El 26 de noviembre de 2012 ocurrió un hecho que cambiaría para siempre la vida de Nicolás Avots Sugimoto: después de intentar pasar a un micro en una ruta ocasionó un choque en el que murieron cuatro personas. Fue condenado a 10 años de prisión y ahora se encuentra en libertad condicional. Desde Buenos Aires, contó a La Mañana cómo lo transformó este fatal suceso.
El siniestro de tránsito tuvo lugar en la ruta 3, cerca del partido de Tres Arroyos, en la provincia de Buenos Aires. Entre los cuatro fallecidos se encontraba una mujer embarazada de cinco meses, por lo cual fueron consideradas cinco las víctimas fatales.
Luego vinieron varios años de “tortura mental”, tal como describió Avots. Consultado sobre cómo se hace para cargar con la culpa de algo que no fue intencional, pero sí provocado, en definitiva, por una acción propia, explicó que enseguida comenzó terapia psicológica y en ese momento, con solo 18 años y todavía cierta inmadurez, lloraba muy frecuentemente por la situación.
Con el correr de los años y la realización de terapias, meditaciones, retiros espirituales, lecturas, fue cambiando su manera de verlo y empezó a trabajar en la aceptación, para finalmente comprender que era algo que nunca hubiese querido que ocurriera, ni él ni ninguno de los que participaron del siniestro. “Lo viví en primera persona y sé que di lo que pude para que no sucediera, pisé el freno con toda mi fuerza para volver atrás del micro y me tiré a la banquina. No sé si decir la palabra culpa, sí me considero responsable”, reconoció.
Seis años después del hecho, en 2018, la Justicia lo encontró responsable por la maniobra que desencadenó el choque, por lo que fue condenado a 10 años de prisión por homicidio con dolo eventual. Hasta entonces, los siniestros de tránsito eran considerados homicidios culposos, pero por la cantidad de fallecidos se entendió que debía tener una pena más fuerte y se optó por la mencionada carátula, sentando así un precedente. Ese mismo año fue recluido en una unidad penitenciaria de Saavedra, al suroeste de la Provincia de Buenos Aires.
Al final del juicio le dieron el derecho a la última palabra. Ante su sorpresa por no saber qué debía hacer, su abogado le comentó que podía decir unas palabras, pero que no era necesario. Preguntó si se podía poner de pie y si les podía dar la espalda a los jueces, porque quería hablar con las familias de los fallecidos, lo que hasta entonces tenía prohibido –y también al día de hoy–. “Los miré a los ojos y les hablé de corazón, les dije realmente lo que sentía, que nunca hubiese deseado que eso pasara, que, si me hubiesen dejado elegir, me habría ido yo y no personas que no conocía. Cuando terminé de hablar se hizo un silencio y toda la sala rompió en llanto, fue un momento muy conmovedor”, rememoró.
Desde un principio tomó conciencia de que no quería que su pasaje por la cárcel implicara atravesar “años perdidos” por estar privado de libertad, y fue así como decidió estudiar, con el agregado de que de esa forma le descontarían tiempo de condena. “Había chicos que estaban bajoneados, tristes, y se pasaban tirados en la cama mirando Netflix o jugando a los jueguitos. Y se les pasaba la vida, porque realmente son años de vida”, puntualizó.
Así, se dedicó a entrenar, a leer y a estudiar abogacía, que al momento era la única licenciatura disponible en el penal donde se encontraba. Sabía que ese era el camino para obtener la libertad en menos tiempo, y recién en el tercer año de la carrera encontró en el derecho una verdadera pasión. Fue el primero de esa unidad penitenciaria en recibirse y, por ese logro, le descontaron 15 meses de prisión. De lo contrario, recién hubiera podido salir a mediados del año que viene.
