Proviene de una familia de confiteros y fue su abuelo paterno quien empezó a desarrollarse en ese rubro. ¿En qué momento usted se involucró en el negocio familiar?
Es así como tú bien decís. Mi padre compró Confitería Lion d’Or en 1950, se casó y tuvieron una luna de miel muy cortita porque él se fue al Mundial del 50. Ya estaba en Bella Vista y viajaba a acompañar a la selección. Así empezó mi vida; las dos cosas que heredé de mi viejo fueron la empresa y el amor al deporte y al fútbol.
Mis abuelos eran mallorquines y cuando llegaron a Uruguay fueron a San José y comenzaron con el rubro de la panadería. Después mi padre se vino a Montevideo a estudiar y más tarde un tío mío le ofreció comprar una parte de Lion d’Or. Me crie dentro de la empresa. De chico trabajaba a fin de año y los días en los que había mucha actividad. Luego me recibí de odontólogo, pero cuando mi padre se enfermó empecé a dedicarle más horas, hasta el momento, que soy el único director de la empresa.
¿Cómo es ser empresario en Uruguay?
Es muy complicado. En la época en la que yo entré a Lion d’Or había como 120 empleados; hoy hay muchos menos. Muchas cosas se han tercerizado. Hoy, todo lo que trae aparejado el coronavirus nos afecta a todos, desde las empresas de ómnibus a las que les hacemos el servicio de catering, que empiezan a bajar, hasta los eventos o fiestas, que dejan de hacerse. La gente tiene menos dinero y comienza a recortar gastos en rubros como los nuestros, así que es difícil.
Además tenemos un personal muy importante con el que hay que cumplir a fin de mes y debemos generar negocios para poder vender. Una empresa que ya tiene más de 105 años demuestra que es una marca establecida, pero con desafíos, con subidas y bajadas como cualquier empresa uruguaya. En ese aspecto, ser empresario en Uruguay hoy no es fácil. También tenés que unirte a la tecnología, que a veces es buena y a veces es mala.
¿En qué sentido?
Es buena en el sentido de que podés tener productos más masivos y llegar a más familias y lugares y bajar costos, pero también sucede que todos elaboran lo mismo y se pierde un poco la elaboración artesanal de los productos. Cuando la gente empieza a ver el precio más que la calidad, a los que tenemos un trabajo más artesanal nos perjudica.
Decía que decidió estudiar Odontología pese a que el negocio familiar estaba consolidado. ¿Qué le atraía de esa profesión?
Son esas decisiones que uno toma en la vida a veces sin pensar. Creo que hoy a los jóvenes los ayudan más a definir su perfil. Yo había estudiado Biología y estaba entre Veterinaria, Odontología y Medicina. En aquella época había examen de admisión, comencé a estudiar con dos amigos que iban a entrar a Odontología y me convencieron de que siguiera esa carrera. Me dediqué a la profesión bastantes años hasta que mi padre se enfermó. Primero hacía doble jornada y después me concentré exclusivamente en la empresa. Pero mentiría si dijera que toda mi vida quise ser odontólogo. Es más, si tuviera que empezar de vuelta, no sería odontólogo.
¿Qué carrera le hubiera gustado hacer?
Administración de Empresas. Creo que te da una visión más grande para todo, desde el cargo en el que estoy hoy, hasta manejar una empresa.
Mencionaba que una de las herencias que le dejó su padre fue el amor por el fútbol. ¿Cómo fueron sus primeros acercamientos?
Mi padre me anotó en Bella Vista antes que en el Registro Civil, por lo tanto, no me quedaba otra que ser hincha de Bella Vista. Siempre me gustó mucho el deporte y aparte mi padre fue 25 años presidente de ese club. Yo comencé siendo delegado de Bella Vista en juveniles y llegué a presidente, y más tarde fui presidente de la AUF.
¿Qué recuerda de su pasaje por la AUF?
Fue una de las experiencias más fuertes que tuve, pero es como la Odontología, o sea, nunca soñé serlo. Fue increíble por los logros deportivos que se consiguieron esos cinco años: clasificar a todos los mundiales, jugar finales del mundo en sub 17 y sub 20, clasificar a los Juegos Olímpicos de Londres, el cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica, campeones de América con la decimoquinta copa, clasificar por primera vez a un mundial de fútbol femenino.
A nivel institucional se buscó la independencia de la AUF, tratando de que ingresara más dinero. Fue una lucha que al principio no se entendió y con el tiempo por suerte sí, y hoy la AUF está logrando contratos de la venta de derechos de televisión cada vez más importantes.
