el entrevistado.
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