Es periodista de policiales hace más de dos décadas, en estos años notó diversos cambios a la hora de realizar sus crónicas: cambió el acceso a la información, el tipo de delito y delincuentes, la cobertura que hace el periodista, y la sensibilidad de los receptores, quienes ya no se identifican con las víctimas.
Santiago Bernaola era policía de Radiopatrulla y en año 1996 estuvo en un asalto al Banco Santander por parte de la “superbanda”. Quien cubrió la noticia fue César Casavieja, uno de los periodistas policiales de Canal 4, junto con George Almendras. Él le indicó a la Policía dónde estaban los ladrones, realizaron una persecución y se dio un procedimiento exitoso. Mientras hacía su labor policial, Bernaola, en paralelo, siguió de cerca la tarea del cronista de Canal 4.
Quedó admirado con el trabajo de Casavieja, al punto que, arengado por el propio periodista, estudió periodismo. Se recibió y mientras trabajaba en un cambio conoció a una persona de la empresa de cable Señal 1. Le comentó que había estudiado y que quería trabajar en la prensa. “Me llamaron al otro día, fui a una entrevista laboral y comencé a trabajar”, recuerda Bernaola en diálogo con La Mañana.
En la época inicial del policía como periodista de policiales, la banda de los Tumanes –ubicada detrás de lo que hoy es el Mercado Agrícola– estaba en auge a través de rapiñas, arrebatos y copamientos. En un asalto se generó un tiroteo con la Policía y un integrante de la banda cayó herido. Bernaola tuvo la crónica policial y ahí comenzó su carrera.
Pasó por VTV Noticias, luego estuvo preso por lesiones debido a que tuvo un exceso con un delincuente siendo Policía. Posteriormente retomó VTV cuando se dio el caso de la fuga de Gilberto Vázquez y tuvo la primicia de su captura. Ese reconocimiento lo llevó a trabajar para Carve, Montecarlo, Canal 10, y luego Canal 4.
En este tiempo, en el noticiero estaba Almendras, Roberto Hernández, Leonardo Pedrouza y él, por lo que noventa por ciento eran noticias policiales. Posteriormente mataron a un policía en el Correo de Pocitos, que era amigo de Bernaola. “Fue un hecho que me pegó fuerte e hice comentarios no objetivos al aire y se terminó mi vínculo con Canal 4. Después de eso tuve la página de noticias policiales Pica TV y ahora informo a través de Facebook”, comentó.
Los delitos de hoy y de ayer
El entrevistado aseguró que hace un par de décadas un accidente trágico, tiroteo, rapiñas o asaltos eran la apertura del noticiero. Y que entre las noticias más graves se ubicaba una rapiña en una sucursal financiera, por ejemplo. “Se hablaba durante semanas de ese delito. Se seguía con el tema, se hacía el desarrollo de la información”, explicó. Además, si ocurría algún accidente grave se realizaba el seguimiento de la evolución de las personas y se cubría el noticiero por dos o tres días con eso.
“Los delitos han mutado. Se puede decir que, si bien hay rapiñas y copamientos, abusos, violencia de género, los delitos involucran a cierta porción de la población, a una subcultura que cometen delitos entre ellos, y eso ha causado un desarrollo tan negativo de la información policial, que lo que antes eran noticias han quedado eclipsadas por completo, no tienen notoriedad”, puntualizó Bernaola.
El periodista indicó que la información va más rápido, y que la violencia también ha mutado. “Si bien, tristemente, puede haber daños colaterales, los graves delitos siempre involucran a cierta porción de la población directamente. Eso hace que el resto de la población se ‘despegue’ de las noticias, porque no se sienten identificados ni cercanos a esos asuntos”, relató el entrevistado.
Otro cambio, sostuvo, es la manera de informar los hechos y cómo las personas se involucran con la noticia. “Me sucede que cuando informo sobre un delito, los comentarios de la gente tienen una temperatura distinta, comentan cosas como ‘uno menos’, es decir que se informan, pero no se involucran porque no siente pena con lo que acontece, no lo sufren como pasaba antes. Esto tiene que ver con la vinculación con el narcotráfico y los crímenes cinematográficos que hay de por medio”, explicó el periodista.
