Víctor Pizzichilo, presidente del Consejo de Formación en Educación, dialogó con La Mañana acerca de la Reforma Educativa que se comenzará a implementar en el país a partir de marzo 2023.
Usted es la máxima autoridad en formación docente del país. ¿Qué piensa que ha caracterizado a la política educativa de estos años del nuevo gobierno?
La responsabilidad de llevar adelante este proceso de transformación curricular, que no es una cuestión nueva ni improvisada, sino que está presentada al Parlamento nacional en el
Proyecto de Presupuesto y forma parte del Plan Estratégico de la ANEP para el quinquenio 2020-25. Esta es una transformación educativa y curricular pensada y estructurada que tiene objetivos claros, recorridos claros y una unidad en su construcción.
¿Qué aspecto le gustaría destacar de la reforma educativa?
Una de las fortalezas que tiene esta reforma es que se pensó la transformación desde la educación inicial hasta la formación docente en su integralidad. Han existido pocos momentos históricos en los cuales se ha adoptado una visión integral que considere las distintas etapas del proceso educativo como un todo, viendo que es la persona la que recorre el sistema educativo y no que las partes del sistema educativo transitan sobre la persona. Esto permite tener una unidad de presentación de los objetivos formativos generales dentro del sistema educativo.
¿En qué etapa está la Reforma?
Podemos decir que en general la ANEP ha finalizado la Fase 1 de esta transformación, que fue la elaboración de los Marcos Curriculares Nacionales, tanto para la educación obligatoria como para la formación docente. Esto es una innovación que tuvo sus inicios con el marco curricular de la primera infancia, en el primer lustro de la década del 2010, después en el 2017 se aprobó un Marco Curricular Nacional que no fue aplicado por la administración anterior. Por lo que, en nuestra administración, con todos esos antecedentes que hemos tenido desde el 2017 a la fecha, hemos desarrollado la construcción de un Marco Curricular Nacional para la educación obligatoria desde formación inicial hasta bachillerato, y un marco curricular para las carreras de grado de formación de educadores.
¿Qué caracterizaría entonces este nuevo marco del sistema educativo?
La unidad está en que se piensa desde una modelo competencial. Este es un cambio interesante que se venía gestando. Es una forma que están adoptando los sistemas educativos que les va mejor en el mundo. Porque pensamos que el sistema educativo, lo que tiene que hacer es preparar al individuo para que sea capaz de seguir aprendiendo, transformándose a sí mismo, y de esa forma ser un transformador dentro de la sociedad. Partimos de la base que el individuo es la unidad básica de transformación de la sociedad. Y eso parte de una concepción de libertad en su sentido más clásico. En un marco de libertad el individuo es capaz de construirse a sí mismo, pero al mismo tiempo todo esto implica una construcción colectiva.
¿Y estas competencias cómo se definirían?
Estas competencias se definen como aquellos conocimientos, habilidades y destrezas que las personas debemos tener para desempeñarnos en el mundo que hoy existe, pero también en el mundo que vendrá. Porque la educación en su acción es pensar para el futuro. Por ejemplo, un maestro que se inicia en el proceso formativo en marzo del 2023 y terminaría en diciembre del 2027, seguramente unos cambios van a haber, y su vida activa va a estar hasta el 2070 seguramente. No sabemos cómo va a ser ese mundo. Sí podemos tener claro que hay cuestiones básicas de una sociedad que no van a cambiar, que es el respeto por el derecho a la vida, el respeto por la libertad, la valoración del sistema democrático como sistema de vida. No quiere decir que se sea el sistema perfecto, pero al menos es el mejor que hasta ahora hemos logrado construir: la búsqueda de una igualdad desde el punto de vista de su carácter de humano. Y eso es algo que hay que rescatar, tal como lo expresa nuestra Constitución al decir que lo único que nos debe distinguir son los talentos y las virtudes.
