Nació en el barrio Colón en la frontera con Villa Colón, muy próximo al Castillo Idiarte Borda en la calle Yegros 1816, justo enfrente del monte de Mailhos, monte vecino del más conocido como Monte de la Francesa, un 4 de mayo de 1964. Cuando su padre que había ido a buscar la partera llegó, él se había adelantado a ver la luz. Estudió en la escuela 50 “Juan Manuel Blanes” de la calle Lezica entre Garzón y Lanús, allí concurrió desde jardinera hasta sexto año.
Estudió carpintería durante cuatro años. Desde los 14 años su familia pasó a vivir en un grupo de viviendas en el barrio Nuevo Ellauri, enclavado en el centro del barrio Casavalle. Una de las cosas que le sorprendían del nuevo barrio era cómo la imagen diaria se repetía, vecinos que con sus carros y sus caballos salían en la búsqueda de algo valioso recorriendo los barrios. Con el tiempo supo que le llamaban “clasificadores”, luego de conocer la historia y la vida del Padre Cacho, porque antes despectivamente se les decía “cirujas” o “junta papeles”.
“El lento camino del caballo con un carro hueco, lograba llenarse en pocas horas con aquello valioso que le significaba la comida a una familia, recoger lo que otros desechaban”, recordó. “Comencé a entender su realidad. Al poco tiempo me entero que había un sacerdote en el barrio que estaba haciendo cosas por los vecinos más pobres, y sus acciones significaban conseguir mejoras en sus viviendas, dejaban muchos de ellos el rancho de chapa para tener una casita más digna y decorosa”, señaló. Ese sacerdote era el Padre Cacho.
Quien cuenta esta historia es Julio César Romero Magliocca, quien desde muy joven se integró en actividades de su barrio, primero a través del deporte, y luego desde otros lugares. En 1997 tuvo su primera experiencia en un medio escrito cuando decidió fundar la revista barrial llamada Su Revista. “Tenía la convicción de que este medio tenía que servir para reunir fondos para las actividades deportivas, pero al mismo tiempo transferir cultura como retribución para el lector, mediante el comercio que la auspiciaba”, declaró a La Mañana, Romero.
Esta revista mensual duró 12 ejemplares. Luego de dos años el entrevistado fundó Raíces, que la describe como más completa en su argumento, y la que trata de llevarla a más zonas de Montevideo. Tres años después de su lanzamiento, la publicación fue declarada de Interés Nacional, Cultural, Departamental, de Turismo y Deporte y por la Comisión de Unesco, así como con la Bendición Apostólica del Vaticano.
El fruto que dio Raíces
Este 2020 la revista está recorriendo sus 20 años de historia, por ella pasaron los primeros capítulos del libro “Un Cacho de Dios”, publicación que cuenta la vida del Padre Cacho. Con la revista se pudo hacer un homenaje en la Embajada de Uruguay en Argentina a Pedro Opeka y lograr traerlo a nuestro país, gestionando el reconocimiento “Visitante Ilustre” el 26 de julio de 2019 en la Intendencia de Montevideo.
La finalidad de la revista es recuperar la tradición oral apoyada por documentos. “Con ella damos a conocer a los niños las historias de su barrio. Por ejemplo se publicó un trabajo que acerca de Pedro Casavalle, que su casa aún está en pie y es de 1803. Allí vivieron jesuitas expulsados luego de la Batalla de Las Piedras. La casa está incrustada en el barrio Borro. En la revista se le da voz a la historia y a los vecinos. Uno trata de que las maestras manden a hacer trabajos sobre la historia del barrio para que no muera esa tradición”.
“A veces los barrios pobres están postergados desde la historia y son tomados como reservorios de mano de obra barata”.
Romero aseguró que siempre quiso que la revista sea un vehículo de comunicación de nuestra historia y al mismo tiempo que abarque más barrios además de Casavalle, como Cerrito de la Victoria, Aires Puros, Brazo Oriental. Meta que se viene cumpliendo con éxito ya que actualmente llega a 25 zonas de Montevideo. Para realizarla “no tenemos ningún apoyo estatal, es a voluntad de la gente y de los pequeños comercios. Algunos apoyos son constantes y otros temporales, pero uno tiene que salir a buscarlo. Por más que haya pedido el apoyo del Estado nunca lo tuve”, declaró.
Dos referentes de entrega absoluta
En la revista, Romero tuvo la oportunidad de comunicar los primeros capítulos de lo que terminó siendo el libro “Un Cacho de Dios”, que rescata la vida del Padre Cacho. “Él estaba olvidado por la iglesia uruguaya, no por la gente del barrio. Estuve trabajando 10 años para hacer el libro y en el 2012 se publicó, reuniendo todos los capítulos que había colocado en la revista Raíces y completado con otro trabajo de investigación y testimonios”, recordó. Este libro permitió rescatar al Padre Cacho e impulsar a la iglesia a que se iniciaran los trámites para canonizarlo.
En 2018 por redes sociales le llegó un libro de la vida de Pedro Opeka, un misionero argentino que está trabajando en Madagascar rescatando a los pobres, ha recuperado a 500.000 personas que estaban en la extrema pobreza, e hizo una “ciudad” de 29.000 personas al lado de un basural para ayudarlos. “Me puse en contacto con su familia que viven en Argentina y en 2018 le hice un homenaje en la embajada uruguaya allí. Gestioné además se le entregue el reconocimiento de Visitante Ilustre al visitar Uruguay”, dijo.
Indicó que estas historias son “de los valores más grandes que se han conseguido con la revista, además del hecho que el lector ve la publicación como una forma más de informarse sobre la historia.
La sociedad de hoy
“Creo que tenemos las mismas 24 horas que teníamos antes”, dijo Romero al ser consultado sobre la sociedad actual. “Me crié donde nos reuníamos para almorzar o para cenar, una de las comidas se utilizaba para hablar, para saber uno del otro. Hoy muchas veces los jóvenes y padres se sientan a la mesa cada uno con el celular en sus redes. Creo que la tecnología nos pasó por arriba y no supimos cómo manejarla. Nos encontramos en mundos virtuales, donde el diálogo se pierde, la sensibilidad también, todo es prontitud. Con un botón te traigo como amigo y con otro te alejo”, relató.
Afirmó que es difícil insertarse en una sociedad con esos parámetros y considera que, de alguna manera, la sociedad tiene que ir volviendo a las raíces, a recuperar valores que eran la esencia de la sociedad, “pero hoy la gente se deslumbra con las luminarias, los éxitos son cortos y no se miden los valores de la solidaridad. El ejemplo más grande de esto lo tenemos con el Padre Cacho, alguien que dejó su congregación para irse a vivir a uno de los barrios más pobres de Montevideo y tratar de cambiar la realidad de las personas”.
Con la revista trata de recuperar esos valores y entiende que esa es su misión, por eso le dedica casi el 100% de su tiempo. “Creo que no me he equivocado en todo este tiempo porque la revista lleva 20 años ininterrumpidos. Tenemos que tratar de seguir conquistando apoyo para seguir. La idea es que llegue al lector un material que entienda que vale la pena leerlo y que le deje algo”, aseguró Romero.