Después viví años embromados por todo lo que trajo el tema “FIFA Gate”, hasta que por fin se conocieron las realidades de los diferentes presidentes de la FIFA y se pudo transparentar cuál fue la gestión que habíamos hecho en la AUF. Tuve que ir a declarar al Juzgado de Crimen Organizado. De alguna manera mi nombre estaba salpicado injustamente y mi familia sufrió mucho. Cerré aquella linda etapa del fútbol en forma muy triste, porque aunque al final se aclaró todo, nadie me saca esos años de dureza y de crisis. A la AUF no vuelvo más.
Con el diario del lunes, ¿siente que salió bien parado de esa situación?
Sí, salí bien parado, se aclaró perfectamente que yo no había recibido nada y cerraron todas las causas acá, pero no importa, el sufrimiento lo pasé igual.
En 2014 finalmente terminó renunciando en medio de un conflicto con el entonces presidente José Mujica, por las medidas que había tomado con respecto a la seguridad en los eventos deportivos. ¿Cómo fue tomar esa decisión?
Nosotros pensábamos que institucionalmente Uruguay tenía que salir a vender los derechos de televisión antes de ir al mundial, porque en ese momento estábamos dentro de los primeros cinco puestos del ranking FIFA, éramos campeones de América, cuartos en el mundo, valía la marca selección uruguaya y la marca AUF. Muchos no lo entendieron.
Por otro lado, había problemas de violencia y de un día para el otro nos quitaron a la policía, y la condición para que volviera era que se pusieran cámaras para identificar a la gente, pero era imposible comprarlas
enseguida porque era necesario hacer una licitación. Segundo, llamamos a una asamblea para reformar el código de disciplina de la FIFA, pero algunos clubes no entraron porque querían que yo me fuera, por el objetivo que tenía de llamar a licitación.
Y el presidente, con las medidas que tomó, me invitó a irme, porque yo me fui y a las 24 horas volvió la policía a los estadios y se pudo terminar el campeonato. Uruguay fue al mundial y la historia la tenemos todos muy presente. Es claro que estaba molestando.
En una entrevista con La Mañana, el presidente de Nacional, José Decurnex, dijo que “el fútbol uruguayo tal como está planteado hoy no tiene ninguna viabilidad”, dado que “todos los partidos son deficitarios”. ¿Comparte?
Sí, coincido con él. Cuando yo era presidente de Bella Vista, en 2001-2002, dije que la pirámide estaba invertida, que había que tener menos equipos profesionales y más fútbol amateur, justamente por eso. Había que tratar de hacer un campeonato de todo el Uruguay, con selecciones o representantes de cada departamento respaldado económicamente por cada intendencia, para que se pudiera jugar y no fuera deficitario, y también con derechos de televisión, para que ingresara más dinero a los clubes. Pero con tantos equipos profesionales es muy difícil.
¿Cómo se dio su vínculo con la política?
Mis dos actividades antes del lanzamiento en enero del año pasado de la campaña de Luis Lacalle Pou, fueron ir a recibir a Wilson Ferreira cuando llegó al Uruguay, que terminó preso, y después ir al acto del Obelisco cuando queríamos que volviera la democracia. Nunca había entrado a la casa del Partido Nacional (PN) ni de ningún otro partido; sí había votado al PN.
Cuando me fui de la AUF, uno de los primeros llamados fue de Luis, que me invitaba a trabajar en el partido. Yo ahí lo pensé mucho pero quería tomarme un tiempo para dedicarme a la familia, a la empresa, y para prepararme, porque nunca había hecho política. Por eso en las elecciones de 2014 no trabajé para el PN.
En los últimos años me acerqué al movimiento EDUY21, por la problemática de la educación y lo que el deporte tiene para aportar en esa área. Luis me terminó de convencer para ser el referente del deporte y hoy estoy contento con este desafío, pero sigo estudiando y escuchando para saber los problemas de todas las federaciones que tenemos.
¿Qué aprendió de la campaña electoral pasada, donde le tocó asesorar y acompañar al actual presidente?
Cuando viajás al interior conocés las problemáticas en las cuales viven. Por ejemplo, a veces no pueden utilizar las canchas de baby fútbol porque robaron todo o porque venden pasta base y a los chicos no los quieren dejar jugar por un tema de inseguridad, porque faltan las luces. En las escuelas rurales tienen muy pocas horas de educación física porque a veces es la misma maestra la que tiene que preparar esa materia. Para definir una política deportiva en el país tenés que tener un panorama amplio. Tenemos que llevar otras disciplinas para que los chicos las aprendan desde temprana edad.
¿Su designación como secretario nacional del Deporte ya estaba conversada con Lacalle?
Lo habíamos hablado con Luis. Ya era un orgullo que me invitara a trabajar en su equipo. Siempre me presentó como referente del deporte y cada vez que hablábamos era claro que ese era el objetivo que él tenía, así que no fue una sorpresa cuando me nombró en el cargo. La sorpresa fue cómo me abrieron la puerta Luis y todos los referentes de las otras áreas.