En distintos ámbitos de la sociedad circula la opinión de que este sistema reduce la enseñanza de contenidos como conocimientos y técnicas. ¿Cree que esto es así?
Para nada. Porque no es que en un modelo competencial yo dejo de enseñar matemáticas o historia o geografía. Esas disciplinas tenemos que enseñarlas porque sino no es posible desarrollar las habilidades y las destrezas en las personas. Por ejemplo, el camarógrafo para manejar la cámara tiene que tener conocimiento de física, de electricidad, de cómo acciona la luz sobre el efecto de la sombra y demás, para tomar la imagen. Ahí hay conocimiento de física como de electrónica. Por lo que, para ser competente en el manejo de esa cámara, la persona tiene que tener esos conocimientos, sino no puede serlo. Con esos conocimientos, y ahí si entra el talento que la naturaleza nos ha dado, para algunos será más sencillo que para otros más complejo, podrá desarrollar la habilidad para dominar esa cámara. O sea, esa persona es competente si logra administrar o manejar eficazmente ese instrumento. Pero también es competente porque ese instrumento dentro de cinco años no va a ser el mismo, o dentro de 10 o de 20 años. Entonces va a tener que ser competente en seguir aprendiendo en cómo dominar las nuevas versiones que van a ir apareciendo de este instrumento. Entonces, el conocimiento no es más fijo. Porque hace 60 años la evolución del conocimiento era mucho más lenta, pero hoy la caducidad del conocimiento es tan vertiginosa que por ejemplo un maestro técnico que aprende electrónica, un conocimiento que haya aprendido en su primer año de estudio, cuando esté en cuarto año, tal vez caducó. Entonces hay que prepararse para ese mundo.
Cuando hablamos de un diseño competencial no estamos hablando de eliminación de contenidos, estamos hablando de que la selección de contenidos la hacemos de una forma distinta. Porque en un plan desarrollado por objetivos, el contenido se transforma en un objetivo en sí mismo. Por ejemplo, si voy a la matemática, hace 50 años era muy importante que la persona tuviera dominio de la tabla de logaritmo, de cómo manejarla y cómo consultarla. Pero hoy, todas esas funcionalidades se hacen a través de algoritmos que están en las maquinas. Entonces, es importante conocer la tabla de logaritmos para entender cómo se logra la construcción de los algoritmos que nos hacen los cálculos. Pero también tiene que conocer los logaritmos, a pesar de que la máquina lo hace, porque en cierta forma eso lo hace libre, y no lo hace exclusivamente dependiente de la inteligencia artificial que es uno de los grandes temas del futuro.
En ese sentido, ¿qué piensa de la revolución digital que se viene?
Hoy hay universidades europeas que se enfrentan el tema de ver cómo evalúan a los estudiantes porque antes los trabajos de ensayo se consideraban la mejor producción académica, pero hoy hay programas de inteligencia artificial en los que uno pone las preguntas, las características y estos le entregan el trabajo pronto. Entonces creo que nos enfrentamos a desafíos muy importantes. Por lo que, para desarrollar esas competencias hay un enfoque distinto de los contenidos. Esas competencias, si lo quieres traducir, son contenidos conceptuales, contenidos procedimentales, pues la cámara la manejo procedimentalmente, pero también hay una cuestión actitud, del punto de vista de la valoración, de cómo yo utilizo este conocimiento con estas destrezas cuando las pongo en acción, cuáles son los valores que orientan esa acción. Si son los valores del respeto por el otro, de la búsqueda de la igualdad, de buscar la verdad de los hechos. De transmitir lo que es verdadero y de saber distinguir lo verdadero de lo falso. Entonces ahí vas viendo cómo la competencia empieza a actuar. No es un modelo totalmente nuevo. En algunos países lleva muchos años de desarrollo siendo exitoso.
¿Cuáles han sido los principales desafíos que se ha encontrado?