Los aprendizajes del paso por la cárcel
¿Cómo es la vida en la cárcel? ¿Es como nos muestran en las películas o en las series? ¿Qué hay de mito y qué hay de realidad? Cualquiera que nunca haya pasado por un penal podría hacerse esas preguntas. Para Avots, después de haber estado más de seis años recluido, si uno quiere buscar ese mundo que se puede ver a través de un televisor, lo puede encontrar. “Cada penal es particular y tiene muchos pabellones que son todos diferentes, con reglas distintas. Si uno va en busca de ese lugar donde no importa la vida, donde hay situaciones de hostilidad constantes, lo va a encontrar. Pero, a la vez, si uno busca manejarse con respeto, evitar los problemas, cuesta más, pero se puede”, aseguró. En la misma línea, sostuvo que, si bien el entorno influye, uno debe tener la madurez de saber discernir, poner límites y buscar el camino más afín a sus propósitos.
El paso por la cárcel le dejó muchos aprendizajes. El más importante fue que empezó a valorar las cosas más simples, como una comida en familia, compartir unos mates, una charla, un abrazo, “todo eso que muchas veces, por la vorágine del día a día, por la rutina, uno termina pasando por alto”, señaló Avots. Hoy, después de haber tocado fondo, logra ver las pequeñas cosas como un regalo de la vida.
Los cuestionamientos a su sentencia
La condena que le dieron a Nicolás es la misma que le podrían dar a alguien que toma un arma y mata a cuatro personas. Le pusieron una carátula de homicidio simple, que va de ocho a 25 años de prisión y se usa cuando alguien tiene la intención y la voluntad de cometer ese delito. En este caso, él no tuvo ni la intención ni la voluntad de que eso pasara, pero se la aplicaron a través de la figura de dolo eventual. Justamente, en la tesis que hizo para recibirse de abogado, intentó comprobar que esa sentencia no era la adecuada. Su trabajo final se tituló La incompatibilidad del dolo eventual con el ordenamiento jurídico argentino.
Avots detalló que, en realidad, el dolo eventual se inventó en Alemania y luego se aplicó en el suyo y en pocos casos más en Argentina, pese a que no pertenece al ordenamiento jurídico del vecino país. En el Código Penal sí existe la culpa (cuando el imputado no buscó provocar un daño) y el dolo (cuando obró de mala fe). En tanto, el dolo eventual se da cuando alguien es consciente de los daños que determinada acción puede tener y, aun así, sigue realizando esa conducta. “¿Cómo un juez comprueba eso? No podés meterte dentro de la cabeza de alguien y confirmar que haya sido así, a menos que esa persona lo diga. Entonces, más allá de que cuestiono su existencia, al menos debería tener su propia escala penal para aplicarse. ¿Cómo puede ser que tenga la misma escala que el dolo normal, si la persona no tuvo la intención y la voluntad de que sucediera? La idea con la tesis fue cuestionar la aplicación del dolo eventual en Argentina”, argumentó el entrevistado.
Un dato particular fue que el tutor de su trabajo final fue el juez que lo condenó. Sobre esto, afirmó que el profesor fue “muy profesional” porque corrigió su investigación y la terminó elogiando, de manera objetiva, dejando de lado su punto de vista contrario.
Los objetivos del presente y el futuro
En abril de 2028 culminará la condena y, hasta entonces, tiene prohibido contactar a las familias de los fallecidos y salir del país. También debe presentarse frecuentemente en el Patronato de Liberados, hacer terapia psicológica y no cometer nuevos delitos.
Actualmente está enfocado en generar su marca personal a través de una cuenta de Instagram, @nicosukifit, y próximamente de YouTube, para poder influenciar de forma positiva en los demás, tanto con su ejemplo de superación, como compartiendo los conocimientos que fue adquiriendo a lo largo de su vida, sobre todo, vinculados a la alimentación y el fitness.
Como reflexión final, Avots comentó: “Más allá de la situación por la que uno esté pasando o el problema que tenga, si uno se enfoca en hacer el bien, en dar lo mejor de sí, va a poder salir adelante; debe confiar en el proceso y tarde o temprano va a llegar a buen puerto. Eso es lo que trato de transmitir y de hacer con mi propio ejemplo”.
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