Cuando Ronayb Fernández llegó a Uruguay con el fin de extender la experiencia del encuentro con Dios hacia los más jóvenes, el primer sitio que visitó fue un campo de Melilla donde vivió unos años con algunos compañeros. Ya han transcurrido 14 años de eso y Fernández aún recuerda el choque que le produjo la apacibilidad de los campos que se mezclaba con la de los uruguayos. Era una población a la que él deseaba dedicarse y que insumía varios desafíos, entre ellos, aprender un nuevo idioma.
La Comunidad Católica Shalom es una asociación de fieles reconocida por la Santa Sede que se encuentra presente en varios países del mundo. En Montevideo está desde el año 2005 y se ubicó en un principio en el barrio La Unión para instalarse, en el año 2011, en la esquina de las calles Goes y Bulevar Artigas, frente a la terminal de ómnibus Tres Cruces. “Buscamos estar en un lugar al que pueda venir gente de todos lados. Cuando descubrimos que el slogan de la terminal era ‘Donde se encuentra un país’, sentimos que era el sitio que estábamos buscando”, comentó Fernández en entrevista con La Mañana.
Actualmente, la comunidad está formada por hombres, mujeres, familias, jóvenes, personas consagradas y, desde enero, contará también con un sacerdote. La organización nació con una impronta de un grupo juvenil universitario que deseaba llegar a otros jóvenes para que tuvieran una experiencia con Dios. Buscaba hacer un movimiento, más no una fundación. Sin embargo el número de personas que se sumó hizo que fuera necesario articularse en una organización. En cuanto a su relación con la Iglesia católica de nuestro país, comentó que han tenido mucha apertura, respaldo y confianza. “El cardenal Daniel Sturla es para nosotros un padre muy cercano”, afirmó.
La palabra que los define, Shalom, tiene un significado especial. Es de origen hebreo y significa paz. “Era la palabra con la que Jesús saludaba, entonces nos apoyamos en ello porque además resume lo que estamos llamados a hacer”, comentó Fernández.
De esa forma, como quien cosecha con la vida fraterna y la comunidad, desean sembrar la paz. Para cumplir con este fin se apoyan en tres columnas importantes con el fin de atraer a los jóvenes y a sus familias.
En este sentido, la línea artística es fundamental y han organizado espectáculos y obras teatrales en el Auditorio del Sodre. Estos eventos son el fruto de un largo trabajo de todo un año. Para lograrlo van a colegios, realizan talleres y audiciones.
Otra de las columnas es la juvenil, donde realizan campamentos, retiros, fiestas y movidas. “Queremos que se acerquen a un Dios vivo. Más allá de que la Iglesia tuvo errores a lo largo de su historia y seguramente los tendrá, porque está hecha de hombres, es también una Iglesia que perdura porque fue fundada por Jesús y es Él quien la sostiene”, observó. De esta forma, desde la comunidad ven a la Iglesia como una “casa de todos” y un lugar de acogida.
Para llegar a los jóvenes salen a plazas y espacios públicos a charlar con ellos. “Nos dimos cuenta que muchas veces, más que hablarles hace falta escucharlos. Queremos saber cómo estar y encontrar una grieta para sembrar esa paz”, explicó el fundador de la comunidad en Montevideo. Asimismo, se expanden en las redes sociales con el fin de aggiornarse a los nuevos tiempos.´
Por último, la tercera base es la solidaridad. “El uruguayo es solidario de por sí, entonces tratamos de aprovechar ese don natural de querer ayudar”, indicó. Es así que con la ayuda de todos los jóvenes realizan un “Shalom solidario”, donde todos los jueves salen a las calles a dar comida a los más necesitados, o a sentarse a charlar con alguna persona en situación de calle para conocer su realidad, se acercan a jóvenes que se estén drogando. “Tratamos de hacer acciones de solidaridad que involucren la pasión y la caridad, que más de preocuparse sea ocuparse de los que sufren y ayudarles a tener dignidad humana, algo que es para todos, no solo para los creyentes”, comunicó.
Además, los jueves, viernes y sábados realizan visitas al sanatorio del Círculo Católico, Juan Pablo II, donde se encuentran con muchas realidades y situaciones de dolor, incluso de personas abandonadas que no tienen familia. “De alguna manera no deja de ser una compasión hacia el otro. Algunas personas no quieren charlar y eso se respeta, pero el que esté de acuerdo, lo acompañamos. Hemos tenido experiencias muy lindas”, agregó. A la vez, visitan a los abuelos del hogar Piñeiro del Campo, donde se acercan para charlar e incluso acompañarlos a la misa.
Igualmente, realizan ventas económicas, a las que denominaron “Bendita venta”, donde muchas veces la gente se acerca a comprar ropa. “A veces, cuando no tienen plata, se la regalamos”, confesó Fernández. Manifestó que en estas instancias muchas veces las personas se abren y comparten sus vidas.
Por otro lado, mencionó que las puertas del centro siempre están abiertas para las personas que quieran pasar el día, incluso como un lugar de agasajo, o un sitio donde encontrar paz o recurrir para estudiar. En definitiva, aseguró que desean que sea un “oasis”.
Por otro lado, dijo que todas estas actividades buscan que el encuentro con Dios suceda por la presencia más que por la palabra. “Queremos que ellos tengan una experiencia. Es importante hablar y escuchar, pero queremos que también lo sientan, porque eso es lo que los ayuda a cambiar, estén en la situación en la que estén”, observó.
Ánimos y esperanza
En su trabajo con la juventud y las familias uruguayas, Fernández ha notado un desánimo generalizado, que va más allá de la sociedad de nuestro país y que se extiende a una tendencia mundial. En este sentido, remarcó que nota una falta de determinación y de decisión en los más jóvenes, que los hace ir a la deriva y “según para donde sople el viento”.
Se trata, explicó, de un factor para trabajar y que muchas veces se realiza a través de la fe, puesto que es ella la que hace insumir un compromiso.
“Hace falta en la sociedad el no bajar los brazos, comprender y tener mayor paciencia”, sentenció.
Por otro lado, mencionó que la falta de esperanza ha golpeado mucho a los chicos. Por esta razón afirma que “ayudar a que los más jóvenes tengan un proyecto de vida es uno de nuestras labores. Si tienen una aptitud los estimulamos para que vayan por ello con muchas ganas”.