La diferencia cambiaria con Argentina y la apertura del mercado con beneficios a las importaciones continúan siendo los protagonistas de las góndolas uruguayas, con precios que no permiten una competencia justa para la industria y el comercio local. La Mañana conversó con Álvaro Pena del CIPU y Daniel Fernández de Cambadu sobre el tema.
Recientemente La Mañana publicó un artículo que informaba sobre una caída de ventas de la Cooperativa Molino Florida de entre 10% y 12% en diciembre, mes en el que la zafra por ventas de pan dulce o budines debería aumentar las transacciones. A su vez, se comentó que la misma situación la atraviesan sus clientes, que también registraron esta tendencia a la baja.
Una de las causas de esta caída, según estiman desde la empresa, fue la medida de rebaja de aranceles para la importación de harina proveniente del Mercosur que fue anunciada el 17 de mayo de 2022 por el gobierno.
En esa instancia se definió una rebaja para la importación de aceites que pasó de 16% a 8% y las harinas del 12% al 6%. El ingreso de este tipo de productos al país es a tasa 0%. “Este escenario de introducción de productos subvencionados de otros países, sumado a los altos costos productivos, ambienta un panorama complejo para el sector”, se relata en el artículo.
El anuncio de las autoridades marcaba que en diciembre se desactivaría la medida, pero no fue así, y el último mes del año pasado hubo las mayores repercusiones sobre las ventas de los molinos en la plaza local. A esto se suman las complejidades no solo del ingreso al país de productos industrializados derivados de las harinas provenientes de la región, sino la histórica diferencia cambiaria con Argentina.
De cara a estos hechos, La Mañana consultó a dos referentes de la producción y comercio local, por un lado, a Álvaro Pena, presidente del Centro de Industriales Panaderos del Uruguay (CIPU), y a Daniel Fernández, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu).
Competir sí, pero en igualdad de condiciones
Pena recordó que el gobierno es claro con su postura de no controlar precios, y que la manera de llevar un control es abriendo el mercado para la libre competencia, “pero esto es bueno si estamos en igualdad de condiciones. Hoy esto no solo es desigual, sino que ni siquiera se puede competir directamente, es peor. No se puede ni entrar a la cancha”, expresó.
Las diferencias que existen en los precios son abismales, señaló y se preguntó: “¿Por qué en la aduana, cuando se viene desde Argentina, hay una docena de aduaneros? ¿Por qué las personas del litoral están reclamando medidas? No es solo la harina, es una diferencia que no se puede ni medir, y si la forma de controlar es abriendo el mercado, entonces debemos tener una industria y un comercio en igualdad de condiciones”, opinó el entrevistado.
Sostuvo que a los productores uruguayos “se les agregan cada vez más cosas que debe cumplir para poder comercializar su elaboración” y que estos son costos que se suman para un mercado tan chico como el local, donde la producción de por sí no es barata. “Seguimos sumando… no digo que esté mal poner exigencias, está perfecto, pero hasta no hace mucho los industriales reclamaban por el etiquetado con los octógonos porque estaba entrando muchísima mercadería del exterior sin el etiquetado, por ejemplo”.
Aseguró que, de esta manera, “la brecha económica es insalvable” y todavía “exigen un montón de normativas que a otros no se las piden”. Reflexionó que antes de la pandemia en Uruguay “éramos tres millones y hoy somos el mismo número, entonces, ¿qué cambió para que los argentinos vengan a este mercado? No olvidemos que en Argentina no se pueden hacer divisas, no pueden comprar dólares, acá el dólar es libre. Ellos producen allá y envían la mercadería para acá”.
Diferencia cambiaria con Argentina
Pena dijo que es un tema que nadie desconoce y que muchos sacan provecho de él y con otros modos de gobernar que tienen en el país actualmente. “Hoy tenemos una diferencia de más de 1 a 5, con combustibles subsidiados, harinas también subsidiadas, con volúmenes de producción mayores a los nuestros y eso no solo afecta al rubro de panificados, sino en general”, explicó.
Recordó que hace algún tiempo se manifestaron los trabajadores de la bebida porque llegaban al país cervezas argentinas y el sindicato se presentó en contra. También hubo movilizaciones de camioneros, “es decir que siempre hay alguien reclamando por el tema”.
Agregó que el rubro más golpeado es la industria nacional, aunque entiende que no está mal que los importadores cuenten con algunos beneficios en tanto se implementen medidas de protección para los locales.
“Uno lo puede ver en las calles, en cualquier noticia: las empresas argentinas se están viniendo a instalar aquí. Lo que sabemos es que no vienen porque seamos un mercado atractivo, ni porque somos un mercado con mucha gente, la pregunta de por qué vienen sigue sin responderse. Uruguay está lejos de ser un mercado atractivo, somos más pequeños que cualquier provincia de Argentina o estado de Brasil”, reflexionó el presidente del CIPU.
En esa línea dijo que no solo se vio afectada la época de zafra de pan dulce y budín inglés, sino que todo lo que se encontraba en las góndolas de las cadenas era argentino, y a precios de oferta. “Todo eso repercute en el mercado interno, en la producción nacional. Pero mientras los números sigan dando bien, esas cosas no se abordarán. Si la billetera da no hay problema”, lamentó.
“No veo que el tema vaya por la baja de aranceles”
La visión de Fernández tiene puntos en común con la de Pena en cuanto a que la situación va más allá de una baja de aranceles en harina y aceite. “Respecto a los productos que entran directamente desde Argentina, basta ver que desde hace años las góndolas de cualquier autoservice barrial o de grandes superficies tienen una gran cantidad de galletería, panes de todo tipo, que son argentinos o brasileños”, relató.
“Los grandes importadores se quedan con la parte del león porque hoy están comprando regalado en Argentina todo lo que es panificados”, agregó. “Hace algunos años teníamos unas cuatro o cinco fábricas de galletitas importantes, hoy queda nada más que El Trigal, que es de primerísima calidad. Lo que era El Maestro Cubano o Famosa de Paysandú, desaparecieron, más allá de que después la empresa Bimbo fue comprando firmas chicas y la marca sigue estando en la calle, pero con una fábrica transnacional”.
Opinó que no ve “que el tema vaya por la baja de aranceles”, sino la diferencia cambiaria abismal que existe. Según el presidente de Cambadu, en diciembre se vio lo que lo sufren las panaderías, porque vienen panes argentinos que valen 40 pesos, y en Uruguay, por ese precio, “no se elabora ni el envase”.
En cuanto a alguna solución posible para este contexto, Fernández indicó que no conoce en profundidad las leyes del comercio internacional, pero que no lo ve nada fácil cuando la medida de moneda es tan dispar. “No se pueden poner trabas comerciales, entonces hoy cuando llega diciembre vemos que nos invaden con panetones brasileños y argentinos con precios acorde a las industrias monstruosas que los fabrican, que elaboran millones de unidades rápidamente. Quizás lo nuestro tenga una calidad superior, pero los valores son diferentes. Un pan dulce artesanal de 750 gramos estaba a $ 400 y los importados a $ 100. No es fácil llegar al bolsillo para acceder a la calidad superior”, analizó.
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