En su momento se manejó la posibilidad de que usted fuera el candidato de la coalición multicolor para la Intendencia de Montevideo.
Fue un orgullo que cierta gente pensara que podía ser candidato, tal vez por el conocimiento que tenía de mi gestión en la AUF, pero siempre habíamos hablado con Luis que ese no era un desafío para mí porque me había preparado para el deporte y era lo que yo quería llevar adelante. Luis lo sabía y respetó mi decisión.
¿Qué importancia tiene el deporte para un país como el nuestro?
El deporte tiene que ser el nexo de inclusión para todas las clases sociales. Por ejemplo, todos hablamos de la inseguridad, pedimos que metan más presos, pero tenemos que rehabilitarlos, y para eso tiene que haber actividades, desde el trabajo, el estudio, hasta el deporte, porque cuando salgan a la calle tiene que haber un vínculo social de convivencia. El deporte te da valores importantes, te da el valor de saber ganar, y si te toca perder, saber que tenés que levantarte de nuevo y prepararte mejor para poder superarte.
¿Cuáles son las políticas que le interesa abordar en su nueva gestión?
Establecer una relación con los diferentes ministerios; que los niños tengan mayor educación física, que es muy importante porque no solamente aprendés una disciplina, sino una forma de vivir. En Uruguay tenemos problemas graves de un 65% de obesidad y sobrepeso en adultos y un 40% en jóvenes, entonces, si no trabajamos contra el sedentarismo desde la escuela, va a ser mucho más difícil cambiarles la cabeza de adultos.
Esos son objetivos bien claros que tenemos que llevar adelante, y por lo tanto debemos trabajar con el Ministerio de Educación, del Interior, de Desarrollo Social. Lo hemos hablado con Pablo Bartol y Armando Castaingdebat, tenemos que trabajar en conjunto y brindarle mucho más deporte a la gente que vive en zonas carenciadas y que está buscando una oportunidad.
Mencionaba algunos problemas de salud. ¿Se ha hablado con el ministro de Salud Pública al respecto?
Sí, ya hemos tenido algún contacto con el ministro Salinas, con su subsecretario, y la idea es trabajar en conjunto en salud y deporte, que es muy importante.
Hoy hablábamos del tema de la inseguridad en el deporte, que hizo que las familias dejaran de ir al estadio. ¿Hay una vuelta atrás posible para eso? ¿Cuál debe ser el rol de la policía en los eventos deportivos?
Yo creo que se ha avanzado mucho. El tema de las cámaras es fundamental, porque si queremos que las familias vuelvan, los violentos no pueden ir. Para eso necesitamos ampliar la lista de violentos porque la actual es de hace tres o cuatro años y sé que la AUF está trabajando en eso. Con respecto a la policía, si es necesario que entre a un estadio lo va a hacer. También hay que trabajar sobre la guardia privada, que a veces hay mucha rotación y no está capacitada para entrar a una tribuna.
Por amor al deporte
Laburador, tenaz y “familiero”. Así se define Sebastián, y remarca que los momentos más lindos de su vida fueron su casamiento y el nacimiento de sus hijas. “Tuve logros deportivos, pero primero está la familia”, comenta.
Además, recuerda a sus padres, que le transmitieron los valores del trabajo, el esfuerzo y la honestidad, los que considera fundamentales en toda tarea, desde un negocio, pasando por una cancha de fútbol, hasta la actividad pública.
También destaca la importancia de cuidar los recursos materiales. “Cuando uno trabaja muchas horas y sabe lo difícil que es conseguir el dinero, debe cuidarlo. La plata de los contribuyentes no es del Estado, es de los uruguayos”, enfatiza.
Nunca dejó de trabajar en su empresa y tampoco lo hará ahora, con la nueva responsabilidad que le toca enfrentar. Aunque sabe que el multiempleo le va a llevar mucho tiempo, buscará la forma de acompasar el negocio familiar con la Secretaría Nacional del Deporte, que es un desafío que aceptó con gusto.
Una de sus virtudes es armar grupos, tanto a nivel privado como público, por lo cual es consciente de que si bien debe estar encima de todos los temas, tiene que saber derivarlos y poder confiar en los demás.
Está casado hace más de 30 años con Silvia, quien fue “fundamental” en todas sus decisiones laborales. “No solamente es mi compañera en mi casa, sino también en el trabajo. Hoy puedo estar acá porque ella me respalda”, señala. Tienen dos hijas de 26 y 24 años, Belén y María Eugenia, ambas licenciadas en Administración de Empresas que siguieron su camino laboral en diferentes compañías.
A él y a su hermano, su padre les inculcó el amor al deporte desde muy niños. Tanto es así que hoy es el hobby más importante que tiene. Juega al fútbol con amigos y, cuando puede, sale a caminar por la rambla. A su vez disfruta de ver deporte por televisión.