El gran desafío ha sido asumir y prepararse para un cambio educativo yo diría, permanente. Porque lo que más le cuesta a cualquier persona es enfrentar la incertidumbre y todo cambio genera incertidumbre, y la reacción más inmediata es una reacción de rechazo. Pero es una reacción instintiva porque todo lo que nos genera incertidumbre, en cualquier ámbito de la vida, uno lo toma con resquemor. Y acá hay un cambio sustancial. Y el cambio sustancial está en cómo enfrentamos los docentes el proceso de enseñanza.
También quiero hacer una aclaración, no es que ningún docente trabaje competencialmente, muchos lo hacen. Hay otros que no lo hacen. Porque los programas y los diseños curriculares que teníamos no apuntaban a eso. Entonces hay una decisión de política educativa de cambiar el marco conceptual con el cual se piensa el proceso de enseñanza. Porque un proceso de enseñanza puedo entorpecer o favorecer un proceso de aprendizaje. Entonces a los docentes nos significa un gran desafío. Por eso entendemos que más allá de las instancias de formación que se puedan brindar, desarrollar y sostener, también hay una cuestión de actitud personal de cada uno de los docentes de cómo afrontan este cambio y cómo se preparan para hacerlo. Esa actitud, también es necesario potenciarla e incentivarla desde el sistema, para decirlo de alguna manera.
¿Cuál será entonces la siguiente etapa de este proceso de transformación?
Nosotros pensamos que el proceso entra en la Fase 2 que es la fase de la implementación. Puede haber sido muy exitosa la Fase 1 que fue la construcción de los documentos que estructuran la política educativa: el plan estratégico de la ANEP, los marcos curriculares de la enseñanza obligatoria y la formación docente, los planes de estudio y los programas que se han hecho para esos planes de estudio, pero ahora viene la instancia de cómo los implemento en cada centro educativo.
¿Y en ese sentido cómo sería la implementación?
De la implementación podemos decir, en primer lugar, que este plan tiene más horas docenes. Se ha dicho sistemáticamente durante todo el tiempo que los docentes perdían horas, cosa que no es así. Baste ver lo que aprobó el Codicen en diciembre del año 2022. Hay más horas en cualquiera de las carreras. Con lo cual significa que hay un mayor tiempo de trabajo en el espacio aula. Y cuando digo el espacio aula no me refiero al aula como salón de clase porque el aula puede ser un entorno virtual, puede ser sincrónico, puede ser asincrónico puede ser el aula tradicional, o sea el concepto de aula es el de un aula expandida. Entonces eso hace que tengamos más horas y que tengamos una estructuración diferente en torno a los horarios. Además, en el proceso de elección de horas, con todos los docentes que hayan elegido grupos de primer año vamos a tener instancias de formación y de actualización. Y ahí vamos a desarrollar actividades de trabajo formativo con todos los docentes que eligieron primer año y los equipos de gestión de los centros educativos. Porque también, una de las cuestiones que trae la reforma es el concepto de una evaluación integrada y que los estudiantes no tengan tantas instancias de evaluación totalmente compartimentadas por asignaturas. Eso se basa: en estudios de casos, en resoluciones de problemas, en estructuración de proyecto, o sea que son metodologías activas las que se utilizan.
¿Sería una forma de trabajo orientada hacia la praxis entonces?
Exactamente, a la práctica. Uno aprende en la práctica, pero aprende también trabajando con otros, consultando las fuentes, etc., o sea es un trabajo mucho más integral. Más complejo para pensarlo para el docente, sí, porque también nos para desde otro lugar. Implicando que lo que yo voy a tener que ir preparando, va a estar, muchas veces, en consonancia con lo que necesitan los estudiantes para seguir ese proceso de aprendizaje que les permita lograr los objetivos de esa competencia. Porque uno tiene la competencia escrita pero después tienes los diferentes niveles de logros para llegar al alcance final de esa competencia.
