Sobre las tablas del escenario las bailarinas parecen intentar volar, y a ojos vista realmente lo logra. La gracia de sus gestos acompaña a la perfección la destreza física de sus compañeros, que también alcanzan el cielo a través de prisiadkas –grandes saltos- y la magia que uno podría decir que conlleva la danza eslava. Sus trajes identifican pueblos y regiones de las lejanas Rusia y Ucrania, y el público se maravilla ante tales espectáculos. No es tan sólo el baile lo que lo genera, sino, tal vez, el sentimiento, tan arraigado, que hay detrás. Aquel que despierta añoranzas y nostalgias de un pasado heredado.
Cada año, la localidad de San Javier, en el departamento de Río Negro, celebra, casi desde sus inicios de fundación, el desembarco de más de 300 familias rusas y ucranianas en las húmedas arenas del río Uruguay. Han pasado 106 años de aquel 27 de julio de 1913, donde un numeroso grupo de inmigrantes, bajo el liderazgo de Vasili Lubkov, dejó una huella tan perenne que sobrevive a nuestros días, al punto tal de reunir no sólo a los descendientes de aquellas personas, sino también a turistas que concurren al pueblo para celebrar la cultura rusa.
La fundación oficial de la colonia rusa más grande de Sudamérica ocurrió en nuestro país en tiempos donde el campo pedía un aggiornamiento, y fue por orden del entonces presidente José Batlle y Ordóñez que los colonos arribaron a Uruguay luego de varias tratativas, con la finalidad de introducir nuevas técnicas agrícolas y formas de producción. Fue así que las praderas uruguayas se vieron colmadas de grandes flores amarillas que florecían, cada año, pintando el paisaje del litoral.
El girasol, semilla traída a Uruguay por este grupo de colonos, marcó una importante época de comercialización en la zona. Con él se produjo la instalación de la primera fábrica de aceite de girasol en nuestro país. Edificios emblemáticos como el galpón de almacenamiento de semillas, construido con piedras que quienes no podían trabajar en el campo –normalmente personas mayores., picaban, son hoy atractivos turísticos y testigos de una historia con patrimonio cultural.
A esta lista debe sumarse la cooperativa fundada por los inmigrantes, que servía de intercambio comercial para los productores, el cine Pobieda y la Sabraña, lugar de culto donde los inmigrantes cantaban los stijis, versos escritos por Lubkov y sus allegados religiosos, a través de los cuáles se alababa a Dios, y que actualmente dos veces por año abre sus puertas al público para interpretarlos. La Casa Blanca, antiguo casco de estancia donde vivió el líder antes de su retorno a Rusia en el año 1926, también forma parte de la lista de edificios emblemáticos.
Y si bien estas construcciones cada último domingo de julio son visitadas por muchos de los que llegan a la zona, parecen ser la señal de un pueblo que busca mantener su esencia rusa. De esta forma, hoy los hijos, nietos, bisnietos y otros tantos que no son descendiente, recuerdan la forma de demostrar la alegría que ellos tuvieron por medio de las danzas, músicas, cantos y gastronomía.
Fiesta con encanto
El pasado domingo 28 de julio no fue la excepción, centenares de personas se acercaron para participar de las actividades que hubo en la localidad. Por un lado, el Municipio organizó un gran escenario sobre el cual bailó el conjunto de danzas Beriozka y la orquesta de balalaikas Rietchinka, perteneciente al Centro Cultural Máximo Gorki de Montevideo, la Orquesta Municipal de Río Negro, el grupo Colpa Alta y una banda tropical. La grilla deja entrever la unión de la cultura eslava con la criolla que ocurrió en el pueblo.
A su lado se instalaron diversos artesanos de la zona que ofrecían gastronomía típica, sobre la cual se destacaba el shashklik –especie de brochette de cordero-, pirozhki –empanadas rusas- y la tarta dulce piroj. Bebidas como el kvas –licor de miel- también formaban parte del menú sobre el cual la gente se volcaba.