Señaló que los delitos por narcotráfico no afectan a toda la población, sino a cierta porción y que, además, los hechos se desarrollan, fundamentalmente, en determinadas zonas, en ciertos barrios. “A no ser excepciones, los crímenes suelen darse donde hay bandas de narcos, por ejemplo, y por eso el uruguayo ha perdido la sensibilidad”, reafirmó.
La extranjerización de la delincuencia
Bernaola expuso que el tema de los ajustes de cuentas viene desde hace once años en el país y cada vez implica hechos más graves. Indicó que hace unos cinco años los uruguayos comenzaron a ver en los celulares videos de otros países en donde pasan cosas terribles con los cuerpos, “y ahora está pasando en Uruguay también. Eso hace que los consumidores de la información perdamos sensibilidad”, dijo.
Agregó que hoy las bandas tienen a extranjeros operando en Uruguay, y que la droga ya no queda en el país temporalmente en un depósito para luego ser llevada al exterior, “ahora se opera acá directamente, se procesa y se distribuye a través de organizaciones muy bien estructuradas que están desplegadas en el territorio”, informó.
Antes, las bandas como “superbanda”, “polibanda”, o delincuentes como el Cotorra loca, incluso delincuentes pesados de los años ochenta, cuando quería adquirir armas, copaban la casa de un coleccionista, de un militar o una armería. “Pero hoy hay un tráfico tan importante de armamento que la Policía ha incautado contenedores con rifles de guerra, pero es un contenedor de diez o quince que pasan en el año”, argumentó el entrevistado.
“Las bandas están mucho mejor armadas, y dudo que la Policía tenga las herramientas para participar de un enfrentamiento con estas características de armamento y frente a delincuentes que no les importa matar”, se cuestionó Bernaola.
Informar sin nombras para protegerse
El periodista fue consultado acerca de los peligros que implica hacer seguimiento de un hecho delictivo que implique bandas narco, y apuntó a dos cosas que suceden: una es que en el primer gobierno del Frente Amplio se cambió la operativa de comunicación de la Policía con los medios de prensa. Anteriormente se contaba con la oficina de prensa de Jefatura y la del Ministerio del Interior, entonces, cuando el periodista no podía obtener información, llamaba y consultaba directo con la Policía, “pero ahora se cuidan mucho y a veces decir cosas puede implicar que se pongan en riesgo”, sumó.
Comentó que hace algunas décadas atrás los periodistas policiales podían contar con un handy y escuchar lo que hablaba la Policía durante la llegada a una escena de delito e, incluso, el periodista podía llegar antes que la Policía. “Pero luego el Ministerio de Interior se puso más hermético en cuanto a brindar información”, dijo el entrevistado.
Por otra parte, dijo que es cierto que el riesgo de hoy antes no existía, porque no se daban este tipo de homicidios mafiosos, “entonces eran pequeños ajustes de cuenta, o se mataba una vez o dos al año a alguien vinculado al narcotráfico. En esos casos las familias salían a la prensa y decían que el asesinado tuvo una mala pasada, que tomó una decisión desacertada, daban entrevistas, contaban su vida. Pero hoy, los familiares de las personas que mueren en ajustes de cuentas no salen a hablar ni reclamar porque el riesgo para ellos cambió”, detalló Bernaola.
A modo de ejemplo, comentó que cuando se comenzaron a encontrar personas muertas en la zona de Peñarol por ajustes de cuentas entre bandas, recibió amenazas de una de las familias. Incluso, lo llamó una abuela, y le dijo que uno de los asesinados era su nieto, pero que no querían denunciar ni hablar porque si no los mataban a ellos.
“A veces sucede que se matan entre familias que no se han vinculado con organizaciones narco más grandes, entonces están ‘desprotegidas’. Siempre hay riesgos para quienes no tienen nada que ver y pueden ligar un disparo de costado, pero mirado con distancia, es algo entre los delincuentes que no le pasa a la gente común”, agregó.
Bernaola informa sobre asesinatos sin brindar datos de edad ni nombre de la persona, “y creo que igual estoy informando, pero no involucro a las familias para no meterme en una interna riesgosa. Ningún periodista hoy puede hacer investigación policial y desarrollar los hechos con nombre y apellido. No es un tema de coraje, es un tema que no suma y pone en riesgo al periodista”.
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