En ese sentido esta nueva forma de trabajo parece ser un desafío para los docentes ya que, por un lado, está la transversalidad de los conocimientos para alcanzar la competencia y, por otro lado, se involucran aspectos que forman parte de la ética, de la cultura en un sentido amplio que tiene que ver con valores. ¿Qué se espera de los docentes que están habituados a trabajar desde una única asignatura, lejos de otras disciplinas, y cómo se espera también que incorporen posturas éticas que sean propicias al proceso de aprendizaje?
Los docentes debemos asumir una postura de neutralidad que no implica no tener postura personal, todos tenemos posturas personales. Pero en sí, el docente está en una posición de poder y sería demagógico decir que la relación pedagógica es de igual a igual. Es de igual a igual en el ámbito de que son dos seres humanos que se vinculan, pero desde el otro lugar no es de igual a igual porque por algo el Estado al docente le está pagando un sueldo para cumplir una función y se supone que tiene cierta pericia para cumplir esa función y ayudar a que ese niño, ese joven, logre el desarrollo de esas competencias. ¿Qué va a ser un desafío interesante? Sí, lo va a ser. Porque nos va a obligar a los docentes a pararnos dentro de otro paradigma. Pero, esto no quiere decir que todo lo que sabemos no vale. Vale sí, sin embargo, lo que importa ahora es cómo lo enfocamos a luz de nuevas estrategias. Porque algo del que el nuevo plan pretende desarrollar que es una actitud favorable hacia el cambio permanente. Por otra parte, el docente cumple dos funciones. La función de conservar la cultura, de transmitirla a la sociedad, pero también cumple la función de ser un transformador. Porque en las grandes campañas que se logran en las sociedades se ha han hecho a través del sistema educativo, como la lucha contra la hidatidosis, el mal de Chagas, el tabaquismo, etc. Entonces ahí encuentras la tensión permanente en la cual vive el docente que es una tensión entre la conservación y la transformación.
El nuevo marco educativo propone nuevos enfoques y metodologías de trabajo, pero también pone mucho énfasis en aspectos culturales, éticos, como eso de que “la educación de sentido a la vida”. ¿Cuáles son estos aspectos éticos, morales, culturales que serán determinantes para generar ese vínculo de carácter emocional e intelectual no solo con la educación sino con la vida social?
La educación tiene que permitirle a cada niño a cada joven a cada estudiante de profesorado o magisterio construir su proyecto de vida, porque quien no construye un proyecto de vida se va a sentir un fracasado y se va a transformar en un problema para sociedad. Porque sin proyecto de vida no hay felicidad. Y cuando hablo de proyecto de vida, lo hablo en cualquier dimensión y cualquier espacio. Y hay que aprender, también, que se puede ser feliz con las pequeñas cosas de la vida, porque también acá hay una tensión que atraviesa todos los procesos, que es la tensión entre el espiritualismo y el materialismo que no es una tensión menor. Y en algún momento el espiritualismo en el siglo XIX sobre todo acá en el Uruguay había triunfado. Yo creo que al espiritualismo le debemos la gran construcción educativa del Uruguay del Centenario, y después la fuimos perdiendo y fuimos transformándonos en cada vez mas materialistas y hemos dejado de lado la existencia de lo intangible, de que hay cuestiones que no se resuelven por la materia exclusivamente. Porque en esencia esta mesa antes de que exista, existió previamente en mi mente, la creó mi espíritu. Este debate no es un debate menor y cuesta ponerlo sobre el espacio en el que tenemos que trabajar, y atraviesa también a la reforma educativa.
Víctor Pizzichilo: profesor de Educación Media (Historia). Máster en Formación de Formadores (ORT). Diploma en Formación de Formadores (ORT). Especialización en Diseño y Desarrollo Curricular (UNESCO- UCUDAL). Posgrado en Planificación y Gestión de Centros Educativos (UCUDAL). Especialización de Ciencias de la Educación (ORT). Se desempeñó como consejero y secretario docente efectivo en el CFE y director del CERP del Litoral. Integró Comités Académicos de Posgrado, comisiones y grupos de trabajo designado por DFPD y CFE.
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