El próximo martes 5 de setiembre se inaugura oficialmente el centro juvenil del INAU “Construyendo valores” de Santa Clara del Olimar. Se trata de un proyecto dirigido por personas de la localidad que apuestan a mejorar la integración y calidad de vida a través de nuevos hábitos de los jóvenes de 12 a 17 años.
En octubre de 2022 se abrió un llamado en Santa Clara del Olimar, Treinta y Tres, para que se presentaran propuestas de cara a la instalación a un centro juvenil del INAU. Dos equipos presentaron sus proyectos y en diciembre del año pasado confirmaron que uno fue el elegido: el proyecto de Jessica Blanco y su equipo conformado por dos amigos.
Blanco trabaja en red desde 2013, cuando surgió este proyecto necesitaba a personas que colaboraran con el armado de la propuesta, entonces se juntó con una educadora amiga y un amigo que falleció hace cuatro meses. Tenían las bases del llamado y conocían el territorio, solo debían plasmar la idea. “Nos presentamos con la propuesta escrita por nosotros y no pensamos que seríamos elegidos nosotros”, comentó en diálogo con La Mañana.
Hoy, unos nueve meses después, el proyecto se transformó en el centro juvenil “Construyendo valores” que atiende a chicos entre 12 y 17 años, de lunes a viernes de 16:00 a 20:00 horas. Allí se brindan diferentes talleres como de emprendedurismo, cocina, huerta orgánica, entre otros; asisten adolescentes que están insertos en el sistema educativo formal y otros que no. “Intentamos darles el apoyo y la contención para que puedan retomar la educación”, comentó la entrevistada.
El centro dio la bienvenida a los chicos el 10 de agosto, pero la inauguración formal será martes 5 de setiembre. El cupo es para 50 asistentes, pero cuentan con 59 ya que los organizadores sienten que no le pueden “cerrar la puerta a chicos que demuestran interés”. “No solo se da un abordaje al participante sino a las familias, ya que contamos con un equipo multidisciplinario”, aclaró Blanco, quien posee un rol administrativo en el centro.
“Construyendo valores” cuenta con espacios de reflexión de convivencia, juegos lúdicos y ajedrez para la convivencia, guiados por el adscripto de la localidad en pos de trabajar con los adolescentes para que ellos vuelquen sus destrezas en algo que les resulte productivo, según explicó la entrevistada.
“A los chicos la propuesta les tiene que llegar y hoy a los adolescentes es complejo llegarles, entonces tenemos muchos que se inclinan primero al deporte –al frente del centro tenemos el gimnasio en donde hacen fútbol, vóley y hándbol–, que es un gran llamador, y los talleres varían dependiendo de la demanda de ellos. Ahora que los captamos no queremos perder a ninguno y si eso implica variar las propuestas para que se involucren más, lo haremos”, detalló Blanco.
Actualmente son 10 funcionarios lo que trabajan en el centro, que además es el único de este tipo en Santa Clara del Olimar, porque en las localidades vecinas sí hay centros CAIF y se planea tener un club de niños hasta los 12 años, pero no de adolescentes. “Para nosotros es un logro enorme porque ninguno de los espacios que existían hasta ahora atendían a esta franja etaria”, indicó.
Motivación social
Una de las grandes preocupaciones que motivó al grupo a presentar el programa para el centro fue que, en una comunidad de 2900 habitantes, comenzaron a verse muchos chicos pasando las tardes y noches en las plazas, a veces tomando alcohol y a veces tomando mate, pero desde los 12 o 13 años.
“Ellos mismos reconocen lo bueno de contar con un espacio, porque una de las participantes decía ‘cómo vamos a estar en la calle con este frío, vamos a estar calentitos en el centro’. Nosotros tratamos de generarles hábitos porque ellos colaboran mucho, por ejemplo, parte de la merienda es hecha por ellos”, comentó la entrevistada.
Blanco dijo que los funcionarios del lugar no se presentan como amigos de los adolescentes sino como sus referentes mayores. “En nosotros van a encontrar apoyo, no se los va a juzgar, se los va a orientar, pero no somos sus pares, porque consideramos que desde el principio hay que poner límites”, agregó. La entrevistada aseguró que se promueve que el equipo sea objetivo, sin impulsar ninguna ideología.
