SARU es una asociación civil que trabaja con voluntarias de todo el país desde hace más de sesenta años apoyando a jóvenes del interior y especialmente del medio rural en su desarrollo, educación e inserción laboral.
Lucía Fernández Methol es docente de artes plásticas y vive en Tacuarembó. Además, es voluntaria de SARU desde hace varios años. En conversación con La Mañana, contó que sus primeras actividades fueron para “ayudar a chicas para que empezaran a estudiar”. “No podían irse a Montevideo, entonces le conseguimos el hogar y teníamos becados allí”, relató. “Y con eso seguimos hasta el día de hoy. Apoyamos la formación de muchas maestras y también varios que optaron por profesorados”.
“SARU además de pagarles el hogar los ayudaba con los materiales y dinero para fotocopias, y eso les facilitaba el estudio. Luego comenzamos a vincularnos con Sofía y María Pía, dos hermanas que conocía de Tacuarembó, que tenían la iniciativa de ir a estudiar a Montevideo. Al principio SARU solo otorgaba becas para estudiar en los centros próximos a las familias, pero insistí para que Sofía pudiera ir a Montevideo, y recibió el apoyo”, contó.
Sofía era muy buena estudiante, recordó Lucía, y agregó: “Había hecho la primaria en el colegio donde yo estaba trabajando. Su mamá falleció cuando estaba en cuarto de liceo, y todas en SARU asumimos ayudar a que las hermanas salieran adelante. Entonces procuramos conseguir la beca en el hogar estudiantil de Montevideo. Ella ahora está terminando la carrera y continuamos apoyándola”.
SARU tiene voluntarias en varios departamentos del país y apoya distintas instituciones, entre ellas el hogar en Carlos Reyles, el colegio de hermanas de Villa del Carmen, o la Fazenda de la Esperanza, y luego voluntarias como Lucía que coordinan las ayudas individuales.
Como ya es tradicional, en el mes de setiembre SARU instalará su parrilla en el Prado. Al respecto Fernández dijo que este año “viene bárbaro, ya se ha conseguido toda la parte de carnes, se consigue todo lo que se puede por medio de donaciones, y con lo recaudado se tiene el sostén más importante para el año lectivo. El año pasado, a pesar de la pandemia, tuvimos un buen año en la parrilla, aunque con menor cantidad de cubiertos. Tuvimos todas las inspecciones en orden, y dentro de lo previsto trabajamos muy bien. Nuestra actividad no se detuvo, e inclusive a raíz de esta situación tuvimos actividades extraordinarias como las canastas y algún otro tipo de ayuda”, concluyó.
Del interior profundo a la capital persiguiendo un sueño
Sofía Camacho es de Tacuarembó, tiene 24 años, y se encuentra cursando el sexto año de Abogacía en la Universidad de la República. En diálogo con La Mañana, relató su historia desde que era niña hasta descubrir su vocación en el derecho y como voluntarias de SARU la ayudaron a cumplir su sueño.
Sofía tiene dos hermanas, junto a las que se crio en un barrio alejado del centro en la ciudad de Tacuarembó. La abuela paterna había donado el terreno de al lado de su casa para que hicieran un liceo y eso hizo que se comenzara a poblar la zona. Fue en ese liceo donde Sofía hizo ciclo básico.
Desde los ocho años comenzó a aflorar su vocación por ser abogada cuando descubrió en el colegio que le gustaban los debates. “Hice humanístico y sexto de derecho”, contó, “hasta que en ese curso un compañero nos anotó a una competencia que se llamaba abogado por un día, fuimos a Montevideo y para nuestra sorpresa ganamos. Estaba a pocos meses de irme a estudiar y ya no cabían dudas de que sería Derecho”.
“Pedí la beca del Hogar de Tacuarembó, y afortunadamente quedé. Si no me daban el hogar no tenía otra forma de venirme, estaba muy contenta. Empecé las clases en 2016, con muchas dificultades, pero siempre mirando hacia adelante”, expresó Sofía.
“Tuve el apoyo de Bienestar Universitario que me ayudó no solo económicamente, sino que me dieron acompañamiento psicológico varios años. Eso me ayudó a seguir estudiando”, recordó sobre esos años de estudio. “Hacer el duelo de la pérdida de mi mamá empezando a vivir en otra ciudad era demasiado, y ellos me ayudaron mucho. Yo además de la facultad y la economía tenía temas personales, mis hermanas viviendo en Tacuarembó, y me preocupaban mucho, hacer terapia me ayudó muchísimo”.
Finalmente, Sofía se recibió de procuradora, título intermedio de la carrera de Derecho, en 2019. “Había mandado un par de currículum y después vino la pandemia y me fui a Tacuarembó. Un día luego de varios meses de estar allá me llamaron de un estudio, yo ya me había olvidado, pero me citaron a una entrevista y salí de inmediato. Fue mi primera entrevista de trabajo y quedé. Es un lugar muy lindo y tengo muy buenos compañeros, me encanta ser procuradora y estoy aprendiendo muchísimo”.
A raíz de un trabajo de extensión ofrecido por Facultad, Sofía tenía experiencia como procuradora en un consultorio voluntario en el Cerro de Montevideo, atendiendo a personas de bajos recursos. “Esa experiencia me encantó, y me dio herramientas para el trabajo que hago hoy”, puntualizó.
Una ayuda para seguir adelante
Cerca de terminar secundaria, el camino de Sofía y sus hermanas se cruzó con el Servicio de Ayuda Rural del Uruguay (SARU). “Conocí a SARU a través de Lucía Fernández en el año 2015”, contó la estudiante. “Nosotros hace poquito habíamos perdido a mi madre, entonces Lucía nos acercó a SARU para brindarnos una ayuda, porque ella conocía nuestra situación. Nos ayudaron brindándonos materiales de estudio. Después en el año 2016 me fui a estudiar a Montevideo, y me dieron la beca en el Hogar de Tacuarembó, donde viví todos estos seis años”.
“SARU me ayudaba económicamente a mí en principio, luego a los dos años se vino mi hermana María Pía y también la ayudaron a ella. Además, nosotros contamos con la beca de Bienestar. Entonces, entre esas ayudas fue posible llevar un poco mejor la carrera. En varias oportunidades participamos ayudando en la parrilla de SARU en el Prado. Después mi hermana se volvió a Tacuarembó a estudiar otra carrera en el Polo Tecnológico y yo estoy cursando mi último año de abogacía”.
“Estoy muy agradecida por el apoyo que nos ha brindado SARU, y que siempre nos han estado incentivando a continuar con nuestros estudios y salir adelante”, relató Sofía, que el año pasado se recibió de procuradora y hoy se encuentra trabajando en un estudio jurídico en Montevideo.
Cerca al fin de las carreras universitarias, la disyuntiva de volver al interior la afrontan la mayoría de los estudiantes, pero depende en gran medida del campo laboral disponible. “Yo quiero ser juez, pero por ahora no lo voy a hacer porque lo puedo hacer un poco más grande. Hoy han cambiado además mis prioridades y creo que voy a volver a Tacuarembó, pero soy consciente de las oportunidades de trabajo que hay en Montevideo, incluso en el estudio donde estoy actualmente”, concluyó Sofía.
La Parrilla y Kiosco SARU durante la Expo Prado estarán abiertos al público del 10 al 19 de Setiembre. Para sumarse como voluntarios o para solicitar reservas y take away contactarse al 099 139 688.
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