En tanto, el Centro Cultural Máximo Gorki de San Javier, ofreció el tradicional almuerzo y espectáculo artístico, como es costumbre desde su inicio. Dentro de la grilla destacó la participación del conjunto de danzas Kalinka perteneciente a la institución. Su presidenta, Nely Subotin, señaló durante su oratoria la construcción del edificio en el año 1959 por parte de los jóvenes de la época como honor a los inmigrantes que trataron de mantener las tradiciones. “Nos sentimos orgullosos de poder seguir mostrando la cultura que legaron nuestros abuelos inmigrantes”, dijo. Y agregó que ello no sería posible de no contar con el apoyo y la participación de la Embajada de la Federación de Rusia en Uruguay, el Ministerio de Educación y Cultura –que declaró de Interés Cultural la fiesta de San Javier- la Intendencia de Río Negro y el Municipio, así como también los socios colaboradores.
Como es tradicional, a la ocasión asistieron también diplomáticos de la Embajada de la Federación de Rusia en Uruguay. Sergey Malinochka, Tercer Secretario, y Vasilisa Fofanova, Agregada, comentaron a La Mañana la importancia en los lazos entre los compatriotas rusos que continúan hablando el idioma o manifestando las tradiciones. A la vez, dijeron que es esa una de las direcciones de la política exterior de Rusia a través del cuerpo diplomático y las distintas organizaciones, como Rossotrudnichestvo -la Agencia Federal para los Asuntos de Colaboración con la Comunidad de Estados Independientes, Compatriotas en el Extranjero y Cooperación Humanitaria Internacional- y el fondo Ruski Myr.
“Rusia siempre brinda apoyo a los compatriotas y las personas que se identifican con Rusia. Para nosotros y para nuestro país es muy importante y muy valioso mantener estos lazos y apoyar todas las iniciativas que surgen y que mantienen y promueven la cultura y el idioma ruso”, indicó Fofanova.
Pero el trabajo diplomático no se realiza sólo en San Javier, donde la presencia rusa está mayormente marcada, sino también en otras ciudades donde hay organizaciones de compatriotas rusos, como en Montevideo, Paysandú, Salto, Fray Bentos y Tacuarembó. Estos están agrupados a través de una organización denominada Consejo Coordinador de Compatriotas Rusos en Uruguay (Ccocru).
Liliana Svedov, presidenta de la asociación, explicó en diálogo con La Mañana, que el objetivo principal del Consejo es difundir la cultura y el idioma ruso. Respecto a este último punto, dijo que se traba en tratar de llevar a los alumnos a un nivel de examen internacional. Hizo referencia, además, a iniciativas que se organizan a nivel mundial para popularizar la cultura rusa, como lo es, por ejemplo, el Día de la Bandera, que invita a jóvenes a tomarse fotos formando el pabellón del país eslavo. Svedov, quien nació en Rusia pero vive en Uruguay hace más de una década, dijo que participar de estos eventos la hacen sentir “como en casa”. “Mi nostalgia es tan grande que me motiva a seguir trabajando el amor que siento por mis raíces. Esperamos tener más unión en un futuro”, confesó.
Pájaros pintados
La localidad de San Javier forma parte del corredor turístico Pájaros Pintados, una iniciativa de Ministerio de Turismo que busca promover los encantos de los pueblos ubicados en el margen del río Uruguay.
Andrea Schunk, Directora de Turismo de Río Negro, dijo a La Mañana que el aniversario de San Javier es una fiesta “muy importante” para la región del litoral por ser una celebración que recuerda las costumbres y tradiciones del pueblo ruso. Indicó el grupo de trabajo formado con vecinos de la zona para fomentar el turismo y aseguró que cada año crece, en forma permanente, la presencia de turistas en la zona. “Nos alegra mucho ver que los sanjavierinos han logrado mantener esa tradición y tener empuje y creatividad para poder ofrecer más servicios y dinamizar la economía local”, remarcó.
A la vez, el Intendente de Río Negro, Oscar Terzaghi, elogió la forma en la que los pobladores “han mantenido la tradición de sus ancestros junto con un esfuerzo mancomunado de la sociedad que participa en toda la fiesta”.