“Entendemos que para muchos jóvenes esto es una escapatoria del hogar, y nosotros, a pesar de ser una pequeña comunidad, ignorábamos algunos de los casos tan complejos que existen. Estamos muy contentos de que sea una realidad el centro y considero que hemos empezado bastante bien”, dijo.
Blanco trabaja en la salud y trabajó en las escuelas durante dos años, en ese sentido, comentó que a veces se generan preconceptos de los adolescentes, pero eso cambia totalmente dentro del centro. “Hemos tenido derivaciones en las que se nos indica que los chicos son conflictivos, pero delegándoles responsabilidades ellos refuerzan el sentido de pertenencia y eso es fantástico, porque sin ellos no podemos funcionar”, explicó.
Del espacio participan chicos con TEA, con síndrome de Down y un adolescente que sufrió un accidente y quedó con grandes secuelas, quienes van a socializar e integrarse.
Equipo y financiación
Es un equipo que trabaja en el centro es multidisciplinario, cuentan con psicóloga, trabajadora social, coordinador, docentes y tallerista, y esto es parte de las exigencias que tiene el INAU. Blanco fue quien realizó el proyecto y solicitó a una Organización de la Sociedad Civil (OSC) que la presentara. “Como la OSC no se encuentran en Santa Clara del Olimar, soy la representante de ellos en el centro, entonces cumplo un rol administrativo y representativo”, explicó la entrevistada.
En cuanto al financiamiento, INAU brinda una partida variable, que, en este caso, si no se cumplen con los estándares –a diferencia de CAIF y club de niños que tiene una partida segura– varía. “En los centros juveniles si no cumplís con determinada población y en ella no se denota cierta vulnerabilidad, se reduce la partida. INAU la da de acuerdo a lo que se suba al programa y lo evalúan”.
El centro “Construyendo valores” no cuenta con convenios aún, de la partida se pagan los sueldos, se cubren las necesidades del centro y se da la alimentación. “Por al momento no contamos con otro tipo de apoyo, pero lo que sí sabemos es que podemos recibir donaciones y hasta ahora la OSC ha cubierto todas las necesidades”, informó Blanco.
Por otra parte, se generan vínculos con otras instituciones para obtener talleristas. Por ejemplo, pronto se brindará un taller de uso de redes sociales, y quien lo brindará lo hará de forma voluntaria. A su vez, si un vecino quiere enseñar algo, están abiertos a que lo haga, “simplemente hay que coordinarlo por un tema de cronograma, pero cuando sea el momento se la llama para que comience”, dijo Blanco.
“En un futuro queremos incorporar una huerta orgánica, pero vamos a ir de a poco, porque no todo lo paga el INAU, ni hay mucho dinero de por medio, todo lo tenemos que hacer en red y organizadamente. Mi interés es que esto salga bien, que los chiquilines estén bien. Estamos unidos y queremos salir adelante”, agregó la entrevistada.
Valió la pena
Blanco sostuvo que antes de presentarse al proyecto oficialmente pasaron por diversos problemas que los hizo dudar sobre si seguir o no, sin embargo, la fuerza y entusiasmo pudo más.
“Cuando estábamos en medio del proceso de elaboración de la propuesta mi bebé tenía pocos meses, mi amigo ya estaba enfermo, y yo me cuestionaba si valdría la pena seguir. Además, que el otro equipo que se presentó eran técnicos, con conocimientos y herramientas para elaborar la propuesta. Pero mi amigo me dijo que debíamos seguir adelante, porque cuando nos reunimos para unificar y elaborarlo con el otro equipo, descubrimos que ellos tenían mucho interés en fomentar ciertos valores y derechos, pero no de las responsabilidades, tirábamos para lados diferentes”, relató.
Agregó: “Sin duda no tenemos las exigencias que tiene el liceo, pero lo que hemos podido observar es que está siendo positivo lo que hacemos y esto modificó la vida a varios de los adolescentes que asisten”.
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